lunes, 2 de julio de 2007

Capítulo 24: "La Ciudad-Fortaleza"

Diez días atrás Eoin y otro muchacho se habían marchado a la aldea del primero con el objeto de obtener información, información que sería de gran ayuda para la protección de Kayla. Pero frente a la ausencia por tanto tiempo de los chicos de común a cuerdo decidieron entrar en la ciudad Jumú.
Se levantaron muy temprano, cuando el sol recién se asomaba por el este de tan verdosa tierra. Llegarían al lugar al caer la noche y si apuraban el paso por la tarde ya estarían ahí.

-En la ciudad ya no tendremos de que preocuparnos -dijo el anciano Amawta mientras caminaba delante de todos junto a Kayla, Isao y Eizan.

-¿Por qué tanta seguridad en eso? -le preguntó el Tsathi.

-En Jumú hay muchos guerreros Kijutsu -dijo Isao-. Esa es la razón de tal seguridad.

-Creí que todos vivían en un sólo lugar, en algún templo o una villa escondida -expresó Kayla.

El anciano Amawta rió un poco y luego dijo:

-Claro que así es, pero sólo cuando estas en entrenamiento. Después pueden elegir entre quedarse ahí o ir a vivir a alguna ciudad, o donde se desee hacerlo.

Al pasar un rato la enorme ciudad entre dos montañas era aun más visible. Un muro la rodeaba y luego un río, se podía ver un pequeño puente levadizo, la ciudad parecía una verdadera fortaleza.

-Hace quinientos años Jumú fue fundada por humanos y criaturas que venían de un lejano continente situado noroeste de aquí. Los primeros años fueron muy duros, ya que los seres peligrosos de el bosque frente a la playa y lo que vivían en la cordillera iban a atacarlos constantemente con el objeto de saciar el hambre. Construyeron un enorme muro al rededor de toda la ciudad, claro que, a los lados no lo hicieron ya que las montañas servían de protección natural. Pero no fue suficiente, entonces realizaron profundas excavaciones frente a los muros y desviaron la trayectoria del gran río que pasaba por el costado derecho, de ese modo la ciudad quedó rodeada por agua. Poco a poco los ataques se hicieron menos frecuentes hasta que ya no sucedieron más -explicó Amawta a la asombrada Anxelin que escuchaba su historia con atención.

-Eso explica su parecido con una fortaleza -murmuró Kayla mientras observaba el lugar desde lejos.

De pronto Eizan se acercó un poco más a ella.

-Kayla -le llamó el muchacho-. Tengo que hablar contigo.

La Anxelin se acercó también y él le dijo:

-Sólo te acompañaré hasta Jumú, luego viajaré hasta mi hogar, necesito ver a mi padre.

Kayla lo miró un poco desconcertada, no sabía que decirle, ella deseaba que se quedara a hacerle compañía, pero no le podía obligar a mantenerse a su lado. La Anxelin sonrió y respondió:

-Ve y no te preocupes, yo estaré bien. En la ciudad ya nada me sucederá.

El se preocupó un poco, pero no podía quedarse más tiempo, ya cumplía con llevarla hasta Jumú.
Eizan asintió y le devolvió la sonrisa.

El sol ya se escondía cuando llegaron frente a un enorme puente levadizo custodiado por cuatro guardias, dos a cada lado, mientras que en la parte de arriba del muro habían algunos arqueros que los miraron con desconfianza. Uno de los solados se acercó. Llevaba puesta una armadura y un yelmo en su cabeza, ambos plateados con el dibujo de una cabeza de dragón roja pintada en la parte del pecho. Sus pantalones eran verdes al igual que su capa y llevaba una espada en su mano derecha.

-¿Ustedes son...? -preguntó el hombre.

El viejo avanzó unos pasos y dijo:

-Mi nombre es Amawta y soy el líder de la tribu Kijutsu, venimos por asunto personales a la ciudad.

El guardia miró a los que venían atrás y luego de unos momentos dijo:

-La tribu Kijutsu... asuntos personales... bien, pueden pasar.

Amawta sonrió y caminaron hacia la gran entrada. La primera avenida en la que se encontraron llegaba hasta la puerta trasera de la ciudad y servía como vía principal de todas las calles de Jumú, las cuales se distinguían con nombres y otras con números.

-Nuestro refugio esta... en la calle seis -dijo el viejo-. Si doblamos en la siguiente esquina pasaremos directo a la tres y desde ahí seguimos.

No era ciudad quieta, sino que todo lo contrario, los niños, tanto humanos como de otras razas, pasaban a cada momento corriendo cerca del grupo. Se podían apreciar a varias mujeres cuchicheando mientras los observaban, también a otros hombres y ancianos que pasaban cerca, pero a ninguno les inmutaba la presencia de ellos en el lugar.

-Llegamos -dijo de pronto el viejo.

Kayla miró hacia adelante y vio una mansión enorme, aunque todas las casas de la calle se le parecían. Era hermosa, tenían un jardín lleno de flores de distintos colores, flores que la Anxelin nunca antes había visto. Un hombre salió acompañado de un ser que tenía el rostro plano y pálido, dos orificios resaltaban en el lugar donde su supone su nariz iba, no tenía orejas, pero si dos hendiduras donde deberían estar y la línea de su boca era el doble más larga de lo normal. Parecía que cubría gran parte de sus dos mejillas.

-Anciano Amawta, al fin llegaron -dijo el extraño-. Los esperaba desde hace varios días.

El viejo y los miembros de la tribu Kijutsu hicieron una reverencia, al igual que el hombre y el individuo que lo acompañaba. Después observó a Kayla y agregó:

-Sea bienvenida, usted y su bebé.

La Anxelin sonrió y el extraño también. Eizan hizo un gesto de saludo. Nuevamente Kayla se fijó en esto. El Tsathi no se inclinaba ante nadie, al menos eso le hizo pensar, ya que esta era la segunda vez que respondía con un simple movimiento de cejas.

-Pase, pase -invitó el hombre-. Pronto cenaremos y luego podrán ir a descansar todo lo que quieran.

Una vez dentro, en una gran sala de estar adornada por varios cuadros con hermosos paisajes y retratos, al parecer antiguos, se sentaron en dos sofás grandes.

-Para aquellos que no nos conoces -dijo de repente el sujeto-,mi nombre es Takaa y este es mi hermano Serpai. Los dos somos miembros de la tribu Kijutsu.

-¿Hermano? -murmuró Kayla confundida-. Ni siquiera se parecen.

Al contrario de Serpai, Takaa era un humano, tenía el cabello negro, tez blanca y ojos color azul pálido. Su nariz era larga y sus orejas pequeñas.

-Serpai no es su hermano de sangre, lo adoptaron cuando era apenas un bebé -le susurró al oído Isao.

En ese instante Eizan se colocó de pie y dijo:

-Anciano Amawta, ya debo retirarme, no puedo quedarme más tiempo.

El viejo se levantó también y sin decir una palabra lo acompañó hasta la puerta. Kayla los siguió.

-Vuelve lo más rápido que puedas... -le dijo el anciano cuando justo llegaba la Anxelin.

-Lo haré, no se preocupe... -contestó Eizan.

Kayla le observó con tristeza. El Tsathi quiso evitar sus azules ojos y le dio la espalda.

-Adiós Kayla... nos volveremos a ver.

En cuanto se marchaba Serpai salió de la casa con prisa.

Disssssculpe! -exclamó siseando.

Eizan se dio vuelta y la criatura le dijo algo. Entonces los dos se dirigieron a la parte trasera de la casa. Luego de unos momentos apareció el Tsathi montado en un extraño animal color negro. Su hocico era corto, con una ancha nariz, pues se fiaba mucho del olfato, tenía dos cuernos que sobresalían de su cabeza. Su cuerpo lo tenía como el de una fiera, con afiladas garras en sus cuatro patas y tenía una larga cola.
Eizan hizo una seña de despedida al viejo y a la Anxelin, luego se marchó rápidamente.

-En unos meses estará de vuelta -dijo de pronto el anciano.

Kayla asintió sonriendo a medias. Entraron en la casa y cerraron la fina puerta de madera. Ya estaban a salvo, o eso pensaban, pero no importaba, si sucedía algo no estarían tan vulnerables como en la planicie en la que antes se encontraban. Pronto se enterarían de algo que cambiaría el destino para muchos de los que estaban ahí, incluso el de Kayla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este capitulo me gustó mucho, sobre todo la descripción de la ciudad, calles, etc.

eso es lo q me encanta de tus narraciones "los detalles" que demuestran tus conocimiento...

ah se me olvidaba cuando te refieres a puntos cardinales se escriben con mayúscula... :P