sábado, 7 de julio de 2007

Capítulo 27: "Por Tsuki"

Cremaron a Gao en lo alto de la montaña, dándole un funeral digno de la realeza, pues se lo merecía. Eizan se quedó por dos meses más hasta que decidió volver a Jumú, sentía que Kayla lo necesitaba.Una noche se quedó dormido en la silla de la pequeña sala de su casa. Estaba demasiado cansado.

Soñaba con un hermoso campo, lleno de flores de todos los colores, en el medio de este se encontraba una mujer de largo cabello negro y vestida con una bonita túnica roja, su nombre era Tsuki. Recogía cada planta que llamara su atención, decía que era para adornar la casa en la que vivían. Su embarazo era notorio, el bebé pronto nacería. De repente el cielo se nubló, las negras nubes cubrieron al sol de un momento a otro. En ese instante varios sujetos la rodearon, todos vestían de negro. Eizan desesperado corrió hacia ella, pero nunca lograba alcanzarla. Ya no la podía ver, los individuos se la llevaban a un lugar que el desconocía. Su corazón se partía de dolor.

De pronto despertó de golpe gritando el nombre de su mujer. Ningen llegó corriendo rápidamente a la habitación que antes había sido de Gao.

-¡¿Qué sucede?! -exclamó su amigo.

Eizan llevó su mano derecha a la cabeza y se despeinó el cabello. Sudaba en gran cantidad. Aquel sueño le había alterado demasiado. Poco a poco se calmó, entonces Ningen le comentó:

-Gritaste el nombre de tu mujer...

Eizan le dirigió la mirada y dijo:

-Tuve un mal sueño, uno que no teía desde hacía años. Nos encontramos en un campo lleno de flores, de pronto llegan algunos sujetos, se la llevan y yo no puedo hacer nada...

En ese momento golpearon la puerta con fuerza. Eizan y Ningen desconcertados bajaron las escaleras, abrieron y se encontraron con dos sujetos cubiertos con una capucha negra, uno era más alto que otro.

-¿Qué quieren? -preguntó Eizan.

Se quedaron unos momentos en silencio, hasta que uno de ellos, el de menor tamaño dijo:

-El rumor era cierto, Eizan el hijo de Gao ha vuelto.

Recordó aquella voz en particular, una voz que le desagradó desde la primera vez que la escuchó, era el sonido de la arrogancia convertida en Tsathi.

-Aayín... -murmuró Eizan.

-¡Aquí está el maldito! ¡Lo busqué por todas partes en Terraconce! -dijo el otro, el más alto.

Los dos se quitaron las capuchas que cubrían sus rostros. Efectivamente, el más bajo era Aayín, mientras que su acompañante, sorpresivamente, era Geta.

Ningen, efadado, les preguntó:

-¿Qué es lo que quieren aquí?

Aayín sonrió y respondió:

-Así no se le habla a un viejo amigo Ningen.

-¡Hemos venido a matar a este Kuskan! -exclamó Geta.

Aayín le dio un codazo y luego les mostró una hipocrita sonrisa.

-Creo que Ningen no te ha comentado que yo...

-Que tú eres el jefe de la guardia real en esta zona y que abusas de los pobres ancianos y ancianas que quedan en este pueblo que ya está a punto de venirse abajo -interrumpió Eizan-. Si, si me lo ha contado. Ahorrate la historia.

La expresión de Aayín cambió abruptamente de una fingida a una real, ahora de enfado.

-Geta me ha contado que eres algo peligroso... especialmente cuando estas con una mujer en particular -los dos sonrieron burlonamente-. Así que he decidido que debes irte del pueblo... para no volver nunca más.

Una sonrisa a medias se dibujo en el rostro de Eizan.

-Soy yo quien decide eso, no tú -respondió el muchacho.

Aayín lo miró con desprecio, igual como lo había hecho siempre.

-Por la mañana volveré, si aun estás aquí me encargaré de destruir esta pocilga y de asesinar a Ningen... después de ti por supuesto.

El arrogante Tsathi soltó una carcajada y se marchó seguido por Geta quien sonriente escupió en el suelo frente a ellos. Eizan cerró la puerta y se sentó en una de las dos viejas sillas.

-No se saldrá con la suya, es mi oportunidad de detenerlo -dijo frunciendo el seño.

-Deberás tener mucho cuidado, es demasiado fuerte, pero yo podré ayudarte. Entre los dos podremos vencerlo sin muchos problemas -agregó Ningen.

-Etás loco -contestó Eizan-. La última vez que se enfrentaron casi mueres.

Ningen sonrió y dijo:

-Sucedió cuando tenía dieciocho años. Además, un claro en el bosque no es buen escenario para una pelea.

-No, este es mi encuentro y tu no te entrometerás. Ahora mejor que vayamos a descansar. Mañana será un día pesado.

No lo mencionó a su amigo, pero se sentía muy nervioso, incluso un poco de miedo invadió su cuerpo durante lo que restó de noche. Aayín no era un adversario fácil, tal vez perdería la vida.

Muy temprano por la mañana el sonido de varios golpes continuos fuera de la casa le hicieron levantarse. Salió de la habitación en la que dormía y golpeo la puerta de la contigua.

-¿Ningen? -llamó, pero nadie contestó.

Empujó la puerta, la cual se abrió de par en par. No había nadia adentro. Se cambió de ropa lo más rápido que pudo y bajó las escaleras corriendo. Salió hacia la parte de adelante y vio a Geta golpeando con una enorme roca la morada.

-¡¿Dónde está Ningen?! -preguntó el Tsathi.

Geta soltó una carcajada y le lanzó la piedra a Eizan. El chico dio un salto hacia un lado y la evadió. Se levantó preparado para luchar, pero Geta no deseaba eso. Grandes alas, como las de una dragón, se extendieron en su espalda y se echó a volar con dirección al pueblo.

-¿Por qué no heredé eso de mi madre...?

Corrió hasta un lado de la morada y dio un silbido. Desde una cueva cercana apareció la criatura que lo había traido desde Jumú. Eizan montó al animal y este corrió rápidamente guiado por el muchacho con dirección al pequeño pueblo. Vio como Geta desaparecía más adelante, entonces hizo que el animal tomara más velocidad. Al llegar el lugar estaba vació, no veía a Geta por ningun lugar. Comenzó a respirar más rápido, la rabia se apoderaba de él, estaba seguro de que se habían llevado a Ningen. Aayín había dicho que lo mataría y conociendolo era bastante posible de que así lo hiciera.

-¡Aayín! -gritó con fuerza, pero nada sucedió.

Pasaron los minutos y de pronto un vulto salió a gran velocidad desde una casa para luego caer al suelo a varios metros de ella. Dicha una palabra el animal corrió hasta donde estaba y al acercarse lo suficiente Eizan se dio cuenta de que era Ningen. Se bajó del animal y se arrodilló ante el cuerpo de su amigo.

-¡Ningen! -exclamó.

-Descuida... -la voz de Aayín resonó en su cabeza- no está muerto, pero la paliza que le dimos casi lo deja así.

Eizan se levantó, empuñó sus manos y apretó los dientes. Estaba totalmente furioso, dispuesto a matar a los dos Tsathi. Repentinamente el muchacho lanzó dos bolas de fuego hacia Aayín, pero este con mucha facilidad las esquivó. Eizan se lanzó sobre él dando rápidos golpes, pero su oponente los bloqueaba como si nada.

-Tendrás... que hacer... algo mejor -dijo Aayín sonriendo mientras se movía para evitar los ataques.

Dio un salto y pateó a Eizan en el rostro logrando que retrocediera. El muchacho quiso acercarse de nuevo, pero alguien lo sujeto por la espalda, era Geta.

-No escaparás... -añadió Aayín con aire victorioso.

Con un rápido movimiento Eizan logró safarce de Geta y lo lanzó hacia el arrogante Tsathi haciendolos chocar entre ellos. Pero los dos se recuperaron inmediatamente y se lanzaron contra él. Esquivando los puñetazos y patadas que venían como lluvia Eizan se mantenía de pie con un poco de dificultad. Con rapidez el chico sujetó los brazos de sus contrincantes y los quemó. Geta soltó un grito, mientras que Aayín resistió apretando con fuerza sus dientes. Eizan los soltó y golpeo con una rodilla a Geta lanzándolo al suelo, mientras que el Tsathi arrogante daba un salto hacia atrás para alejarse un poco.

-No eres muy débil luchando... creo que me equivoqué -dijo Aayín mientras sujetaba su extremidad lastimada.

No lo vio venir, fue tan repentino, un duro golpe en su cabeza que inmediatamente le hizo caer al suelo, sus ojos comenzaron a cerrar contra su voluntad, sintió que las fuerzas lo abandonaban, luego de eso cayó en un profundo sueño.

Despertó sobresaltado, tenía los pies y las manos atadas, miró a su alrededor y aun lado vio a Ningen aun inconsciente, deseaba que fuera así. La cabeza le dolía demasiado, tanto que sólo podía mantener los ojos abiertos de vez en cuando. Estaban en una casa, una gran casa, tal vez la de Aayín.

-Al fin has despertado -la voz de Geta le hizo enfermar-. No pude matarte antes. Aayín dijo que cuando despertaras nos darías la revancha.

-Exacto -añadió Aayín-. Tendrás que volver a luchar, en las condiciones que estás, y si no ganas, esta vez te haremos desaparecer y enterraremos vivo a tu amigo... bueno, nuestro amigo.

Eizan luchó para quitarse las ataduras, pero no pudo. No podía comprender tanta maldad en alguien, no podía creer que sus pensamientos fueran tan desquiciados. Tenía que luchar y hacerlo de la mejor forma, en sus planes la idea de morir aun no existía.

-Entonces quitenme esto -ordenó Eizan.

-Adelante Geta -dijo Aayín.

El Tsathi de hocico largo cortó las cuerdas con una navaja que sacó del cinturón alrededor de su negra armadura. Eizan se colocó de pie.

-¡Ahora! -exclamó Aayín.

Geta desenfundó la gran espada que siempre llevaba en su espalda e intentó herir a Eizan, pero como el peso del arma no le dejaba actuar con mucha agilidad el muchacho se aprovechó de esto y la esquivó para luego lanzarle una bola de fuego que lo estrelló contra el muro del lugar. Aayín se acercó a él y lo atacó con golpes que Eizan bloqueaba sin mucho trabajo, pero de repente comenzó a ver doble y la cabeza le dolió. Aayín le dio una patada en el estomago y un golpe en el rostro lanzándolo al suelo.

-No iba a ser fácil ¿o sí? -dijo el Tsathi sonriendo.

Geta llegó hasta su lado y colocó su pesada espada cerca del cuello de Eizan, justo para darle el golpe que lo mataría inmediatamente.

-Espera, espera -dijo Aayín deteniendo a Geta cuando estuvo a punto de cortarle la cabeza-. Quiero que se entere de algo antes de morir.

El Tsathi lo observó desconcertado por unos segundos, pero luego entendió, sonrió e hizo al arma a un lado.

-Hace siete años tu mujer murió asesinada -comentó Aayín-. Nunca supiste quienes lo hicieron.

Eizan comenzó a sentir rabia y tristeza al mismo tiempo que crecía rápidamente dentro de él hasta convertirse en odio, de alguna forma se anticipaba a lo que Aayín le contaría.

-Entiende Eizan, no podía nacer otra abominación como tú en este pueblo... ya era demasiado contigo y tu padre. Estoy tan complacido de que por fin haya muerto.

-¡No! -gritó Eizan desquiciado por el odio que ya su cuerpo no resistía.

-¡Esa palabra es la que exclamó tu mujer exactamente antes de atravesara su pecho con mi espada! -añadió Aayín y luego soltó una carcajada.

Geta acompañó la macabra risa del Tsathi asesino logrando que la rabia de Eizan creciera aun más. La criatura de hocico largo nuevamente colocó su espada para asestarle el golpe final, sonreían como si fueran dueños de todo y pudiesen hacer lo que quisieran.

-Ve el lado bueno de todo esto -le sugirió Geta-. Pronto te reunirás con ella.

Ya no pudo más, la rabia creció tanto dentro de él que su cuerpo se movió guió totalmente guiado por ella. De una patada lanzó hacia un lado el arma del enorme Tsathi y de un salto se colocó de pie, abrió la boca y una llamarada hizo que los dos retrocedieran. Rodó hasta la espada y la blandió con fuerza. Sin previo aviso se abalanzó sobre Geta y con un agil movimiento cortó su cabeza.

-¡¿Cómo...!? -exclamó Aayín.

La expresión de Eizan no demostraba nada más que odio y su vengativa mirada se intensificó aun más con la sangre que le salpicó en el rostro cuando mató a Geta.

-Te mostraré...

De pronto Aayín se sintió muy indefenso. Sus desquiciados pensamientos no se comparaban con el ser que tenía adelante y sintió miedo, por primera y última vez en su vida sentía miedo hacia un contrincante. Lanzó dos bolas de fuego encontra del furioso Eizan, pero este se cubrió utilizando el arma mientras se acercaba corriendo.
Aayín se lanzó hacia una de las esquinas del lugar y tomó un sable colgado en la pared como adorno para intentar defenderse. Eizan se acercó velozmente y le asestó varios golpes que el Tsathi pudo bloquear con dificultad.

-¡No... podrás... conmigo! -exclamó Aayín mientras se cubría.

El Tsathi nuevamente le lanzó bolas de fuego para intentar alejarlo, entonces se deslizó hasta la otra esquina y desde ahí dio un salto para atacar desde el aire a Eizan, pero este reaccionó más rápido, lanzó la pesada y enorme espada de Geta hacia él logrando que atravesara su cuerpo.

-Eso... es por Tsuki -murmuró el chico.

No podía creerlo, su plan había fallado. El dolor en su pecho superó cualquiera que antes sintió, no era posible, él perdía la batalla luego de haberla ganado sin dificultad. Todo lo que vivió le pasó por delante fugazmente, todas las veces que insultó, todas las veces que fue arrogante, todas las veces que asesinó y todas las veces que sonrió de manera enfermiza al ver los cuerpos de sus victimas. Su hora había llegado.

La espada se incrustó en la pared dejando al cuerpo colgado. Parecía un horrible trofeo de caza.
Cayó al suelo de espaldas, estaba cansado, no tenía fuerzas, ni siquiera sabía como es que había luchado contra esos dos antes de matarlos. No quizo pensar en si lo merecían o no, él no era el que decidía eso. Ahora sólo quería descansar, cerrar los ojos y descansar.

Despertó tranquilamente, estaba en una cama que le resultaba conocida, la de su padre. Estaba en su casa. Ningen apareció momentos después en la puerta, él lo había llevado hasta la casa.

-Has dormido por dos días y medio. Pensé que no despertaría -dijo el muchacho.

-No me rindo facilmente -respondió Eizan sonriendo.

Ningen caminó hasta él y se sentó en una pequeña silla de madera.

-Al ver los cuerpos de Geta y Aayín no podía creerlo. Uno no tenía cabeza y el otro colgaba de la pared con ayuda de esa gran espada. Algun día debes contarme lo que sucedió ahí -añadió Ningen.

Eizan respiró profundo y contestó:

-Tu lo has dicho... algún día.

Ningen sonrió y se levantó.

-En cuanto te mejores te iras ¿no es así? -le preguntó su amigo.

-Sí.

-Iré contigo -le informó Ningen-. Siempre me quieres dejar atrás, siempre me has considerado un niño.

-Tienes veintitres años... -contestó Eizan sonriendo.

-Tu tienes uno más... no hay mucha diferencia ¿o sí?

Eizan dudó unos momentos. Había pensando antes en decirle que lo acompañara, pero no quería perder a alguien de nuevo y al lugar al que viajarían no era precisamente tranquilo, pues en cualquier momento Kayla podía ser atacada y ellos tendrían que defenderla con sus vidas.

-Estarás en peligro constante, no me gustaría involucrarte en todo eso...

-No Eizan, esta vez no -contradijo el muchacho-. Ire tanto como quieras o no.

El Tsathi lo miró fijamente, asombrado de su determinación. sonrió a medias y respondió:

-Mañana, al salir el sol saldremos de este lugar y puede que no volvamos jamás. Preparate y busca algun animal que puedas utilizar para cabalgar.

Ningen sonrió y le comentó:

-No es necesario... tengo alas. Podré seguirte desde el cielo.

-Lo olvidé, es que pareces un humano. Aunque tus punteagudas orejas y ese colmillo que sobresale de tu boca me hacer recordar nuevamente que eres un Tsathi completo.

Rieron por unos momentos y luego Ningen se retiró para dejar a Eizan decansar hasta el siguiente día. Harían un viaje largo hasta Jumú, aunque esta vez no se podrían demorar tres meses en llegar a la ciudad. Evitarían las paradas lo más posible que pudieran, si era así estarían ahí al completarse dos meses, justo a tiempo para el nacimiento del bebé de Kayla.
Aquella noche volvió a soñar con su mujer, pero esta vez no se la llevaban, se quedaba con él, para siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

wennniiisssa la pelea, casi estaba ahí, hasta puedo imaginarlos, pero lo que me estremeció fue el hermoso final de este capitulo.

ah P.D. Bulto no con v

jiji...;)