miércoles, 4 de julio de 2007

Capítulo 25: "Aixa"

Era la primera noche en muchos días que dormía bien, ya que las constantes persecuciones y ataques le obligaban a descansar pocos periodos de tiempo. En la habitación en la que se encontraba había un enorme ropero en uno de los rincones, un espejo pequeño cerca de su cama y una gran ventana por la que entraba la cegadora luz del sol por la mañana.

Kayla abrió los ojos lentamente, las cortinas estaban abiertas. Desde hacía un rato que sentía golpes y algunos gritos en el patio de vez en cuando, pero de alguna forma no le preocupaba, prefería seguir durmiendo, pues de esa forma recuperaría todas las fuerzas perdidas en los últimos días. Se asomó por la ventana, la cual daba al patio trasero de la casa, y vio a varios jóvenes y viejos, luchando. Centellas de diferentes colores volaban por doquier, algunas veces impactaban en los muros de la mansión. Esos eran los ruidos que antes estuvo escuchando.
De pronto llamaron a la puerta.

-Kayla... soy yo Amawta.

La Anxelin se alejó de la ventana y abrió la puerta.

-Buenos días... -le saludó Kayla.

-Buenos días -dijo el viejo-. He venido a avisarte que después del desayuno saldremos y tu debes venir con nosotros.

-¿Adonde? -preguntó la Anxelin.

-Iremos a visitar a una vieja amiga mía -respondió Amawta sonriendo-. Ella nos informará de muchas cosas.

Kayla asintió, el viejo hizo una reverencia y se marchó. La chica cerró la puerta y se cambió de ropa, una que le habían dado la noche anterior para que no llamara demasiado la atención entre los habitantes de la ciudad. Cuando terminó se miró al espejo. Llevaba puesto un pantalón café y una larga camisa de mangas largas de color verde que le llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas. Se colocó un cinturón y unas botas negras. Al final tomó una cinta verde y se amarró el cabello, dejándose una cola.
Salió de la habitación, esta se encontraba justo a un lado de las escaleras. Bajó sin prisa y se dirigió al comedor, donde ya estaban sentados la mayoría.

-¡Buenos días Kayla! -exclamó Isao desde uno de los asientos.

La Anxelin sonrió un poco y le hizo una seña. Al poco tiempo el anciano Amawta apareció junto a otros miembros de la tribu Kijutsu, se sentaron y comenzaron a comer.

-Aun no hay noticias de Trítodes y ese otro muchacho... ¿cómo es que se llama? -preguntó Isao a los presentes.

-Eoin... -respondió Kayla mientras dejaba una copa de plata sobre la mesa.

-No es un tema adecuado para hablar en la mesa -dijo de repente Amawta con toda calma.

Se quedaron en silencio hasta que momentos después terminaron y se levantaron.

-Esperen frente a la casa -ordenó Amawta-. En un segundo estaré con ustedes.

Cinco jóvenes, incluyendo a Isao, junto a tres viejos salieron del lugar seguidos por la Anxelin. Al rato Amawta apareció acompañado de Takaa y Serpai.

-Síganme, por favor -pidió el dueño de la mansión mientras se adelantaba al grupo.

Luego de llegar a la avenida, por la que habían pasado hace algunos días, se adentraron en varios callejones. En esos lugares las casas no se parecían a la Takaa, sino que eran mucho más pequeñas y descuidadas. Avanzaron unas cuadras hasta que se encontraron con una vieja casa, fuera de esta había una pequeña escultura de un ser alado con los brazos cruzados.

-Llegamos -avisó Takaa al grupo-. Este es su hogar.

En ese momento la puerta de la morada se abrió lentamente, no se veía mucho hacia dentro, estaba oscuro. Una mujer, de unos cincuenta años apareció frente a ellos, sonriendo. Sus ojos color verde pálido eran pequeños al igual que su nariz y su boca, casi no tenía arrugas y su cabello era extrañamente tan blanco como el de un Anxelin.

-Amawta... tanto tiempo viejo -dijo la mujer acercándose.

El anciano no hizo una reverencia ni nada, caminó hasta ella y le dio un fraternal abrazo.

-Demasiadas estaciones han pasado -dijo el viejo felizmente.

De repente la mirada de la mujer se posó sobre Kayla.

-Ella debe ser la que lleva al enviado ¿no? -preguntó sonriente.

-Así es -respondió Amawta.

-Será mejor que entren -aconsejó la mujer-. Aquí afuera cualquiera nos podría oír. Mi casa es pequeña, pero confío en que habrá suficiente espació para todos.

Sólo había un salón y dos habitaciones más, muy pequeñas. Ninguna silla, mesa o adorno, solo alfombras y cojines de plumas por doquier. Se sentaron en el piso y cuando ya todos se acomodaron Takaa dijo:

-Habla sobre todo lo que te hayas enterado.

La mujer asintió, se sentó frente a la multitud, se quitó los pocos cabellos blancos que le molestaban en su rostro y luego dijo:

-Metatrón me ha visitado nuevamente y me ha contado algo de un traidor, uno que estuvo entre ustedes, pero que ya se ha marchado a su hogar.

En ese instante todos pensaron en el Tsathi.

-¿No te ha contado quién? -preguntó Amawta.

-No, sólo mencionó que estuvo dispuesto a proteger a la escogida. Luchó por ella antes. Pero el miedo a perder todo lo que ha tenido hasta ahora le hizo cambiar. Volverá, no como lo conocieron. Regresará lleno de odio y locura, con una gran fuerza dispuesta a destruirlo todo -contestó la mujer.

Se quedaron en silencio, nadie dijo nada por unos segundos, todos estaban pasmados. Si lo que ella decía se cumpliría, entonces estaban en grave peligro, sobre todo Kayla.

-¿Qué debemos hacer? -preguntó Takaa.

-Prepararse. La batalla es inevitable.

El viejo Amawta se colocó de pie y golpeó el piso. Todos se voltearon y lo observaron desconcertados. El anciano golpeó otra vez el suelo, pero nadie hizo nada.

-¡De pie todos! -ordenó el viejo- ¡Ya deberían saber de esto!

Amawta se fue farfullando a la entrada seguido por todos los demás. Takaa se quedó unos momentos para despedirse sólo con una reverencia y salió. En ese instante el viejo volvió a entrar, sonrió y dijo:

-Lo siento mucho. Pronto vendré a visitarte... y beberemos un poco de té. Kayla, te esperaré afuera.

El anciano salió dejando a las dos. La Anxelin miraba a todos lados, como si recién llegara a la casa y esta le pareciera extraña. Aunque la enorme cantidad de polvo que se notaba en las tablas del piso no cubierto por las alfombras si le llamaba la atención.

-Querida -le dijo con voz dulce la mujer-. Mi nombre es Aixa.

-Mucho gusto, el mío es...

-Kayla... -interrumpió la mujer.

-¿Cómo es que...?

-Sé mucho sobre ti, sobre tus habilidades... y sobre tu destino.

Kayla frunció el entrecejo, no se sorprendió demasiado. Había escuchado lo mismo tantas veces que ya ni siquiera reaccionaba.

-Tenemos mucho en común... me recuerdas a mi de joven. Has aceptado llevar la carga con aparente facilidad, pero yo sé que no es así mi niña -le dijo Aixa.

Kayla agachó un poco la cabeza y cerró los ojos.

-No te sientas culpable. No, nada de eso. Desde mi niñez he tenido que soportar con visiones de algo que viene en un futuro ahora mucho más cercano. Algo oscuro provocado por las acciones de una criatura horrenda, un monstruo lleno de ira, lleno de sed de venganza. Verlo es algo que desde mi infancia ha sido desesperante. No puedes escapar, no puedes esconderte. Yo lo he visto y él quiere al que tu llevas ahora -le dijo la mujer.

-Usted es igual que todos. Me han dicho lo mismo más de lo que hubiese querido ¡Estoy cansada de todo esto! -exclamó la Anxelin.

-Kayla, queda muy poco tiempo, luego podrás descansar, ya nunca más te volverás a preocupar. No resistas por nosotros, ni por lo que te decimos... resiste por él, por el que no ha nacido todavía. Siendo demasiado joven se te ha encargado algo tan agobiante.

La Anxelin se colocó de pie enfadada, se acercó a la puerta y desde ahí dijo:

-Estoy destinada a todo eso... creo que estoy un poco aburrida de oírlo.

-Querida. Existe el destino y también el destino.

-No... no entiendo -contestó Kayla confusa.

-No conocemos a ninguno, pero ten seguridad que uno de ellos siempre está en movimiento, mientras que el otro ha estado estático desde que nacimos, incluso, desde mucho antes -explicó la mujer sonriendo.

-No me ha convencido... -dijo Kayla abriendo la puerta para marcharse.

-No estoy aquí para eso -respondió Aixa.

Kayla entrecerró los ojos y salió. Amawta la esperaba afuera, todos los otros se habían marchado a la mansión. La Anxelin se reunió con él, pero ella aumentaba el paso a cada momento, parecía que su intención era dejarlo atrás.

-¿Estás enfadada? -preguntó el anciano.

-No, claro que no. Estoy muy alegre... -respondió Kayla con ironía.

-Lo siento...

La Anxelin se detuvo de golpe miró al viejo y dijo:

-¡Todo lo que me dicen es sobre un futuro oscuro, una criatura malvada, la escogida, el enviado! ¡Ella cree que lo sabe todo, tu crees que lo sabes todo!

-Ten calma muchacha, por favor... -le pidió el anciano.

-¡Calma! ¡¿Deseas que me calme?! -exclamó ella con rabia.

La mirada del viejo era triste, se sentía culpable, eso lo podía notar cualquiera a simple vista con sólo observarlo. Kayla se calmó al mirarlo, tal vez no estaba haciendo bien, no debía comportarse así, pero estaba triste, se sentía sola, tenía rabia. No pudo contener todo aquello.
Amawta extendió sus brazos y la muchacha automáticamente lo abrazó, como si hubiese estado esperando eso desde hacía mucho tiempo.

-Ya no puedo aguantar... lo siento mucho... -le dijo sollozando.

-No te preocupes. De alguna forma, te entiendo. Es mucho peso para ti, si quieres yo podría ayudarte a llevarlo. Cuentame todo, no lo dudes, confía en mi. Cuando te guardas esas cosas te haces daño a ti misma, no es bueno que las custodies con fuerza -respondió el anciano.

Kayla asintió y se secó las lágrimas de su rostro. Desde ese momento hablaría sobre sus preocupaciones, sobre sus problemas con aquel anciano.

-Me recuerdas a alguien... -dijo la Anxelin de pronto.

Amawta la observó confundido.

-¿A quién? -preguntó.

-A un Anxelin, muy querido para mi. Su nombre es Taripay. Pero ya no es el mismo, ya no es el mismo que me enseñó todo lo que sé -respondió ella.

Hubo una pausa.

-Todos nos esperan. Es mejor que nos apresuremos.

Kayla asintió y sonrió. Se sentía mucho mejor que antes. Las palabras del viejo le habían ayudado bastante, pues le hicieron sentir confianza y que no estaba sola en todo lo que sucedía.

-Me recuerdas bastante a Aixa cuando era joven -dijo Amawta de pronto mientras caminaban.

-Ella me comentó lo mismo -añadió Kayla.

-Pero no sólo en el carácter, sino que también en la apariencia. Tenía dieciocho años cuando llegó de Hiver...

Kayla lo miró desconcertada, pero a la vez emocionada.

-Entonces ella es una...

-Exacto... a decir verdad, creí que te habías dado cuenta.

La Anxelin sonrió felizmente. Sus días serían mejores, sobre en todo en los meses que se acercaban, sobre todo ahora que conocía a alguien que venía del mismo lugar que ella.

2 comentarios:

Madelyn MP dijo...

holas:
Leí los dos últimos capítulos, me pareció interesante ver plasmada tu imaginación. Interesante.
Pero lo que me gusta de esta historia son los mensajes que tus personajes entregan. Eso del destino me quedó dando vuelta, me gustaría que me lo explicaras algún día.
En este capítulo en particular como que tuve un poco de empatía con Kayla. Y es que todos en cierto modo nos cuestionamos por qué esto, por qué aquello, por qué nuestro destino. Sería tan fácil no tener conciencia y que la vida siguiera su curso. Pero eso de tener que actuar, o el no poder cambiar ciertas situaciones y darnos cuenta de aquello eso me parece una carga. (De repente soy muy enrollada)
Bueno, sigue escribiendo y espero seguir leyendo uno que otro consejo. ;)

Anónimo dijo...

Muy bueno, e realidad logré sentir la rabia e impotencia de kayla...

...pero ta raro lo del traidor aunque ya creo quien puede ser, y no es el q quieres hacernos creer, bueno mas adelante lo descubriré..
?????