Estaban perdidos. Seis Anxelin los rodeaban. Se suponía que eran los mejores de Hiver, los denominados Cazadores. Estos eran entrenados especialmente para encontrar y eliminar, sin dejar rastros. Sus habilidades superaban a las de los Anxelin promedios, podían hacer frente a casi cualquier enemigo y salir victoriosos. Aunque estos no podían ser clasificados de esa forma.
Tragó saliva, algo estaba a punto de suceder, algo muy malo. No los conocía, pero sabía que no eran de fiar y que no estaban ahí para hacer amigos. Eizan empuño sus manos, listo para hacerles frente si era necesario.
Kayla no lo podía creer, era como una pesadilla que nunca terminaba y ahora era mucho más vulnerable con el bebé en sus brazos. Sería difícil salir de aquella situación, si es que llegaban a hacerlo.
Batsu dio unos pasos hacia Eizan y Kayla de forma amenazadora.
-Ahora que ha nacido, tu vida ya no está comprometida -informó el Anxelin-. Entrega al bebé y nos iremos sin problemas de este lugar.
El cazador sabía que ella nunca le daría la criatura, ni siquiera si su vida era puesta en peligro, pero le dio la opción a pesar de saber la respuesta por adelantado.
-Está bien, haremos esto al modo difícil -agregó Batsu.
El Anxelin señalo a Eizan, sus ojos brillaron y este aparentemente quedó paralizado.
-Será más fácil así. Tomen a la criatura -ordenó a los otros.
Los cinco que lo rodeaban se acercaron a ella. El animal que montaba retrocedió. En ese momento varias centellas derribaron a los Anxelin.
-¡Huye! -gritó Eizan.
La historia se repetía, lo mismo que había sucedido con Tensai, su marido.
-¡Vete Kayla! -gritó Isao de pronto desde la puerta de la casa.
Los Anxelin comenzaban a ponerse de pie. Kayla agitó las riendas del Tora y este corrió a toda velocidad alejándose del lugar. Su hijo era lo más importante, tenía que huir.
Batsu intentó seguirla, pero Eizan se adelantó y lo golpeó lanzándolo al suelo.
-¡¿Cómo?! -se preguntó Batsu al ver que Eizan estaba libre de la parálisis provocada antes.
-Tus habilidades a mi no me afectan -explicó el muchacho sonriente.
Los Anxelin lo rodearon, pero Batsu les gritó:
-¡Ella es el objetivo principal! ¡Vayan por ella!
Extendieron sus alas y se dispusieron a seguirla. De pronto Isao tomó el sable que antes Eizan había dejado en el suelo y lo lanzó hacia uno de ellos en la espalda dejándolo incapacitado. Los otros cuatro no se preocuparon, no podían dejar la misión. Intentaron avanzar pero el viejo Amawta y dos guerreros Kijutsu les bloquearon el camino lanzando centellas. Sólo uno fue derribado, los otros tres volaron alto logrando escapar de los ataques.
-¡No los pierdan de vista! -ordenó el anciano.
Los Kijutsu corrieron tras ellos, aunque de esa forma jamás lograrían alcanzarlos.
Eizan, el anciano Amawta y el malherido Isao rodearon a Batsu.
El animal corría lo más rápido que podía entre la multitud de soldados que luchaban en las calles. No sabía lo que pasaría. La aparición de los Anxelin había complicado todo.
Miró hacia atrás, Eizan no se veía por ningún lado y quiso volver, pero la seguridad de su hijo estaba en juego. Deseaba regresar y al mismo tiempo no. En ese instante vio a tres Anxelin que se acercaban velozmente. El corazón le dio un brinco, agitó las riendas y la criatura tomó un poco más de velocidad, pero no era suficiente. Los cazadores comenzaron a lanzar bolas de fuego desde el aire, las que impactaban en los lados, haciendo de vez en cuando que el animal perdiera un poco el equilibrio mientras corría.
Se percató de que habían llegado hasta la mansión de Takaa, su arma estaba ahí, con ella los podría combatir mucho más fácil si llegaba el momento de hacerlo. Ordenó al animal entrar en la morada justo cuando una bola de fuego impactaba sobre la puerta de esta. Se bajó del Tora en la sala de estar y corrió con el bebé en brazos por las escaleras hasta su habitación, de repente una roca irrumpió por el muro destrozando gran parte del camino hasta su recámara. El ejército de la tribu Senso estaba destruyendo la ciudad por completo.
Dio un salto hasta el otro extremo del camino cortado y llegó al cuarto. Dejó al bebé en la cama y comenzó a buscar, no recordaba donde la había puesto. sorpresivamente la ventana estalló en mil pedazos y uno de los Anxelin hizo su aparición.
-Dámelo y no saldrás lastimada -le dijo.
Kayla no se movió, cualquier acto que hiciese podría condenar la vida del bebé en ese instante. El rugido de una criatura alarmó a los dos, el Anxelin se volteó hacia fuera, pero era demasiado tarde, un enorme dragón rojo se lo tragó en un abrir y cerrar de ojos. Kayla corrió hasta su bebé y retrocedió. Pero la bestia no hizo nada más luego de comerse al cazador, de pronto un muchacho de orejas puntiagudas se asomó por el lomo de este.
-¿Kayla? -preguntó.
Ella asintió y el chico sonrió.
-Soy Ningen, amigo de Eizan, me encargó sacarte de aquí -le informó sonriente y extendiendo su brazo para ayudarle a subir a espaldas del dragón.
La Anxelin se acercó rápidamente y se subió a la bestia. Ella y el bebé estaban a salvo por el momento.
Isao voló por los aires en contra de su voluntad para terminar estrellándose sobre el techo de una de las viejas casas de la calleja, no era contrincante con la herida en el hombro.
Eizan lanzó varias bolas de fuego, pero Batsu las esquivaba todas. El viejo intentó golpearlo sin éxito por unos momentos, hasta que Eizan se le unió. La pelea se complicó para Batsu, podía acabarlos uno por uno, pero si se unían ya era otra cosa. Amawta logró golpearlo con el bastón, el Anxelin retrocedió enfadado. Sus ojos resplandecieron y el viejo cayó al suelo paralizado. Una llamarada salió de la boca de Eizan, pero Batsu desvió el ataque. Si no podía controlar al muchacho, controlaría sus técnicas. Desenfundó velozmente un sable que portaba en su cinturón y apuñaló al Tsathi en la pierna derecha dejándolo inmediatamente fuera de combate. Luego se giró hacia el viejo y levantó su brazo, de la palma de su mano comenzaron a salir pequeños rayos, como los de las tormentas.
-¡No lo harás! -gritó Aixa de pronto.
Batsu salió disparado hacia un lado y se estrelló contra el muro de una de las casas. Al instante se colocó de pie y se dispuso a atacar a la mujer, pero lo pensó dos veces. Kayla se alejaba cada vez más de él y no podía permitirlo. Sus alas se extendieron y voló rápidamente en la dirección que ella había tomado hacía un rato atrás.
Ningen y Kayla volaban sobre la ciudad, se dirigían a los bosques que la rodeaban, ahí se podrían ocultar hasta que terminara la batalla. Otros dos dragones de piel roja los escoltaron. De la nada en frente de ellos aparecieron dos Anxelin, los otros que aun quedaban en pie. Descendieron abruptamente para esquivarlos, pero sin éxito, pues al mirar hacia atrás los seguían sin dificultad y cada vez se acercaban más.
Los cazadores comenzaron a lanzar bolas de fuego que por poco los impactaban. Bajaron hasta la ciudad e intentaron perderlos entre las cientos de calles, pero no podían, eran demasiado rápidos. Ascendieron y los dragones que los acompañaban intentaron detener a sus perseguidores sin éxito.
-¡Tengo una idea! -le dijo Kayla a Ningen.
En dragón volvió a descender a las calles de la ciudad por orden del muchacho. Los Anxelin lo perdieron de vista un momento.
Ningen saltó de la bestia ágilmente y esta continuo con Kayla su camino hacia el bosque. Los cazadores se percataron y uno de ellos se dirigió hasta el muchacho, pero el otro lo detuvo.
-¡Ya oíste a Batsu, ella es el objetivo!
Después de unos momentos la criatura llevó a Kayla hasta el bosque y antes de aterrizar varias bolas de fuego impactaron cerca de la espalda del animal haciéndolo caer en picada sobre los árboles. La Anxelin con dificultad logró saltar antes de que impactara con el suelo. Acomodó la manta en la que llevaba al bebé y comenzó a correr.
-¡Detente! -gritó uno de los cazadores.
El otro obstruyó el camino, no había manera de escapar.
-Entrega a la criatura -ordenó el cazador.
Kayla sonrió y sacudió la manta donde supuestamente llevaba al bebé en el aire como si nada.
-¡El otro tiene lo tiene! -exclamó uno de ellos.
Se dispusieron a ir en su búsqueda, pero Kayla extendió su dos brazos. Los cazadores quedaron paralizados y los sables que llevaban se soltaron de sus fundas e inmediatamente se dirigieron a las manos de la Anxelin.
Kayla blandió las armas, dio un salto hacia ellos y les hizo un profundo corte en los talones que casi les corta el pie por completo.
Se levantó con dificultad, el dolor en su pierna era horrible. Hacía unos instantes el cazador se había ido siguiendo a Kayla, él no lo podía permitir.
-Así nunca podrás igualar su velocidad -le dijo Aixa.
-Lo sé -respondió Eizan-. Iré volando.
Gritó al cielo una frase en otro idioma, uno antiguo y sólo conocido por los Tsathi. Segundos después un dragón perteneciente a la tribu Senso descendió y el muchacho se subió sobre él.
-¡Ten mucho cuidado! -le gritó el viejo Amawta cuando partía a toda velocidad.
Kayla comenzó a correr por el bosque, tenía que volver a la entrada de este para encontrarse con Ningen. Pero las cosas no siempre le resultaban como ella u otros deseaban. Su mayor enemigo durante todo aquel tiempo apareció frente a ella impidiéndole el paso. Era hora de afrontar el reto, de hacer frente al destino que desde hacía milenios estaba preparado para ella. Las aves dejaron de cantar, la brisa cesó y las ramas de los árboles se tranquilizaron. Escapar ya no era la opción.
lunes, 9 de julio de 2007
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1 comentario:
comienza el principio del fin uyuyuyu suspenso mucho suspenso..
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