domingo, 29 de julio de 2007

Capítulo 3: "El Escape"

Despertó temprano, el sol recién comenzaba a asomarse por el Este. A los pies de su cama habían algunas ropas que parecían nuevas comparadas con las que llevaba puestas. Era una camisa azul de mangas largas blancas, pantalón gris y un cinturón marrón. Supuso que la amable anciana las había puesto ahí mientras el dormía. Se colocó las prendas con felicidad. Darle ropa era un detalle muy grande para él ya que era un completo desconocido. Pasó su mano por el desordenado cabello negro, ligeramente corto y salió de la alcoba. Tal vez la anciana ya estaba levantada y si no, la esperaría sentado en el mismo lugar donde había comido la noche anterior.

-Demasiado temprano muchacho -dijo la vieja cuando lo vio aparecer en las escaleras.

La mujer acomodaba algunas mesas y sillas.

-Buenos días señora -dijo Kosme sonriendo.

La mujer no contestó, siguió con lo suyo. Kosme se sentó cerca de donde ella se encontraba y esperó a que terminara con lo que hacía.

-Enseguida te traeré algo para comer -dijo de repente ella.

Kosme se sintió aliviado y sonrió. La vieja entró al cuarto contiguo y después de unos momentos volvió con algunas frutas y una copa de jugo para que acompañara. Los colocó sobre la mesa e incitó al chico para que comiera.

-En un rato... me iré a buscar... a la mujer que vive en la montaña del bosque -dijo Kosme mientras le daba un mordisco a una fruta verde y redonda como una bola.

-Mejor espera hasta más tarde, mi nieto llegará en unas horas y te llevará con gusto -se apresuró a decir.

-¿El que me sirvió la comida ayer? -preguntó Kosme.

-Si... él, es que... tuvo que salir urgente -respondió la anciana.

-No puedo, tengo que ir ahora -dijo Kosme con firmeza mientras se tomaba con prisa lo último que le quedaba de jugo.

-¡No! -exclamó ella frente al asombro del muchacho.

La Anciana sostuvo con fuerza el brazo de Kosme, con una fuerza fuera de lo convencional para venir de una anciana. Hizo un gesto de dolor, pero no se movió, estaba desconcertado ¿qué se proponía la mujer?
En ese momento la puerta se abrió de golpe y un muchacho ligeramente de menor tamaño que él entró en el lugar. Tenía el cabello negro con el mismo corte que Kosme, tez blanca y ojos de un color oscuro que no se apreciaba muy bien. Llevaba puesta una camisa roja de mangas negras al igual que su pantalón y botas marrones que le llegaban un poco más arriba de los tobillos.

-¿Qué sucede? -preguntó en voz alta.

La anciana soltó a Kosme inmediatamente, asustada sin saber de quien se trataba a simple vista. Pero luego, la expresión de terror desapareció de su rostro y cambió a una de indiferencia.

-Nerik... sólo eres tú -dijo la mujer mientras quitaba de la mesa las frutas y la copa con enfado.

-Lo siento si le he causado temor, no era mi intención -dijo el muchacho sonriendo.

-¿Tú? ¿Miedo? -dijo y luego soltó una carcajada.

El muchacho se sonrojó. Kosme se levantó y se dirigió a las escaleras.

-Hola. Mi nombre es Nerik.

El muchacho se dio la vuelta y respondió dándole poca importancia a la situación:

-Hola... Nerik... yo soy Kosme.

Se giró y siguió subiendo hasta que desapareció de la vista del chico.

-¿Es nuevo? -preguntó Nerik a la vieja que se acercaba a él con una expresión de asco en su rostro.

-Algo así... -respondió.

La puerta de la entrada se abrió nuevamente, esta vez lentamente. La anciana sonriente se dirigió hacia esta, vio al muchacho que atendía y a otro hombre que lo acompañaba envuelto en una capa y con una capucha blanca que cubría su rostro.

-¿Está aquí? -preguntó el sujeto con voz grave.

-Sí, y está decidido a marcharse a buscar a esa vieja loca.

-Bien, pero hemos llegado antes.

Caminó entre las mesas y sillas, impaciente y feliz, al fin su presa estaba cerca, su mayor reto, después de aquella mujer, madre del muchacho que le había causado una herida mortal en su ojo izquierdo.

-¿Quién eres? -le preguntó Nerik.

De pronto la vieja comenzó a transformarse, su apariencia de apoco cambió para revelar a un muchacho alto y rubio, vestido completamente de negro. Nerik retrocedió desconcertado frente a las enfermizas sonrisas de quienes, ahora, le rodeaban.

-Lo siento mucho Nerik, pero no puede haber testigos -dijo el chico rubio.

-Date prisa Tórmulo -dijo el sujeto vestido de blanco.

Tórmulo se acercó rápidamente al chico para evitar que escapara, lo sujetó por el cuello y comenzó a estrangularlo con las dos manos.

-De todas formas nadie de la tribu Kaji te extrañará -dijo sonriendo mientras apretaba aun más fuerte.

Nerik no se movía, resistía a duras penas la asfixia, pronto caería inconsciente. Su vida había sido tan patética, tal vez era justo que alguien como él muriera de esa forma.
Una bola de fuego cruzó el salón proveniente del pasillo del segundo piso e impactó justo en el costado a Tórmulo logrando que soltara al muchacho.
Ahí estaba Kosme, con el brazo extendido, frente a la barandilla de madera.

-Al fin te encuentro -dijo con furia el sujeto vestido de blanco-. Maldito gusano escurridizo.

-Satsujin... -murmuró Kosme sin sorpresa.

Se quitó la capucha. Tenía el cabello plateado y corto; de tez blanca y su ojo derecho rojo.
Con un simple movimiento de su mano la barandilla estalló en pedazos, pero Kosme había alcanzado a moverse para evitar el ataque.
Aprovechando la distracción Nerik intentó golpear a Satsujin, pero su pie quedó a medio camino, pues alguna fuerza extraña lo detuvo en el aire y lo lanzó segundos después contra varias mesas. El otro muchacho que estaba ahí se acercó a él y lo tomó de sus ropas.

-Esto no te incumbe -le dijo y luego lo lanzó hacia fuera de la posada por una de las ventanas.

-¡Vayan por él! -ordenó Satsujin-. Pero no lo maten... de eso me encargaré yo.

Kosme entró en la habitación, el ataque no le había llegado por poco. Estaba en serios aprietos, ya no tenía escapatoria. Poco a poco comenzó a hacerse la idea de morir, de alguna forma intentaba prepararse para ello en ese momento, antes nunca había experimentado aquella sensación, mezcla de terror y confusión. Pero tenía una salida, la ventana, a menos que afuera lo estuviese esperando alguno de los que acompañaban al asesino de su padre y de sus amigos.

Rompió el vidrio y miró hacia afuera, no había nadie. Sintió un atisbo de esperanza, ahora pensaba en su escape abandonando la idea de morir sin ninguna otra opción. La puerta voló por la habitación y se estrelló con la pared cerca de la ventana. Kosme se giró y vio al muchacho rubio y al otro que lo había atendido amablemente el día anterior.

-El primer golpe es tuyo Jú -dijo Tórmulo sonriendo.

Con velocidad asombrosa el chico cruzó el cuarto y golpeó a Kosme tan fuerte en el pecho que atravesó la pared y cayó sobre un montículo de tierra en la calle.

-¡Magnifico, idiota! -gritó Tórmulo-. Ahora escapará.

Los dos se asomaron por la ventana, pero Kosme ya no estaba. Miraron alrededor y vieron a dos muchacho sobre un Tora huyendo hacia el bosque que rodeaba la parte sur de la aldea.

-Bastante oportuno -dijo Kosme a Nerik.

-Gracias. Sujetate fuerte a mi espalda o te caerás -le dijo el muchacho mientras agitaba las riendas de la bestia para avanzar más rápido.

Kosme miró hacia atrás, algo blanco en el cielo se acercaba a ellos.

-Alguien viene... -murmuró.

-¡Demonios! ¡Está volando! -exclamó Nerik.

-¡Es un Anxelin o algo así! -gritó Kosme.

-¡¿Existen?! -preguntó Nerik con sorpresa.

Satsujin volaba rápidamente hacia ellos, no tendría piedad cuando los alcanzara, los asesinaría sin compasión a los dos, al Enviado y al intruso. Tal vez ocuparía lo que sus antiguos compañeros llamaban el castigo celestial, una serie de rayos parecidos a los de las tormentas que quemaban el cuerpo del oponente, no sabía de nadie que haya sobrevivido a eso.

-No. Primero haré que sufran, hasta que me rueguen morir -farfulló entre dientes.

A poca distancia de llegar al bosque comenzaron a caer bolas de fuego sobre ellos. Nerik hizo que el Tora se moviera de un lado a otro, así no serían un blanco fácil. Satsujin ya estaba sobre ellos.

-¡Yo me encargo! -gritó Kosme al mismo tiempo que extendía sus brazos hacia el cielo.

Con el mismo ataque respondió el muchacho, pero Satsujin era bastante ágil y las esquivaba o bloqueaba todas con gran facilidad. De repente una bola de fuego mucho más grande impactó frente al animal que los cargaba ocasionando su tropiezo. Kosme y Nerik cayeron de bruces al suelo.

-¡Corre! -gritó Kosme mientras se levantaba, un hilo de sangre brotaba de su boca.

Agarró a Nerik del brazo y lo arrastró hacia los árboles cercanos.

-¡Detente! -gritó Satsujin detrás de ellos.

Agitó su brazo y los dos fueron lanzados a lados opuestos. Caminó hacia ellos lentamente, sonriendo con satisfacción y con unos de sus brazos extendidos hacia Kosme, él era el objetivo principal.
Nerik se colocó de pie y corrió hacia el con la palma de su mano abierta.

-¡Prueba esto! -gritó.

Una pequeña flama que se esfumó al instante apareció en su mano, quedando un rastro de humo blanco en su lugar.

-No vales mucho la pena ¿verdad? -dijo Satsujin con desprecio.

El Anxelin rápidamente le apuntó con las manos y de esta salieron cientos de rayos que se dirigieron hacia el muchacho. Un muro de fuego se levantó frente a Nerik y lo cubrió de algunos logrando que el daño no fuera mayor, pero de todas formas cayó al suelo desmayado y con algunas quemaduras en su pecho.
Satsujin enfadado dirigió el ataque a Kosme, pero este lo esquivó de un salto.

-Nada mal, nada mal -dijo el Anxelin empuñando sus manos-. Mejor que tu difunto padre.

La rabia dentro de Kosme creció con fuerza, pero no podía atacar a su oponente así como así. Había visto a todos los que lo intentaron caer muertos en segundos.
Satsujin sonrió y se preparó para luchar. El muchacho hizo lo mismo.

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