lunes, 30 de abril de 2007

Capítulo 9: "Esperanza"

El sol salía brillante por el oriente revelando la celebración de una reunión de siete individuos frente al templo de cristal en lo alto de una de las tantas montañas que rodeaban la enorme ciudad capital. Ahí se encontraban el supremo mensajero, Taripay y otros cinco Anxelin, Batsu incluido entre estos.
Estaban formados frente al sabio quien les hablaba caminando de un lado a otro nerviosamente.

-¿Han buscado en todas las ciudades? -les preguntó Taripay.

-Si señor -respondió Batsu-. Ni siquiera pistas hallamos de ellos.
Hubo una pausa.

-Creo saber en donde están -dijo de repente el mensajero acercándose a ellos lentamente-. Vayan a Xue.

-Perdone, pero ya hemos estado ahí durante la madrugada -le informó uno de los Anxelin.

Tres de los cuatro Anxelin que acompañaban a Batsu no poseían ninguna diferencia entre ellos, salvo tamaño o contextura de cuerpo, pero el otro era diferente, sus ojos eran rojos, y siempre tenía una mirada fría, asesina, sin piedad.

-Deben volver, si se dan prisa los alcanzaran justo a tiempo -les ordenó el mensajero.

Los cinco no titubearon, hicieron una reverencia y se marcharon dejándolos.

-Deberías ayudarlos -sugirió Taripay al mensajero.

-Si deseo que se cumpla la voluntad de aquel para el que trabajo, entonces no debo hacerlo. Todo ya está predestinado -respondió el sujeto mientras observaba volar a los Anxelin con dirección norte.

Tensai, Kayla y Akemi habían salido muy temprano de la casa de Toshi. Debían llegar al mar antes del medio día, ya que según Tensai, si volaban con gran velocidad llegarían antes de que cayera la noche a Terraconce. Iban cabalgando sobre unos animales de cuatro patas, un poco más altos que ellos que poseían una gruesa capa de grasa y pelo que los protegía muy bien del gélido aire de Hiver. Tenían una cola larga de cabello planteado y sus cuellos eran cortos, a diferencia de sus hocicos, los cuales eran alargados.

-¿Qué es Terraconce? -preguntó Kayla de repente a su marido.

-Es... bueno... es una gran ciudad habitada por humanos -respondió Tensai sonriendo.

-¿Estás seguro de que queda hacia el norte? -le preguntó Akemi arqueando una ceja.

-!Claro que sí! -contestó el Anxelin algo enfadado por la duda de la joven-. Cuando estudié con los eruditos pude analizar muchos mapas del mundo. Se supone que existen tres continentes más un conjunto de islas. Uno de estas tierras es nuestro Hiver y los otros dos.... no se como se llaman, pero se que están habitados totalmente por humanos y otras criaturas que desconozco.

Ningún Anxelin salía de Hiver a menos de que los sabios los autorizaran, ya que estos pensaban que las malas costumbres de las personas podían afectar al comportamiento de un Anxelin, un ser casi perfecto en el mundo. No deseaban perder aquellos que hacía que marcaran la diferencia.

-Más adelante todo se ve azul -dijo Kayla poniendo su mano en la frente y mirando hacia el horizonte.

-!Ya casi llegamos! -dijo con alegría Tensai-. Lo azul que ves es el mar, el maravilloso y gigantesco mar.

Hicieron correr a los animales para llegar rápido, el tiempo era algo que no les sobraba en ese momento.
Los animales agitados se detuvieron cerca de un enorme precipicio. Los Anxelin se bajaron de ellos y caminaron hasta el borde, abajo el agua golpeaba suavemente las rocas.
Tensai dio la vuelta y dirigiéndose a las criaturas de blanco pelaje dijo:

-Estoy seguro de que saben volver a casa.

Kayla y Akemi oyeron como le hablaba a los animales y sonrieron. Tensai les dio una palmada cerca de la cola a cada uno y comenzaron a caminar siguiendo el mismo camino por el que habían llegado.

-Esos animales... son de pocas palabras ¿no? -le dijo Akemi a Tensai con sarcasmo.

El anxelin la miró de reojo y respondió:

-Algunas veces suelen hablar mucho.

Akemi soltó una carcajada al igual que su amiga, Tensai sólo mostró una pequeña sonrisa.

-Escuchen, es mejor que salgamos rápido de este lugar -les dijo Tensai mientras estiraba sus alas, preparándolas para el vuelo.

La dos asintieron e hicieron lo mismo, sus alas se expandieron, contrastando las negras de Kayla con las blancas de los otros dos.
Se miraron y sonrieron, sería un largo camino, pero llegarían y podrían cuidar al bebé, ya no habría peligro.

-No tan rápido...

Una voz, no conocida, los hizo voltear y abandonar sus planes y esperanzas por ese momento. Cinco Anxelin los observaban sonriendo, seguros de si mismos, seguros de que lograrían cumplir con lo que se les había encomendado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ta wenissssima,(aunque me interrumpen mientras leo) pensé que la historia tenía otro rumbo pero dio un vuelco inesperado, lo cual la hace bkn.

Aunque debo confesar que ya la akemi esta está sobrando, parece que le queda poco en el reparto jijijijiji.....

wena, wena