Taripay esperaba ansioso en el templo a los Anxelin, no podían perder más tiempo, si Kayla salía de Hiver... ni siquiera quería imaginar eso. En ese instante desde las sombras de una esquina de la edificación de cristal apareció el supremo mensajero.
-El rey me dijo que te encargarías de Kayla -le dijo sonriendo a medias-. Veo que te has tomado tu trabajo en serio.
Taripay no se arrodilló como lo había hecho antes, ni siquiera demostró algún signo de respeto hacia el sujeto.
-¿Hicieron demasiadas preguntas? -le preguntó Taripay.
-Hicieron las preguntas que pensamos que harían -contestó el mensajero sonriendo-, nada fuera de lo normal.
Taripay comenzó a rascarse el brazo de repente, algo molesto frunció el entrecejo y se quejó.
-¿Qué sucede? -preguntó el mensajero.
-Este cuerpo... me hace sentir un poco incomodo... -contestó el sabio mientras se seguía rascando.
En ese instante cinco Anxelin ingresaron en el templo, entre ellos venía Batsu. Se acercaron a Taripay quien disimulaba una picazón e hicieron una pequeña reverencia.
El sol se escondía por el occidente, las estrellas comenzaban a adornar el hermoso cielo y la noche hacía su aparición, lista para reinar entre la penumbra.
Al caer la noche, Tensai, Kayla y Akemi llegaron a un pequeño pueblo cercano al mar.
-Xue, su nombre es Xue -informó Tensai con tono cansado.
-Debemos dormir un poco -dijo Akemi-. Busquemos una posada o algo.
Comenzaron a caminar por las calles del, a esa hora, desierto pueblo. Pero no encontraron nada. Todas las puertas cerradas, y no había señales de que los habitantes estuviesen despiertos.
Los tres se acercaron a una enorme casa de cristal al lado de una calle pequeña, si se quedaban ahí el viento no les molestaría. Se acurrucaron e intentaron dormir. En ese momento alguien salió del lugar trayendo consigo algo brillante en la mano, lo que causó que abrieran con disgusto sus ojos.
-Pasen, pasen, adentro hay comida y podrán descansar mejor -dijo un viejo Anxelin de prominente barba y ojos verdes con amabilidad.
Tensai, Kayla y Akemi le hicieron caso sin desconfiar y entraron a la casa de inmediato. El Anxelin los guió hasta un espacioso salón en el que varios cristales brillaban sobre una mesa repleta con platos de comida.
-Tomen asiento y coman todo lo que quieran -les dijo el Anxelin con la misma sonrisa de antes, parecía que era imborrable.
Akemi fue la primera en hacerlo, seguida por Kayla y luego Tensai. Dudaron unos segundos, miraron a quien los había invitado.
-Adelante, no tengan miedo -les dijo frotándose las manos.
Comenzaron a comer rápidamente, tan rápido que de vez en cuando se atoraban, especialmente Tensai que luego de golpearse el pecho, para lograr que la comida pasara hasta su estomago, le dijo:
-Perdone mi descortesía señor, pero ¿quién es usted?
El Anxelin sonrió. Kayla y Akemi dejaron de comer y lo observaron con atención esperando ansiosas la respuesta.
-Mi nombre es Toshi -le respondió.
Hubo una pausa.
-Los he estado esperando desde hace mucho tiempo... especialmente a ella -dijo unos momentos después apuntando a Kayla.
-¿Por qué a mí? -preguntó Kayla confundida.
-Tengo algo para ti... y para el Shinigami.
El viejo sonrió como antes frente a las incrédulas miradas de los tres jóvenes Anxelin.
viernes, 27 de abril de 2007
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