-¡Levántate! -exclamó Nerik.
-¿Qué... sucede? -preguntó Sora entre sueños.
La chica vio como Nerik movía a Dazke con desesperación, mientras que este último no hacía caso a lo que le decían.
-¡June está en problemas!
Dazke se destapó el rostro y frunció el entrecejo.
-¿Por qué dices eso? -le preguntó a Nerik.
-Por una extraña razón... puedo sentirlo -respondió-. Pero no es sólo June, sino que Kosme también. Algo está a punto de pasar, estoy seguro de eso, algo muy malo.
Dazke se restregó los ojos y se levantó de la cama. Sora hizo lo mismo, la muchacha June de la que hablaban había ido a la capital en el mismo grupo que su padre, eso podía significar que él también estaba en peligro.
-Contémosle esto a la Sensei Garaadria -propuso Dazke.
-¡¿Estás loco?! Si ella lo sabe jamás podremos salir de aquí. Somos un equipo, June y Kosme son parte de él; tenemos la obligación de ir a rescatarles.
-Yo también voy... -dijo Sora de pronto.
Dazke se le quedó mirando con desconcierto, y justo cuando intentó oponerse Nerik asintió.
-Perfecto, el rescate será todo un éxito. Aprovechando que es muy temprano nos escabulliremos por la puerta principal.
-No creo que podamos, Nerik -refutó Dazke-. Ahora que Sensei Nereo no está aquí la seguridad se ha redoblado.
Si era así no podrían salir nunca de los terrenos del templo, ni siquiera del bosque. Pero era necesario que viajaran hasta la capital. A Nerik el corazón le latía con más fuerza por alguna extraña razón y le parecía escuchar la voz de June pidiendo auxilio dentro de su cabeza. Entonces un fugaz recuerdo pasó por su mente.
-¡Lo Tengo! -dijo con alegría- Akira, tu dragón es la respuesta.
-Tienes razón, nos podrá llevar fácilmente a la capital -agregó Sora.
-Pero el dragón es...
-No seas aguafiestas Dazke. Ahora prepárense, nos iremos de inmediato -dijo Nerik mientras se colocaba una capa con capucha de color negro.
-Yo iré a ver a mi dragón, nos vemos abajo en unos momentos -dijo Sora para luego salir de la habitación.
-¿De verdad crees que esto funcionará? -preguntó Dazke.
-Si nos esforzamos, claro que resultará -respondió Nerik sonriente.
-Lo digo porque...
-Entiendo amigo, ni siquiera se crear fuego y les pido que me acompañen a una posible muerte -Dazke abrió los ojos un poco asustado-, pero tú si puedes y con eso es suficiente. Además, soy muy bueno en el combate con sables.
Dazke sonrió y asintió, pero no muy convencido, estaba seguro de que por lo menos una de las cosas que harían ese día saldría mal. Después de unos momentos bajaron sin hacer ningún ruido, para no despertar a los otros que dormían. Salieron y se encontraron Con Sora y Akira acompañados por Isei.
-Espero que no nos delates, Isei -le dijo Nerik.
Sora montó el dragón seguida de Dazke que con un poco dificultad y nerviosismo lo logró. Nerik estaba a punto de subir cuando Isei le dijo:
-Yo también deseo ir con ustedes...
Nerik le golpeó con una fría mirada y respondió:
-Tú no eres de nuestro equipo, no tienes que ir.
-No seré de tu equipo, pero... ¡June es una persona muy querida para mí!
Nerik le observó por unos momentos, luego se subió, como si el chico no hubiese dicho nada. Pero al momento de que la criatura se elevase extendió el brazo hasta Isei.
-Tal vez a June le agrade verte... además necesitaremos toda la ayuda posible, de eso estoy seguro.
Isei sonrió, y sujetó fuerte la mano de Nerik para subirse. En ese instante Sensei Garaadria les cerró el paso.
-¡Ustedes no van a ningún lado!
-¡Sensei! -dijeron todos al mismo tiempo.
-Debemos rescatar a June, ella está en grave peligro -explicó Nerik.
Garaadria meneó la cabeza y respondió:
-Ella está segura, Sensei Nereo la protegerá de cualquier eventualidad.
Hubo una pausa, todos la observaron detenidamente. Aquella mujer jamás les permitiría partir.
-¡No cuando el Sensei está sepultado bajo una pila de escombros!
La expresión de seguridad en el rostro de Garaadria cambió por una de sorpresa al escuchar al chico.
-¡Ahora Isei! -exclamó Nerik.
Isei agitó el brazo hacia arriba y gruesas raíces de los grandes árboles cercanos se levantaron y rodearon a Garaadria sujetándola al suelo con fuerza.
El dragón se elevó cargando a los cuatro sin mostrar cansancio alguno. Sora le ordenó romper las copas de los árboles que les bloqueaban el camino hacia el cielo y la criatura disparó una bola de fuego de su boca con la cual logró quitar los obstáculos. Garaadria les llamaba, pero no hicieron caso. El dragón se elevó cada vez más batiendo sus alas con fuerza y desapareció de la vista de la mujer.
-Maldición atacamos a un Sensei -lamentó Dazke-. Cuando volvamos estaremos en serio problemas.
-¿Puede volar más aprisa? -preguntó Nerik.
Sora asintió sonriente y acercándose a los oídos de la criatura le dijo algo que ninguno de ellos escuchó debido a la fuerte brisa que les golpeaba el rostro. En ese momento el dragón aumentó la velocidad y se sujetaron fuertemente a este para evitar caer.
Eizan logró desviar las dos esferas resplandecientes de Kerbasi, pero aquello sólo había sido una distracción. El rey de un salto acabó a unos metros por detrás de Eizan y aprovechando que este se preocupaba de bloquear el ataque le propinó una patada en la espalda lanzándolo al suelo. Una vez echo eso lo tomó del pie como si se tratara de un simple muñeco y lo lanzó hacia el muro del salón en el que se estrelló agrietándolo.
Eizan se levantó, no muy adolorido. Dos bolas de fuego se le acercaban con rapidez; levantó el brazo izquierdo y un manto carmesí se tragó el ataque del rey. Nuevamente había sido una distracción y no alcanzó ni siquiera a protegerse cuando Kerbasi le tomó por el cuello y comenzó a estrangularle.
-Hasta aquí llegas Eizan -dijo Kerbasi sonriendo.
En la mano que tenía libre apareció una pequeña esfera resplandeciente, pequeños rayos de color azul la rodeaban.
-Después acabaré con el Enviado...
Eizan apretó los dientes, empuñó las manos e intentó zafarse, pero lo único que logró fue que Kerbasi le sujetara por el cuello con más fuerza que antes. En ese momento el rey soltó un grito de dolor, al mismo tiempo soltó a Eizan y este aprovechó para golpearle en el rostro con lo que lo mandó a volar a unos metros de él. Miró buscando a quien le había salvado la vida y vio a Kosme de pie muy cerca de Kerbasi con el brazo extendido hacia él.
-¿Kosme? -preguntó Eizan.
El muchacho sorprendido porque el extraño conociese su nombre asintió y bajó el brazo sonriendo. Eizan le devolvió la sonrisa y le dijo:
-Ven aquí, la criatura pronto se pondrá de pie, aquel ataque no pudo hacerle mucho daño.
Kosme corrió hacia Eizan, este de alguna forma le recordaba a su padre, tal vez la manera de actuar, no lo sabía con certeza, pero se sentía bien.
Akemi observaba desde los escombros y cuando vio que Kosme se unía a la batalla se dirigió al encuentro con su señor para apoyarle, pero de pronto quedó inmovilizada. Supuso que era la otra Anxelin que combatía del lado contrario. Cuando se apresuró a girar no pudo.
-No me subestimes... vieja bruja -dijo June.
La ira de Akemi creció al escuchar el insulto de la muchacha, no podía aguantar que le dijera algo así.
-¡Maldita mocosa! -exclamó Akemi.
-¡Vaya! Eres bastante superficial.
June agitó el brazo y Akemi voló por el aire dando vueltas hasta estrellarse con el muro, después lanzó tres esferas resplandecientes que salieron disparadas de sus manos y estallaron cerca de donde Akemi había caído, volviendo a lanzarla por el aire.
Kerbasi se levantó de un salto y lanzó una llamarada a sus, ahora, dos enemigos. Kosme se colocó por delante de Eizan juntó los brazos de golpe y el ataque se esfumó. Eizan le sonrió, levantó su espada y le dijo:
-Ve en ayuda de tu amiga, tal vez te necesite. Desde ahora yo me ocupo de esta bestia.
Kosme asintió no muy convencido y se alejó de él para encontrarse con June y juntos enfrentarse a Akemi.
-Ya es medio día -dijo Nerik-. La batalla debió haber empezado hace mucho.
-A esta velocidad llegaremos en unos minutos -agregó Isei.
-No lo creo Isei -refutó Dazke-. La fuerza del Sensei Nereo viajó toda la noche para...
-Es porque ellos no viajaban a esta velocidad, Dazke -aclaró Sora.
-¡Ahí está! puedo ver algo en el cielo y el palacio también se ve desde aquí -avisó Nerik a los otros que intentaban mirar hacia adelante.
-Prepárense -advirtió Sora-. Entraremos a la batalla en unos segundos. Sujétense fuerte, Akira intentará esquivar todo para llevarnos directamente al castillo.
Momentos después se vieron esquivando grandes bolas de fuego escupidas por dragones negros, los que se caracterizaban por tener espinas desde el cráneo hasta el final de la cola.
-¡Nos van a matar! -exclamó Dazke cerrando los ojos.
-¡Nos siguen! -chilló Sora.
Akira se movió con rapidez para evitar las bolas de fuego que pasaban cerca de ellos. De pronto Isei se giró y atacó a los dragones de la misma manera.
-¡Excelente! -celebró Nerik- Intenta derribarlos.
Pero era demasiado difícil impactarles ya que se encontraban en continuo movimiento. Justo en ese momento un gran dragón carmín golpeó desde arriba a sus perseguidores dejándolos fuera de combate. Después la criatura se acercó a ellos. Teeka lo montaba.
-¡Padre! -gritó Sora con felicidad.
-¡Salgan de la ciudad! -ordenó el líder de la tribu Xing- ¡Están en constante peligro aquí!
-¡No podemos! -respondió Nerik- ¡June y los otros están en problemas!
Teeka observó a Nerik por unos momentos fijamente, tal y como lo habían echo los dragones frente al templo un día antes. Al parecer le creía.
-¿Dónde? -preguntó el padre de Sora.
-¡En el palacio! -contestó Nerik sonriendo.
Los dos dragones se dirigieron al castillo pasando en medio de la batalla, esquivando a los dragones negros, los ataques de estos y las flechas que eran lanzadas por quienes los montaban.
Al cabo de unos momentos se encontraron sobrevolando el palacio.
-Hay un agujero enorme en el techo... -murmuró Teeka.
-¡Aquí es, debemos bajar lo más rápido que podamos! -gritó Nerik.
Akira descendió con gran velocidad y se posó con firmeza sobre lo que quedaba de techo. Nerik, Isei, Sora y Dazke desmontaron y se asomaron por el agujero. Desde ahí vieron a dos hombres luchando, uno tenía una espada y el otro esquivaba con agilidad sus golpes. A pocos metros de ellos estaban Kosme y June intentando protegerse de las continuas esferas resplandecientes que les lanzaba una hermosa mujer.
-¡June! -gritó Kosme.
Uno de los ataques de Akemi le golpeó en el brazo derecho. Kosme lanzó algunas bolas de fuego, pero no tenían efecto alguno. La mujer sonrió y sus ojos brillaron. Kosme salió disparado hasta el muro donde se quedo suspendido en el aire, mientras veía como su atacante se acercaba a June para asestarle el golpe final.
-¡Deténgase señora!
La voz resonó en todo el lugar, tal como la de Eizan antes. Todos los que luchaban miraron hacia el agujero en el techo para ver cuatro siluetas.
-¿Nerik? -preguntó Kosme.
-Exacto -respondió Nerik.
Una de las siluetas desapareció, seguida por las demás.
-¿Qué diablos? -farfulló Kerbasi mirando atentamente.
-Iré con mi padre a luchar con los dragones -dijo Sora mientras montaba a su dragón verde. Buena suerte amigos.
Los tres asintieron. Akira agitó sus alas y se elevó en compañía del enorme dragón carmesí de Teeka. Momentos después aparecieron cuatro sujetos vestidos de negro que bajaron de sus respectivos dragones. Desenfundaron cada uno una espada, las que continuamente se veían envueltas en pequeños rayos negros y rojos.
-Es mejor saltar -aconsejó Dazke.
-Te doy toda la razón amigo.
Los tres le dieron la espalda a los nuevos enemigos y saltaron al salón del trono en donde se encontraban June y Kosme. Seguidos de cerca por los extraño vestidos de negro aterrizaron entre los combatientes.
-¡Nerik! -llamó Eizan.
Kerbasi le observó, sonrió maliciosamente y en seguida lanzó un rayo resplandeciente que se dirigió directamente a Nerik. Pero Eizan rápidamente lo protegió con su espada, desviando el ataque. Nerik cayó sentado al piso asustado.
-Pa... papá -tartamudeó al verle.
-Así que este es tu hijo Eizan -dijo Kerbasi-. Pues parece un maldito cobarde.
-¡Oye! -exclamó Nerik poniéndose de pie rápidamente.
Kerbasi soltó una carcajada burlona y caminó lentamente hacia atrás, alejándose de ellos.
-Acábenlos... -ordenó a los cuatro que habían bajado junto a Nerik, Isei y Dazke.
De pronto comenzaron a lanzar los rayos que rodeaban sus espadas.
-¡Cúbranse! -exclamó Eizan mientras bloqueaba uno de los ataques.
Isei y Dazke se alejaron hasta donde se encontraban Kosme y June, pero Nerik se quedó al lado de Eizan. Akemi se acercó a Kerbasi y se protegió tras este.
Dos de los individuos vestidos de negros se enfocaron en los jóvenes, mientras que los otros que quedaban siguieron atacando a Eizan y a Nerik.
-No deberías... haber venido, Nerik.
-¡Tenía que salvar a mis amigos! -respondió el muchacho al mismo tiempo que un rayo de color negro y rojo pasaba sobre su cabeza.
Isei alzó las manos y dos rocas se colocaron frente a ellos para recibir los potentes ataques, mientras Kosme, June y Dazke intentaban darles con bolas de fuego que perdían precisión cuando se acercaban a sus enemigos.
-A ver si pueden con esto... -murmuró June.
Aparecieron dos esferas brillantes en sus manos, las que lanzó inmediatamente y estallaron frente a los individuos, pero estos ni siquiera se inmutaron ya que continuaron lanzando rayos a diestra y siniestra con sus espadas.
-Ataca, Isei -ordenó June-. Ahora es mi turno de defenderlos.
Isei comenzó a lanzar bolas de fuego acompañadas por algunos escombros, por otra lado June bloqueaba los rayos con sus manos, como si estas estuviesen echas de un material muy resistente. De pronto tuvo una idea y utilizando ambas manos golpeó con fuerza uno de los rayos regresándolo y golpeando a quien lo había enviado.
-¡Eso! -celebró Dazke mientras lanzaba una bola de fuego al ver que uno sus atacantes caía presa de su propio ataque.
La espada de Eizan voló por los aires cuando uno de los rayos le golpeó en el brazo. Los ataques continuaron sin cesar y rápidamente arrastró a Nerik hasta unos escombros cercanos para protegerse.
-Nerik...
-No puedo ayudar en nada papá. No puedo crear fuego, todo estos años en el templo con el Sensei Nereo no han servido de nada.
Eizan sonrió y meneo la cabeza, colocó las manos sobre los hombros de su hijo y le dijo:
-Lo único que me importa ahora es que te pongas a salvo junto a tus amigos. Este ser al que nos enfrentamos no es un simple humano.
Nerik dudó por unos segundos, pero luego asintió aunque no muy convencido. En ese instante los dos individuos de negro aparecieron junto a ellos con las espadas en alto.
-¡Nerik vete! -exclamó Eizan.
Pero el muchacho antes de hacerle caso levantó el brazo, no por su voluntad, sino como si el subconsciente se lo ordenara, y una gran bola de fuego se escapó de este mandando a volar a sus atacantes lejos de ellos.
Sus amigos le observaron estupefactos al mismo tiempo que derrotaban al otro sujeto vestido de negro que quedaba.
-Ha lanzado... fuego -dijo Dazke con asombrado.
-Al fin... -murmuró Isei sonriendo.
Kerbasi se unió a ellos con la expresión de asombro. Si era capas de hacer entonces podría incluso derrotarle. Nadie podía derrotar a sus cuatro Santos sólo con fuego.
-Así se hace... hijo -dijo Eizan con orgullo.
-Debo acabar con todo esto ahora mismo... -farfulló Kerbasi acercándose a ellos-. Ahora es el tiempo Eizan, me enfrentaré a tí y al Enviado. Los mataré sin problemas.
Ni siquiera él muy convencido de las palabras que salían de su boca se dispuso a luchar. Akemi volvió hacia los otros tres, pues era su deber mantenerlos alejados mientras su señor terminaba con los principales enemigos.
-Esta vez te ayudare a luchar -dijo Nerik-. Puedo sentir todo el poder en mí.
Los ojos del muchacho resplandecieron unos segundos. Eizan asintió y se preparó para el gran duelo; si todo salía bien el reinado de LuxFero llegaría a su fin. Entonces recordó a Kayla, recordó el momento en que habían luchado por primera vez uno al lado del otro, tal y como sucedía en ese momento con Nerik, su hijo.
martes, 18 de septiembre de 2007
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