lunes, 17 de septiembre de 2007

Capítulo 16: "El Regreso"

Un grupo de diez, guiados por Isao y Nereo, corría rápidamente por el hermoso patio adornado de flores de todos los colores, árboles y monumentos a los reyes más importantes de antaño. El lugar estaba extrañamente desprotegido, nadie había intentado atacarlos, aun cuando les quedaba tan poco para llegar a la puerta del enorme edificio.

-No se separen -ordenó Nereo.

Todos asintieron y continuaron a su lado hasta que llegaron a la entrada del palacio. Nereo extendió el brazo y una esfera resplandeciente, de color rojo se escapó de su mano e hizo estallar la puerta en mil pedazos. Uno de los Kaji entró y miró a todos lados; el lugar estaba completamente vació.

-No hay nadie aquí...

-Kosme, June -llamó Nereo-. Adelante.

Los dos entraron rápidamente seguido de los demas. El salón era bastante espacioso, este llevaba a otros pasillos alfombrados bordeados por puertas que llegaban a distintas estancias del lugar. Al final de aquel pasillo se encontraba el objetivo principal.

-De prisa, pasando por el pasillo llegaremos a nuestro destino -dijo Nereo volviendo a correr seguido por los demas.

Los ruidos de espadas chocando entre si, rugidos de dragones y estruendos seguidos por pequeños temblores les hacían recordar que afuera la batalla continuaba.

-¡Ahí está! -exclamó Isao cuando estuvieron cerca de la entrada a la sala del trono-. Yo me encargaré de derribarla.

Los demas pararon en seco; el guerrero Kijutsu dio un salto y de una patada derribó la puerta. Quienes estaban dentro observaron sin darle mucha importancia.

-Por fin han llegado... -dijo un hombre, de la edad de Nereo que estaba sentado en el trono.

Nereo y los Kaji entraron junto con Isao. Kerbasi, Akemi y un Serpen los miraban sonrientes.

-Aquí termina tu reinado, criatura -dijo Nereo apuntándole.

Kerbasi soltó una carcajada e hizo una seña a la hermosa mujer parada a su lado. Ella asintió sin dudarlo y de pronto sus ojos brillaron. levantó sus brazos en dirección a los intrusos y varias bolas de fuego salieron disparadas hacia ellos.

-Eso no es problema... -murmuró Nereo.

El líder de la tribu se adelantó al grupo y comenzó a mover sus manos, como si estuviera manipulando algo invisible. El fuego se hizo uno y luego de dar vueltas en medio de ellos se avalanzó contra su propia creadora.
Akemi sonrió y corrió hasta Nereo, ignorando el fuego, que al estar frente a ella se esfumó completamente. Akemi intetó golpearle, pero Nereo esquivó facilmente. Los otros guerreros que le seguían avanzaron rápidamente hacia el Serpen. En ese instante Kerbasi se levantó, sus ojos brillaron y la tierra tembló, de pronto los pies de los que corrían hacia su servidor se quedaron pegados al suelo. Desconcertados intentaron seguir, pero era inútil.

-Ilusos. Nadie puede conmigo... -dijo Kerbasi para luego soltar una risa burlona.

Movió su brazo con dirección a la ventana en el muro de la sala y casi todos los guerreros salieron volando por ella hacia los terrenos del palacio en los cuales ya se enfrentaban ambos bandos.

-Extraño... -murmuró el rey- pensé que todos saldrían de mi vista.

Observándolo firmemente se encontraban Isao, Kosme y June. Ahora podían moverse con libertad. Kerbasi les devolvió una mirada de desprecio y dijo:

-Acabe con ellos general Serpai.

El Serpens siseó y se acercó a ellos con una mirada enfermiza y ansiosa de muerte.

-Yo me encargo del rey -dijo a los dos-, ustedes vayan contra el Serpen.

Kosme y June asintieron. En ese momento el techo de la sala se desplomó acompañado de un enorme dragón de color negro con espinas en su espalda y con grandes colmillos filosos. Akemi golpeó a Nereo haciendolo retroceder, luego alzó sus manos y la criatura quedó innovilizada junto con los escombros, luego fueron hacia el líder de la tribu.
Isao se giró e intentó ayudarlo, pero fué demasiado tarde; Nereo había quedado sepultado por completo.

-¡No es tan bueno como dicen! -se burló Akemi.

De pronto se vio volando en contra de su voluntad por los aires, miró a su alrededor. La muchacha que había llegado con el grupo la miraba detenidamente, sus ojos brillaban, como los de un Anxelin.

-Tú...

No alcanzó a terminar lo que pretendía decir cuando ya se encontraba entre los restos del techo junto a la cola del dragón repleta de espinas que crecían de manera natural en ella.

Los ojos de June dejaron de resplandecer, Isao y Kosme la observaban confundidos; su verdadera naturaleza había sido revelada, no era una persona normal, no era humana.

-Una Anxelin... -farfulló Kerbasi- ¡no puedo creerlo!

El rey sonrió y acarició su cabello, luego volvió a sentarse en el trono como si nada. Isao se acercó a él, era el momento, el debía hacerlo, Nereo estaba fuera de combate; sobre él caía la responsabilidad de acabar con el enemigo, incluso estaba dispuesto a morir por la causa.

Serpai intentó coger a June sin previo aviso, pero Kosme le bloqueó el paso.

-Yo seré tu oponente... -dijo Kosme.

Serpai le atacó con una patada que Kosme facilmente esquivó, el muchacho era rápido y le golpeó en el pecho haciendolo retroceder.

-¡No me subestimes! -exclamó Kosme colocándose en posición de pelea.

-Ni tú a mi... -respondió el Serpen siseando.

Serpai abrió su boca y un chorro de líquido blanco salió de ella hacia Kosme, pero el chico al mismo tiempo lanzó una bola de fuego que impactó el ataque de su enemigo ocasionando que un humo maloliente se esperaciera alrededor de ellos.

-Grave error muchacho... -siseó Serpai.

Kosme quedó paralizado, no podía mover ningún músculo. Desesperadó intentó moverse, pero no podía. Todo empeoró cuando Serpai le golpeó en el estómago con la rodilla mandándolo a volar a unos metros de él.

Akemi salió de entre los escombros de un salto y desde el aire lanzó varias esferas de luz contra June, quien las bloqueaba con sus brazos. Akemi soltó una carcajada y se lanzó sobre June. La chica intentó golpearla, pero su mano empuñada se detuvo frente a su oponente.

-No eres la única -le murmuró Akemi cerca del oído-, pensé que te habías dado cuenta.

Se alejaron y por un momento se observaron fijamente. Los ojos de ambas brillaron al mismo tiempo y una especie de energía invisible chocó entre ellas causando que el piso comenzara a agrietarse.

Pudo moverse de nuevo, pero se quedó quieto hasta que el Serpen estuvo lo suficientemente cerca. Se levantó de un salto y le lanzó una bola de fuego que le impactó directo en uno de sus brazos, aprovechó ese momento para darle con una patada en el rostro. Serpai recivió los golpes de Kosme desconcertado, no entendía por qué el chico había podido moverse. Cayó al suelo herido en un brazo y con el rostro adolorido, un rastro de sandre purpurá bajaba por los pequeños orificios arriba de su boca.

-No te saldrás con la tuya -dijo Isao-. Esta vez no ganarás, LuxFero.

Kerbasi pareció interesarse cuando el guerrero Kijutsu le nombró de esa forma. Sonrió y se colocó de pie.

-Así que ya lo sabes, Isao...

Isao asintió; levantó los brazos con rápidez y lanzó varios rayos de color azul al rey, pero este ni se inmutó, pues los ataques sólo le hicieron retroceder uno o dos pasos.

-Isao... ¿cuándo aprenderás? -preguntó Kerbasi de forma burlona- No soy cualquier oponente, que eso te quede claro.

Sus ojos resplandecieron, Isao voló por los aires, luego golpeó cada muro del salón, como si fuera un muñeco azotado por un niño pequeño que jugaba afanosamente.

-¡Aprende la lección! -exclamó Kerbasi sonriendo.

Parecía desquiciado, disfrutaba tanto ver como su oponente parecía un simple insecto frente a él; le llenaba de dicha, la emoción crecía dentro de su ser, no podía parar.

Golpeó el suelo por última vez, escupió sangre y debilmente logró ponerse de rodillas frente a Kerbasi.

June cayó vencida por el abrumante poder de Akemi, mucho más grande que el suyo como para vencerla, ya estaba totalmente agotada.

Gracias a un descuido de Kosme el general Serpai logró propinarle varios golpes y dejarle fuera de combate por unos momentos; el Serpen le tomó del cuello y comenzó a estrangularle.

-¡Yo soy LuxFero! -exclamó Kerbasi-. Nadie puede contra mí.

-De eso no estés tan seguro, criatura ancestral...

La voz de un hombre resonó en el lugar, los ruidos de la batalla en el exterior se silenciaron por unos momentos y una sombra en el decubierto techo de la sala del trono apareció.

Kerbasi sonrió, Serpai dejó a Kosme y Akemi se acercó a su señor.

-Así que al fin apareces... ya se me hacía extraño que no llegaras.

El recien aparecido bajó agilmente, ahora ya podían ver su rostro. Tenía el cabello negro, de tez morena y ojos de un tono oscuro; vestía ropa muy vieja de color rojo y negra, llevaba una espada en su cinturón.
Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Isao, luego cayó inconsciente.

-Serpai... -dijo Kerbasi.

El Serpen asintió y corrió hasta el individuo; cuando estuvo cerca de él abrió su boca y lanzó el mismo líquido blanco que había utilizado contra Kosme. El sujeto desenfundó su espada, la colocó por delante y esta recivió el ataque, pero no sucedió nada.

-Gracias por limpiar la sangre de los Serpens que aniquilé en el camino hacia este lugar.

Serpai se enfureción, empuñó las manos con fuerza e intetó golpearle, pero de un sólo movimiento el extraño le atravesó el pecho con la espada, entonces el liquido en ella comenzó a corroer la piel de quien lo había lanzado. El cuerpo del Serpen cayó sin vida frente a su asesino.

El rey se enfadó, Akemi se dispuso a atacar al individuo, pero su señor le detuvo, no era necesario, pues resultaría muerta al igual que Serpai, además ella le sería más útil en el futuro, no vaía la pena que muriera en ese instante.

-Yo mismo me encargaré de él... creo que será divertido -dijo Kerbasi.

-Adelante LuxFero... -incitó el extraño.

Kerbasi estaba listo para el ataque y esta vez no sería tan bueno como con Isao, estaba dispuesto a matarle.

-No tengo todas mis habilidades aun; acostumbrarse a este cuerpo ha sido difícil.

-No eres más que un parásito...

Kerbasi sonrió, delante de él apareció un sable de la nada. Sujetó con fuerza el arma y arremetió contra su nuevo oponente.
La espada del extraño y su sable se golpearon salvajemente, unas chispas rojas se dispersaron de entre ellas al momento del contacto. Ninguno de los dos parecía ganarle al otro, poseían la misma fuerza. De pronto, Kerbasi perdió la concentración, su enemigo terminó de pie sobre el sable, como si este fuera tan resistente para mantenerle. El rey sorprendido agitó el arma, el extraño saltó, pero antes de tocar el suelo le dio una patada en el rostro. Kerbasi retrocedió y tocó su cara, esta le ardía demasiado.

-El juego termina aquí, Eizan -dijo con tono de enfado-. Morirás al igual que Kayla.

Kerbasi sonrió, lanzó el sable al suelo, extendió su brazo derecho y lanzó dos esferas brillantes que se dirigieron con una velocidad increible hacia Eizan, quien al mismo tiempo alzó su espada para protegerse.

Nerik despertó sobresaltado muy temprano en la mañana. El sol recíen salía. Había soñado con June y Kosme, pero no lo recordaba muy bien. Sintió ansias de verla, sintió que su vida corría peligro. De un saltó se levantó y despertó a sus amigos.

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