domingo, 30 de septiembre de 2007

Capítulo 24: "Sensei Kyosho"

Se adentraron por un camino oculto, a un costado del pequeño coliseo en el que se celebraban las batallas, hasta un monte. Los cuatro guerreros más importantes de la tribu Kaji cargaban los cuerpos de Nereo y Dazke a través del sendero rodeado por árboles y arbustos. Una gran fila de guerreros Kaji y miembros de la tribu Xing les seguían de cerca, todos llevaban antorchas en sus manos, puesto que la tarde ya daba paso a la noche.

La fila de antorchas llegó hasta lo alto del monte en el que se juntaron todos alrededor de un templo blanco y circular que tenía en su interior dos altares de leños rociados con aceite. Con mucha delicadeza depositaron primero el cuerpo de Nereo en uno y luego el de Dazke en el otro.
Nerik, Kosme y June se hicieron camino entre la multitud y llegaron hasta la parte delantera donde se encontraba Sensei Garaadria sollozando. Después de unos momentos se quedaron todos en silencio. De repente un hombre, de unos setenta años, con larga barba gris y muy poco cabello en la cabeza, de mirada seria y firme, de constitución delgada, salió adelante con una antorcha, un poco más grande que la de los otros, y se colocó frente al altar de leños donde yacía Nereo.

-De entre todos los jóvenes de su edad fue propuesto por el antiguo líder de la tribu Kaji, ya fallecido, para que fuera el siguiente en ocupar el puesto. Nereo fue un muchacho bastante sabio, habilidoso en el combate y un verdadero guerrero al momento de defender a los suyos. Se le confió la seguridad de toda nuestra tribu a una edad muy temprana, guiarla por el camino de la prosperidad y la paz, cosa que logró hacer aunque muchos de nuestros miembros pensaron en determinados momentos que no era apto y terminaría arruinándolo todo. Pero a ellos les demostró que estaban muy equivocados. Nereo murió luchando, murió para que todos nosotros tuviesemos un futuro fuera de la oscuridad, la que en estos tiempos ya se cierne sobre la tierra. Jamás deben olvidar lo que hizo por nosotros, menos los jóvenes, pues es un ejemplo para ellos. Siempre será recordado como uno de los mejores líderes que haya tenido esta tribu y su vida sera un ejemplo para generaciones futuras, pues su historia se seguirá contando aun cuando pasen quinientos y mil años. Todos nosotros nos encargaremos de ello.

El viejo le dio la espalda a la multitud e hizo una reverencia al cuerpo sin vida de Nereo; todos le imitaron. Después colocó el fuego antorcha sobre los leños bañados en aceite y el altar comenzó a arder. El hombre se acercó al cuerpo de Dazke.

-Un muchacho bastante tímido algunas veces, habilidoso en el control del fuego, pero demasiado inseguro al usarlo en batalla. Dazke Futoi era un buen amigo para quienes lo consideraron como tal. Uno de los tantos muchachos que lucharon en la batalla contra el enemigo de nuestra y todas las tribus. Pero no era su deber, como domador de fuego, estar ahí, ya que no tenía el título, sino que algo mucho más fuerte que eso le movió, la amistad, sí, la amistad. Acudió a la batalla cuando sus amigos necesitaron de él. Lamentablemente, su fuerza no era suficiente, el enemigo le superaba en creces. Dazke murió por sus amigos, su vida fue tomada en lugar de otra; él lo escongió de esa forma. Valiente muchacho que nos hará recordar el valor de la amistad, estoy seguro que nunca lo olvidaran.

June echó a llorar, apoyó su cabeza en el pecho de Kosme y curbió sus ojos. Al igual que con Nereo, el viejo acercó la antorcha al altar de leños y este comenzó de inmediato a arder junto con el cuerpo de Dazke.
Pasado un momento el fuego que envolvía a ambos se hizo más grande, llegando a tocar el techo del templo. Las llamas se movían con determinación, bailaban sin cesar sobre los cuerpos de ambos, aunque nadie las estaba manipulando, parecían tener vida propia.

Nerik apretó los puños con fuerza, bajó la cabeza un poco para ocultarla con la capucha negra que llevaba puesta y cubrió su demás cuerpo con la capa del mismo color. Tenía atada, en su brazo izquierdo, la cinta roja que antes había pertenecido a Dazke. Prometió que lo vengaría, no descansaría hasta acabar con quien le había asesinado.

El fuego deboró sus cuerpos la multitud poco a poco comenzó a marcharse y sólo quedaron Nerik, Kosme, Isei y June dentro del templo sosteniendo antorchas, iluminando las cenizas de Nereo y Dazke.

-Deberíamos irnos ya... -sugirió Kosme con tristeza.

Nerik se giró y comenzó a caminar hacia la salida, Kosme le siguió y cuando cruzaba el umbral de la puerta miró hacia atrás. Isei abrazaba a June con fuerza, de la misma forma que la noche anterior cuando estaban fuera del templo. Entonces volvió su mirada a Nerik, quien seguía caminando por el sendero que lo llevaría de vuelta al patio del templo. La indiferencia de su amigo le hizo pensar que June estaría mejor con Isei, tal vez Nerik no le merecía. Cubrió su rostro con la capucha negra y siguió a Nerik.

Cuando Kosme entró al dormitorio Nerik estaba recostado sobre su cama ocultando el rostro. Kosme no le dijo nada, guardó silencio. La muerte de Dazke le había afectado en gran manera. Kosme apagó una vela que muy poco iluminaba la habitación. Una hora después entró Isei en el cuarto, sigilosamente se acostó para no despertar a ninguno de sus compañeros. Desde el día anterior le habían permitido dormir ahí, extrañamente Nerik no había objetado.

Muy temprano por la mañana llegó Eizan a despertar a los tres. Nerik se levantó primero que sus compañeros, sin decir nada se cambió de ropa. Se colocó una sudadera y unos pantalones negros, luego tomó una capa con capucha negra y salió del dormitorio llevándola en la mano.

-Nerik parece muy afectado -comentó Kosme.

Isei se levantó y respondió:

-Demasiado, y se ha guardado toda la tristeza. Eso le causará mucho daño.

-Isei... me he fijado que estás muy cerca de June ultimamente -le dijo de repente Kosme.

Isei se sonrojó y sonrió.

-Bueno... ella y yo... bueno...

-¿Son novios?

Isei bajó la mirada un poco avergonzado y se sonrojó aun más, comenzó a mover sus dedos como si no pudiera quedarse quieto por unos momentos.

-Está bien, entiendo... -dijo Kosme mientras se acercaba a la puerta-. Pero tal vez Nerik no lo haga. Creo que el siente algo por ella en secreto.

-También lo creo, pero no es mi problema que el no se atreva a decírselo, además, el comportamiento frío que ha tenido ultimamente no ayuda nada en eso, pareciera que nadie alrededor de él existe, ha tratado a June con completa indiferencia. Ella jamás le querrá si él actua de esa manera.

-Dazke era un amigo muy querido para él, es obvio que se comporte de esa forma, pues no sabe que hacer, la tristeza le invade por completo y no desea expresarla por sentir que eso le hará débil. Los mismo sucedió cuando murió mi padre. Nerik necesita mucho de sus amigos ahora, aun cuando no lo acepte y su actuar sea indiferente a todo lo que suceda en su alrededor.

-Tal vez tengas razón... -dijo Isei pensativo.

Eizan esperaba a Nerik en la entrada del edificio. Sólo había pasado muy poco después de haberlo despertado y ya le veía venir, vestido completamente de negro, con una capa y una capucha que poco permitía ver su rostro.

-Hijo, yo lo siento mucho...

-Al grano, papá. No necesito de tu compasión.

Eizan se sorprendió y entristeció al mismo tiempo, su hijo estaba cambiando, su voz fría y sin sentimiento le golpeó con fuerza, mientras su rostro permanecía completamente inexpresivo. Entonces la mirada de Eizan se tornó seria y le dijo:

-Bien. He venido a decirte que el nuevo líder de la tribu solicita tu presencia en su despacho. Tiene algo muy importante que decirte.

De pronto Nerik levantó la cabeza y su ojo izquierdo le fue revelado a Eizan quien le observó con sorpresa. Su mirada era igual a la de un asesino, la misma mirada fría que había visto en muchos, también en la de LuxFero. Pero eso no fue lo único que le llamó la atención. Pues su ojo había cambiado de color a uno azul pálido.

-Tu ojo... ha cambiado de color -dijo Eizan mirándole fijamente.

-Lo sé y no entiendo el por qué de eso. Ahora me largo de aquí. Por cierto... ¿quién es el nuevo líder?

-Lo sabrás en cuanto llegues ahí -contestó Eizan con preocupación.

Nerik miró a su padre con enfado por unos momentos, como si deseara atacarle, luego comenzó a caminar hacia los árboles, para encontrarse con el camino que lo llevaría al templo.
Eizan se quedó pensando fuera del edificio donde dormían los jóvenes de la tribu Kaji. La mirada de Nerik le había preocupado demasiado.

Caminó por los cientos de pasillos, subió por unas cuantas escaleras iluminadas por pequeñas antorchas hasta el último piso en el templo con forma de triángulo. Sólo había una puerta ahí. Nerik golpeó dos veces y después de unos segundos una voz conocida le ordenó a pasar desde adentro.
El chico abrió la puerta y se encontró al mismo viejo que había hablado antes de cremar los cuerpos de Nereo y Dazke de espaldas, mirando por la ventana de la sala hacia el patio del templo. Había un pequeño escritorio repleto de libros y hojas sueltas y dos sillas frente a este. Los muros estaban adornados por varios cuadros de los líderes más importantes del pasado, entre ellos se encontraba el de Nereo.

-Así que usted es el nuevo lider... -dijo Nerik sonriendo.

-Sí, yo soy el nuevo líder, Nerik. Mi nombre es Kyosho -dijo el viejo sin darse la vuelta y con voz firme.

Sólo el ojo izquierdo de Nerik, de color azul pálido, era visible en su rostro, pues la protección brindada por la capucha era efectiva para el derecho.

-¿Qué es aquello tan importante que debe decirme? -preguntó Nerik acercándose a una de las sillas.

Kyosho se dio la vuelta, su firme y seria mirada intentaron derribar la valentía que Nerik tenía, pero lo único que logró fue que el muchacho arqueara una ceja.

-Veo que no eres fácil de intimidar -dijo el viejo mirándole fijamente.

-¿Por qué debería tener miedo? yo soy el Enviado -contestó Nerik.

-Ah, el Enviado, casi lo había olvidado. Es usted muy especial joven Nerik, sin su presencia en este mundo puede que todo se venga abajo. Pero por otra parte, también puede significar para nosotros... la perdición.

Nerik se quedó en silencio y Kyosho rodeó el pequeño escritorio.

-Le he llamado porque desde este día usted estará bajo mi cuidado -dijo el viejo de repente-, con esto me refiero a que yo seré su Sensei desde ahora en adelante. Le ayudaré a controlar el poder que lleva dentro y que se libera, hasta ahora, sólo cuando el odio, la tristeza o el dolor en usted se vuelven incontenibles.

-¿Qué sucederá si su idea de entrenarme, no me agrada? -preguntó Nerik cruzando los brazos.

-Estoy seguro de que desea con mucha fuerza vengar la muerte de su amigo Dazke. Si usted no ayuda en este entrenamiento puede despedirse de ese pensamiento, pues LuxFero se hace más poderoso con cada momento que pasa y un mocoso como usted no podrá vencerlo sólo con desear venganza; necesitará mucho más que eso, mucho más que una simple convicción.

-LuxFero no fue quien asesinó a Dazke...

Kyosho guardó silencio ante la burlona sonrisa de Nerik, de pronto la expresión de este se tornó seria, se levantó de la silla y caminó hasta la salida.

-Aunque puede ser interesante... Sensei Kyosho. Le veré en cuanto comience el entrenamiento; usted decida el momento y el día.

Nerik salió dejando al viejo, este sonrió a medias y se giró hacia la ventana.

-Este muchacho me traerá problemas... pero podré enseñarle bien... creo -murmuró mientras miraba a través del vidrio.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Capítulo 23: "El Camino De Nerik"

Eizan llegó acompañado por June hasta la cama en la que se encontraba Neri, ya despierto, rodeado por Aixa e Isei.

-Papá -dijo Nerik-, necesito que me expliques muchas cosas.

Eizan asintió y respondió:

-Lo sé hijo, por eso me he quedado hasta que despertaras.

June se acercó a Nerik, pero no dijo ninguna palabra, sólo le dejó la cinta roja de Dazke sobre el pecho. Luego se marchó rápidamente seguida por Isei, quien parecía muy preocupado por ella. Aixe se retiró con una sonrisa a medias dibujada en el rostro y palpando el hombro de Eizan al pasar junto a él.

-He tenido un sueño muy extraño, papá -contó Nerik sujetando con fuerza la cinta dejada por June.

-¿Qué ha sido? -preguntó Eizan sentándose a los pies de la cama en la que Nerik estaba recostado.

-Un extraño me hablaba, me contó muchas cosas sobre el Enviado, que se supone soy yo -dijo Nerik-. Me dijo que debía elegir mi propio camino, que antes de mí hubieron otros Enviados.

-¿Otros?

-Sí, pero todos fracasaron en derrotar a un sujeto llamado LuxFero, que ahora esa responsabilidad caía sobre mí ¿es eso cierto?

-Así es Nerik, aquello es cierto. Tú deber es eliminarlo, tu destino es...

En ese momento Nerik recordó aquello sobre el destino, tal vez pronto le estarían encerrando, obligándole a hacer cosas que no deseaba, alejándole de sus amigos, llevándole a un lugar lejano.

-No quiero seguir ese destino -dijo Nerik con firmeza.

Eizan asombrado se colocó de pie, Nerik se reusaba a lo que todos pensaban era lo que tenía que hacer.

-A los Enviados pasados les hicieron lo mismo. Les hablaron de un destino que tenían que cumplir y terminaban alejándolos de todos. Yo no quiero eso, quiero vivir mi vida, no quiero sentir que soy la marioneta de alguien más, haciendo cosas por voluntad de otro y no por la mía.

-Hijo, nadie te alejará de este lugar si no lo deseas. Pero no puedes dejar de hacer lo que se te encomienda desde hace cientos de años, tú eres él único que puede.

Nerik no estaba muy convencido, aun le seguía molestando la idea de ser controlado por alguna fuerza extraña e invisible.

-Yo haré lo que quiera hacer...

-Nerik...

-Si destruyo a ese maldito será por vengar a Dazke, por nada más que eso. Padre, espero que lo entiendas.

Eizan se levantó y le miró con asombro, no pensaba que su hijo reaccionaría de esa forma, no tenía la menor idea de que lugar salían esas palabras, pero era su hijo el que estaba ahí recostado, el mismo que sostuvo en sus brazos cuando era pequeño, el mismo que había desatado un poder asombroso y que casi había derrotado a LuxFero hacía varias horas antes.

-¿Eres mi padre? -preguntó de repente el muchacho.

Eizan negó con un movimiento de su cabeza y le dijo:

-No, Nerik, yo no lo soy y no conocí al verdadero, sólo conocí a tú madre, Kayla.

-Cuéntame acerca de eso, por favor.

-Conocí a tu madre de la forma equivocada, ella recién llegaba de su tierra cuando la ataqué sin remordimiento alguno, pero para mi sorpresa era más fuerte que yo, me derrotó sin mucho esfuerzo en una playa al sur de Terraconce. Después me enteré que cargaba a un bebé en su vientre, entonces tuve una visión bastante extraña de mi pasado, en la que se me ordenaba cuidarla. Después de eso luché a su lado. Tu naciste en un momento muy peligroso para los dos. La ciudad-fortaleza Jumú estaba siendo asediada por un gran ejército que buscaba a tu madre y a ti para matarlos. Mi mejor amigo, Ningen, y yo nos encargamos de protegerla por un tiempo, pero lamentablemente yo fui herido gravemente por un sujeto de su propia tierra que la perseguía. Ningen te cuidó por un año en las islas del norte junto a su familia. Ningen era el padre de Kosme.

-Así que... yo ya conocía a Kosme en el pasado.

-Así es. Kayla era una persona bastante fuerte, escapó de su tierra con la ayuda de tú verdadero padre. Parecía estar casi todo el tiempo triste, pero eso era porque extrañaba mucho a su marido, de eso estoy seguro. Ella te amó demasiado, pues hizo todo lo posible para que vivieras. Sé que no fue solamente por lo de esa profecía, ya que ella huía de eso. Kayla deseaba que tu vivieras en paz y fueras feliz.

-Pero jamás he sido feliz... tú nunca estuviste ahí cuando te necesité.

-Lo siento tanto, Nerik...

Eizan cerró los ojos unos momentos. Nerik se sentía triste, nunca había tenido una figura materna, pero por otro lado estaba algo feliz por las cosas que le contaban de su madre. Deseó que ella estuviese mirándole desde algún lugar.

Kosme salió rápidamente del templo, no quería que nadie le viera triste. Ya había caído la noche. Miró hacia la luna y varias lágrimas cayeron de sus ojos.

-Todo... ha sido... tan injusto... -dijo sollozando.

En ese momento escuchó algunos pasos, se secó las lágrimas con rapidez y corrió a ocultarse a un árbol cercano. La puerta del templo se abrió y salió June seguida de cerca por Isei.

-No puedo soportarlo... -dijo la Anxelin echándose a llorar.

Isei se acercó un poco y ella le abrazó con fuerza.

-No tienes la culpa...

-Si hubiese visto, si me hubiese dado cuenta, tal vez Dazke...

Entonces Kosme recordó a Dazke, quien había muerto en lugar de June, aquel sufrido muchacho que lamentaba la muerte prematura de sus padres, pero jamás le vio triste con excepción de la vez en que le había contado la historia, tal vez él debía seguir su ejemplo.

-Yo estoy contigo -dijo Isei abrazándola con fuerza-. No te dejaré nunca.

June se sorprendió al escuchar las palabras de Isei, entonces le miró fijamente a los ojos y un segundo después le estaba besando.
Kosme cerró los ojos y se sonrojó.
Isei y June se separaron, luego volvieron a entrar en el templo. Kosme salió detrás del árbol y se quedó observando las estrellas.

-Tal vez a Nerik no le venga bien eso... -murmuró mientras pensaba en lo sucedido entre Isei y June- espero que haga bien su trabajo, no dejaré que la muerte de mi padre ni que todos los años de sufrimiento hayan pasado por nada.

-Debemos tener cuidado -dijo Eizan a Aixa.

-¿Con qué? -preguntó la anciana.

-Con el camino que escoja Nerik -respondió Eizan con preocupación-. Me ha dicho que hará lo que quiera hacer, que no le importa el destino que ha recaído sobre él. Podría convertirse en alguien peor que LuxFero y si llega a ser así, entonces estaremos todos perdidos. Si desata su poder tal como lo hizo en la batalla contra LuxFero...

-Nerik ya no será más nuestro aliado... -interrumpió Aixa.

Capítulo 22: "El Plan De Ningen"

Una ciudad muy pequeña, capital de un reino no muy grande, fuerte militarmente, pero débil políticamente. Telumi era una tierra casi desértica que se encontraba hacia el norte de Hóng-Lían. Frecuentemente azotada por guerras internas y bandos que se enfrentaban para tener el control del bajo mundo en todas las ciudades. El rey no era alguien muy importante, sus decisiones eran tomadas en cuenta sólo en la capital y su imagen no infundía respeto alguno en los otros poblados. Era un símbolo que recordaba a la pasada estabilidad que en esos momentos ya no existía. Generalmente un escondite para los asesinos más buscados y para los que huían de las prisiones. Era el hogar de la escoria de los reinos que la rodeaban.

En una pequeña casa abandonada de la capital, en uno de los barrios más pobres, se encendió una luz repentinamente dentro de ella. Cerca de la chimenea se encontraba una hermosa mujer de cabello corto y blanco, envuelta en una capa blanca muy fina. Su nombre era Akemi y por su mente pasaban cientos de recuerdos a la vez, recuerdos que iban desde una antigua amiga de cabello negro en su tierra y la frustrada protección que intentó brindarle cuando deseó, junto a su marido, irse del continente blanco. Después venían los despiadados métodos de torturas empleados por los Cazadores, que perseguían a su amiga, para intentar sacarle información alguna. Aquello le hacía hervir la sangre, apenas lo recordaba el odio dentro de ella crecía considerablemente. El fuego de la chimenea pareció erguirse y rodearla.

-Vaya -una voz masculina le alertó-, al parecer estás un poco enfadada.

Akemi se dio la vuelta, no tan sorprendida al reconocer la voz.

-Alberich -dijo ella sonriendo-. Como siempre llegas tarde a las reuniones.

Llevaba puesta una capa con capucha de color blanco, del mismo material que la de Akemi. Se la quitó para mostrar su rostro. Tenía la piel tan pálida como la de un muerto, ojos verdes y pequeños y cabello blanco tanto como la nieve. Su ropa era del mismo color que la capa con capucha que llevaba, hecha de un material bastante fino que sólo se podía conseguir en la tierra donde él habitaba.

-Dime, Akemi -dijo el muchacho- ¿qué quieres de mí?

Akemi sonrió y le respondió:

-LuxFero te necesita.

-Así que la temible criatura ancestral me ha invocado, pensé que él solo podría arreglárselas.

-El Enviado ha aparecido, Alberich.

El muchacho de unos veinte años le dirigió la mirada con sorpresa y caminó hasta una de las ventanas de la descuidada casa.

-El hijo de tu amiga ¿no?

-El mismo -contestó Akemi mientras acariciaba su cabello-. Es bastante poderoso, igualó fuerzas con LuxFero.

-Pues si LuxFero piensa que yo soy tan fuerte como para derrotarlo, entonces está muy equivocado.

Dijo el muchacho riendo levemente unos momentos.

-Para eso no te necesita, los planes de LuxFero son muy diferentes. Deberás ir a donde se encuentran los Kaji y buscar a esa niña Anxelin que se encuentra con ellos.

-La que supuestamente envió el anciano Toshi, ya veo ¿debo que matarla o algo así?

-No, la llevarás a Hiver y la acusarás de traición por encubrir al Enviado. No será muy difícil, ya que los siervos de LuxFero han poseído a bastantes en esa tierra.

-¿Sólo eso? es un poco aburrido ¿no te parece?

-El Enviado irá en su rescate, lo que nos dará tiempo de destruir a los Kaji de una vez por todas.

-Suena bien, pero es un poco tonto, ya que eso no los librará del Enviado, aunque se quedará sin aliados, por supuesto.

-Exacto.

Akemi sonrió y Alberich hizo lo mismo al observarla. Pero algo de tristeza se escapaba de sus ojos, eso no lo podía ocultar.

-¿Estás arrepentida? -preguntó Alberich.

Akemi no respondió inmediatamente, pensó en la respuesta unos segundos.

-No, no lo creo -contestó algo nerviosa-. Mi objetivo primordial es deshacerme de los Anxelin; lo que suceda con el Enviado poco me importa.

-Entonces, ese poco es relevante para ti ¿no? después de todo es el hijo de esa muchacha, tu mejor amiga, según lo que me has contado en el pasado.

Akemi se dirigió a la puerta de la casa, se cubrió la cabeza con la capucha y dijo:

-Tal vez me importe...

Luego se marchó dejando a Alberich sólo en el lugar. Había algo en ella, algo que le hacía recordar constantemente lo sucedido hacía varios años atrás, cuando su amiga vivía y no podía ignorar esa sensación de incomodidad. Tal vez debía ayudar al hijo de Kayla de vez en cuando, pero sólo tal vez, no era algo decidido. Si LuxFero se enteraba de algo así su vida se extinguiría.

-¿Qué es lo que sabe de mi padre? -preguntó Kosme a Eizan con firmeza.

Eizan cerró la puerta de la sala en donde atendían a todos los heridos de la batalla en la capital, así podrían hablar a solas en el vacío y poco alumbrado pasillo.

-Hace muchos años volví a mi casa, en las montañas, para ver a mi padre, advertido por una visión. Ahí me encontré nuevamente con Ningen, mi mejor amigo desde la niñez; casi eramos hermanos, pues durante mucho tiempo vivió en mi casa cuando eramos pequeños. Después de eso él me acompañó hasta una ciudad, que ahora no existe, llamada Jumú en donde nos unimos a una batalla para defender a una mujer, muy querida para mí, llamada Kayla. Ella tenía un bebé que entregó a tu padre para que él lo cuidará si es que las cosas no resultaban como se esperaban. Lamentablemente ella murió y yo quedé gravemente herido, así que Ningen se hizo cargó del bebé mientras yo me recuperaba. Él se lo llevó a las islas del norte, en donde te encontrabas tú y tu madre. Lo cuidaron hasta que cumplió un año, fue entonces en que ya pude hacerme cargo de él. Pero el bebé corría peligro, unos hombres lo buscaban, entonces a Ningen se le ocurrió un plan. Tú serías desde ese día el supuesto Enviado, mientras que el otro niño sería un simple guerrero Kijutsu mitad Tsathi. Durante los años venideros se mantuvieron en movimiento cada seis meses, pues al pasar un tiempo siempre eran descubiertos. Los sujetos que buscaban al bebé de Kayla cayeron en la trampa y pensaron que tu eras el Enviado. Tú madre también lo sabía y se llevó el secreto a la tumba. Era menester que el bebé estuvierse a salvo, si lo encontraban, la esperanza de muchos se vería destruida. Ningen fue capas de arriesgar la vida de su hijo con tal de que el Enviado se encontrara a salvo. No muchos conocían de esto, sólo Aixa, Isao, un anciano llamado Amawta y yo. Los guerreros de la tribu Kaji siempre pensaron que eras tú. Aixa los mantuvo bajo esa creencia durante muchos años, así el hijo de Kayla nunca sufrió mal alguno.

Kosme estaba atónito, no podía creerlo. Todo lo que le había sucedido, todos esos viajes repentinos, todas esas noches en las que tuvo que viajar a escondidas con su padre, la aniquilación de los Kijutsu en las islas del norte, todo aquello había sido causado por una mentira planeada por su padre para proteger a alguien ajeno a su familia. Se sentía realmente triste, dolido y frustrado.

-Fue bastante egoísta... -dijo de pronto Kosme- mi padre debió habérmelo dicho, se supone que había confianza entre nosotros, se hizo pasar por mi amigo durante tantos años.

-Kosme...

Eizan no tuvo palabras, de todas formas era como debía sentirse, dolido por aquello.

-Creo que saldré unos momentos... espero que Nerik se recupere pronto.

-No sientas rencor hacia él, sino hacia mí, ya que yo no hice nada para contradecir a tu padre.

-Lo siento, pero... no puedo evitarlo, no puedo evitar sentir envidia y rabia, pues mientras él vivía tranquilamente mi padre y yo eramos perseguidos. Es algo... demasiado injusto.

Kosme desapareció en la oscuridad del pasillo.

De repente la puerta se abrió y apareció June, con la mirada triste y sujetando una cinta roja.

-Dazke la usaba cuando eramos niños, entrenaba con ella, se la colocaba en la frente. Tal vez Nerik la quiera.

Eizan sonrió y asintió, luego los dos entraron en la sala para ver a su hijo, pues esperaba con ansías que hubiese despertado.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Capítulo 21: "El Anterior Enviado"

Se despertó en un sitio oscuro, ni siquiera podía verse a él mismo. De pronto una luz que venía desde lo alto iluminó una pequeña parte del sitio a unos cuantos metros de él.

-¿Quién está ahí? -preguntó Nerik con desconcierto.

Una silueta apareció entre la luz y la oscuridad, se quedó inmóvil una vez que Nerik pudo ver su imagen.

-Estoy seguro de que lo sabes.

Nerik un poco confundido retrocedió unos pasos.

-No creo que tengas miedo -dijo el extraño-. Eres el Enviado, tú deberías ser el único sin miedo aquí.

-¿El... Enviado?

-Desde hace miles de años los ancianos profetas de todo el mundo han hablado sobre la venida de un individuo que cambiaría la tierra, más allá de eso no sabían, me refiero a cuales serían tus verdaderas intenciones. Ese es el Enviado, el que debe destruir al enemigo de todo lo vivo, de todo lo que creado, una criatura que ha vivido entre los habitantes de esta tierra casi desde que el mundo se fundó.

-Ya entiendo...

-No pensé que lo tomarías tan a la ligera... -dijo el extraño al ver la desinteresada reacción de Nerik.

-Es algo que debo aceptar obligadamente ¿no?

-Tal vez tengas razón, pero me gusta pensar que no es así. Verás cuando yo estuve con vida tomé mi papel tal como lo decían las profecías e intenté destruir al enemigo, pero fallé y... ahora estoy muerto.

-¿Quién eres? -preguntó Nerik.

-Quién fui sería la pregunta correcta -respondió el extraño-. Yo, al igual que tú, alguna vez fui el Enviado. Se que sorprenderás, estoy seguro de que llegaste a pensar que eras el único, pero, lamento decírtelo, no es así, incluso, antes de mí vinieron muchos más.

-Yo no...

-Silencio muchacho. Al principio acepté mi destino como si nada, me emocioné por ser alguien especial, pero luego, cuando fui separado de mi familia, de mis amigos y de todos los seres que amaba para ser entrenado por los mejores guerreros me sentí triste y ya no quise seguir cono todo aquello, pero los sabios me ataron al destino, diciendo que era mi deber destruir al enemigo del mundo y así me quede por varios años entrenando duro hasta que fui enviado a luchar contra LuxFero. Recuerdo perfectamente que tenía un enorme ejército y nosotros eramos muy pocos, ni siquiera los Anxelin habían enviado ayuda, sólo unos cientos de humanos y otras guerreros como Tsathis, Awakus y Serpens. Todo fue un desastre, la batalla no duró más de una hora, pero logré destruir el cuerpo de LuxFero con mi arma, aunque eso no fue suficiente. Poco tiempo después fallecí debido a las graves heridas que sufrí. De todas formas fallé.

-¿Qué debo hacer? -preguntó Nerik.

-Elige tu propio camino...

-¿Mi propio camino?

-Las profecías dicen que el Enviado ha venido a destruir al enemigo de este mundo, pero por alguna razón todos aquellos a quienes se les ha encomendado esta misión han fracasado. Pero en ti sentí algo diferente, por eso comencé a ayudar a tus padres, me encargué de que nunca les atraparan, dándoles visiones y haciendo todo lo necesario para que vida estuviese asegurada. Kayla y Tensai arriesgaron sus vidas para mantenerte a salvo, jamás vi tal devoción por un hijo, aun sabiendo que estabas destinado para algo grande y que debías quedarte con los Anxelin, pero ellos jamás permitieron que les fueras arrebatado.

-Mis padres... pero mi padre se llama Eizan... ¿no es así?

-Eso no te lo aclararé yo, Nerik. En los momentos más oportunos te visitaré. Pero debes tener cuidado con lo que hagas, si eliges seguir tu propio camino torcerás la mano al destino y puede ser que al final destruyas a LuxFero o podría suceder que otro tenga que reemplazarte en el futuro.

Nerik bajó la mirada, no estaba seguro de lo que haría, jamás le había gustado la idea de que alguien le controlara de una forma u otra, pero elegir el propio camino podía ser desastroso, podía no salir como él esperaba.

-Ya es hora de que despiertes...

Nerik abrió los ojos de forma repentina, como si hubiese tenido una pesadilla. Aixa e Isei le observaban sonrientes. Le dolía demasiado la cabeza y todo el cuerpo, no recordaba mucho de lo sucedido en la batalla del palacio, pero si recordaba con claridad la conversación con aquel individuo.

-Vieja -dijo de repente Nerik mirando a Aixa-. Quiero saberlo todo.

martes, 25 de septiembre de 2007

Capítulo 20: "Tristeza y Dolor"

-¡Debemos llegar al bosque! -exclamó Teeka.

Una docena de dragones carmesí volaron hasta el bosque que rodeaba la capital y se ocultaron entre los árboles cuando la cegadora luz cubrió por completo la ciudad.

-¡¿Qué sucedió con Nerik?! -preguntó June con desesperación.

-Se quedó ahí... -respondió Eizan cabisbajo- pero no te preocupes demasiado, él es el Enviado.

Poco a poco comenzaron a llegar varios guerreros heridos de la tribu Kaji y otro de la tribu Xing, eran los que habían logrado escapar a la batalla con vida. La liberación de Hóng-Lián había sido un fracaso.
Isei y Kosme dejaron apoyado en un árbol el cuerpo sin vida de Dazke.

-Me salvó la vida... -murmuró June sollozando arrodillada frente a él.

De pronto una sombra la cubrió, como si el sol se hubiese ocultado repentinamente, se giró a mirar y vio una negra ala por encima de ella. Un poco más allá estaba Nerik sosteniendo en brazos a Nereo, quien había perecido bajo el dragón negro y los escombros del techo del palacio.

-¡Nerik! -exclamó la muchacha corriendo hacia él.

Los ojos de Nerik dejaron de brillar y sus alas entraron en su cuerpo lentamente, desapareciendo de la vista de los que le rodeaban, segundos después cayó al suelo inconsciente junto al cuerpo de Nereo.

-Debe estar herido... -dijo Teeka.

Eizan revisó en busca de algún daño, pero no tenía nada, ni siquiera un rasguño. Luego lo tomó en brazos y lo dejó recostado en la hierba a la sombra de un árbol. Mientras que Isao colocaba el cuerpo del Sensei Nereo a un lado del de Dazke.

-Todo fue un fracaso... -dijo de pronto Isao.

Varios de los que estaban presentes dirigieron sus miradas a la crecida hierba. Isao tenía razón.

-Si el poder del Enviado no hubiese despertado, no estaríamos aquí ahora -agregó Teeka-. El escape fue nuestra única salida para seguir viviendo...

-Entonces podemos intentarlo una vez más... -interrumpió Isao con un poco de alegría.

-Inténtalo tú -dijo Eizan-. No permitiré que la vida de mi hijo sea puesta en peligro de nuevo.

Isao sonrió, para sorpresa de los presentes que aun lamentaban la muerte de muchos de sus compañeros y amigos.

-Padre... -murmuró Isei mirando a Isao con desconcierto.

-Nerik puede hacerlo, yo creo en él, sólo necesita un poco de entrenamiento y estará listo. Pronto podremos hacer frente a LuxFero y entonces será derrotado.

-No lo...

-Vamos, Eizan -interrumpió Isao-. Nerik está destinado para esto... no puede ser, tuve la misma discusión con Aixa. Además ni siquiera es tu hijo.

-Idiota. Tú eres padre también, te has dedicado a cuidar de Isei de la misma manera en que yo...

Eizan se quedó en silencio, no podía seguir hablando, no podía decir que había cuidado de su hijo de tan buena forma, pues no era verdad.

-Creo que no es momento de discutir eso -dijo Teeka-. Hay que volver al templo de la tribu Kaji. Tal vez los seguidores de LuxFero vengan en nuestra busqueda.

Era lo mejor que podían hacer en ese instante. Los heridos fueron montados en los dragones, los que fueron conducidos a través del bosque para que no los descubrieran. Los cuerpos de Dazke y Nereo eran llevado por Akira, el dragón de Sora. Todos los demás caminaban.
Nadie hablaba, todos en silencio marcharon de vuelta, sin gloria y sin alegría.
Eizan llevaba en sus brazos a Nerik, que dormía profundamente.

-Muy pocas veces desde que eras un bebé te sostuve en mis brazos -murmuró Eizan a su hijo-. Después de la muerte de Kayla ya nada fue lo mismo, parecía que había perdido mis sentimientos; dejarte con los de la tribu fue mi plan. Te he fallado hijo, te he fallado porque todos estos años no estuve contigo. Espero que un día me perdones.

Eizan sonrió a medias y miró el anaranjado cielo de la tarde. La primera estrella ya era visible.

-No están por ningún lado mi señor -dijo un sujeto vestido de negro que cubría su rostro con una capucha del mismo color.

-Entonces el Enviado aun sigue con vida -dijo LuxFero apareciendo en su rostro una mirada furiosa.

-¿Qué haremos ahora mi señor? -preguntó Akemi desde un lado del casi derrumbado salón del trono.

-Tengo un plan -respondió LuxFero sonriendo-. Si resulta como espero, el Enviado se convertirá en nuestro aliado tarde o temprano.

-¿Qué hay de los Serpens señor? -preguntó el individuo que cubría su rostro con una capucha.

-Ya no nos servirán más, además su líder, Serpai, ha muerto. Mata a los que queden con vida, desde ahora nuestro aliados serán más poderosos.

Haciendo una reverencia el sujeto vestido de negro que cubría su rostro se marchó del lugar.

-Akemi -llamó LuxFero-. Quiero que te reúnas con Alberich y le cuentes de todo esto. Necesitaremos de su ayuda desde ahora en adelante para que mi plan se lleve a cabo. Una pequeña visita al territorio de los Kaji le caerá muy bien.

Akemi sonrió e hizo una reverencia. Unas alas blancas comenzaron a crecer en su espalda, luego salió de la sala volando.

Al amanecer llegaron todos a unas puertas de gran tamaño con un triángulo tallado en ella. Dos guardias sorprendidos al verlos les abrieron sin reparo. Cuando vieron el cuerpo de Nereo sobre uno de los dragones más pequeños abandonaron sus puestos y siguieron al grupo que ingresaba.

Aixa fue una de las primeras en salir del templo, seguida por Garaadria y otros miembros de la tribu más jóvenes.

-Cuando atrape a esos...

Garaadria se quedó muda al ver a los recien llegados, al ver como bajaban los cuerpos de Nereo y Dazke del dragón de Sora. El pecho le dolió y sintió como si el estomago le estuviese dando vueltas.

-¿Qué sucedió? -le preguntó Aixa a Isao.

-Luego te contaré, por ahora ayudanos a llevar a los heridos dentro del templo. Ahí atrás vienen Eizan y Nerik.

La expresión de preocupación en el rostro de Aixa se hizo notar aun más al escuchar aquello. Corrió tan rápido como pudo, una sonrisa a medias se dibujó en su rostro por unos momentos, pero al ver a Eizan cargando a un inconsciente Nerik desapareció por completo.

-Aixa... -dijo Eizan.

Aixa se acercó a él y le ayudó a cargar a Nerik hasta el templo.

-La gran sala de reuniones... deberá ser abierta para dejar a los heridos... ahí -dijo Garaadria.

La Sensei aun no se recuperaba muy bien del impacto al encontrarse con los cuerpos de Nereo y Dazke, pálidos y sin vida alguna dentro de ellos. Pronto deberían cremarlos. Luego de que la multitud ingresara en el edificio ella se quedó sola en el patio, siendo bombardeada por cientos de miles de recuerdos. Deseaba llorar y gritar con tanta fuerza, pero una parte de ella se lo impedía. Se arrodilló cerca de la pared frontal del templo y lamentó el fallecimiento de los dos en silencio.

Al medio día todo el salón había sido implementado con camas provenientes de los dormitorios vacios que ocupaban los que entrenaban para ser reconocidos como domadores de fuego.

-No encuentro ningún tipo de herida en su cuerpo -dijo Aixa mientras revisaba el cuerpo de Nerik-. Entonces ¿ellos se enfrentaron?

-En una gran batalla, algo que nunca antes había visto -respondió Eizan-. Si no hubiese sido por él ninguno de nosotros hubiese llegado a este lugar.

-Cuando despierte pedirá bastantes explicaciones...

-Y yo seré quien deba darselas...

-Se parece a su madre, ella habría ido a luchar por los suyos -agregó Aixa.

-Kayla era un poco imprudente... -dijo Eizan sonriendo- es bueno que tenga algo de ella, ya que de mí no tiene nada.

Aixa guardó silencio, no encontró las palabras necesarias para intentar alegrarle.

-Me arrepiento demasiado de no haberme quedado con él -agregó.

-No podría decir lo contrario Eizan -le dijo Aixa-, pero él jamás estuvo desprotegido en este lugar. No es muy respetuoso, especialmente conmigo, estoy segura de que piensa que soy una bruja. Eso no me molesta, le estimo de igual forma que a Kayla.

-Gracias por cuidarlo todos estos años, si algo le sucediera yo...

-No te preocupes muchacho, mientras esté viva le cuidaré tanto como él quiera o no.

En ese momento, Kosme se acercó a Eizan.

-Creo que debemos hablar -dijo el muchacho.

Eizan sintió y le acompañó hasta la salida del salón, mientras que Aixa se quedaba con Nerik.

-Es lamentable que Nereo y tu amigo hayan muerto -murmuró Aixa al oído de Nerik-, pero no te preocupes, yo puedo entender aquel dolor, estaré aquí si me necesitas muchacho.

-Con todo respeto le pido que me explique aquello de mi padre y el plan -pidió Kosme.

-Está bien Kosme, te contaré todo -respondió Eizan.

La batalla en la capital había terminado en un total fracaso, ninguno pensó que sería así, estaban tan seguros de ganarle al rey sin ayuda del Enviado, pues pensaron que sus poderes no eran tan grandes. Ahora tenían que esperar a que Nerik despertase de su sueño y que los poderes del Enviado lo hicieran con él.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Capítulo 19: "El Enviado Contra LuxFero"

El resplandor negro y rojo que cubría el cuerpo se expandió y Kerbasi dio un salto hacia atrás para no resultar dañado.

-Pagarás por lo que has hecho... -dijo Nerik tranquilamente con una voz grave, diferente a la suya.

Parecía estar triste, la expresión de enfado ya no se notaba en su rostro, miraba constantemente hacia el suelo como si estuviese avergonzado.
Kerbasi hizo aparecer una espada nuevamente en sus manos, la misma con la que había atacado a Eizan hacía un rato atrás. Extendió el arma y de esta se escapó una bola de fuego que se dirigió hacia Nerik. Pero en vez de impactarle comenzó a rodearle como si esta perteneciera a él.

-Maldición... -murmuró el rey.

La bola de fuego se expandió hasta convertirse en un manto de fuego que fue en busca de Kerbasi, pero al rededor de este apareció una esfera brillante que le protegió.

-Así que todo esto va en serio... -murmuró Kerbasi.

Mientras tanto, Eizan y los otros observaban desde los escombros atónitos por el nuevo poder de Nerik, ni siquiera el rey que tantos problemas les había causado lograba tocarlo.

-Hace unos momentos usted dijo algo sobre un plan y también escuché el nombre de mi padre -dijo Kosme a Eizan observándole fijamente.

Eizan no muy feliz asintió y le respondió:

-En cuanto salgamos de esta situación te contare todo acerca de tu padre y de ese plan. Te pido que tengas un poco de paciencia por favor.

Aun más intrigado Kosme guardó silencio y volvió a mirar al nuevo Nerik. June abrazaba con fuerza el cuerpo de Dazke, mientras que Isei intentaba despertar a su padre inconsciente.

-¡Excelente! -exclamó Kerbasi- Es lo que esperaba del Enviado. Ahora tú serás testigo de mi gran poder.

La piel de Kerbasi empalideció, sus ojos se volvieron de color amarillo y su cabello gris. Un resplandor negro y azul comenzó a rodearle.

-Llámame LuxFero, Enviado -dijo de repente Kerbasi-. En este momento nuestra gran batalla comienza, la gran batalla que cientos de ancianos profetizaron.

LuxFero voló rápidamente hasta Nerik y le golpeó en el rostro, pero el muchacho recuperándose inmediatamente le dio una patada en el vientre haciéndole retroceder. LuxFero dio un salto hacia atrás y lanzó un potente rayo que Nerik esquivó sin dificultad.

-Los dos son muy rápidos... -murmuró Kosme mientras observaba el encuentro atónito.

Nerik lanzó un grito de furia y LuxFero voló por todo el salón llegando a estrellarse con el muro y romperlo. El Enviado le siguió inmediatamente hasta fuera del palacio. LuxFero había subido hasta lo alto, entre todos los dragones que aun combatían. Las negras alas de Nerik se estiraron y voló hasta donde se encontraba su oponente. Llegó tan rápido como pudo y le dio un puñetazo en el estomago a LuxFero quien quedó unos segundos inmovilizado.

-No me has... ¡vencido aun! -gritó con fuerza y Nerik retrocedió.

Doce dragones negros advirtieron la presencia de LuxFero en el cielo, se acercaron a él y luego se abalanzaron sobre el Enviado, quien agitó sus alas una vez firmemente y la docena de criaturas cayeron abatidas al suelo.

Nerik voló hasta LuxFero, le sujetó fuertemente por la cabeza con su mano izquierda y con la derecha le lanzó un rayo de cerca que estalló sobre el vientre de la criatura ancestral. LuxFero comenzó a caer como si hubiese sido derrotado, pero a medio camino de estrellarse contra el suelo paró en seco. Sus ojos brillaron intensamente de un color rojo y desapareció unos segundos. Nerik se dio la vuelta con el puño en alto para encontrarse con el de LuxFero. Una explosión invisible alejó a todos los dragones que volaban cerca, llegando a tirar de ellos a quienes los montaban.
Ninguno de los dos estaba dispuesto a rendirse, seguían en la misma posición, acumulando toda la fuerza posible en sus puños. De pronto un dragón carmesí enorme pasó cerca de Nerik en picada. Era Teeka en busca de su hija Sora, quien había caído de Akira debido al choque entre él y LuxFero.

Nerik soltó un grito y como si este le diera más fuerza logró golpear a LuxFero y alejarse de él para ir en busca de Sora. Sus negras alas se juntaron y cayó directo al suelo, pasó a un lado del dragón carmesí y llegó cogió a Sora un poco antes de que se estrellara en el suelo. Voló rápidamente con ella hasta el techo del palacio donde la dejó.

-Nerik... gracias... -murmuró la muchacha sorprendida y aun asustada.

El Enviado ni siquiera le miró, su atención estaba puesta en LuxFero quien desde el cielo le miraba sonriendo. De repente vio que levantó las manos y una gran esfera brillante apareció sobre él.

-¡Alejate de aquí Sora! -ordenó Nerik- ¡Que todos se vayan de este lugar!

-Pero...

Al ver los brillantes ojos de Nerik, cargado de un poder desconocido, pero atemorizante para ella, le obedeció sin decir ni otra palabra. Akira llegó en ese momento y se la llevó de vuelta al cielo para darles la orden del Enviado.

LuxFero disparó la gran esfera brillante impulsada por un rayo, así llegaría con más rapidez hasta su objetivo.
El brillo de los ojos de Nerik se intensificó, sus alas se abrieron y el ataque de la criatura ancestral se detuvo unos metros por encima de él.

Eizan y los demás que aun seguían dentro del castillo sólo podían observar una línea brillante que bajaba desde el cielo y que se detenía cerca de donde estaban.

-Nerik está deteniendo el ataque... -dijo Eizan.

En ese momento entró el gran dragón carmesí de Teeka para llevárselos.

-El muchacho dice que debemos marcharnos de inmediato -les dijo mientras bajaba del dragón.

-¡Todos suban! -ordenó Eizan a Kosme y los otros.

-Sensei Nereo se encuentra bajó los escombros -dijo June antes de montar la criatura.

Eizan bajó la mirada, una expresión de sorpresa apareció en el rostro de la muchacha y en la de los otros.

-No hay nada que podamos hacer por él ahora... -comentó Teeka tristemente.

Subieron todos al dragón del padre de Sora y salieron rápidamente del palacio para luego dirigirse a las afueras de la capital junto con los otros guerreros que quedaban vivos, incluidos los que luchaban en las calles de la capital, de los cuales habían quedaban muy pocos.

La potencia del rayo se intensificó, ya no podría seguir deteniéndolo. Se percató de que todos ya se encontraban lo suficientemente lejos. Lanzó un grito de rabia y sus ojos brillaron aun más, en ese momento el rayo de LuxFero atravesó la barrera invisible creada por el Enviado y segundos después el ataque impactó sobre el palacio haciéndolo estallar en mil pedazos. La ciudad y todos los alrededores fueron bañados por una intensa luz blanca.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Capítulo 18: "El Despertar del Verdadero Enviado"

-¡Asnaq! -llamó Kerbasi a uno de los sujetos vestidos se negro- Quédate conmigo, que los otros vayan con Akemi.

Uno de ellos asintió sin decir ni una palabra, apuntó a la Anxelin y los otros que vestían como él fueron hacia donde ella se encontraba.

-No te apartes de mi, Nerik -ordenó Eizan al ver que Kerbasi extendía sus brazos hacia ellos.

Nerik asintió y se apegó más a su padre, ligeramente más alto que él.
De las manos del rey salieron disparados varios rayos resplandecientes acompañados por los de color rojo y negro que lanzaba Asnaq con su espada. Eizan se apresuró a crear un muro de llamas para protegerse, mientras Nerik lanzaba bolas de fuego sin cesar, pero ninguna de estas tenía efecto ya que Kerbasi las bloqueaba con sus propias manos.

Kosme, June, Isei y Dazke esquivaban con dificultad los ataques de sus cuatro oponentes al mismo tiempo que lanzaban bolas de fuego.

-Tengo una idea... -dijo Isei.

Isei extendió su brazo con la palma de su mano abierta y de esta se escaparon varios rayos de color azul que impactaron a sus atacantes de forma directa haciendoles retroceder un poco. June aprovechó esto para apartar a Akemi del grupo lanzándole una bola resplandeciente que estalló cerca de ellos. Isei siguió lanzando rayos de luz azules acompañado de las bolas de fuego de Kosme y Dazke. Por otro lado June se encargaba de Akemi golpeandola.

-Parece que no sabes defenderte muy bien -dijo June mientras le daba un puñetazo cerca del vientre.

Akemi cayó arrodillada por el dolor y June le dio una patada en el rostro dejándola fuera de combate por unos momentos.

De repente un potente rayo de luz, que se escapó de las manos de Nerik, impactó directamente en el pecho de Asnaq empujándolo hasta el muro y logrando que perdiera la espada que utilizaba para atacar. Kerbasi se enfadó aun más y sus ataques se volvieron cada vez más potentes.

-Nerik -dijo Eizan-, quedate aquí, no te muevas y cuidate de los ataques.

Nerik asintió un poco preocupado, pero debía hacerle caso a su padre. Eizan corrió hasta Kerbasi e intentó herirle con la espada, pero el rey era demasiado ágil como para bloquear todos los golpes.

-¡No estás a mi nivel! -exclamó Kerbasi al mismo tiempo que lanzaba un fuerte rayo de color negro.

Eizan colocó su espada por delante y el ataque impactó en esta, pero no resistiría mucho tiempo. El rayo comenzó a empujarlo hacia atrás, si continuaba así lo mataría.

-No... me derrotarás... -murmuró Eizan.

Empuñó la espada con fuerza y avanzó. El rayo negro salió disparado en todas partes haciendo hoyos en los muros de la sala del trono. Eizan aprovechó esto, abrió la boca todo lo que pudo y de esta se escapó una gran llamarada que dirigió a Kerbasi.
El rey enfadado por tal osadía volvió a lanzar otro rayo, pero esta vez uno de color rojo envuelto por pequeños rayos negros, al parecer mucho más potenten que el otro.
El ataque de LuxFero, en el cuerpo de Kerbasi, y la llamarada de Eizan se estrellaron en medio del salón provocando una enorme explosión que envió a todos a volar y destruyó gran parte de la sala, casi quedando al aire libre.

Kerbasi fue el único que quedó en pie, protegido por una esfera de luz. De a poco comenzaron a levantarse entre los escombros los otros que fueron afectado por el ataque.

-¿Están todos bien? -preguntó Eizan que sostenía a un incosciente Isao.

-Pa... padre... -dijo Isei colocándose de pie a duras penas.

-¿Dónde están Nerik y los otros? -preguntó June mientras se quitaba algunas piedras pequeñas de encima.

Cerca de ella se levantó Dazke arrastrando a Nerik que se encontraba malherido, seguido por Kosme. En ese momento Akemi, reuniendo lo poco que le quedaba de fuerza, lanzó un resplandeciente rayo blanco hacia June. Dazke soltó a Nerik y se lanzó para intentar bloquear el ataque, pero este le atravesó el pecho.
Las miradas atónitas de todos se posaron sobre el muchacho que parecía caer lentamente sobre los escombros.
Kosme se levantó lo más rápido que pudo para acercarse a Dazke, pero era demasiado tarde, este ya no respondía, su cuerpo no daba señales de vida y su mirada parecía perdida. Había sido tan rápido, sólo con el impacto había muerto instantaneamente, todo para salvar a June, su amiga de la infancia.

-¡Maldita! -gritó Kosme con toda su fuerza.

Kosme comenzó a lanzar varios rayos, parecidos a los de Isei, a Akemi, pero Kerbasi la protegía bloqueando todos los ataques. Después de unos momentos el muchacho cayó exhausto.
June se arrastró hasta el cuerpo de Dazke y comenzó a llorar amargamente.

-Será mejor que pronto lo entierres -aconsejó Kerbasi con tono de burla-. Su apestoso olor me hace vomitar.

El rey y Akemi comenzaron a reir sin parar. Nerik no podía ver bien, pero sabía lo que sucedía. El dolor invadió todo su cuerpo, lo mismo que le sucedió cuando Sigfried había muerto hacía varios años atrás. Las lágrimas se acumularon en sus ojos, pero ninguna caía por su mejilla. Apretó los dientes con fuerza y empuñó las mano, ya no tenía fuerzas para pelear, jamás podría vengar la muerte de su amigo. Entonces todos los bueno recuerdos bombardearon su mente provocándole aun más dolor, además del eco de los persistente dichos de Dakze de no ir a la batalla; al final él había ocacionado la muerte de uno de sus mejores amigos.

De pronto la risa de los dos malvados terminó de golpe, algo sucedía. La atmósfera del lugar se tornó pesada, parecía que no podían mantenerse en pie, necesitaban recostarse para sentirse bien, el cuerpo lo pedía, a todos los presentes.

En ese instante de entre los escombros una figura con un par de alas se levantó rodeada de un resplandor negro y rojo.

-¿Qué sucede...? -murmuró Kerbasi atónito por lo que veía.

Todos se giraron a ver al nuevo individuo que aparecía. Comenzó a caminar hacia donde se encontraba el rey, los escombros se levantaban con cada paso que daba.

-Nerik... -dijo Eizan.

Kosme y los otros se giraron hacia Eizan por un momento al escuchar el nombre de su hijo y luego volvieron a mirar al sujeto que se acercaba.

Sus ojos brillaban de un color azul intensamente, un par de alas tan negras como la noche salían de su espalda y estaba rodeado de un resplandor negro y rojo. Nerik se colocó entre sus amigos y Kerbasi, ya no permitiría que nada les sucediera.

-Es el Enviado... -dijo Isei.

-No puede ser -negó June-. Pensé que el Enviado era Kosme. Todo apuntaba a que él lo era.

-Entonces el engaño resultó mejor de lo que Ningen esperó -agregó Eizan.

-El hijo de Kayla y Tensai... -murmuró Akemi.

Akemi retrocedió unos pasos, pero Kerbasi se mantuvo quieto, atónito frente a su principal enemigo en el mundo. De pronto Nerik desapareció unos segundos.

-¿Dónde está? -preguntó Akemi asustada, pues sabía que ella sería la primera en caer.

Apareció en un abrir y cerrar de ojos detrás de la Anxelin. La tomó por el cuello, aun cuando era un poco más bajo que ella, como si nada y la arrojó contra lo que quedaba del muro del salón. Kerbasi se giró e intentó golpearle, pero el puño del rey se detuvo frente al rostro de Nerik, no podía tocarle.
Al percatarse que Akemi intentaba de escapar, luego de estrellarse contra la pared, Nerik extendió su brazo izquierdo y de este disparó un rayo de color negro y azul que impactó directamente en Akemi dejándola inconsciente.

-Luego la mataré... -dijo Nerik con un tono grave y extraño que no era el suyo, parecía como si otro dijera las palabras a través de él.

Kerbasi retrocedió, el puño le ardió como si hubiese golpeado algo muy duro. Eizan ordenó a los otros que retrocedieran y se ocultaran entre los escombros.

El Enviado por fin había despertado, ahora de él dependía que LuxFero desapareciera para siempre. La batalla esperada por muchos estaba a punto de comenzar.

martes, 18 de septiembre de 2007

Capítulo 17: "El Fuego de Nerik"

-¡Levántate! -exclamó Nerik.

-¿Qué... sucede? -preguntó Sora entre sueños.

La chica vio como Nerik movía a Dazke con desesperación, mientras que este último no hacía caso a lo que le decían.

-¡June está en problemas!

Dazke se destapó el rostro y frunció el entrecejo.

-¿Por qué dices eso? -le preguntó a Nerik.

-Por una extraña razón... puedo sentirlo -respondió-. Pero no es sólo June, sino que Kosme también. Algo está a punto de pasar, estoy seguro de eso, algo muy malo.

Dazke se restregó los ojos y se levantó de la cama. Sora hizo lo mismo, la muchacha June de la que hablaban había ido a la capital en el mismo grupo que su padre, eso podía significar que él también estaba en peligro.

-Contémosle esto a la Sensei Garaadria -propuso Dazke.

-¡¿Estás loco?! Si ella lo sabe jamás podremos salir de aquí. Somos un equipo, June y Kosme son parte de él; tenemos la obligación de ir a rescatarles.

-Yo también voy... -dijo Sora de pronto.

Dazke se le quedó mirando con desconcierto, y justo cuando intentó oponerse Nerik asintió.

-Perfecto, el rescate será todo un éxito. Aprovechando que es muy temprano nos escabulliremos por la puerta principal.

-No creo que podamos, Nerik -refutó Dazke-. Ahora que Sensei Nereo no está aquí la seguridad se ha redoblado.

Si era así no podrían salir nunca de los terrenos del templo, ni siquiera del bosque. Pero era necesario que viajaran hasta la capital. A Nerik el corazón le latía con más fuerza por alguna extraña razón y le parecía escuchar la voz de June pidiendo auxilio dentro de su cabeza. Entonces un fugaz recuerdo pasó por su mente.

-¡Lo Tengo! -dijo con alegría- Akira, tu dragón es la respuesta.

-Tienes razón, nos podrá llevar fácilmente a la capital -agregó Sora.

-Pero el dragón es...

-No seas aguafiestas Dazke. Ahora prepárense, nos iremos de inmediato -dijo Nerik mientras se colocaba una capa con capucha de color negro.

-Yo iré a ver a mi dragón, nos vemos abajo en unos momentos -dijo Sora para luego salir de la habitación.

-¿De verdad crees que esto funcionará? -preguntó Dazke.

-Si nos esforzamos, claro que resultará -respondió Nerik sonriente.

-Lo digo porque...

-Entiendo amigo, ni siquiera se crear fuego y les pido que me acompañen a una posible muerte -Dazke abrió los ojos un poco asustado-, pero tú si puedes y con eso es suficiente. Además, soy muy bueno en el combate con sables.

Dazke sonrió y asintió, pero no muy convencido, estaba seguro de que por lo menos una de las cosas que harían ese día saldría mal. Después de unos momentos bajaron sin hacer ningún ruido, para no despertar a los otros que dormían. Salieron y se encontraron Con Sora y Akira acompañados por Isei.

-Espero que no nos delates, Isei -le dijo Nerik.

Sora montó el dragón seguida de Dazke que con un poco dificultad y nerviosismo lo logró. Nerik estaba a punto de subir cuando Isei le dijo:

-Yo también deseo ir con ustedes...

Nerik le golpeó con una fría mirada y respondió:

-Tú no eres de nuestro equipo, no tienes que ir.

-No seré de tu equipo, pero... ¡June es una persona muy querida para mí!

Nerik le observó por unos momentos, luego se subió, como si el chico no hubiese dicho nada. Pero al momento de que la criatura se elevase extendió el brazo hasta Isei.

-Tal vez a June le agrade verte... además necesitaremos toda la ayuda posible, de eso estoy seguro.

Isei sonrió, y sujetó fuerte la mano de Nerik para subirse. En ese instante Sensei Garaadria les cerró el paso.

-¡Ustedes no van a ningún lado!

-¡Sensei! -dijeron todos al mismo tiempo.

-Debemos rescatar a June, ella está en grave peligro -explicó Nerik.

Garaadria meneó la cabeza y respondió:

-Ella está segura, Sensei Nereo la protegerá de cualquier eventualidad.

Hubo una pausa, todos la observaron detenidamente. Aquella mujer jamás les permitiría partir.

-¡No cuando el Sensei está sepultado bajo una pila de escombros!

La expresión de seguridad en el rostro de Garaadria cambió por una de sorpresa al escuchar al chico.

-¡Ahora Isei! -exclamó Nerik.

Isei agitó el brazo hacia arriba y gruesas raíces de los grandes árboles cercanos se levantaron y rodearon a Garaadria sujetándola al suelo con fuerza.

El dragón se elevó cargando a los cuatro sin mostrar cansancio alguno. Sora le ordenó romper las copas de los árboles que les bloqueaban el camino hacia el cielo y la criatura disparó una bola de fuego de su boca con la cual logró quitar los obstáculos. Garaadria les llamaba, pero no hicieron caso. El dragón se elevó cada vez más batiendo sus alas con fuerza y desapareció de la vista de la mujer.

-Maldición atacamos a un Sensei -lamentó Dazke-. Cuando volvamos estaremos en serio problemas.

-¿Puede volar más aprisa? -preguntó Nerik.

Sora asintió sonriente y acercándose a los oídos de la criatura le dijo algo que ninguno de ellos escuchó debido a la fuerte brisa que les golpeaba el rostro. En ese momento el dragón aumentó la velocidad y se sujetaron fuertemente a este para evitar caer.


Eizan logró desviar las dos esferas resplandecientes de Kerbasi, pero aquello sólo había sido una distracción. El rey de un salto acabó a unos metros por detrás de Eizan y aprovechando que este se preocupaba de bloquear el ataque le propinó una patada en la espalda lanzándolo al suelo. Una vez echo eso lo tomó del pie como si se tratara de un simple muñeco y lo lanzó hacia el muro del salón en el que se estrelló agrietándolo.

Eizan se levantó, no muy adolorido. Dos bolas de fuego se le acercaban con rapidez; levantó el brazo izquierdo y un manto carmesí se tragó el ataque del rey. Nuevamente había sido una distracción y no alcanzó ni siquiera a protegerse cuando Kerbasi le tomó por el cuello y comenzó a estrangularle.

-Hasta aquí llegas Eizan -dijo Kerbasi sonriendo.

En la mano que tenía libre apareció una pequeña esfera resplandeciente, pequeños rayos de color azul la rodeaban.

-Después acabaré con el Enviado...

Eizan apretó los dientes, empuñó las manos e intentó zafarse, pero lo único que logró fue que Kerbasi le sujetara por el cuello con más fuerza que antes. En ese momento el rey soltó un grito de dolor, al mismo tiempo soltó a Eizan y este aprovechó para golpearle en el rostro con lo que lo mandó a volar a unos metros de él. Miró buscando a quien le había salvado la vida y vio a Kosme de pie muy cerca de Kerbasi con el brazo extendido hacia él.

-¿Kosme? -preguntó Eizan.

El muchacho sorprendido porque el extraño conociese su nombre asintió y bajó el brazo sonriendo. Eizan le devolvió la sonrisa y le dijo:

-Ven aquí, la criatura pronto se pondrá de pie, aquel ataque no pudo hacerle mucho daño.

Kosme corrió hacia Eizan, este de alguna forma le recordaba a su padre, tal vez la manera de actuar, no lo sabía con certeza, pero se sentía bien.

Akemi observaba desde los escombros y cuando vio que Kosme se unía a la batalla se dirigió al encuentro con su señor para apoyarle, pero de pronto quedó inmovilizada. Supuso que era la otra Anxelin que combatía del lado contrario. Cuando se apresuró a girar no pudo.

-No me subestimes... vieja bruja -dijo June.

La ira de Akemi creció al escuchar el insulto de la muchacha, no podía aguantar que le dijera algo así.

-¡Maldita mocosa! -exclamó Akemi.

-¡Vaya! Eres bastante superficial.

June agitó el brazo y Akemi voló por el aire dando vueltas hasta estrellarse con el muro, después lanzó tres esferas resplandecientes que salieron disparadas de sus manos y estallaron cerca de donde Akemi había caído, volviendo a lanzarla por el aire.

Kerbasi se levantó de un salto y lanzó una llamarada a sus, ahora, dos enemigos. Kosme se colocó por delante de Eizan juntó los brazos de golpe y el ataque se esfumó. Eizan le sonrió, levantó su espada y le dijo:

-Ve en ayuda de tu amiga, tal vez te necesite. Desde ahora yo me ocupo de esta bestia.

Kosme asintió no muy convencido y se alejó de él para encontrarse con June y juntos enfrentarse a Akemi.

-Ya es medio día -dijo Nerik-. La batalla debió haber empezado hace mucho.

-A esta velocidad llegaremos en unos minutos -agregó Isei.

-No lo creo Isei -refutó Dazke-. La fuerza del Sensei Nereo viajó toda la noche para...

-Es porque ellos no viajaban a esta velocidad, Dazke -aclaró Sora.

-¡Ahí está! puedo ver algo en el cielo y el palacio también se ve desde aquí -avisó Nerik a los otros que intentaban mirar hacia adelante.

-Prepárense -advirtió Sora-. Entraremos a la batalla en unos segundos. Sujétense fuerte, Akira intentará esquivar todo para llevarnos directamente al castillo.

Momentos después se vieron esquivando grandes bolas de fuego escupidas por dragones negros, los que se caracterizaban por tener espinas desde el cráneo hasta el final de la cola.

-¡Nos van a matar! -exclamó Dazke cerrando los ojos.

-¡Nos siguen! -chilló Sora.

Akira se movió con rapidez para evitar las bolas de fuego que pasaban cerca de ellos. De pronto Isei se giró y atacó a los dragones de la misma manera.

-¡Excelente! -celebró Nerik- Intenta derribarlos.

Pero era demasiado difícil impactarles ya que se encontraban en continuo movimiento. Justo en ese momento un gran dragón carmín golpeó desde arriba a sus perseguidores dejándolos fuera de combate. Después la criatura se acercó a ellos. Teeka lo montaba.

-¡Padre! -gritó Sora con felicidad.

-¡Salgan de la ciudad! -ordenó el líder de la tribu Xing- ¡Están en constante peligro aquí!

-¡No podemos! -respondió Nerik- ¡June y los otros están en problemas!

Teeka observó a Nerik por unos momentos fijamente, tal y como lo habían echo los dragones frente al templo un día antes. Al parecer le creía.

-¿Dónde? -preguntó el padre de Sora.

-¡En el palacio! -contestó Nerik sonriendo.

Los dos dragones se dirigieron al castillo pasando en medio de la batalla, esquivando a los dragones negros, los ataques de estos y las flechas que eran lanzadas por quienes los montaban.
Al cabo de unos momentos se encontraron sobrevolando el palacio.

-Hay un agujero enorme en el techo... -murmuró Teeka.

-¡Aquí es, debemos bajar lo más rápido que podamos! -gritó Nerik.

Akira descendió con gran velocidad y se posó con firmeza sobre lo que quedaba de techo. Nerik, Isei, Sora y Dazke desmontaron y se asomaron por el agujero. Desde ahí vieron a dos hombres luchando, uno tenía una espada y el otro esquivaba con agilidad sus golpes. A pocos metros de ellos estaban Kosme y June intentando protegerse de las continuas esferas resplandecientes que les lanzaba una hermosa mujer.

-¡June! -gritó Kosme.

Uno de los ataques de Akemi le golpeó en el brazo derecho. Kosme lanzó algunas bolas de fuego, pero no tenían efecto alguno. La mujer sonrió y sus ojos brillaron. Kosme salió disparado hasta el muro donde se quedo suspendido en el aire, mientras veía como su atacante se acercaba a June para asestarle el golpe final.

-¡Deténgase señora!

La voz resonó en todo el lugar, tal como la de Eizan antes. Todos los que luchaban miraron hacia el agujero en el techo para ver cuatro siluetas.

-¿Nerik? -preguntó Kosme.

-Exacto -respondió Nerik.

Una de las siluetas desapareció, seguida por las demás.

-¿Qué diablos? -farfulló Kerbasi mirando atentamente.

-Iré con mi padre a luchar con los dragones -dijo Sora mientras montaba a su dragón verde. Buena suerte amigos.

Los tres asintieron. Akira agitó sus alas y se elevó en compañía del enorme dragón carmesí de Teeka. Momentos después aparecieron cuatro sujetos vestidos de negro que bajaron de sus respectivos dragones. Desenfundaron cada uno una espada, las que continuamente se veían envueltas en pequeños rayos negros y rojos.

-Es mejor saltar -aconsejó Dazke.

-Te doy toda la razón amigo.

Los tres le dieron la espalda a los nuevos enemigos y saltaron al salón del trono en donde se encontraban June y Kosme. Seguidos de cerca por los extraño vestidos de negro aterrizaron entre los combatientes.

-¡Nerik! -llamó Eizan.

Kerbasi le observó, sonrió maliciosamente y en seguida lanzó un rayo resplandeciente que se dirigió directamente a Nerik. Pero Eizan rápidamente lo protegió con su espada, desviando el ataque. Nerik cayó sentado al piso asustado.

-Pa... papá -tartamudeó al verle.

-Así que este es tu hijo Eizan -dijo Kerbasi-. Pues parece un maldito cobarde.

-¡Oye! -exclamó Nerik poniéndose de pie rápidamente.

Kerbasi soltó una carcajada burlona y caminó lentamente hacia atrás, alejándose de ellos.

-Acábenlos... -ordenó a los cuatro que habían bajado junto a Nerik, Isei y Dazke.

De pronto comenzaron a lanzar los rayos que rodeaban sus espadas.

-¡Cúbranse! -exclamó Eizan mientras bloqueaba uno de los ataques.

Isei y Dazke se alejaron hasta donde se encontraban Kosme y June, pero Nerik se quedó al lado de Eizan. Akemi se acercó a Kerbasi y se protegió tras este.
Dos de los individuos vestidos de negros se enfocaron en los jóvenes, mientras que los otros que quedaban siguieron atacando a Eizan y a Nerik.

-No deberías... haber venido, Nerik.

-¡Tenía que salvar a mis amigos! -respondió el muchacho al mismo tiempo que un rayo de color negro y rojo pasaba sobre su cabeza.

Isei alzó las manos y dos rocas se colocaron frente a ellos para recibir los potentes ataques, mientras Kosme, June y Dazke intentaban darles con bolas de fuego que perdían precisión cuando se acercaban a sus enemigos.

-A ver si pueden con esto... -murmuró June.

Aparecieron dos esferas brillantes en sus manos, las que lanzó inmediatamente y estallaron frente a los individuos, pero estos ni siquiera se inmutaron ya que continuaron lanzando rayos a diestra y siniestra con sus espadas.

-Ataca, Isei -ordenó June-. Ahora es mi turno de defenderlos.

Isei comenzó a lanzar bolas de fuego acompañadas por algunos escombros, por otra lado June bloqueaba los rayos con sus manos, como si estas estuviesen echas de un material muy resistente. De pronto tuvo una idea y utilizando ambas manos golpeó con fuerza uno de los rayos regresándolo y golpeando a quien lo había enviado.

-¡Eso! -celebró Dazke mientras lanzaba una bola de fuego al ver que uno sus atacantes caía presa de su propio ataque.

La espada de Eizan voló por los aires cuando uno de los rayos le golpeó en el brazo. Los ataques continuaron sin cesar y rápidamente arrastró a Nerik hasta unos escombros cercanos para protegerse.

-Nerik...

-No puedo ayudar en nada papá. No puedo crear fuego, todo estos años en el templo con el Sensei Nereo no han servido de nada.

Eizan sonrió y meneo la cabeza, colocó las manos sobre los hombros de su hijo y le dijo:

-Lo único que me importa ahora es que te pongas a salvo junto a tus amigos. Este ser al que nos enfrentamos no es un simple humano.

Nerik dudó por unos segundos, pero luego asintió aunque no muy convencido. En ese instante los dos individuos de negro aparecieron junto a ellos con las espadas en alto.

-¡Nerik vete! -exclamó Eizan.

Pero el muchacho antes de hacerle caso levantó el brazo, no por su voluntad, sino como si el subconsciente se lo ordenara, y una gran bola de fuego se escapó de este mandando a volar a sus atacantes lejos de ellos.

Sus amigos le observaron estupefactos al mismo tiempo que derrotaban al otro sujeto vestido de negro que quedaba.

-Ha lanzado... fuego -dijo Dazke con asombrado.

-Al fin... -murmuró Isei sonriendo.

Kerbasi se unió a ellos con la expresión de asombro. Si era capas de hacer entonces podría incluso derrotarle. Nadie podía derrotar a sus cuatro Santos sólo con fuego.

-Así se hace... hijo -dijo Eizan con orgullo.

-Debo acabar con todo esto ahora mismo... -farfulló Kerbasi acercándose a ellos-. Ahora es el tiempo Eizan, me enfrentaré a tí y al Enviado. Los mataré sin problemas.

Ni siquiera él muy convencido de las palabras que salían de su boca se dispuso a luchar. Akemi volvió hacia los otros tres, pues era su deber mantenerlos alejados mientras su señor terminaba con los principales enemigos.

-Esta vez te ayudare a luchar -dijo Nerik-. Puedo sentir todo el poder en mí.

Los ojos del muchacho resplandecieron unos segundos. Eizan asintió y se preparó para el gran duelo; si todo salía bien el reinado de LuxFero llegaría a su fin. Entonces recordó a Kayla, recordó el momento en que habían luchado por primera vez uno al lado del otro, tal y como sucedía en ese momento con Nerik, su hijo.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Capítulo 16: "El Regreso"

Un grupo de diez, guiados por Isao y Nereo, corría rápidamente por el hermoso patio adornado de flores de todos los colores, árboles y monumentos a los reyes más importantes de antaño. El lugar estaba extrañamente desprotegido, nadie había intentado atacarlos, aun cuando les quedaba tan poco para llegar a la puerta del enorme edificio.

-No se separen -ordenó Nereo.

Todos asintieron y continuaron a su lado hasta que llegaron a la entrada del palacio. Nereo extendió el brazo y una esfera resplandeciente, de color rojo se escapó de su mano e hizo estallar la puerta en mil pedazos. Uno de los Kaji entró y miró a todos lados; el lugar estaba completamente vació.

-No hay nadie aquí...

-Kosme, June -llamó Nereo-. Adelante.

Los dos entraron rápidamente seguido de los demas. El salón era bastante espacioso, este llevaba a otros pasillos alfombrados bordeados por puertas que llegaban a distintas estancias del lugar. Al final de aquel pasillo se encontraba el objetivo principal.

-De prisa, pasando por el pasillo llegaremos a nuestro destino -dijo Nereo volviendo a correr seguido por los demas.

Los ruidos de espadas chocando entre si, rugidos de dragones y estruendos seguidos por pequeños temblores les hacían recordar que afuera la batalla continuaba.

-¡Ahí está! -exclamó Isao cuando estuvieron cerca de la entrada a la sala del trono-. Yo me encargaré de derribarla.

Los demas pararon en seco; el guerrero Kijutsu dio un salto y de una patada derribó la puerta. Quienes estaban dentro observaron sin darle mucha importancia.

-Por fin han llegado... -dijo un hombre, de la edad de Nereo que estaba sentado en el trono.

Nereo y los Kaji entraron junto con Isao. Kerbasi, Akemi y un Serpen los miraban sonrientes.

-Aquí termina tu reinado, criatura -dijo Nereo apuntándole.

Kerbasi soltó una carcajada e hizo una seña a la hermosa mujer parada a su lado. Ella asintió sin dudarlo y de pronto sus ojos brillaron. levantó sus brazos en dirección a los intrusos y varias bolas de fuego salieron disparadas hacia ellos.

-Eso no es problema... -murmuró Nereo.

El líder de la tribu se adelantó al grupo y comenzó a mover sus manos, como si estuviera manipulando algo invisible. El fuego se hizo uno y luego de dar vueltas en medio de ellos se avalanzó contra su propia creadora.
Akemi sonrió y corrió hasta Nereo, ignorando el fuego, que al estar frente a ella se esfumó completamente. Akemi intetó golpearle, pero Nereo esquivó facilmente. Los otros guerreros que le seguían avanzaron rápidamente hacia el Serpen. En ese instante Kerbasi se levantó, sus ojos brillaron y la tierra tembló, de pronto los pies de los que corrían hacia su servidor se quedaron pegados al suelo. Desconcertados intentaron seguir, pero era inútil.

-Ilusos. Nadie puede conmigo... -dijo Kerbasi para luego soltar una risa burlona.

Movió su brazo con dirección a la ventana en el muro de la sala y casi todos los guerreros salieron volando por ella hacia los terrenos del palacio en los cuales ya se enfrentaban ambos bandos.

-Extraño... -murmuró el rey- pensé que todos saldrían de mi vista.

Observándolo firmemente se encontraban Isao, Kosme y June. Ahora podían moverse con libertad. Kerbasi les devolvió una mirada de desprecio y dijo:

-Acabe con ellos general Serpai.

El Serpens siseó y se acercó a ellos con una mirada enfermiza y ansiosa de muerte.

-Yo me encargo del rey -dijo a los dos-, ustedes vayan contra el Serpen.

Kosme y June asintieron. En ese momento el techo de la sala se desplomó acompañado de un enorme dragón de color negro con espinas en su espalda y con grandes colmillos filosos. Akemi golpeó a Nereo haciendolo retroceder, luego alzó sus manos y la criatura quedó innovilizada junto con los escombros, luego fueron hacia el líder de la tribu.
Isao se giró e intentó ayudarlo, pero fué demasiado tarde; Nereo había quedado sepultado por completo.

-¡No es tan bueno como dicen! -se burló Akemi.

De pronto se vio volando en contra de su voluntad por los aires, miró a su alrededor. La muchacha que había llegado con el grupo la miraba detenidamente, sus ojos brillaban, como los de un Anxelin.

-Tú...

No alcanzó a terminar lo que pretendía decir cuando ya se encontraba entre los restos del techo junto a la cola del dragón repleta de espinas que crecían de manera natural en ella.

Los ojos de June dejaron de resplandecer, Isao y Kosme la observaban confundidos; su verdadera naturaleza había sido revelada, no era una persona normal, no era humana.

-Una Anxelin... -farfulló Kerbasi- ¡no puedo creerlo!

El rey sonrió y acarició su cabello, luego volvió a sentarse en el trono como si nada. Isao se acercó a él, era el momento, el debía hacerlo, Nereo estaba fuera de combate; sobre él caía la responsabilidad de acabar con el enemigo, incluso estaba dispuesto a morir por la causa.

Serpai intentó coger a June sin previo aviso, pero Kosme le bloqueó el paso.

-Yo seré tu oponente... -dijo Kosme.

Serpai le atacó con una patada que Kosme facilmente esquivó, el muchacho era rápido y le golpeó en el pecho haciendolo retroceder.

-¡No me subestimes! -exclamó Kosme colocándose en posición de pelea.

-Ni tú a mi... -respondió el Serpen siseando.

Serpai abrió su boca y un chorro de líquido blanco salió de ella hacia Kosme, pero el chico al mismo tiempo lanzó una bola de fuego que impactó el ataque de su enemigo ocasionando que un humo maloliente se esperaciera alrededor de ellos.

-Grave error muchacho... -siseó Serpai.

Kosme quedó paralizado, no podía mover ningún músculo. Desesperadó intentó moverse, pero no podía. Todo empeoró cuando Serpai le golpeó en el estómago con la rodilla mandándolo a volar a unos metros de él.

Akemi salió de entre los escombros de un salto y desde el aire lanzó varias esferas de luz contra June, quien las bloqueaba con sus brazos. Akemi soltó una carcajada y se lanzó sobre June. La chica intentó golpearla, pero su mano empuñada se detuvo frente a su oponente.

-No eres la única -le murmuró Akemi cerca del oído-, pensé que te habías dado cuenta.

Se alejaron y por un momento se observaron fijamente. Los ojos de ambas brillaron al mismo tiempo y una especie de energía invisible chocó entre ellas causando que el piso comenzara a agrietarse.

Pudo moverse de nuevo, pero se quedó quieto hasta que el Serpen estuvo lo suficientemente cerca. Se levantó de un salto y le lanzó una bola de fuego que le impactó directo en uno de sus brazos, aprovechó ese momento para darle con una patada en el rostro. Serpai recivió los golpes de Kosme desconcertado, no entendía por qué el chico había podido moverse. Cayó al suelo herido en un brazo y con el rostro adolorido, un rastro de sandre purpurá bajaba por los pequeños orificios arriba de su boca.

-No te saldrás con la tuya -dijo Isao-. Esta vez no ganarás, LuxFero.

Kerbasi pareció interesarse cuando el guerrero Kijutsu le nombró de esa forma. Sonrió y se colocó de pie.

-Así que ya lo sabes, Isao...

Isao asintió; levantó los brazos con rápidez y lanzó varios rayos de color azul al rey, pero este ni se inmutó, pues los ataques sólo le hicieron retroceder uno o dos pasos.

-Isao... ¿cuándo aprenderás? -preguntó Kerbasi de forma burlona- No soy cualquier oponente, que eso te quede claro.

Sus ojos resplandecieron, Isao voló por los aires, luego golpeó cada muro del salón, como si fuera un muñeco azotado por un niño pequeño que jugaba afanosamente.

-¡Aprende la lección! -exclamó Kerbasi sonriendo.

Parecía desquiciado, disfrutaba tanto ver como su oponente parecía un simple insecto frente a él; le llenaba de dicha, la emoción crecía dentro de su ser, no podía parar.

Golpeó el suelo por última vez, escupió sangre y debilmente logró ponerse de rodillas frente a Kerbasi.

June cayó vencida por el abrumante poder de Akemi, mucho más grande que el suyo como para vencerla, ya estaba totalmente agotada.

Gracias a un descuido de Kosme el general Serpai logró propinarle varios golpes y dejarle fuera de combate por unos momentos; el Serpen le tomó del cuello y comenzó a estrangularle.

-¡Yo soy LuxFero! -exclamó Kerbasi-. Nadie puede contra mí.

-De eso no estés tan seguro, criatura ancestral...

La voz de un hombre resonó en el lugar, los ruidos de la batalla en el exterior se silenciaron por unos momentos y una sombra en el decubierto techo de la sala del trono apareció.

Kerbasi sonrió, Serpai dejó a Kosme y Akemi se acercó a su señor.

-Así que al fin apareces... ya se me hacía extraño que no llegaras.

El recien aparecido bajó agilmente, ahora ya podían ver su rostro. Tenía el cabello negro, de tez morena y ojos de un tono oscuro; vestía ropa muy vieja de color rojo y negra, llevaba una espada en su cinturón.
Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Isao, luego cayó inconsciente.

-Serpai... -dijo Kerbasi.

El Serpen asintió y corrió hasta el individuo; cuando estuvo cerca de él abrió su boca y lanzó el mismo líquido blanco que había utilizado contra Kosme. El sujeto desenfundó su espada, la colocó por delante y esta recivió el ataque, pero no sucedió nada.

-Gracias por limpiar la sangre de los Serpens que aniquilé en el camino hacia este lugar.

Serpai se enfureción, empuñó las manos con fuerza e intetó golpearle, pero de un sólo movimiento el extraño le atravesó el pecho con la espada, entonces el liquido en ella comenzó a corroer la piel de quien lo había lanzado. El cuerpo del Serpen cayó sin vida frente a su asesino.

El rey se enfadó, Akemi se dispuso a atacar al individuo, pero su señor le detuvo, no era necesario, pues resultaría muerta al igual que Serpai, además ella le sería más útil en el futuro, no vaía la pena que muriera en ese instante.

-Yo mismo me encargaré de él... creo que será divertido -dijo Kerbasi.

-Adelante LuxFero... -incitó el extraño.

Kerbasi estaba listo para el ataque y esta vez no sería tan bueno como con Isao, estaba dispuesto a matarle.

-No tengo todas mis habilidades aun; acostumbrarse a este cuerpo ha sido difícil.

-No eres más que un parásito...

Kerbasi sonrió, delante de él apareció un sable de la nada. Sujetó con fuerza el arma y arremetió contra su nuevo oponente.
La espada del extraño y su sable se golpearon salvajemente, unas chispas rojas se dispersaron de entre ellas al momento del contacto. Ninguno de los dos parecía ganarle al otro, poseían la misma fuerza. De pronto, Kerbasi perdió la concentración, su enemigo terminó de pie sobre el sable, como si este fuera tan resistente para mantenerle. El rey sorprendido agitó el arma, el extraño saltó, pero antes de tocar el suelo le dio una patada en el rostro. Kerbasi retrocedió y tocó su cara, esta le ardía demasiado.

-El juego termina aquí, Eizan -dijo con tono de enfado-. Morirás al igual que Kayla.

Kerbasi sonrió, lanzó el sable al suelo, extendió su brazo derecho y lanzó dos esferas brillantes que se dirigieron con una velocidad increible hacia Eizan, quien al mismo tiempo alzó su espada para protegerse.

Nerik despertó sobresaltado muy temprano en la mañana. El sol recíen salía. Había soñado con June y Kosme, pero no lo recordaba muy bien. Sintió ansias de verla, sintió que su vida corría peligro. De un saltó se levantó y despertó a sus amigos.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Capítulo 15: "Comienza la Batalla"

-No te preocupes tanto Nerik -dijo June sonriendo-. Muy pronto nos volveremos a ver.

Nerik desvió la mirada. June quiso darle un abrazo, pero en el último instante se arrepintió, se alejó un poco e hizo una reverencia. Nerik sorprendido hizo lo mismo. Después de eso la muchacha caminó hasta el grupo reunido frente al templo con forma de triángulo.

El sol se escondía por el Oeste, el cielo estaba de un color rojizo, un color nostálgico. La brisa se hizo más fuerte por unos momentos y entonces todo parecía avanzar lentamente.

Nerik sintió que algo le oprimía el pecho, no sabía lo que era, pero era evidente que un sentimiento bastante fuerte se manifestaba dentro de él y con mucha fuerza deseaba salir. Pero él jamás le permitiría tal cosa.

Los dragones rugieron, todos al mismo tiempo. Los miembros de la tribu Xing subieron a sus espaldas, cada uno acompañado de un Kaji. Los otros montaron los Tora que los llevarían a través de los interminables campos hasta la capital del reino, a la que llegarían al amanecer.
Partieron todos montados en los dragones que surcaron los cielos para luego desaparecer de la vista de todos y después aquellos que montaban los Tora salieron por la puerta principal de los terrenos del templo triangular.

Sora contempló por mucho rato el cielo ya casi estrellado junto a su dragón Akira. Nerik y Dazke hacían lo mismo pero con dirección al camino rodeado de árboles que provenía de la entrada y que llegaba hasta las puertas del edificio en forma de triángulo.

-Nadie nos separará nunca... -dijo la mujer de cabello negro, tez blanca y vestida con una larga túnica plateada.

-Somos una familia... la muerte no será un impedimento -agregó un hombre que la acompañaba, de cabello y piel color blanco, vestía una armadura plateada.

Los dos individuos miraban afanosamente el cielo estrellado de una blanca tierra.

Nerik abrió los ojos de golpe. Aun no amanecía, ni siquiera se acercaba la hora en que lo haría. Era la cuarta vez que soñaba con lo mismo, con aquellos dos sujetos, y aunque siempre despertaba algo sobresaltado aquel sueño le traía nostalgia hacia un lugar y hacia unas personas que desconocía por completo. Se sentó en la cama y pensó en June, en Kosme y en Sigfried, su viejo amigo. Tal vez los dos primeros compartirían el mismo destino que el último. Él no lo permitiría. Comenzó a sentir tristeza, el pecho le dolió, sintió rabia, odio, ira. Se levantó y salió de la habitación. Sora dormía profundamente en la cama que Kosme ocupaba generalmente y Dazke no parecía tan complacido, de vez en cuando dejaba escapar algún gruñido, tal vez tenía una pesadilla.

Caminó por el pasillo y bajó las escaleras, pretendía salir de la casa cuando de pronto la puerta de la entrada se abrió muy despacio. Dejó de caminar y esperó a ver quien aparecía. Una mujer más baja que él, de cabello largo y blanco entró sosteniendo una antorcha.

-Vieja... -murmuró Nerik.

La mujer se acercó a él y le observó con desafío.

-¿Qué crees que haces? -preguntó Aixa.

-Pretendía salir de este lugar -respondió Nerik-. No puedo dormir.

-¿Pesadillas?

-No, no son pesadillas. Ya te lo dije, no puedo dormir solamente.

-Has tenido sueños extraños en el último tiempo -dijo Aixa.

-Eso no te...

-Ten cuidado Nerik -advirtió la vieja-. Esta no es la noche apropiada para salir a caminar por ahí entre la oscuridad y los árboles.

-Si lo dices porque no soy un domador de fuego...

-Te equivocas jovencito... el mal planea en las sombras y si merodeas entre ellas serás parte de estos.

-No te entiendo Aixa... -dijo Nerik desconcertado.

-Deberías perdonar a Isei -recomendó Aixa aun mirándolo con desafío.

-Así que de eso se trataba -farfulló Nerik haciendo una mueca- ¡Ya deja de mirarme así!

Aixa retrocedió, algo en las palabras del muchacho le habían asustado, algo en sus palabras o algo que se manifestó en su apariencia. La mirada de horror se quedó congelada en su rostro por varios segundos. Apartó la antorcha y se dirigió hasta la entrada.

-No fue mi intención ofenderte, es sólo que yo...

Aixa salió sin hacerle caso alguno a los dicho por el muchacho.

-Creo que no debí hablarle así... parecía algo triste.

Olvidó los deseos del paseo nocturno que le habían impulsado hasta ese lugar y volvió a su cuarto, comenzaba a tener sueño.

-El primer ataque de los dragones será la señal -dijo Nereo en voz baja a todos los Kaji que le seguían montados en los Tora, entre ellos Kosme y June.

Después de haber viajado toda la noche por fin habían llegado a la capital, una gran ciudad y apacible ciudad, ahora bajo la opresión del nuevo gobernante.
La primera bola de fuego les alertó, ya era el tiempo de poner fin al corto reinado de la criatura ancestral. Los Tora partieron a toda velocidad, pasando a través de los árboles hasta llegar a las primeras calles de la gran ciudad en donde esperaban cientos de guerreros enemigos, sobre todo Serpens. En el cielo la batalla ya había comenzado, los dragones negros que cuidaban de la capital se enfrentaban a los de la tribu Xing. Las bolas de fuego y las llamaradas abundaban entre las nubes y de vez en cuando alguna criatura caía entre las hermosas casas abatida por alguna herida grave.
Nereo guió a los Kaji directamente hasta el palacio, algunos se quedaban atrás luchando, mientras que otros, los más habilidosos, se adelantaban para asegurar la ruta hasta el lugar donde se hallaba Kerbasi.

Kosme y June cabalgaron rápidamente, evadiendo la batalla que se libraba y guardando sus fuerzas para el momento en que se enfrentaran al enemigo principal. Con Nereo a la cabeza del equipo se abrieron paso sin dificultad hasta que después de un largo rato llegaron frente al enorme y esplendoroso palacio de la ciudad en el que habitaba el rey. Dejaron ir a los animales y continuaron a pie.

-Mi señor, algunos guerreros han llegado hasta aquí en poco tiempo -dijo una mujer de cabello blanco y hasta los hombros, vestida con ropajes hechos de piel de dragón blanco; su tez compartía el mismo color con la nieve.

-No te preocupes mi querida Akemi -contestó Kerbasi, quien miraba atentamente por una de las ventanas el espectáculo-, ese es mi plan, que lleguen hasta este lugar.

Akemi hizo una reverencia y Kerbasi sonrió. Sus enemigos habían caído en la trampa, no quedaría ninguno de ellos con vida y si tenía suerte también acabaría con el Enviado muy pronto.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Capítulo 14: "Despedida"

Tres guerreros Kaji entraron en los dormitorios muy temprano por la mañana despertando a todo el mundo. Una reunión de emergencia se celebraría en el templo, tal y como Nereo había dicho a Kosme y sus amigos.

-No creí que fuese tan temprano... -dijo Nerik volviendo a cerrar los ojos.

Kosme y Dazke le observaron mientras se cambiaban de ropa. Guardaron silencio todo el momento hasta que salieron y le dejaron solo. Nerik se sentó sobre su cama, pensativo. El sueño no era lo único que le acechaba en ese momento.

Isei se levantó sin problemas. Había dormido muy poco durante la noche, todo lo que se avecinaba le tenía demasiado preocupado, unido a esto se encontraba la situación complicada con Nerik.
Salió de la habitación al mismo tiempo que lo hacía Nerik. Observó con atención la mirada de sorpresa de su viejo amigo, la que cambió luego de unos segundos por una de desprecio.
No pudieron evitar caminar juntos por el vació pasillo hasta la escalera y después hasta la salida del edificio.

-¿Has mejorado con el fuego? -preguntó de pronto Isei como si entre ellos no hubiese problema alguno.

-Creo que no es de tu incumbencia... Isei -respondió Nerik con desagrado.

-Tal vez Sensei Nereo tiene razón -dijo Isei.

Nerik paró en seco y le observó con desconcierto.

-¿Razón?

-Me refiero a dejar atrás las diferencias -contestó Isei sonriendo.

Nerik ni siquiera se contuvo, agarró a Isei por el cuello con las dos manos, incluso llegó a levantarlo un poco. Apretó con fuerza por unos momentos.

-¡Jamás! Olvidar todo sería un insulto a la memoria de Sigfried. Sabes que llegado el momento te mataré y me reiré de la misma forma en que tu lo hiciste.

Sintió como la ira recorría su cuerpo, como llenaba su corazón, como nublaba su mente, pero de alguna manera se sentía muy bien.

Isei sujetó los brazos de Nerik e intentó alejarlos, pero su fuerza era descomunal. No podría soltarse, sólo esperaba con impaciencia que el muchacho le soltara. Ya casi no podía respirar.

Nerik lo lanzó al piso, lo miró con odio, con deseos de matarle, pero no podía, algo le detenía. Prefirió reunirse con Kosme y Dazke que ya se encontraban en el templo, tal vez junto a June.

-Maldición... -farfulló Isei.

Se levantó adolorido y tocó su cuello, le ardía como si le hubiesen quemado levemente. Observó con sorpresa su mano, como si pudiera ver el cuello reflejado en ella y salió a toda prisa del edificio con dirección al templo.

El terreno estaba ocupado por varios dragones de casi tres metros de altura y de largo, todos de color carmín a excepción de uno un poco más pequeños que los otros de un tono verde muy claro.
Nerik los observó con atención, era primera vez que veía uno fuera de un libro. Caminó entre ellos como si los conociera, en ese instante las criaturas aladas se giraron a verlo fijamente.

-Has llamado la atención de los dragones -le dijo un hombre alto de cabello y barba larga color negro. Vestía una túnica del mismo color de los dragones con algunos símbolos parecidos a estrellas que el muchacho no podía comprender-. Mi nombre es Teeka y soy el líder de la tribu Xing.

-Mucho gusto -respondió Nerik e hizo una reverencia-. Mi nombre es Nerik y soy miembro de la tribu Kaji.

-Nerik... creo que he oído hablar de ti muchacho -agregó Teeka sonriendo.

Nerik le miró confundido, no podía ser que alguien le hubiese hablado de él, siendo que su existencia en la tribu no era para nada relevante.
Momentos después una muchacha llegó al lugar acompañada del único dragón verde. Sus ojos eran de color marrón, su cabello castaño y de tez blanca, con pecas en el rostro y nariz pequeña. Era ligeramente menor que Nerik. Vestía una ligera armadura de combate color azul muy brillante con lineas blancas en todo el contorno.

-Padre, Sensei Nereo ha dicho que debemos dirigirnos al salón principal del templo.

Teeka sonrió y asintió.

-Nerik, esta es mi hija Sora -ambos hicieron una reverencia-. Ven con nosotros al templo. Sora, Akira debe quedarse aquí.

El dragón que acompañaba a la chica era más pequeño que los otros, y en su color también se diferenciaba. Parecía ser aun muy joven y feliz, durante algunos momentos parecía que sonreía.
Sora acarició el hocico de la criatura y se marchó acompañada por su padre Teeka y el joven Nerik.

-Nerik ha estado muy irritado desde que vio a Isei ayer por la noche -comentó Dazke.

-Es normal, desde hace varios años han estado enfadados, más Nerik que Isei, creo -agregó June, a quien habían buscado una vez que estuvieron en el templo.

-¿Conoces la razón? -preguntó Kosme.

June asintió y luego hubo una pausa.

-Durante un verano en el que Dazke no estuvo aquí llegaron Isei y su padre. Teníamos diez años si mal no recuerdo. Nos conocimos y entablamos una muy buena amistad. Pero las cosas empeoraron cuando Isei comenzó a frecuentar al grupo de Kai-Wén. Un día prepararon una broma para Nerik; lo esperarían en el lago para jugarle una broma. Isei se encargaría de que llegase ahí. Nerik acudió acompañado con Sigfried, un muchacho de once años, eran amigos desde que tenían memoria. Pero una vez ahí apareció un oso del bosque que los atacó. Nerik no sabía crear fuego, por lo tanto no podía hacer nada, pero Sigfried intentó detenerlo resultando gravemente herido. Al cabo de tres días murió. Nerik no asistió a su funeral y no habló por varias semanas. No entiendo cómo resistió, ni siquiera una lágrima vi salir de sus ojos. Un día cuando caminaba por el bosque escuchó a Kai-Wén reunido con sus amigos, incluyendo Isei, hablando sobre Sigfried y de la broma que le jugarían a Nerik. Se supone que el oso le asustaría, pero nada más que eso. Nerik me contó que Kai-Wén no mostraba arrepentimiento, sino que se mofaba del actuar de Sigfried e Isei hacía lo mismo. Desde ese momento el odio hacia ellos creció de manera considerable. Creí que con el tiempo todo pasaría, pero ya veo que no es así. Hay que tener cuidado con él.

-Que historia más triste... -dijo Kosme conmovido.

-Amigos, hablamos de Nerik, no de un loco -aclaró Dazke.

-Vigilen a Isei de cerca... tal vez Nerik intente hacer algo.

Kosme y Dazke le miraron con horror, hablaban de Nerik, el muchacho alegre, el que parecía que nunca mataría ni siquiera a un insecto.

-Ahí viene -murmuró Kosme-. No digan nada acerca de lo hablado.

Nerik llegó acompañado a la amplia sala principal acompañado de Sora, Teeka les había dejado hacía unos momentos atrás para reunirse con Nereo y otros miembros de importancia. La sala contaba con varias ventanas de gran tamaño que permitía la entrada a la luz del sol. En uno de los muros había un pilar de unos tres metros, con unas escaleras de piedra apegadas a el. Nereo subió por estas y una vez en la parte más alta, donde todos le podía ver dijo:

-Miembros de la tribu Kaji, miembros de la tribu Xing; me dirijo a ustedes para comunicarles una grave noticia. Lo que mas temiamos se ha cumplido. La criatura ancestral ha invadido la capital de nuestro reino, trayendo consigo a cientos de subditos dispuestos a eliminar cualquier tipo de oposición -la multitud murmuró, sobre todos los miembros más adultos, por unos momentos-. Junto a la tribu Xing hemos planeado una liberación total de la ciudad y del palacio, así, de una vez por todas, nos libraremos de la amenaza constante. He convocado esta reunión especial para hacer el llamado a los domadores de fuego que deseen unirse a la fuerza de combate. Aquellos que no tengan este título ni podrán asistir y se quedarán aquí al cuidado de Sensei Garaadria. Recuerden que nuestro mundo peligra, todo lo que queremos podría desaparecer en un instante si nos quedamos con los brazos cruzados. Por último, el combate programado para hoy entre los jóvenes Dazke Futoi y Kai-Wén serán suspendidos hasta nuevo aviso. Los interesados deben quedarse, los demás pueden retirarse.

El tono de voz de los presentes se elevó considerablemente entre los presentes cuando Nereo terminó de hablar. Comenzaron a salir de apoco los más jovenes que aun no eran llamados domadores de fuego seguidos por uno que otro adulto miembro activo de la tribu; estos se quedaban exclusivamente para asegurar el templo y los terrenos circundantes de los enemigos, sobre todo ahora que la situación se había vuelto más complicada.

Dazke comenzó a caminar hacia la salida, pero se giró a mirar al lugar donde estaban sus amigos cuando se dio cuenta de que avanzaba sin compañía. Kosme y June permanecían estáticos, como si fueran estatuas.
Nerik se acercó a ellos acompañado de Sora. Sus amigos tenían una mirada extraña.

-Ustedes... pretenden ir ¿no es cierto? -preguntó Nerik deseando con fuerza que la respuesta fuese negativa.

June le sonrió y Kosme asintió. Dazke se acercó rápidamente a ellos.

-No es necesario que vayan -informó Nerik con una sonrisa nerviosa-. Kosme, tú no eres miembro de la tribu y June... recien ayer fuiste nombrada domador de fuego.

En ese momento llegaron al lado del grupo Nereo acompañado de Isao.

-Kosme -llamó Nereo-, debemos hablar contigo.

El muchacho aceptó, se acercó a ellos y luego se alejaron de los otros.

-June...

-Nerik, debo ir, es mi deber, ya soy un miembro activo de esta tribu. Es menester que los acompañe, más aun si es algo tan importante como la liberación de la capital.

-Esa criatura, nadie la conoce, ni siquiera sé de lo que habló el Sensei. Por favor... no vayas.

June negó haciendo un gesto con la cabeza y luego se alejó.

-No podremos hacerle cambiar de opinión... -dijo de repente Dazke.

Nerik se giró y le vio observando con tristeza.

-Dazke, ella es Sora -presentó sonriendo-, miembro de la tribu Xing.

Nerik se alejó de ellos, hacia un rincón de la sala, no podía contener muy bien lo que sentía dentro, un sentimiento tan fuerte que le producía dolor en cada parte de su cuerpo. Los miembros que quedaban obligaban a los más jóvenes a desalojar el lugar.

-Debes salir Nerik -le ordenó uno de los Kaji-. Sabes que no puedes quedarte.

El chico obedeció sin oponer resistencia. Mientras caminaba se volteo para ver a sus amigos, June y Kosme le miraron también y le sonrieron, sin ser capaces de realizar otro gesto. Nerik hizo lo mismo. Se sentió solo en aquel momento, estaban tan lejos de él y tenía miedo de perderlos, no deseaba que sucediera de nuevo. Fuera le esperaba Dazke junto a Sora, quien ya se había despedido de su padre.
Los llevaron hasta los dormitorios, donde Sora se quedó con Nerik y Dazke. No les dejaron ni siquiera quedarse frente al templo. El dragón verde de Sora se quedó fuera del edificio, haciendo guardia frente a la entrada.

-Estarán bien, estoy seguro de eso... -dijo Dazke.

-Pueden ir a despedirlos antes de que se vayan -agregó Sora-. Mi padre me comentó que partirían al atardecer.

Nerik sonrió y asintió, no deseaba que ellos le vieran preocupado, ni que tampoco se enteraran de que se sentía triste. Se acercó a la ventana de la habitación que compartía con Kosme y Dazke. En el reflejo pudo ver sus peores miedos, su dolor, su tristeza y su ira. De alguna forma estaba cambiando; la llegada de Isei, la partida de June y Kosme a una batalla contra alguien desconocido para él habían desencadenado una serie de antiguos recuerdos desagradables.