El fuego subía y bajaba, como si no supiera a cuál de las dos chicas obedecer. June bajaba lentamente por el aire, una técnica demasiado extraña para muchos de los presentes.
Malena aun intentaba hacerse con el control del incandescente fuego, pero le resultaba difícil, nunca penso que su rival pudiese ser tan problematica a la hora de luchar, se había confiado demasiado y tal vez eso le costaría el título de domador de fuego.
-Ganará... -murmuró Nerik mientras observaba con especial atención el encuentro.
June alzó los brazos, mostrando las palmas de sus manos al cielo. El fuego se alzó con fuerza y como un gran manto rojo cubrió todo el lugar.
-Nunca lo imaginé...
Malena estaba atónita, observando paralizada como June desde el aire domaba el fuego a su antojo.
June comenzó a mover sus brazos de forma circular rápidamente y el manto carmesí se dividió en dos para rodear estos como si fuera un remolino.
-¡Es tú oportunidad! -gritó Dazke con entusiasmo.
Malena intentó arrebatarle el control del ataque, pero no funcionó. June bajó sus extremidades y apuntó a su rival mientras el fuego daba vueltas al rededor de ellos como remolinos. De pronto el ataque salió disparado hacia Malena rápidamente. La muchacha se lanzó al suelo y pasaron unos centímetros sobre ella sin causarle daño alguno.
-¡No te ha funcionado! -exclamó con alegría.
June sonrió. La expresión de felicidad de Malena desapareció e inmediatamente uno de los ataques le golpeó en la espalda lanzándola al suelo con fuerza. June bajó con velocidad y el otro remolino nuevamente rodeó su brazo.
Malena no lo podía creer, estaba en el suelo y de su boca brotaban varios hilos de sangre. La espalda le dolía demasiado, le ardía, sentía como si aun el fuego estuviese ahí. Comenzó a temblar, pero no se rendiría, si era vencida, no sería de esa forma. Se levantó a duras penas, pero inmediatamente se quedó paralizada al ver a June acercándose a gran velocidad lista para golpearla.
Malena justo a tiempo se colocó de pie, lista para ser abatida, aqui terminaba todo para ella. June la golpeó en el rostro con toda la fuerza que tenía. El remolino de fuego paso a rodear el cuerpo de la chica que volaba cerca del suelo, como una estrella fugaz, velozmente hacia el muro del campo de batalla en el que se estrelló segundos más tarde.
June jadeó, cayó de rodillas, casi sin energías. Pero lo había logrado, había ganado, su misión continuaba, la primera parte de esta estaba cumplida.
Malena apenas pudo abrir los ojos, ya no podía más, estaba acabada. Era el momento del descanso. Por alguna razón extraña se sentía feliz por su vieja amiga.
La multitud gritó con euforia, al parecer el combate les había encantado. Un poco corto, pero no importaba, la emoción y perseverancia de las combatientes les había encantado. Eso era suficiente para ellos.
June fue ayudada por algunos miembros de la tribu Kaji, ellos le llevaron de vuelta a los pasillos y de ahí a una sala con varias camillas en una de las cuales la recostaron para que recuperara fuerzas. Aun escuchaba con atención como aclamaban su victoria. Lo había logrado.
-¡Ese movimiento fue excelente! Tienes que enseñarmelo después.
Nerik abrió la puerta de golpe seguido por Dazke y Kosme. Los cuatro caminaron hasta ella con prisa.
-Tienes bastante potencial June -dijo Kosme sonriendo.
June hizo lo mismo, no dijo palabra alguna, cerró los ojos y respiró profundamente. Estaba cansada, sus energías al límite, lo único que deseaba era dormir un poco. Controlar el fuego de esa forma estaba en su naturaleza, pero le costaba fuerza hacerlo.
-Se ha quedado dormida -informó Dazke.
-Evidente, debe estar por completo agotada -agregó Kosme.
-¿Qué haremos ahora? -preguntó Nerik a sus amigos.
-Dazke necesita prepararse para mañana. Es mejor que nos marchemos hacia los dormitorios -respondió Kosme mirando fijamente a Dazke.
Nerik asintió, luego salieron de la habitación dejando a June profundamente dormida.
Llegaron a la enorme casa de madera construida en medio del bosque, una casa llena de cuartos que albergaban a no mas de tres personas.
Entraron los tres sin decir ninguna palabra, tampoco escuchaban a otros, al parecer aun no llegaban. Subieron al segundo piso y después se dirigieron a la habitación ubicada al final del pasillo. Una vez dentro cada uno se recostó en su propia cama, parecía que cada uno creía estar solo, parecía que llegaban de un funeral.
Nerik suspiró y miró desde su cama por la ventana.
-¿Qué sucede? -preguntó Kosme.
-Siento mucha felicidad por June, pero al mismo tiempo siento que la tristeza recorre mi cuerpo. Tantos años aquí y aun no puedo realizar ninguna técnica utilizando fuego -respondió Nerik.
Hubo una pausa.
-¿Dónde está tu familia?
-Sólo tengo a mi padre, él vive en la capital del reino. A decir verdad, ni siquiera sé si aun sigue con vida o que es lo que hace. Pero todavía tengo la imagen de su rostro grabada en mi mente, eso desde hace doce años, la última vez que nos vimos.
-Nerik...
El muchacho miró a su amigo, esperando lo que tenía que decirle.
-Si quieres entrenaremos para que puedas desarrollar las habilidades de un domador de fuego. Pasado mañana comenzaremos, ya que mañana celebraremos la victoria de Dazke sobre Kai-Wén.
Los tres sonrieron al mismo tiempo. Nerik podría comenzar a entrenar y Dazke debía poner todas sus fuerzas y concentración en derrotar a tan petulante muchacho.
-Los haras... ya lo verás -agregó Kosme.
La noche llegó pronto, el anaranjado cielo se hizo negro y la luna reinó junto a las estrellas.
De pronto alguien tocó la puerta de la habitación, lo que despertó a Nerik. Kosme que miraba por la venta a los que llegaban del templo luego de la hora de cenar se giró para abrir la puerta, pero esta ya lo estaba. En el umbral se encontraba el Sensei Nereo acompañado de un muchacho al parecer un poco más bajo que todos los que estaban en el cuarto; de cabello negro y ondulado, ojos color marrón, tez morena y delgado los observaba con el ceño fruncido.
-Sensei... -murmuró Kosme.
-Hola Kosme -le dijo y luego miró hacia las camas ocupadas-, Nerik y Dazke.
Nerik hizo una seña con la mano sin siquiera levantar el rostro. Dazke se levantó de la cama y junto a Kosme hicieron una reverencia a Nereo.
-Chicos, él es Isei y se quedará con nosotros desde ahora en adelante. Estoy seguro de que le haran sentir muy bien, especialmente tú Kosme, ya que él es uno de los últimos Kijutsu de Terraconce y tu tienes parte de las habilidades de estos.
Kosme asintió sorprendido y a la vez feliz, puesto que hasta ese momento se había considerado el último miembro de la extinguida tribu Kijutsu que aun seguía con vida.
-Mucho...
-Isei...
Nerik le interrumpió. El tono de desagrado hizo notar la molestía que sentía al ver a Isei frente a ellos junto a Nereo.
-Nerik... tanto tiempo... -respondió Isei con el mismo tono.
-No sé que tipo de rivalidad haya entre ustedes dos, pero tendrá que terminar aquí. Se acercan tiempos peligrosos y la unidad es la clave para sobrevivir -les dijo Nereo.
Nerik miró hacia otro lado con molestia. Isei cruzó los brazos y arqueo una ceja.
-¿Tiempos peligrosos? -preguntó Kosme.
-Mañana hay una reunión en la sala principal del templo y todos deben acudir. Veré ahí a los cuatro.
Kosme, Isei y Dazke hicieron una reverencia a Nereo cuando este dejó la habitación.
-No hay lugar para otro aquí... -se apuró a decir Nerik volviendo a recostarse en la cama.
-Sólo he venido a presentarme a tus amigos, no tengo interés de quedarme aquí si estás tú -respondió Isei sin mucho agrado.
-Ya verás maldito...
-¡Basta! -exclamó Kosme.
Los dos se quedaron callados, parecían un par de niños malcriados desafiandose el uno al otro.
-Isei, será mejor que vayas al cuarto de enfrente, mañana hablaremos con tranquilidad y arreglaremos esto de una vez.
Isei asintió, se dirigió hacia la otra habitación y desde ahí preguntó:
-¿Cómo esta June?
Nerik lo observó con enfado y cerró la puerta de golpe. Por alguna razón que sus amigos aun no entendían, no toleraba a su nuevo compañero.
-No parece ser un mal chico -dijo Dazke.
-Algo extraño te sucede -agregó Kosme observándolo confundido.
-No te preocupes, me siento enfadado con todo el mundo, especialmente con ese maldito de Isei -respondió Nerik.
-¿Por qué...?
-¡No es de tu incumbencia!
La mirada de Nerik parecía llena de odio, un odio difícil de controlar y que se encontraba, extrañamente alojado en él.
Decidieron no seguir preguntando, Nerik no se comportaba así sin razón alguna, por ese momento lo dejarían tranquilo.
Isei se recostó en una de las camas luego de sacudirle el polvo que tenía. En sus pensamientos apareció su viejo amigo; se arrepentía tanto de haberle traicionado, pero no podía demostrarlo, tenía que ser indiferente, su orgullo era más fuerte, al igual que el de Nerik.
jueves, 30 de agosto de 2007
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