Estaban los dos solos en un claro del bosque, cercano a un lago que se ubicaba en los alrededores de los terrenos del templo triangular. La brisa era bastante refrescante y al mismo tiempo tranquilizante.
-En cuanto lance una bola de fuego tu intentarás controlarla -dijo Kosme alejándose un poco de Dazke.
El chico asintió y se preparó.
-¡Ahí va! -gritó Kosme al mismo tiempo que extendía el brazo hacia él.
El ataque voló hacia Dazke con impresionante velocidad, pero el muchacho no hacía nada, con expresión de espanto se lanzó al suelo temblando. La bola impactó sobre unos matorrales comenzando a quemarlos. Kosme se acercó y sacó un pequeño contenedor de agua y la echó sobre estos para apagar el fuego.
-Se supone que intentarías manipular mi ataque. Creo que no estás preparado para dar la prueba aun -dijo Kosme defraudado.
Esperó que su táctica funcionara, en unos momentos el orgullo de su amigo florecería con fuerza y le haría contrarrestar cualquier ataque que se dirigiese hacia él.
-Tienes razón... -respondió Dazke poniéndose de pie.
-¡¿Estás Loco?! -exclamó Kosme.
El pálido muchacho se asustó un poco frente a la reacción de Kosme y le dijo:
-Acabas de decir que no estoy preparado y yo creo que tienes razón.
-De pie, y si nuevamente no respondes frente a mi ataque te quemarás vivo, pues esta vez no te lanzaré una simple bola de fuego.
-Espera...
-¡Ahí voy!
Kosme extendió sus brazos, abrió las palmas de ambas manos y un manto de fuego salió de estas con dirección a Dazke.
Sintió miedo, había algo que le detenía y no comprendía qué era. No deseaba manipular el fuego, el que siempre consideró demasiado peligroso, ni siquiera él había deseado ser entrenado con la tribu. Hubiese preferido vivir su vida fuera de aquellos terrenos.
Entonces imaginó a su familia, poco antes de ser calcinada. La rabia dentro de él creció, la impotencia de no haber podido ayudarlos. Aquello permitió que instintivamente moviera los brazos de una peculiar forma logrando al fin que el fuego que se acercaba lo rodeara sin herirlo para luego esfumarse como si nada en el aire.
-¡Lo lograste! -exclamó Kosme con alegría mientras se acercaba a él.
Dazke no escuchó el grito de felicidad de su amigo, no deseaba oírlo de todas formas. Se arrodilló en el suelo y comenzó a llorar.
Kosme se detuvo frente a él desconcertado por el actuar del chico.
-¿Qué sucede Dazke? -preguntó Kosme.
-Hace mucho tiempo -comenzó a decir entre sollozos-, antes de que el rey Conrado heredara el trono, su padre, un hombre ruin y envidioso, envidioso de todos aquellos que podían lograr cosas mejores que él. Una vez un anciano, antiguo miembro de la tribu intentó asesinarlo, fallando por supuesto. Furioso envió a sus más fuertes tropas a todas las aldeas en busca de los Kaji. Muchos murieron, entre ellos mi familia. Sólo mi padre era un domador de fuego, mi madre y mi hermana no tenían ningún tipo de habilidad. Fueron encerradas en nuestra casa en llamas, donde murieron y yo no pude ayudarles pues estaba en este lugar entrenando. Mi padre falleció meses después, no soportó la perdida y me dejó sólo.
Kosme no podía evitar imaginar cada una de las cosas que Dazke le contaba. Recordó a sus amigos y familiares, muertos por Satsujin, y él, aun vivo. Tampoco pudo hacer nada por su gente.
Comprendió el sentir de Dazke, sintió su tristeza, su dolor, el mismo que el llevaba dentro, ahora en menor grado que antes.
-No quise quedarme aquí, pero el antiguo Sensei, líder de la tribu, no permitió que me fuese hasta convertirme en un domador. Me habló sobre mi padre y otras cosas que ya ni recuerdo. Lo único que deseaba era escapar. Pero gracias a June y Nerik he podido seguir adelante, mis amigos me ayudaron más de lo que pude creer alguna vez. Debido a ese incidente no soy muy diestro con la manipulación de fuego, puedo crearlo fácilmente, pero controlarlo es algo que no deseo.
-Entiendo... -dijo Kosme de pronto- pero si deseabas irte y si aun lo deseas, deberás hacer un esfuerzo y lograr vencer a Kai-Wén mañana, sólo así lograrás lo que quieres.
Las palabras de Kosme le inspiraron un poco, pero no demasiado. Asintió de mala gana, como si lo estuviese haciendo por obligación y luego se colocó de pie para continuar.
La posición del sol indicaba el medio día, momento en el cual comenzaría la prueba para June y Malena. El lugar sería un anfiteatro, situado en el lado sur de los terrenos del templo triangular.
Una multitud de personas y otras criaturas estaban sentadas, atentas al comienzo de la batalla. la cual, según algunos, prometía ser espectacular, pero hacía falta verla primero antes de asegurar cualquier cosa.
Todos se quedaron en silencio cuando el joven Nereo caminó por el campo de batalla hasta situarse en el centro de este.
-Hoy se celebrará una de las últimas pruebas que debe rendir un miembro de nuestra tribu para poder ser reconocido como un domador de fuego. June y Malena se enfrentarán este día. Demostrarán todas las habilidades que hayan aprendido durante su largo entrenamiento y al final sólo una de ellas podrá ser presentada frente a todos como un verdadero domador de fuego.
El público se agitó y Nereo tuvo que alzar aun más su voz.
-¡Que comience el combate!
El líder de la tribu caminó hasta una de las salidas del campo de batalla y desapareció. Su lugar correspondía en lo más alto, desde ahí vería con más detalles la pelea.
-Este no será tu día June -dijo Malena sonriendo.
June no hizo nada, ningún gesto, ni tampoco devolvió dicho alguno. Se concentró en su misión. Derrotar a la muchacha costara lo que le costara. No se rendiría.
De pronto su contrincante lanzó varias dagas hacia ella sin previo aviso. Saltó hacia un lado y cayó al suelo rodando sin aparente daño. Se levantó rápidamente, pero Malena ya estaba a su lado lista para asestar un mortal ataque.
La chica de cabello rubio extendió sus brazos ágilmente y una enorme bola de fuego rodeo a June que momentos después estalló lanzando a Malena hacia atrás, pero sin causarle daño alguno.
-He ganado... -murmuró Malena
La chica se sintió feliz, estaba segura de su victoria, aun cuando hubiese sido demasiado fácil. June no podría haber sobrevivido.
Pero estaba equivocada. Su expresión cambió por una de asombró al ver a su oponente de pie, con los brazos extendidos hacia los lados, como si se hubiese protegido con estos de tan potente ataque.
-¿Cómo...?
June sonrió, saltó hacia ella y le golpeó en el rostro con la rodilla logrando lanzarla al suelo. Malena enfadada le lanzó varias bolas de fuego que June esquivaba moviéndose a gran velocidad.
-Imposible... -farfulló Malena mientras intentaba asestarle con los ataques.
Los espectadores no decían ni una palabra, estaban totalmente pasmados, una muchacha con esa velocidad, con esa resistencia para sobrevivir a una técnica como esa no era normal. Miraban con gran interés.
Malena de un salto se colocó de pie y corrió hasta su rival con el puño en alto para golpearla. June hizo lo mismo y luego de unos segundos se encontraron frente a frente, resistiendo, ninguna de las dos deseaba ser derrotada.
June le dio una patada en vientre y luego un puñetazo en el pecho. Malena retrocedió, dolorida por los golpes, pero aun así siguió lanzando fuego, al parecer tenía un plan. June comenzó a saltar, hasta que lo hizo muy alto y fue aquel momento el que Malena debía aprovechar para terminar rápidamente aquella pelea.
Desde el aire June vio a su contrincante ser rodeada de un aura color rojo, la cual momentos después se escapó por sus brazos extendidos haciendo que todo el lugar, menos en donde ella estaba se incendiara.
-No podrá escapar... -dijo entre dientes mientras la observaba caer.
Había caído en la trampa mortal de su enemiga. Estaba segura de que al caer todo habría terminado para ella. Pero no podía, no podía rendirse, su misión era mucho más importante que cualquier cosa en el mundo. Malena sería reconocida como domador de fuego si ganaba, pero ella lograría algo mucho más grande, lograría encontrar a quien buscaba desde hacía tantos años.
-¡Tú puedes June!
Miró hacia el lugar de donde provino aquel grito y vio a Nerik que le hacía señas, pronto a su lado llegaron corriendo Kosme y Dazke. Ver a sus amigos le hizo sentir más confiada en sus habilidades, ellos la apoyaban, ellos deseaban que ella consiguiera lo que debía conseguir. Era el momento de poner a prueba lo que había aprendido.
June movió los brazos, con las palmas abiertas, de arriba hacia abajo y el fuego que cubría el campo de batalla comenzó a elevarse como si una fuerte corriente de viento proveniente desde debajo le obligara a subir. Pero Malena no se quedaba sin hacer nada, pues alzó los brazos también y el fuego intentó regresar a su lugar.
-Sensei Nereo...
Nereo se giró y uno de los Kaji le entregó una nota. El líder de la tribu la leyó con atención, dejando a un lado el combate entre June y Malena.
-Estaré con ellos de inmediato -dijo Nereo al que le había traído el mensaje.
Salió del lugar en el que estaba presenciando la batalla y desapareció entre los oscuros pasillos internos del anfiteatro.
Llegó hasta el patio fuera del templo triangular y escuchó que la multitud vitoreaba, una de las dos muchachas ya había vencido. Pensó en June, una brillante luchadora que sabía manejar a la perfección varias técnicas de manipulación de fuego, además tenía otras cosas bajo la manga que le habrían hecho ganar fácilmente.
Caminó rápidamente hasta la entrada al templo y ahí se encontró con dos individuos que llevaban capa y capucha para cubrirse el rostro. Uno de ellos era más alto que el otro, ligeramente de mayor tamaño que Nereo.
-Me alegra mucho verle a salvo, Sensei Isao -le dijo Nereo al más alto haciendo una reverencia.
martes, 14 de agosto de 2007
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