-¡Apartense! ¡Apartense! -dijo la mujer mientras se abría paso entre ellos con algunos frascos en su mano.
-¿Está bien? -preguntó Nereo.
Ella no contestó. Se sentó frente a Nerik y comenzó a quitarle las vendas que cubrían gran parte de su pecho.
-Estará bien, estará bien. No hay nada de que preocuparse. En un mes estará listo -dijo la mujer palpando las heridas del chico- ¿Qué fue lo que sucedió?
Nereo y Garaadria observaron a Kosme.
-Yo... yo lo sé señora -dijo Kosme con un poco de timidez-. Un Anxelin llamado Satsujin nos atacó, él le causó esas heridas con algo parecido a los rayos que hay durante una tormenta. Alcancé por poco a formar un escudo de fuego que lo protegió de la mayoría del ataque, pero veo que no fue suficiente.
En cuanto nombró al Anxelin una expresión de sorpresa se vio reflejada en el rostro de la mujer.
-Tú eres...
-Sí, es él -dijo Nereo de forma cortante.
Kosme los observó desconcertado. Era la segunda vez que escuchaba a Nereo responder de esa forma, había algo acerca de él que no le estaban diciendo.
-Bien, bien. Será mejor que se retiren. Nerik necesita descansar y yo tengo que tomar algo de jugo.
Nereo sonrió y le dijo:
-No te preocupes, justamente haríamos eso. Además hay que mostrarle a Kosme el lugar en el que se quedará. Mañana vendré a ver como está Nerik.
-Adiós, Aixa -dijo Garaadria mientras salía de la habitación.
Kosme llegó a quedarse boquiabierto de la sorpresa. Ella era a quien buscaba, la mujer que cuidaba a Nerik.
El muchacho se acercó a ella, sorprendido, feliz, no sabía que decir, este era el lugar en que se quedaría, como lo había deseado.
-Se que me buscas, pero hablaremos después. Por ahora relájate -le dijo Aixa sonriendo.
Kosme asintió como si nada. Ya no importaba si platicaban ese mismo día u otro, lo bueno era que ella estaba ahí.
Caminaron por el mismo pasillo hasta llegar a la sala principal del templo, donde habían varias puertas que llevaban a todos lados.
-Nos veremos Kosme -se despidió Garaadria.
Entró en una de las puertas del muro frente a la entrada del edificio y desapareció.
-Te mostraré el lugar en el que dormirás, Kosme -dijo Nereo mientras le indicaba la salida.
Estaban en el patio nuevamente, se dirigieron hacia la abertura del lado Este. Parecía que conducía a otro lugar, como una especie de pasillo que conectaba el patio del templo con algún otro edificio.
Había un poco de oscuridad, parecía que los árboles se venían sobre ellos, los rayos del sol apenas iluminaban. Caminaron a través de el por unos momentos, hasta que llegaron a un lugar donde la claridad aumentaba. Esta vez la vegetación extrañamente formaba una especie de techo circular sobre un enorme claro en el que habían dos edificios, como enormes casas, construidos con la madera del mismo bosque. Cada uno tenía dos pisos, con varias ventanas en sus paredes.
-Aquí están los dormitorios. El de lado derecho es el de las mujeres y el del lado izquierdo es el de los hombres -dijo Nereo cuando se detuvieron frente a las grandes moradas-. Entra con toda confianza, se supone que no debería haber nadie y hay muchos cuartos sin ocupar, sobre todo los del segundo piso, intenta encontrar algún compañero de habitación si quieres, ya que hay tres camas por cada uno. Yo debo partir ahora, hay asuntos que debo discutir con otros miembros importantes de la tribu.
Hicieron una reverencia y Nereo se marchó, dejando a Kosme en el solitario lugar. El silencio era un poco aterrador, ni siquiera el cantar de ave se escuchaba o el rugir de algún animal, nada de nada.
Abrió la puerta de la casa despacio, no quería hacer mucho ruido si es que había alguien ahí y Nereo se hubiese equivocado. Deseo que no.
El piso crujió cuando entró. Había un largo y ancho pasillo, varias puertas en los dos lados que seguramente daban a los cuartos de otros. Avanzó hasta el final y ahí se encontraba la escalera que lo llevaría al segundo piso.
Subió con cuidado, sin hacer ruido, aunque el crujir de las tablas no le favorecían mucho en su intento. Parecía una copia del primer piso, un pasillo largo que esta vez llevaba hasta una ventana en el fondo y varias puertas en los muros. Entro en el primero, a un lado de la escalera. Vio algunas cajas y otras cosas sobre una de las camas y supuso que ya estaba ocupado. Salió y esta vez se dirigió hasta la última entrada, cerca de la ventana.
Abrió sólo un poco y miró dentro, no había nada. Entró con confianza y observó el lugar. Habían tres camas, una antorcha a cada lado de la puerta, una ventana y un viejo armario. Todo estaba cubierto de polvo, tendría que limpiar bien antes de pensar en dormir ahí.
Las horas pasaron, le tomó casi toda la tarde sacudir las mantas de las camas, quitar el polvo que había en el armario y barrer un poco el piso con una antigua escoba que encontró en uno de los cuartos vacíos del mismo piso.
-Creo que ahora está un poco mejor -murmuró mientras se sentaba en la cama suspirando.
De pronto sintió voces, venía de afuera. Se puso de pie y salió del cuarto para mirar por la ventana del pasillo. Unos veinte muchachos entraban en el edificio.
No le importó demasiado, en algún momento se darían cuenta de que el estaba ahí.
Se recostó sobre la cama, estaba cansado de limpiar. Escuchaba que hablaban amenamente en la planta baja. En ese momento la escoba, apoyada en la pared junto a la ventana de la habitación cayó al suelo. Todo quedó en silencio, las voces ya no se oyeron más. Kosme se levantó sobresaltado.
Alguien subía la escalera sin prisa. Kosme se acercó a la puerta, la abrió y miró hacia el otro extremo del pasillo. Estaba un muchacho de rostro pálido observándolo, con ojos pequeños y cabello muy corto de color castaño.
-¿Hola? -dijo el desconocido.
Kosme respondió al saludo, pero el chico bajó las escaleras rápidamente y enseguida más subieron las escaleras a toda prisa; ahora una multitud estaba ahí, mirándolo como si fuera lo más extraño del mundo. De repente uno de ellos, corrió hacia el cuarto de Kosme y lanzó una bola de fuego que casi le voló la cabeza si no cerraba la puerta de golpe. El ataque rompió la ventana y desapareció afuera.
Se arrinconó cerca de la ventana, le habían atacado, tal vez era un trampa, no lo sabía, pero si se quedaba lo matarían con seguridad.
La puerta se abrió de golpe y el mismo que había lanzando la bola de fuego esta vez extendió su brazo y una llamarada se dirigió hacia Kosme. El muchacho hizo lo mismo, tenía que defenderse, no se quedaría así como así. Las dos olas de fuego chocaron y produjeron un no muy grande estallido que mandó a volar al extraño que intentaba matarlo de vuelta al pasillo.
-¡¿Qué sucede aquí?! -gritó Garaadria que aparecía de entre la multitud.
-¡Es un enemigo...! -respondió el muchacho mientras se colocaba de pie.
La mujer vio a Kosme desconcertado por la situación en la habitación y después dijo:
-Señor Kai-Wén, que sea un desconocido para usted no significa que sea un enemigo. Ahora levántese y vaya a su cuarto. Todos los otros también, bajen inmediatamente.
El chico se puso de pie, miró al supuesto "enemigo" con desprecio y luego se marchó.
Garaadria entró e hizo que Kosme se sentara en la cama.
-Verás muchacho, no es normal que a estas alturas del año un extraño haga presencia en este lugar, debido a eso los otros se alteraron. Últimamente hemos recibido amenazas de una tribu que causa problemas al reino entero, pueden haber creído que formabas parte de ellos -dijo la mujer amablemente mientras acariciaba su cabeza.
-Si, claro -respondió Kosme con molestia.
-Bien. Ahora me acompañaras, te presentaré a tus nuevos compañeros de dormitorio.
El muchacho asintió y le siguió hasta el primer piso donde estaban todos reunidos como si hubiesen sabido que bajarían.
-¡Atención! -llamó Garaadria-. Este chico nuevo, es Kosme. Se quedará aquí desde ahora en adelante, y espero que todos ustedes lo acojan como un igual. Especialmente usted señor Kai-Wén.
Quien lo había atacado sonreía maliciosamente junto a varios otros. De pronto levantó su mano para pedir la palabra.
-¿Si?
-¿Es un domador de fuego también? -preguntó Kai-Wén sonriendo.
-Soy mitad Tsathi, mitad humano... -respondió Kosme antes de que la mujer pensara en cualquier otra respuesta.
Garaadria sonrió y luego dijo algunas cosas que Kosme no escuchó, no porque no quisiera oír, sino que debido a la despectiva mirada de varios de los que estaban ahí.
-Tal vez le haga compañía al bobo de Nerik -se burló uno de ellos.
Varios rieron, pero algunos ni siquiera se inmutaron frente a la broma.
-Guarde sus idiotas bromas señor Trakay -dijo Garaadria con molestia-. Creí que usted era mejor en ese aspecto que sus predecesores.
El chico miró con desafío a la mujer, aquello realmente le había molestado. Después de dar algunas instrucciones para el siguiente día Garaadria se despidió de todos para luego marcharse.
Todos entraron en sus alcobas, dejando a Kosme sólo en el pasillo de la primera planta pensando en que si era buena idea quedarse con ellos.
-Que felicidad... -murmuró y luego subió las escaleras.
Una vez en su cuarto volvió a recostarse en la cama. Pensó en su padre, y en su difunta madre, a quien nunca había conocido. El asesino Satsujin pasó por su mente, al igual que todas las muertes que presenció mientras los Awaku le ayudaban a escapar del lugar en que vivía por anterior petición de su padre. Pero también recordó a Aixa, la mujer que buscaba, y si no lograba hacer algún amigo tal vez ella sería una.
Al poco rato se quedó dormido, intentando olvidar los malos momentos, la tristeza y todo lo que en secreto sentía.
jueves, 2 de agosto de 2007
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