Desde muy pequeños los nacidos en las diferentes tribus eran entrenados de acuerdo al tipo de habilidad que poseían. No era la excepción entre los Domadores de Fuego.
Primero les enseñaban a controlar de buena forma el fuego que salía de ellos cada vez que experimentaban una emoción fuerte. Luego los adiestraban en el combate para terminar con las técnicas de mayor nivel que se podían realizar utilizando el fuego. Todo esto se lograba con una profunda meditación.
A diferencia de otras tribus, Kaji no tenía una aldea en la que vivieran todos sus miembros, sólo constaba de instalaciones para entrenamiento, por lo que los hijos de los domadores de fuego, que heredaran las habilidades eran llevados al lugar en donde se quedaban por varios años bajo el cuidado del líder de turno.
Antes de ser reconocidos como domadores de fuego, aquellos que pretenden alcanzar tal título deben rendir un tipo de prueba especial, la que varía años tras año. Podía estar relacionada con la supervivencia o el combate.
Al pasar la prueba, en una solemne ceremonia, los nuevos domadores eran presentados al público como tales, desde ese momento hasta la eternidad y sus nombres se eran escritos en el muro de un enorme salón dentro del templo triangular de los Kaji.
Como todos los días, June se levantó temprano para entrenar unos momentos antes de ir a desayunar al templo con sus amigos. Abrió las cortinas de su habitación, en la que dormía solamente ella aun cuando habían otras dos camas desocupadas. Acarició su blanco por unos momentos mientras observaba hacia afuera. Un poco más adelante estaban los dormitorios de sus compañeros. Sonrió y luego se retiró para cambiarse de ropa.
June había sido traída desde una tierra muy lejana, de la cual ella decía no acordarse, a los cinco años por sus padres y su abuelo. Todos ellos eran domadores de fuego.
Sus primeros amigos fueron Nerik y Dazke, los conoció el primer día de llegar. Comenzó con su entrenamiento junto a uno de ellos, ya que por desgracia Nerik no podía crear fuego, algo extraño que no había sucedido antes. Cada uno de los Sensei que la tomaba como pupila se asombraba de su maravillosa habilidad de controlar el fuego, con elegancia y exactitud.
Cuando no estaba con Nerik o Dazke se le veía sola vagando por los terrenos de la tribu Kaji, leyendo en la biblioteca o meditando en algunos de los salones destinados para eso.
Desde hacía algunos años comenzó a sentirse atraída por Nerik, pero decidió dejar aquello de lado y dedicarse a lo que ella llamaba "su misión" acerca de la cual nadie, ni siquiera sus amigos más cercanos, conocía.
Nunca era visitada por sus padres, aunque eso no le importaba, prefería pasar los periodos de descanso en el templo, junto a Nerik ya que este tampoco recibía visita alguna.
Estaba lista. Se dirigió hacia la entrada de la casa, sin hacer mucho ruido y salió para llevarse la sorpresa de que sus tres amigos estaban ahí esperándola.
-Hola, June -dijo Kosme sonriendo.
Los otros se le acercaron entusiasmados, como si algo que les cambiaría la vida hubiese sucedido.
-¿Por qué están tan felices? -preguntó la chica con desconcierto.
-Iremos a entrenar contigo -contestó Nerik-. Así podrás enseñarme como crear fuego.
June suspiró y se hizo camino entre ellos.
-Durante años lo hemos intentado y lo único que logramos es que un poco de vapor salga de tu mano.
-Esta vez resultará, puedo sentirlo -dijo Nerik para intentar convencerla.
-Lo siento, aun si fuese así no podría -lamentó June-. Hoy es la prueba final y debo concentrarme sólo en eso. Mañana, si quieres, lo intentamos. Además, Kosme también puede enseñarte.
Los tres miraron al muchacho y este rápidamente levantó los hombros y les dijo:
-No hay caso... ya lo intenté.
Nerik se sintió frustrado, pero era cierto, sus amigos lo habían intentado todo para enseñarle. Era extraño que no pudiese ni siquiera crear una pequeña lengua de fuego. Por mucho tiempo llegó a pensar que no era hijo de un domador de fuego, al no ver nunca a su padre desde muy pequeño no tenía donde encontrar la respuesta. Debido a esa incapacidad no había podido comenzar su entrenamiento aun y ya tenía dieciocho años, la edad en que muchos partían del lugar de entrenamiento a desempeñar cualquier tipo de trabajo en el que pudiesen hacer gala de sus extraordinarias habilidades con el fuego.
A diferencia de los Tsathi los domadores de fuego podían controlar este a disposición, viniendo del que lo originaba o de otro, por esto las batallas entre ellos eran formidables. Los Tsathi no podían hacer esto, controlaban sus propias técnicas y no podían, de ninguna forma, manipular las de otros, aun cuando fuesen de la misma raza.
Se quedaron unos momentos en silencio hasta que la chica comenzó a caminar hacia el bosque, para por fin comenzar con el entrenamiento.
-¡Te esperamos en el templo para desayunar! -le gritó Dazke cuando se alejaba.
Ella hizo una seña y luego desapareció entre los árboles.
-Mañana te volveré a entrenar y esta vez saldrá fuego de tus manos -dijo Kosme sonriendo a su amigo.
-No te molestes... es inútil -murmuró Nerik.
-Mejor vayamos al templo a comer algo -sugirió Dazke-, June nos alcanzará pronto ahí.
Caminaron en silencio hasta el gran edificio triangular. Kosme y Dazke comprendían de alguna forma la congoja de Nerik, aunque nunca habían padecido algo parecido, pero pensaban que era horrible sentirse de esa manera y se imaginaban a ellos mismos pasando por lo mismo.
Al estar en la sala principal ingresaron por la puerta frente a la entrada del templo. Se adentraron en un pasillo muy oscuro, alumbrado por cientos de antorchas a lo largo de él, era más ancho que los otros por los que habían pasado alguna vez. Después de avanzar un poco varias puertas aparecían a los lados, puertas que a simple vista se notaba que eran muy antiguas. Sobre una de ellas, en el muro, había una frase escrita, un poco borrosa, aunque para ellos ya no era necesario leerla, ya que gracias a la distinción de los borrones sabían que era la puerta correcta.
Kosme la abrió y la luz encandiló sus ojos, entraron y cerraron. Habían varias ventanas del lado izquierdo, en lo más alto del muro. Una docena de mesas pequeñas, como para tres o cuatro personas adornaban el lugar; en el rincón izquierdo se encontraba una puerta, no muy grande, por la cual, de vez en cuando, entraba alguien, parecía ser la cocina.
En ese instante no habían muchas personas. Todos adultos, ningún muchacho que anduviese en pie tan temprano al igual que ellos. A la mitad de los que se encontraban ahí no los conocían y a los restantes los habían visto algunas veces por los terrenos del templo.
Se sentaron en el centro y unos momentos después un muchacho llegó con una bandeja y colocó tres vasos, llenos de leche, y se retiró por unos segundos para volver con varias frutas, dulces y otras agridulces.
June saltaba de árbol en árbol, haciendo diversos giros. No deseaba perder, era su turno aquel día, le tocaba demostrar todo lo aprendido durante los años de entrenamiento. Esta vez serían combates, podría tocarle con Dazke, pero no podía dejarle ganar ni aunque fuese uno de sus mejores amigos.
Cayó a tierra de pie con una elegante maniobra en el aire. Era suficiente, además tenía hambre, encontraría a los otros en el templo.
Nerik se sentó a un lado de Kosme, quien comía afanosamente, como si nunca lo hubiese hecho.
-Tendrá que luchar contra Malena -dijo Nerik mientras cogía una fruta-. Podría resultar un poco difícil.
Dazke no había probado bocado. El nerviosismo no le dejaba hacer nada, incluso, parecía que algunas veces temblaba un poco.
-Lo siento amigo -agregó Nerik-. Kai-Wén es tu rival.
La expresión de Dazke se volvió totalmente sombría, no tendría oportunidad alguna. Kosme le dio una gentil palmada en la espalda y le dijo:
-Hoy entrenaremos durante el día, así no será tan fácil para ese tonto.
Dazke sonrió no muy convencido, pero agradeció la ayuda de su amigo.
-Ahí viene June -señaló Nerik-. Se ve bastante calmada.
La chica se sentó cerca de Dazke y de inmediato una muchacha le sirvió jugo en uno de los vasos que traía.
-¿Quién luchará conmigo? -preguntó sin mucha importancia.
-Malena... ella será tu rival hoy June -informó Nerik un poco preocupado.
-Será interesante... -respondió June bebiendo de un sólo trago el jugo.
-¿Ella es fuerte? -preguntó Kosme.
-Demasiado, podría ser que ahora un poco más que June. Es mejor que no te hayas encontrado con ella hasta ahora. Su temperamento es...
-June...
Una voz femenina interrumpió al chico, el cual quedó boquiabierto al ver a quien había hablado.
Frente a ellos se encontraba una muchacha delgada, de ojos verdes, cabello rubio y tez blanca. Vestía una camisa de mangas largas color verde, varias cintas negras atadas alrededor de su cintura, las que utilizaba como cinturón; llevaba pantalones negros y botas negras.
Su mirada altiva golpeó a cada uno de los sentados, excepto a June.
-Tu último desayuno antes de perder tu orgullo. Supongo que está bien.
June soltó una fuerte risa y luego se levantó de golpe.
-¡No te confíes niñita!
-¡¿Qué?! -gritó Malena.
-Está bien, tranquilas, tranquilas -dijo uno de los dos que la acompañaban intentando separarlas.
-Mejor nos vamos Malena, las cosas entre ustedes se resolverán luego -agregó el otro muchacho.
Salieron del lugar llevándose a la chica con dificultad. June volvió a sentarse como si nada hubiese pasado.
-Se llevan bastante mal estas dos... -murmuró Kosme a Nerik.
-Las mujeres siempre pelean por cosas demasiado simples, a diferencia de nosotros claro, siempre tomamos las cosas con más calma -dijo Nerik sonriendo.
De pronto June se levantó con tranquilidad, se acercó al chico y se quedó frente a él por unos segundos mirándole sin hacer nada.
-¿Qué sucede?
June le dio un golpe en la cabeza.
-Para que aprendas idiota...
Mientras Nerik sobaba su cabeza apareció uno de los miembros de la tribu Kaji, el cual les dijo:
-En el sol esté en lo alto del cielo, comenzará el combate entre June y Malena. Este se efectuará en el campo de la entrada sur.
June asintió mientras sus amigos le observaban con entusiasmo.
-¿Estás lista? -preguntó el miembro de la tribu.
-Totalmente -respondió June con seguridad.
Era el evento más importante que se celebrara cada año, para el que quisiera ser reconocido como domador de fuego. La batalla no sería fácil de ganar.
La prueba final estaba a punto de comenzar. Pero no era lo único de más relevancia que sucedería. Pronto, todo el reino se vería involucrado en algo que cambiaría la vida de muchos y acabaría con la de otros.
lunes, 13 de agosto de 2007
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