jueves, 30 de agosto de 2007

Capítulo 13: "Viejo Amigo"

El fuego subía y bajaba, como si no supiera a cuál de las dos chicas obedecer. June bajaba lentamente por el aire, una técnica demasiado extraña para muchos de los presentes.

Malena aun intentaba hacerse con el control del incandescente fuego, pero le resultaba difícil, nunca penso que su rival pudiese ser tan problematica a la hora de luchar, se había confiado demasiado y tal vez eso le costaría el título de domador de fuego.


-Ganará... -murmuró Nerik mientras observaba con especial atención el encuentro.


June alzó los brazos, mostrando las palmas de sus manos al cielo. El fuego se alzó con fuerza y como un gran manto rojo cubrió todo el lugar.


-Nunca lo imaginé...


Malena estaba atónita, observando paralizada como June desde el aire domaba el fuego a su antojo.

June comenzó a mover sus brazos de forma circular rápidamente y el manto carmesí se dividió en dos para rodear estos como si fuera un remolino.


-¡Es tú oportunidad! -gritó Dazke con entusiasmo.


Malena intentó arrebatarle el control del ataque, pero no funcionó. June bajó sus extremidades y apuntó a su rival mientras el fuego daba vueltas al rededor de ellos como remolinos. De pronto el ataque salió disparado hacia Malena rápidamente. La muchacha se lanzó al suelo y pasaron unos centímetros sobre ella sin causarle daño alguno.


-¡No te ha funcionado! -exclamó con alegría.


June sonrió. La expresión de felicidad de Malena desapareció e inmediatamente uno de los ataques le golpeó en la espalda lanzándola al suelo con fuerza. June bajó con velocidad y el otro remolino nuevamente rodeó su brazo.


Malena no lo podía creer, estaba en el suelo y de su boca brotaban varios hilos de sangre. La espalda le dolía demasiado, le ardía, sentía como si aun el fuego estuviese ahí. Comenzó a temblar, pero no se rendiría, si era vencida, no sería de esa forma. Se levantó a duras penas, pero inmediatamente se quedó paralizada al ver a June acercándose a gran velocidad lista para golpearla.


Malena justo a tiempo se colocó de pie, lista para ser abatida, aqui terminaba todo para ella. June la golpeó en el rostro con toda la fuerza que tenía. El remolino de fuego paso a rodear el cuerpo de la chica que volaba cerca del suelo, como una estrella fugaz, velozmente hacia el muro del campo de batalla en el que se estrelló segundos más tarde.


June jadeó, cayó de rodillas, casi sin energías. Pero lo había logrado, había ganado, su misión continuaba, la primera parte de esta estaba cumplida.


Malena apenas pudo abrir los ojos, ya no podía más, estaba acabada. Era el momento del descanso. Por alguna razón extraña se sentía feliz por su vieja amiga.


La multitud gritó con euforia, al parecer el combate les había encantado. Un poco corto, pero no importaba, la emoción y perseverancia de las combatientes les había encantado. Eso era suficiente para ellos.

June fue ayudada por algunos miembros de la tribu Kaji, ellos le llevaron de vuelta a los pasillos y de ahí a una sala con varias camillas en una de las cuales la recostaron para que recuperara fuerzas. Aun escuchaba con atención como aclamaban su victoria. Lo había logrado.

-¡Ese movimiento fue excelente! Tienes que enseñarmelo después.

Nerik abrió la puerta de golpe seguido por Dazke y Kosme. Los cuatro caminaron hasta ella con prisa.

-Tienes bastante potencial June -dijo Kosme sonriendo.

June hizo lo mismo, no dijo palabra alguna, cerró los ojos y respiró profundamente. Estaba cansada, sus energías al límite, lo único que deseaba era dormir un poco. Controlar el fuego de esa forma estaba en su naturaleza, pero le costaba fuerza hacerlo.

-Se ha quedado dormida -informó Dazke.

-Evidente, debe estar por completo agotada -agregó Kosme.

-¿Qué haremos ahora? -preguntó Nerik a sus amigos.

-Dazke necesita prepararse para mañana. Es mejor que nos marchemos hacia los dormitorios -respondió Kosme mirando fijamente a Dazke.

Nerik asintió, luego salieron de la habitación dejando a June profundamente dormida.

Llegaron a la enorme casa de madera construida en medio del bosque, una casa llena de cuartos que albergaban a no mas de tres personas.
Entraron los tres sin decir ninguna palabra, tampoco escuchaban a otros, al parecer aun no llegaban. Subieron al segundo piso y después se dirigieron a la habitación ubicada al final del pasillo. Una vez dentro cada uno se recostó en su propia cama, parecía que cada uno creía estar solo, parecía que llegaban de un funeral.
Nerik suspiró y miró desde su cama por la ventana.

-¿Qué sucede? -preguntó Kosme.

-Siento mucha felicidad por June, pero al mismo tiempo siento que la tristeza recorre mi cuerpo. Tantos años aquí y aun no puedo realizar ninguna técnica utilizando fuego -respondió Nerik.
Hubo una pausa.

-¿Dónde está tu familia?

-Sólo tengo a mi padre, él vive en la capital del reino. A decir verdad, ni siquiera sé si aun sigue con vida o que es lo que hace. Pero todavía tengo la imagen de su rostro grabada en mi mente, eso desde hace doce años, la última vez que nos vimos.

-Nerik...

El muchacho miró a su amigo, esperando lo que tenía que decirle.

-Si quieres entrenaremos para que puedas desarrollar las habilidades de un domador de fuego. Pasado mañana comenzaremos, ya que mañana celebraremos la victoria de Dazke sobre Kai-Wén.

Los tres sonrieron al mismo tiempo. Nerik podría comenzar a entrenar y Dazke debía poner todas sus fuerzas y concentración en derrotar a tan petulante muchacho.

-Los haras... ya lo verás -agregó Kosme.

La noche llegó pronto, el anaranjado cielo se hizo negro y la luna reinó junto a las estrellas.
De pronto alguien tocó la puerta de la habitación, lo que despertó a Nerik. Kosme que miraba por la venta a los que llegaban del templo luego de la hora de cenar se giró para abrir la puerta, pero esta ya lo estaba. En el umbral se encontraba el Sensei Nereo acompañado de un muchacho al parecer un poco más bajo que todos los que estaban en el cuarto; de cabello negro y ondulado, ojos color marrón, tez morena y delgado los observaba con el ceño fruncido.

-Sensei... -murmuró Kosme.

-Hola Kosme -le dijo y luego miró hacia las camas ocupadas-, Nerik y Dazke.

Nerik hizo una seña con la mano sin siquiera levantar el rostro. Dazke se levantó de la cama y junto a Kosme hicieron una reverencia a Nereo.

-Chicos, él es Isei y se quedará con nosotros desde ahora en adelante. Estoy seguro de que le haran sentir muy bien, especialmente tú Kosme, ya que él es uno de los últimos Kijutsu de Terraconce y tu tienes parte de las habilidades de estos.

Kosme asintió sorprendido y a la vez feliz, puesto que hasta ese momento se había considerado el último miembro de la extinguida tribu Kijutsu que aun seguía con vida.

-Mucho...

-Isei...

Nerik le interrumpió. El tono de desagrado hizo notar la molestía que sentía al ver a Isei frente a ellos junto a Nereo.

-Nerik... tanto tiempo... -respondió Isei con el mismo tono.

-No sé que tipo de rivalidad haya entre ustedes dos, pero tendrá que terminar aquí. Se acercan tiempos peligrosos y la unidad es la clave para sobrevivir -les dijo Nereo.

Nerik miró hacia otro lado con molestia. Isei cruzó los brazos y arqueo una ceja.

-¿Tiempos peligrosos? -preguntó Kosme.

-Mañana hay una reunión en la sala principal del templo y todos deben acudir. Veré ahí a los cuatro.

Kosme, Isei y Dazke hicieron una reverencia a Nereo cuando este dejó la habitación.

-No hay lugar para otro aquí... -se apuró a decir Nerik volviendo a recostarse en la cama.

-Sólo he venido a presentarme a tus amigos, no tengo interés de quedarme aquí si estás tú -respondió Isei sin mucho agrado.

-Ya verás maldito...

-¡Basta! -exclamó Kosme.

Los dos se quedaron callados, parecían un par de niños malcriados desafiandose el uno al otro.

-Isei, será mejor que vayas al cuarto de enfrente, mañana hablaremos con tranquilidad y arreglaremos esto de una vez.

Isei asintió, se dirigió hacia la otra habitación y desde ahí preguntó:

-¿Cómo esta June?

Nerik lo observó con enfado y cerró la puerta de golpe. Por alguna razón que sus amigos aun no entendían, no toleraba a su nuevo compañero.

-No parece ser un mal chico -dijo Dazke.

-Algo extraño te sucede -agregó Kosme observándolo confundido.

-No te preocupes, me siento enfadado con todo el mundo, especialmente con ese maldito de Isei -respondió Nerik.

-¿Por qué...?

-¡No es de tu incumbencia!

La mirada de Nerik parecía llena de odio, un odio difícil de controlar y que se encontraba, extrañamente alojado en él.
Decidieron no seguir preguntando, Nerik no se comportaba así sin razón alguna, por ese momento lo dejarían tranquilo.

Isei se recostó en una de las camas luego de sacudirle el polvo que tenía. En sus pensamientos apareció su viejo amigo; se arrepentía tanto de haberle traicionado, pero no podía demostrarlo, tenía que ser indiferente, su orgullo era más fuerte, al igual que el de Nerik.

sábado, 18 de agosto de 2007

Capítulo 12: "El Plan"

Un pequeño carruaje, sólo para una persona, recorría el sombrío bosque. Guiados por la luz de la luna los soldados caminaban sin temor alguno por la carretera de tierra. Eran Serpens, una raza de individuos que se caracterizaban por ser semejantes a las víboras. Llevaban delgadas armaduras; vestían ropas de un color entre verde y negro.
Avanzaban a un lado del transporte que iba a la misma velocidad que ellos, tirado por dos criaturas de cuatro patas parecidas a unos lagartos gigantes.
Se detuvieron todos al mismo tiempo cuando desde una pequeña colina, en la que el bosque terminaba, vieron un centenar de luces. Habían llegado a la capital del reino. De pronto, alguien bajó del carruaje ayudada por uno de los Serpens, el cual parecía tener un rango mayor a los otros.

-Mi señora, hemos llegado al fin -dijo con un siseo.

La mujer caminó al frente de todos para observar con más detalle. Vestía completamente de blanco, de seguro era piel perteneciente a un, ya inexistente, dragón de las cordilleras. Su cabello era blanco como la nieve al igual que su piel, era una mujer bastante hermosa.

-Justo a tiempo... -dijo ella con una sonrisa en el rostro.

Volvió a subir al pequeño carruaje, el Serpens que le había ayudado a bajar siseó una vez y todos avanzaron por el camino, en muy poco tiempo estarían en la entrada de la capital. Prosiguieron hasta nuevamente perderse entre los pocos árboles que quedaban en el límite del bosque.

-La capital ha sido sitiada -dijo Isao inmediatamente después de tomar asiento en la sala donde se reunían los miembros de la tribu más importantes.

Un muchacho de cabello negro y ondulado, tez morena, muy parecido a él le acompañaba.

-Entonces ya ha comenzado -dijo Aixa que se encontraba sentada cerca de Nereo.

La sala era amplia, con varios asientos que formaban un círculo. En los muros habían varias pinturas que representaban sucesos históricos antiguos y alguna que otra escultura de los líderes más importantes de la tribu Kaji.

-Él está aquí ¿no? -preguntó Isao.

-Por supuesto, lo hemos mantenido a salvo de todo esto... -dijo Aixa con un poco de molestia.

Isao y Nereo la observaron con curiosidad, algo le causaba incomodidad.

-¿Piensas que el enviado debe alejarse de todo para lo que ha sido preparado? -le preguntó Isao con curiosidad.

-No ha sido preparado Isao. Tiene dieciocho años y si pretendes que se enfrente a la criatura ancestral, entonces no durará ni siquiera un minuto con vida -espetó Aixa.

-Aixa...

-Es cierto Nereo, no puede hacerlo... -interrumpió Aixa.

-Si puede hacerlo, debes aceptarlo. Ya no es el bebé que tuviste en brazos luego de la muerte de su madre. Además tu sabes que Kayla murió para que él cumpliera con su destino -contradijo Isao.

-¡No es así! -exclamó Aixa-. Kayla murió por más que eso.

Isao movió la cabeza, negando lo que Aixa decía.

-Por favor, Sensei Isao, Aixa -intentó calmarlos Nereo-. Hay que concentrarse en el reino y en lo que se acerca.

-Sensei Nereo tiene razón padre -dijo el muchacho-. Debes contarle lo que ha sucedido.

Isao observó al chico y asintió, era lo más coherente que podían hacer en ese momento.

-Kerbasi ha tomado el trono por la fuerza, y no sólo eso, sino que también asesinó a los representantes de cada ciudad, con lo que ha logrado que haya caos en cada rincón de esta tierra. Las tropas leales al fallecido rey Conrado han sido eliminadas en su mayoría, con excepción de un pequeño grupo con el cual he tenido contacto. Desde hace un mes los dragones negros custodian el espacio aéreo y soldados provenientes de otros lugares cuidan las fronteras terrestres impidiendo que alguien entre o salga, a menos que sea por una orden explícita de Kerbasi.

-No puedo creerlo -dijo Nereo sorprendido-. En tan poco tiempo ha logrado demasiado.

-En unos cuantos días esa criatura va a tener los aliados suficientes como para comenzar a buscar al muchacho -agregó Aixa.

-He contactado con unos amigos de la tribu Xing, ellos llegaran aquí mañana en sus dragones. Idearemos algo para intentar detener al enemigo antes de que se haga lo suficientemente fuerte.

-De acuerdo contigo, pero todo esto podría no resultar Isao -le dijo Aixa no muy convencida-. Si acudimos a la batalla en la capital, para intentar detenerlo, y somos aniquilados en el intento, entonces no quedará nadie para defender a los más jóvenes de la tribu. Al final todo terminará en matanza.

-Por eso es que necesitamos que el enviado sea preparado, de él depende todo esto -agregó Isao.

-Pero no hay tiempo Sensei, no podemos entrenarlo en un día, jamás estará listo para enfrentar a la criatura -dijo Nereo.

-Esta vez lo intentaremos sin él. Será muy peligroso, pero debemos arriesgarnos, ya que si seguimos esperando obtendrá más y más fuerza. Si es derrotado no habrá necesidad de que el chico se entere de que es el enviado y podrá vivir una vida tan normal como la de sus amigos.

-Hagámoslo -decidió Aixa.

Los otros asintieron, menos el hijo de Isao.

-Isei, sabes que debes quedarte aquí. No irás a la capital a combatir.

El chico no respondió nada, se quedó en silencio por unos momentos hasta que Nereo le dijo:

-Te llevaré con Kosme y los otros, estoy seguro que de que harás buena amistad con ellos.

El líder de la tribu salió de la sala con Isei, lo llevaría al templo donde seguramente encontraría a los chicos. Estaría más seguro con ellos.

-¿Qué hay de él? -preguntó de repente Aixa.

-¿A quién te refieres?

-Al que lidera el grupo que se opone a Kerbasi en la capital.

-Está bien, aunque su carácter se ha endurecido demasiado con los años -respondió Isao al mismo tiempo que una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro.

-Alguien remediará eso, te lo aseguro -dijo Aixa.

-Estoy de acuerdo contigo.

Los dos se quedaron en la sala, sonriendo por unos momentos. De seguro recordarían los buenos tiempos, tiempos en que Kayla, Amawta y muchos otros se encontraban con vida. Eso no les traía tristeza, sino que al contrario, era una manera de alegrar el día.
Los recuerdos maravillosos eran necesarios en aquellos momentos para no caer en la desesperación y el miedo.

martes, 14 de agosto de 2007

Capítulo 11: "Sensei"

Estaban los dos solos en un claro del bosque, cercano a un lago que se ubicaba en los alrededores de los terrenos del templo triangular. La brisa era bastante refrescante y al mismo tiempo tranquilizante.


-En cuanto lance una bola de fuego tu intentarás controlarla -dijo Kosme alejándose un poco de Dazke.


El chico asintió y se preparó.


-¡Ahí va! -gritó Kosme al mismo tiempo que extendía el brazo hacia él.


El ataque voló hacia Dazke con impresionante velocidad, pero el muchacho no hacía nada, con expresión de espanto se lanzó al suelo temblando. La bola impactó sobre unos matorrales comenzando a quemarlos. Kosme se acercó y sacó un pequeño contenedor de agua y la echó sobre estos para apagar el fuego.


-Se supone que intentarías manipular mi ataque. Creo que no estás preparado para dar la prueba aun -dijo Kosme defraudado.


Esperó que su táctica funcionara, en unos momentos el orgullo de su amigo florecería con fuerza y le haría contrarrestar cualquier ataque que se dirigiese hacia él.


-Tienes razón... -respondió Dazke poniéndose de pie.


-¡¿Estás Loco?! -exclamó Kosme.


El pálido muchacho se asustó un poco frente a la reacción de Kosme y le dijo:


-Acabas de decir que no estoy preparado y yo creo que tienes razón.


-De pie, y si nuevamente no respondes frente a mi ataque te quemarás vivo, pues esta vez no te lanzaré una simple bola de fuego.


-Espera...


-¡Ahí voy!


Kosme extendió sus brazos, abrió las palmas de ambas manos y un manto de fuego salió de estas con dirección a Dazke.

Sintió miedo, había algo que le detenía y no comprendía qué era. No deseaba manipular el fuego, el que siempre consideró demasiado peligroso, ni siquiera él había deseado ser entrenado con la tribu. Hubiese preferido vivir su vida fuera de aquellos terrenos.

Entonces imaginó a su familia, poco antes de ser calcinada. La rabia dentro de él creció, la impotencia de no haber podido ayudarlos. Aquello permitió que instintivamente moviera los brazos de una peculiar forma logrando al fin que el fuego que se acercaba lo rodeara sin herirlo para luego esfumarse como si nada en el aire.


-¡Lo lograste! -exclamó Kosme con alegría mientras se acercaba a él.


Dazke no escuchó el grito de felicidad de su amigo, no deseaba oírlo de todas formas. Se arrodilló en el suelo y comenzó a llorar.

Kosme se detuvo frente a él desconcertado por el actuar del chico.


-¿Qué sucede Dazke? -preguntó Kosme.


-Hace mucho tiempo -comenzó a decir entre sollozos-, antes de que el rey Conrado heredara el trono, su padre, un hombre ruin y envidioso, envidioso de todos aquellos que podían lograr cosas mejores que él. Una vez un anciano, antiguo miembro de la tribu intentó asesinarlo, fallando por supuesto. Furioso envió a sus más fuertes tropas a todas las aldeas en busca de los Kaji. Muchos murieron, entre ellos mi familia. Sólo mi padre era un domador de fuego, mi madre y mi hermana no tenían ningún tipo de habilidad. Fueron encerradas en nuestra casa en llamas, donde murieron y yo no pude ayudarles pues estaba en este lugar entrenando. Mi padre falleció meses después, no soportó la perdida y me dejó sólo.


Kosme no podía evitar imaginar cada una de las cosas que Dazke le contaba. Recordó a sus amigos y familiares, muertos por Satsujin, y él, aun vivo. Tampoco pudo hacer nada por su gente.

Comprendió el sentir de Dazke, sintió su tristeza, su dolor, el mismo que el llevaba dentro, ahora en menor grado que antes.


-No quise quedarme aquí, pero el antiguo Sensei, líder de la tribu, no permitió que me fuese hasta convertirme en un domador. Me habló sobre mi padre y otras cosas que ya ni recuerdo. Lo único que deseaba era escapar. Pero gracias a June y Nerik he podido seguir adelante, mis amigos me ayudaron más de lo que pude creer alguna vez. Debido a ese incidente no soy muy diestro con la manipulación de fuego, puedo crearlo fácilmente, pero controlarlo es algo que no deseo.


-Entiendo... -dijo Kosme de pronto- pero si deseabas irte y si aun lo deseas, deberás hacer un esfuerzo y lograr vencer a Kai-Wén mañana, sólo así lograrás lo que quieres.


Las palabras de Kosme le inspiraron un poco, pero no demasiado. Asintió de mala gana, como si lo estuviese haciendo por obligación y luego se colocó de pie para continuar.


La posición del sol indicaba el medio día, momento en el cual comenzaría la prueba para June y Malena. El lugar sería un anfiteatro, situado en el lado sur de los terrenos del templo triangular.

Una multitud de personas y otras criaturas estaban sentadas, atentas al comienzo de la batalla. la cual, según algunos, prometía ser espectacular, pero hacía falta verla primero antes de asegurar cualquier cosa.


Todos se quedaron en silencio cuando el joven Nereo caminó por el campo de batalla hasta situarse en el centro de este.


-Hoy se celebrará una de las últimas pruebas que debe rendir un miembro de nuestra tribu para poder ser reconocido como un domador de fuego. June y Malena se enfrentarán este día. Demostrarán todas las habilidades que hayan aprendido durante su largo entrenamiento y al final sólo una de ellas podrá ser presentada frente a todos como un verdadero domador de fuego.

El público se agitó y Nereo tuvo que alzar aun más su voz.

-¡Que comience el combate!

El líder de la tribu caminó hasta una de las salidas del campo de batalla y desapareció. Su lugar correspondía en lo más alto, desde ahí vería con más detalles la pelea.

-Este no será tu día June -dijo Malena sonriendo.

June no hizo nada, ningún gesto, ni tampoco devolvió dicho alguno. Se concentró en su misión. Derrotar a la muchacha costara lo que le costara. No se rendiría.
De pronto su contrincante lanzó varias dagas hacia ella sin previo aviso. Saltó hacia un lado y cayó al suelo rodando sin aparente daño. Se levantó rápidamente, pero Malena ya estaba a su lado lista para asestar un mortal ataque.
La chica de cabello rubio extendió sus brazos ágilmente y una enorme bola de fuego rodeo a June que momentos después estalló lanzando a Malena hacia atrás, pero sin causarle daño alguno.

-He ganado... -murmuró Malena

La chica se sintió feliz, estaba segura de su victoria, aun cuando hubiese sido demasiado fácil. June no podría haber sobrevivido.
Pero estaba equivocada. Su expresión cambió por una de asombró al ver a su oponente de pie, con los brazos extendidos hacia los lados, como si se hubiese protegido con estos de tan potente ataque.

-¿Cómo...?

June sonrió, saltó hacia ella y le golpeó en el rostro con la rodilla logrando lanzarla al suelo. Malena enfadada le lanzó varias bolas de fuego que June esquivaba moviéndose a gran velocidad.

-Imposible... -farfulló Malena mientras intentaba asestarle con los ataques.

Los espectadores no decían ni una palabra, estaban totalmente pasmados, una muchacha con esa velocidad, con esa resistencia para sobrevivir a una técnica como esa no era normal. Miraban con gran interés.

Malena de un salto se colocó de pie y corrió hasta su rival con el puño en alto para golpearla. June hizo lo mismo y luego de unos segundos se encontraron frente a frente, resistiendo, ninguna de las dos deseaba ser derrotada.
June le dio una patada en vientre y luego un puñetazo en el pecho. Malena retrocedió, dolorida por los golpes, pero aun así siguió lanzando fuego, al parecer tenía un plan. June comenzó a saltar, hasta que lo hizo muy alto y fue aquel momento el que Malena debía aprovechar para terminar rápidamente aquella pelea.

Desde el aire June vio a su contrincante ser rodeada de un aura color rojo, la cual momentos después se escapó por sus brazos extendidos haciendo que todo el lugar, menos en donde ella estaba se incendiara.

-No podrá escapar... -dijo entre dientes mientras la observaba caer.

Había caído en la trampa mortal de su enemiga. Estaba segura de que al caer todo habría terminado para ella. Pero no podía, no podía rendirse, su misión era mucho más importante que cualquier cosa en el mundo. Malena sería reconocida como domador de fuego si ganaba, pero ella lograría algo mucho más grande, lograría encontrar a quien buscaba desde hacía tantos años.

-¡Tú puedes June!

Miró hacia el lugar de donde provino aquel grito y vio a Nerik que le hacía señas, pronto a su lado llegaron corriendo Kosme y Dazke. Ver a sus amigos le hizo sentir más confiada en sus habilidades, ellos la apoyaban, ellos deseaban que ella consiguiera lo que debía conseguir. Era el momento de poner a prueba lo que había aprendido.

June movió los brazos, con las palmas abiertas, de arriba hacia abajo y el fuego que cubría el campo de batalla comenzó a elevarse como si una fuerte corriente de viento proveniente desde debajo le obligara a subir. Pero Malena no se quedaba sin hacer nada, pues alzó los brazos también y el fuego intentó regresar a su lugar.

-Sensei Nereo...

Nereo se giró y uno de los Kaji le entregó una nota. El líder de la tribu la leyó con atención, dejando a un lado el combate entre June y Malena.

-Estaré con ellos de inmediato -dijo Nereo al que le había traído el mensaje.

Salió del lugar en el que estaba presenciando la batalla y desapareció entre los oscuros pasillos internos del anfiteatro.
Llegó hasta el patio fuera del templo triangular y escuchó que la multitud vitoreaba, una de las dos muchachas ya había vencido. Pensó en June, una brillante luchadora que sabía manejar a la perfección varias técnicas de manipulación de fuego, además tenía otras cosas bajo la manga que le habrían hecho ganar fácilmente.
Caminó rápidamente hasta la entrada al templo y ahí se encontró con dos individuos que llevaban capa y capucha para cubrirse el rostro. Uno de ellos era más alto que el otro, ligeramente de mayor tamaño que Nereo.

-Me alegra mucho verle a salvo, Sensei Isao -le dijo Nereo al más alto haciendo una reverencia.

lunes, 13 de agosto de 2007

Capítulo 10: "La Prueba Final"

Desde muy pequeños los nacidos en las diferentes tribus eran entrenados de acuerdo al tipo de habilidad que poseían. No era la excepción entre los Domadores de Fuego.

Primero les enseñaban a controlar de buena forma el fuego que salía de ellos cada vez que experimentaban una emoción fuerte. Luego los adiestraban en el combate para terminar con las técnicas de mayor nivel que se podían realizar utilizando el fuego. Todo esto se lograba con una profunda meditación.


A diferencia de otras tribus, Kaji no tenía una aldea en la que vivieran todos sus miembros, sólo constaba de instalaciones para entrenamiento, por lo que los hijos de los domadores de fuego, que heredaran las habilidades eran llevados al lugar en donde se quedaban por varios años bajo el cuidado del líder de turno.


Antes de ser reconocidos como domadores de fuego, aquellos que pretenden alcanzar tal título deben rendir un tipo de prueba especial, la que varía años tras año. Podía estar relacionada con la supervivencia o el combate.

Al pasar la prueba, en una solemne ceremonia, los nuevos domadores eran presentados al público como tales, desde ese momento hasta la eternidad y sus nombres se eran escritos en el muro de un enorme salón dentro del templo triangular de los Kaji.


Como todos los días, June se levantó temprano para entrenar unos momentos antes de ir a desayunar al templo con sus amigos. Abrió las cortinas de su habitación, en la que dormía solamente ella aun cuando habían otras dos camas desocupadas. Acarició su blanco por unos momentos mientras observaba hacia afuera. Un poco más adelante estaban los dormitorios de sus compañeros. Sonrió y luego se retiró para cambiarse de ropa.


June había sido traída desde una tierra muy lejana, de la cual ella decía no acordarse, a los cinco años por sus padres y su abuelo. Todos ellos eran domadores de fuego.

Sus primeros amigos fueron Nerik y Dazke, los conoció el primer día de llegar. Comenzó con su entrenamiento junto a uno de ellos, ya que por desgracia Nerik no podía crear fuego, algo extraño que no había sucedido antes. Cada uno de los Sensei que la tomaba como pupila se asombraba de su maravillosa habilidad de controlar el fuego, con elegancia y exactitud.

Cuando no estaba con Nerik o Dazke se le veía sola vagando por los terrenos de la tribu Kaji, leyendo en la biblioteca o meditando en algunos de los salones destinados para eso.

Desde hacía algunos años comenzó a sentirse atraída por Nerik, pero decidió dejar aquello de lado y dedicarse a lo que ella llamaba "su misión" acerca de la cual nadie, ni siquiera sus amigos más cercanos, conocía.

Nunca era visitada por sus padres, aunque eso no le importaba, prefería pasar los periodos de descanso en el templo, junto a Nerik ya que este tampoco recibía visita alguna.


Estaba lista. Se dirigió hacia la entrada de la casa, sin hacer mucho ruido y salió para llevarse la sorpresa de que sus tres amigos estaban ahí esperándola.


-Hola, June -dijo Kosme sonriendo.


Los otros se le acercaron entusiasmados, como si algo que les cambiaría la vida hubiese sucedido.


-¿Por qué están tan felices? -preguntó la chica con desconcierto.


-Iremos a entrenar contigo -contestó Nerik-. Así podrás enseñarme como crear fuego.


June suspiró y se hizo camino entre ellos.


-Durante años lo hemos intentado y lo único que logramos es que un poco de vapor salga de tu mano.


-Esta vez resultará, puedo sentirlo -dijo Nerik para intentar convencerla.


-Lo siento, aun si fuese así no podría -lamentó June-. Hoy es la prueba final y debo concentrarme sólo en eso. Mañana, si quieres, lo intentamos. Además, Kosme también puede enseñarte.


Los tres miraron al muchacho y este rápidamente levantó los hombros y les dijo:


-No hay caso... ya lo intenté.


Nerik se sintió frustrado, pero era cierto, sus amigos lo habían intentado todo para enseñarle. Era extraño que no pudiese ni siquiera crear una pequeña lengua de fuego. Por mucho tiempo llegó a pensar que no era hijo de un domador de fuego, al no ver nunca a su padre desde muy pequeño no tenía donde encontrar la respuesta. Debido a esa incapacidad no había podido comenzar su entrenamiento aun y ya tenía dieciocho años, la edad en que muchos partían del lugar de entrenamiento a desempeñar cualquier tipo de trabajo en el que pudiesen hacer gala de sus extraordinarias habilidades con el fuego.


A diferencia de los Tsathi los domadores de fuego podían controlar este a disposición, viniendo del que lo originaba o de otro, por esto las batallas entre ellos eran formidables. Los Tsathi no podían hacer esto, controlaban sus propias técnicas y no podían, de ninguna forma, manipular las de otros, aun cuando fuesen de la misma raza.


Se quedaron unos momentos en silencio hasta que la chica comenzó a caminar hacia el bosque, para por fin comenzar con el entrenamiento.


-¡Te esperamos en el templo para desayunar! -le gritó Dazke cuando se alejaba.


Ella hizo una seña y luego desapareció entre los árboles.


-Mañana te volveré a entrenar y esta vez saldrá fuego de tus manos -dijo Kosme sonriendo a su amigo.


-No te molestes... es inútil -murmuró Nerik.


-Mejor vayamos al templo a comer algo -sugirió Dazke-, June nos alcanzará pronto ahí.


Caminaron en silencio hasta el gran edificio triangular. Kosme y Dazke comprendían de alguna forma la congoja de Nerik, aunque nunca habían padecido algo parecido, pero pensaban que era horrible sentirse de esa manera y se imaginaban a ellos mismos pasando por lo mismo.

Al estar en la sala principal ingresaron por la puerta frente a la entrada del templo. Se adentraron en un pasillo muy oscuro, alumbrado por cientos de antorchas a lo largo de él, era más ancho que los otros por los que habían pasado alguna vez. Después de avanzar un poco varias puertas aparecían a los lados, puertas que a simple vista se notaba que eran muy antiguas. Sobre una de ellas, en el muro, había una frase escrita, un poco borrosa, aunque para ellos ya no era necesario leerla, ya que gracias a la distinción de los borrones sabían que era la puerta correcta.


Kosme la abrió y la luz encandiló sus ojos, entraron y cerraron. Habían varias ventanas del lado izquierdo, en lo más alto del muro. Una docena de mesas pequeñas, como para tres o cuatro personas adornaban el lugar; en el rincón izquierdo se encontraba una puerta, no muy grande, por la cual, de vez en cuando, entraba alguien, parecía ser la cocina.


En ese instante no habían muchas personas. Todos adultos, ningún muchacho que anduviese en pie tan temprano al igual que ellos. A la mitad de los que se encontraban ahí no los conocían y a los restantes los habían visto algunas veces por los terrenos del templo.

Se sentaron en el centro y unos momentos después un muchacho llegó con una bandeja y colocó tres vasos, llenos de leche, y se retiró por unos segundos para volver con varias frutas, dulces y otras agridulces.

June saltaba de árbol en árbol, haciendo diversos giros. No deseaba perder, era su turno aquel día, le tocaba demostrar todo lo aprendido durante los años de entrenamiento. Esta vez serían combates, podría tocarle con Dazke, pero no podía dejarle ganar ni aunque fuese uno de sus mejores amigos.
Cayó a tierra de pie con una elegante maniobra en el aire. Era suficiente, además tenía hambre, encontraría a los otros en el templo.

Nerik se sentó a un lado de Kosme, quien comía afanosamente, como si nunca lo hubiese hecho.

-Tendrá que luchar contra Malena -dijo Nerik mientras cogía una fruta-. Podría resultar un poco difícil.

Dazke no había probado bocado. El nerviosismo no le dejaba hacer nada, incluso, parecía que algunas veces temblaba un poco.

-Lo siento amigo -agregó Nerik-. Kai-Wén es tu rival.

La expresión de Dazke se volvió totalmente sombría, no tendría oportunidad alguna. Kosme le dio una gentil palmada en la espalda y le dijo:

-Hoy entrenaremos durante el día, así no será tan fácil para ese tonto.

Dazke sonrió no muy convencido, pero agradeció la ayuda de su amigo.

-Ahí viene June -señaló Nerik-. Se ve bastante calmada.

La chica se sentó cerca de Dazke y de inmediato una muchacha le sirvió jugo en uno de los vasos que traía.

-¿Quién luchará conmigo? -preguntó sin mucha importancia.

-Malena... ella será tu rival hoy June -informó Nerik un poco preocupado.

-Será interesante... -respondió June bebiendo de un sólo trago el jugo.

-¿Ella es fuerte? -preguntó Kosme.

-Demasiado, podría ser que ahora un poco más que June. Es mejor que no te hayas encontrado con ella hasta ahora. Su temperamento es...

-June...

Una voz femenina interrumpió al chico, el cual quedó boquiabierto al ver a quien había hablado.
Frente a ellos se encontraba una muchacha delgada, de ojos verdes, cabello rubio y tez blanca. Vestía una camisa de mangas largas color verde, varias cintas negras atadas alrededor de su cintura, las que utilizaba como cinturón; llevaba pantalones negros y botas negras.
Su mirada altiva golpeó a cada uno de los sentados, excepto a June.

-Tu último desayuno antes de perder tu orgullo. Supongo que está bien.

June soltó una fuerte risa y luego se levantó de golpe.

-¡No te confíes niñita!

-¡¿Qué?! -gritó Malena.

-Está bien, tranquilas, tranquilas -dijo uno de los dos que la acompañaban intentando separarlas.

-Mejor nos vamos Malena, las cosas entre ustedes se resolverán luego -agregó el otro muchacho.

Salieron del lugar llevándose a la chica con dificultad. June volvió a sentarse como si nada hubiese pasado.

-Se llevan bastante mal estas dos... -murmuró Kosme a Nerik.

-Las mujeres siempre pelean por cosas demasiado simples, a diferencia de nosotros claro, siempre tomamos las cosas con más calma -dijo Nerik sonriendo.

De pronto June se levantó con tranquilidad, se acercó al chico y se quedó frente a él por unos segundos mirándole sin hacer nada.

-¿Qué sucede?

June le dio un golpe en la cabeza.

-Para que aprendas idiota...

Mientras Nerik sobaba su cabeza apareció uno de los miembros de la tribu Kaji, el cual les dijo:

-En el sol esté en lo alto del cielo, comenzará el combate entre June y Malena. Este se efectuará en el campo de la entrada sur.

June asintió mientras sus amigos le observaban con entusiasmo.

-¿Estás lista? -preguntó el miembro de la tribu.

-Totalmente -respondió June con seguridad.

Era el evento más importante que se celebrara cada año, para el que quisiera ser reconocido como domador de fuego. La batalla no sería fácil de ganar.
La prueba final estaba a punto de comenzar. Pero no era lo único de más relevancia que sucedería. Pronto, todo el reino se vería involucrado en algo que cambiaría la vida de muchos y acabaría con la de otros.

viernes, 10 de agosto de 2007

Capítulo 9: "La Caída"

"Padre:

Hemos logrado penetrar en la ciudad capital de Telumi. Pronto tendremos el completo control del reino. Sus guerreros se han escondido y su rey huye por los pasajes secretos bajo tierra; no tiene salida pues todas estas han sido interceptadas. Morirá de todas formas.
Los prisioneros nos han hablado de un arma, una que da un tipo de poder infinito a quien la toca tan sólo una vez. Si me hago con ella podremos destruir a todos los que nos desafíen. Pero por ahora no puedo soñar, seguimos buscando y buscando, queda muy poco lugar, pronto la tendré en mis manos, pronto."

El rey acarició su larga barba gris que resaltaba sobre la dorada armadura que siempre llevaba puesta. Símbolo de un glorioso pasado en el campo de batalla.
Se sentó en el trono, y nuevamente leyó la carta en silencio, esta vez moviendo los labios. Los presentes, al igual que él, estaban muy preocupados. Kerbasi, el príncipe guerrero, no había hecho contacto en más de seis meses. No tenían idea alguna sobre el campo de batalla, ni de sus soldados, ni de nadie.

-Es posible que hayan sido...

Antes de terminar la oración el rey posó sobre el sujeto una mirada de odio, sus ojos inyectados de sangre le decían que no era momento para hablar sobre posibles fracasos.
Los representantes de todas las ciudades importantes del reino se reunían con el fin de discutir el futuro de este junto al rey. Pero sus palabras no eran causales de obediencia a menos que el soberano lo proclamare. Constaba de un grupo de seis miembros, el número de los lugares de más relevancia dentro de Hóng-Lían. Eran convocados una vez al mes.
Se sentaban al rededor del rey, y exponían sus preocupaciones, los problemas que afectaban a los pueblos pequeños y villas. Pero aquella vez era diferente, habían sido llamados de emergencia, para discutir sobre el no esperado regreso de las tropas y del príncipe Kerbasi aun.

-Deben enviarse más tropas al frente de batalla, hay que ayudar a Kerbasi con más hombres. En su última carta me comunicó que el reino estaba a sólo un poco de ser controlado -dijo el rey con entusiasmo, como si haciendo eso se solucionaría todo.

-Su alteza -dijo uno que se encontraba sentado cerca de él-, no podemos hacerlo, Hóng-Lían quedaría desprotegido y otros, además de Telumi, aprovecharían esta situación y esta vez Terraconce no podrá ayudarnos.

El rey se levantó con fuerza del trono, se quedó unos momentos de pie, sin decir una palabra. Miraba hacia un lugar que ningún otro podía. Dentro de su cabeza las imágenes de su hijo mutilado junto a cientos de guerreros le atormentaron.

-¡No! -gritó con desesperación- ¡Kerbasi aun vive!

Sus dichos resonaron en la sala, los vidrios de las ventanas vibraron, parecía que el rey desataría toda su furia con ellos ahí dentro. Sintieron miedo y se levantaron, listos para huir si el juicio del soberano empeoraba. La furia y el temor a perder a su hijo le estaban haciendo perder el juicio. De pronto la puerta se abrió de golpe, una delgada silueta se acercó con prisa al rey que al parecer poco a poco volvía a sus cabales. Se arrodilló frente a él y le entregó un pergamino, luego se retiró sin darle la espalda, en posición de reverencia.

El rey Conrado lo desenrolló y leyó con un poco de prisa. Sus ojos se abrieron aun más por la sorpresa. No lo podía creer, por fin recibía buenas noticias.

-Su Majestad ¿qué sucede? -preguntó uno de los presentes con voz quebrada.

El rey sonrió, no sabía como contener tal felicidad. Se levantó, su dorada armadura resplandeció con un rayo de luz que entró por la ventana en ese momento y dijo con voz firme:

-Prepárense. Kerbasi llegará al caer la noche.

A pesar de la buena noticia ninguno de los representantes demostraron algo de alegría, parecía un anticipado funeral para su hijo, como si el mensaje hubiese sido al revés. Sus rostros demostraban un poco de preocupación. Algo extraño sucedía.

Kerbasi bajó de su caballo negro, todo estaba enlodado. Llovía a cántaros. Otros tres jinetes hicieron la misma acción y le acompañaron frente al palacio de Hóng-Lían, donde varios guardias lo esperaban para darle la bienvenida. Pero el príncipe tenía otras intenciones.
Se quitó la empapada capucha que cubría su rostro, el cual estaba pálido, parecía estar muy enfermo, demacrado. El guerrero se asustó un poco al ver la sombría expresión. Intentó decir algunas palabras, pero antes de que lo hiciera un dolor que se originó en su pecho invadió todo su cuerpo después obligándole a caer paralizado al suelo. Kerbasi le había apuñalado a sangre fría. La mirada de odio en el rostro del príncipe fue lo último que vio antes de dejar el mundo para siempre.
Sus acompañantes hicieron lo mismo con los otros guardias, procurando no hacer mucho alboroto.
Escondieron los cuerpos entre los matorrales cercanos y luego entraron por la gran puerta al palacio con prisa, para que nadie los viera.
Gracias a los rayos y truenos, los gritos de los que iban muriendo bajo el filo de sus espadas no alertaban a nadie. Pronto estarían en la sala del trono, ahí terminaría y la vez comenzaría todo.
Caminaron por los alfombrados pasillos del lugar, pasando por salas y otras estancias en las que se encargaban de todo aquel que se acercara a ellos, incluso si era para rendirle el respeto merecido de un príncipe.

Un fuerte sonido resonó en todo el salón, uno que provenía desde la puerta, como si la hubiesen pateado con fuerza. De pronto el fuego de las antorchas y velas se apagaron repentinamente. Los representantes de las ciudades importantes y el rey observaron con curiosidad. Los guardias se acercaron hacia la entrada, prestando atención al más mínimo movimiento en el exterior. Los otros invitados de Conrado se fueron a un rincón un poco atemorizados.

Uno de sus acompañantes pateó por última vez la puerta que los llevaría hacia la sala del trono. Esta vez se abrió con fuerza. El príncipe sonrió maliciosamente y acto seguido entró como si nada estuviese pasando. Los soldados que estaban dentro parecieron aliviarse al verlo. La gente que se encontraba ahí, iluminados con las fugaces luces de los constantes rayos.

Conrado sintió alegría infinita en todo su ser, feliz de ver a su hijo nuevamente.

-¡Hijo mío! -exclamó con alegría caminando hacia el con lentitud y los brazos abiertos.

Ante la reacción de su padre y de los aplausos de los presentes el príncipe no se inmutó, parecía no importarle nada. Su pálido rostro, sus ojos inexpresivos le advirtieron a Conrado que algo no andaba bien.

Kerbasi se burló en su interior de los que lo recibían, no le importaba el destino que tuvieran, lo único relevante era tener la corona de oro que su padre llevaba puesta. Hizo una seña hacia sus jinetes, los que inmediatamente desenfundaron sus espadas y avanzaron hacia los que estaban ahí.

Bolas de fuego volaron hacia los individuos, pero se apagaban inmediatamente al llegar cerca de ellos. No eran efectivos los ataques. Pronto la matanza comenzó en la sala del trono.
Kerbasi cerró la puerta y luego la bloqueo con algunas mesas que dio vuelta, tirando toda la comida al piso, la que terminó bañada en la sangre de los presentes que gritaban con desesperación.

Todos fueron cayendo uno por uno, sin piedad por parte de los jinetes de Kerbasi, el príncipe traidor. Al final sólo quedó Conrado, frente al trono, empuñando la espada con valor, sin temblar, sin vacilar frente a sus atacantes.

-¿Cómo pudiste? -preguntó defraudado a su hijo.

Kerbasi se quitó la capa que cubría su cuerpo, la dejó caer elegantemente en el suelo. Desenfundó una ancha espada, de largo común; color negro y en su mango tenía cuatro pequeños diamantes oscuros, parecía como dentro de ellos una tormenta estuviese encerrada, esperando a ser liberada.

-Esta es el arma -dijo de pronto-, el arma que portó la criatura ancestral en su última batalla. Con ella tengo todo el poder de mi lado, ni siquiera el enviado podrá detenerme.

Conrado, ahora asustado, bajó su espada y miró con horror a su hijo, el cual se había convertido en alguien que desconocía por completo.

-¿Dónde está Kerbasi? -preguntó con calma.

El príncipe se arrodilló de repente, temblaba por completo mientras sus jinetes lo rodeaban levantando sus espadas hacia el techo de la habitación. La espada resbaló de sus manos por poco, pero la empuñó nuevamente, aunque esta vez, con más fuerza que antes.

-Kerbasi... ya no está...

Una voz desconocida, grave, que le paró los pelos de punta resonó en la sala del trono; una voz que no era la de su hijo.
Los ojos de Kerbasi se volvieron oscuros, un resplandor púrpura y negro se escapó de sus ojos. Dio un salto hacia su padre y con rapidez clavó la espada en su pecho.

Un hilo de sangre broto de la boca del anciano rey, la vida pasaba frente a sus ojos. Ver a su hijo matándole con euforia, con una sonrisa en el rostro, con una mirada de victoria en sus ojos le hizo desistir, ya no se aferraría a la vida. Su hijo, su único hijo, esperaba verlo pronto, en algún lugar.

Movió la espada de un lado a otro, disfrutando de cada segundo con gran emoción. Luego la quitó y lanzó el cuerpo del viejo a un lado. Ahora él sería el rey. Su plan estaba casi terminado.

-Esa Anxelin... lo hizo demasiado bien -dijo con la voz grave de antes-. Acaben con todas las fuerzas del reino, cada soldado, cada guerrero, deben desaparecer.

Sus acompañantes se arrodillaron por unos momentos, luego se levantaron y se fueron, dejándolo en medio de la muerte, la cual para él no representaba nada, pues nunca la conocería, estaba destinado a no hacerlo.
La luz de los relámpagos iluminó su rostro por pocos segundos. Una gran sonrisa apareció dibujada en su rostro; después todo se volvió oscuro y la lluvia cesó.

sábado, 4 de agosto de 2007

Capítulo 8: "El Equipo Daichi"

Habían pasado varias horas desde el alba para cuando Nerik despertó. Kosme aun seguía esperando junto a Aixa, también llegaron Nereo y Garaadria y por último un muchacho pálido, de menor tamaño que Kosme, de cabello corto color castaño y ojos verdes pequeños, un poco gordo.

-¿Qué sucedió? -preguntó Nerik mirándolos a todos confundido-. Ese sujeto nos seguía...

-Calma, calma -le dijo Nereo antes de que terminara-. Ya ha pasado un mes desde eso.

-¡¿Un mes?! -exclamó Nerik- He dormido demasiado.

-En realidad despertaste varias veces, quejándote por el dolor -le informó Aixa-. No recuerdas eso ¿verdad?

-No...

Garaadria sonrió unos momentos y luego le dijo:

-Hoy podrás volver al dormitorio, con tus compañeros.

Nerik se quedó en silencio, observándolos como si no entendiera lo que ella le decía.

-¿Kosme? -preguntó un poco desconcertado al verlo ahí- ¿Qué haces aquí?

-Él se quedará aquí hasta cuando decida marcharse -se apresuró a contestar Nereo.

Kosme asintió sonriendo. De pronto el otro muchacho que los acompañaba se acercó a Nerik y dijo:

-¡Hola Nerik! Hemos estado esperando que despertaras... June y yo. Pero ella no ha podido venir ahora, tiene entrenamiento con La-Méng... digo, con el Sensei La-Méng.

Nerik se sintió bien, su amigo estaba ahí, y Kosme también, aunque lo conocía muy poco. Nereo siempre le había apoyado y Garaadria, aunque era muy estricta en cuanto a su formación, siempre estaba ahí para darle uno que otro consejo.

-No hagas mucho esfuerzo, si lo haces, puede que las heridas en tu pecho se abran -le dijo Aixa mientras le entregaba un poco de ropa.

-Esta bien, pero... -dudó un poco el muchacho- ¿podrían salir para que me cambie?

Los cinco entraron en la habitación contigua a esa, donde Aixa tenían varias repisas llenas de frascos con hierbas que sólo ella conocía, entre otras cosas, como un bastón muy bien cuidado, al parecer era de alguien a quien recordaba con frecuencia.
Nerik se levantó y miró la ropa que le habían dejado. Una camisa de cuero, color rojo, con mangas cortas que le llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas y unos pantalones negros.

-¡Esta camisa es muy grande! -gritó desde la otra habitación.

-¡Hay un cinturón ahí también! -contestó Aixa cerca de la puerta-. Este muchacho, debería observar bien a su alrededor.

-¡Ya lo encontré! ¡Ya pueden venir!

Entraron nuevamente a la sala donde estaba Nerik, ahora vestido, con ropas nuevas.

-¿Te gusta? -preguntó Nereo.

-No mucho... lo siento -respondió Nerik un poco triste-. Es que esta faldita, no es de mi agrado.

La mayoría hizo un gesto de molestia, como si estuviesen aburridos del muchacho.

-Pero Nerik, varios usan ese tipo de ropa en este lugar Incluso Dazke -dijo Nereo apuntando al chico pálido-. Bueno, si lo prefieres, puedes hacerle las modificaciones que gustes.

-Bien, bien, se acabó la visita. Nerik está sano y ahora pueden hablar fuera del templo -dijo Aixa empujando a los tres muchachos hacia afuera-. Tengo que hablar cosas importantes con Nereo y Garaadria.

Les cerró la puerta en la cara, dejándolos en el pasillo iluminado por las antorchas. Caminaron hasta el salón principal, en el cual se encontraban las puertas que llevaban a todos lados en el templo, sin decir una sola palabra. Al llegar ahí salieron al aire libre, la luz del sol los encandiló un poco.

-Al fin fuera -dijo Nerik- ¿Me he perdido de algo?

Dazke asintió con un poco de vergüenza.

-Kai-Wén quemó tu cama, por "accidente" -respondió su amigo.

-Excelente... -dijo con ironía.

-Si quieres -habló de repente Kosme-, puedes cambiarte a mi cuarto. Sobran dos camas.

Nerik sonrió.

-Podría ser la habitación de los tres. Así Kai-Wén ya no molestaría con tanta frecuencia.

-¡June! -gritó de pronto Dazke.

Una hermosa muchacha, de cabello blanco, ojos azules, nariz pequeña, delgada y piel tan pálida como la nieve, se acercó a ellos trotando.
Vestía una chaqueta de mangas cortas, con una ajustada camisa debajo, una falda que le llegaba hasta sus rodillas, con aberturas verticales en el lado izquierdo y derecho que llegaban cerca de su cinturón marrón en el que portaba una daga. Llevaba puesto un pantalón de tela delgada por debajo de la falda y unas botas del mismo color que el cinturón.

-Nerik, que gusto verte de nuevo -dijo ella haciendo un gesto con la cabeza como si estuviese asintiendo algo.

Nerik sonrió y dijo:

-Amigos, quisiera presentarles a Kosme, el vivirá con nosotros desde ahora en adelante.

June y Dazke sonrieron e hicieron una corta reverencia.

-¡Bienvenido! -dijeron los dos al mismo tiempo.

-Es también un agrado, invitarle a formar parte de nuestro equipo -dijo Nerik dándole una palmada en la espalda.

Kosme se sorprendió un poco, apenas lo conocían y ya le estaban invitando a formar parte de un equipo. Se sintió feliz, también un poco honrado y nervioso a la vez, como si fuese un niño.

-Apenas me conocen... -dijo Kosme sonrojándose.

-No importa, sé que tu puedes ser parte de nuestro equipo. Desde ahora serás nuestro amigo -dijo Dazke mientras June y Nerik asentían.

Kosme sonrió y respondió:

-Bien... me quedo con ustedes.

-¡Excelente! -exclamó Nerik-. El equipo Daichi está completo.

Ahora comenzaba todo en realidad. Kosme había hecho nuevos amigos, los que le acompañarían para todo la vida, a pesar de los malos entendidos y problemas que pudieran afectarles. Aquella amistad nunca sería rota, ni aun por la muerte.

-Hiciste bien en no contarle Aixa -dijo Nereo mientras miraba por la ventana a un grupo de muchachos que hablaban fuera del templo-. Su padre estaría orgulloso de él.

-Es una lástima que suceda todo esto -agregó Garaadria.

-No es una lástima, así debía suceder, tarde o temprano pasaría. Pronto se librará del engaño que dejaron caer sobre él. Pero fue por seguridad, además su madre también lo deseó así.

Los tres se acercaron a las ventanas.

-Por ahora dejemosle, la tranquilidad le hará bien. Ha hecho nuevos amigos, con ellos se sentirá feliz y el dolor se irá, lentamente, pero se irá.



Dedicado al primer grupo: J - A - K - C

viernes, 3 de agosto de 2007

Capítulo 7: "La Respuesta de Aixa"

Kosme se dirigió al templo muy temprano por la mañana, incluso antes que los Kaji se levantaran. Cruzó por el bosque a toda prisa hasta llegar al patio del triangular edificio. Miró a todos lados, como si fuese a escondidas y luego al percatarse de que no había nadie cerca corrió hasta la puerta.
Entró sin hacer ruido, y se dirigió hasta el lugar donde Aixa se encontraba. Recorrió el largo pasillo hasta que llegó al final de este para encontrarse con las tres puertas, una a la derecha, otra a la izquierda y otra en frente. Sin dudarlo abrió esta última.
Sólo una antorcha estaba encendida, una que estaba cerca del dormido Nerik. Se acercó a él y le dio las gracias en silencio por haberlo ayudado hacía un mes ya.

-El sol apenas se asoma por el Este y tu ya estás en pie...

Se giró rápidamente y ahí estaba, Aixa, envuelta en una túnica roja.

-Necesito hablar con usted. Ahora -le dijo Kosme con voz firme.

-Habla entonces... -respondió Aixa con firmeza, al igual que el muchacho.

-Un Anxelin aniquiló a todos los que pertenecían a la tribu Kijutsu en la islas del Norte. Me persigue a mi aun por lo que podrían ser obvias razones, pero estoy seguro de que es por otra cosa. Necesito que usted me diga cual es esa otra razón. Él dice que soy un "Enviado" o algo así, no le había creído, aunque desde mi llegada lo he comenzado a considerar.

Aixa se sentó sobre una cama vacía, sonrió a medias y dijo:

-Uno de mis mejores amigos murió en Terraconce, él era Amawta, el líder de la tribu Kijutsu de ese reino. Estos reyes, tanto temor tienen a perder su poder. Sus engañosos consejeros les han convencido de que alguien viene a quitarles lo que tienen. Los han cegado. Pero es verdad, uno viene, uno que va a renovar todo lo visto hasta ahora, aunque antes tendrá que hacer frente a los que no desean renovación, los que desean todo como esta ahora.

-¿Se refiere a... los malos? -preguntó Kosme un poco confundido.

-Oh, muchacho, por supuesto que no. En todo este enredo no existen malos ni buenos. Nadie podría hacer esa calificación. Cada uno tiene su propia manera de pensar, cada uno se aliará con quien desee, ya sea por sus principios, sus creencias, etc. Todos tienen una razón diferente para quedarse en este mundo o irse de el, nadie podría decir con certeza quién está equivocado o quién no lo está.

-Entiendo. Pero todo esto no tiene que ver mucho con mi pregunta -le dijo Kosme mientras pasaba su mano cerca de la nariz.

-Tiene mucho que ver -respondió enseguida-. Verás, Satsujin es uno de los que tiene su propia visión de lo que es conveniente, además de eso, está siendo guiado por la venganza, que saciará, según él, cuando tu mueras en sus manos. En cuanto a lo de "Enviado" yo no soy quien debe responder a esa pregunta.

-¡¿Entonces a quién?! ¡Todos están muertos!

Aixa agachó un poco la cabeza, tal vez el muchacho no lo sabía, pero muchos de sus amigos también habían muerto cuando la tribu Kijutsu fue borrada del mapa. El dolor que sentía, él jamás lo comprendería.

-Tu padre no te envió aquí para que yo respondiera ese tipo de preguntas. Te habló de mi para que al encontrarme estuvieses a salvo. Aquí Satsujin no podrá hacerte daño. Tú debes encontrar las respuestas, tu deberás averiguar por qué te persiguen y tú debes averiguar quien eres en realidad, pues toda tu vida te han hecho creer que eres algo que no.

Kosme quedó desconcertado. Deseó marcharse, tenía que averiguar quién era por su cuenta, estar ahí no tenía mucha relevancia en cuanto a eso, pero por otro lado debía quedarse, en cuanto saliera de ese lugar, sin duda, lo atacarían y es probable que Nereo ya no llegase a salvarle la vida. Necesitaba seguir con vida para aprender sobre él mismo, para averiguar sobre su verdadera naturaleza.

-Hoy Nerik podrá irse de este lugar -dijo de repente Aixa cambiando el tema-. No tiene muchos amigos aquí, estoy segura de que tu podrás hacerle compañía, incluso, puedo saber que llegaran a ser grandes amigos. Pero no te asustes si algunas veces actúa como idiota.

La mujer soltó una risita y Kosme sonrió olvidándose por unos momentos de todo lo que había en su mente en esos instantes.

-No te esfuerces; ni siquiera te darás cuenta, muy pronto tus preguntas serán respondidas.

Kosme no dijo nada, caminó y se sentó a los pies de la misma cama en la que ella estaba sentada.

-Esperaré a que Nerik despierte.

Aixa sonrió, tomó una de las manos del chico y le dio suaves palmadas.

jueves, 2 de agosto de 2007

Capítulo 6: "Los Kaji"

-¡Apartense! ¡Apartense! -dijo la mujer mientras se abría paso entre ellos con algunos frascos en su mano.

-¿Está bien? -preguntó Nereo.

Ella no contestó. Se sentó frente a Nerik y comenzó a quitarle las vendas que cubrían gran parte de su pecho.

-Estará bien, estará bien. No hay nada de que preocuparse. En un mes estará listo -dijo la mujer palpando las heridas del chico- ¿Qué fue lo que sucedió?

Nereo y Garaadria observaron a Kosme.

-Yo... yo lo sé señora -dijo Kosme con un poco de timidez-. Un Anxelin llamado Satsujin nos atacó, él le causó esas heridas con algo parecido a los rayos que hay durante una tormenta. Alcancé por poco a formar un escudo de fuego que lo protegió de la mayoría del ataque, pero veo que no fue suficiente.

En cuanto nombró al Anxelin una expresión de sorpresa se vio reflejada en el rostro de la mujer.

-Tú eres...

-Sí, es él -dijo Nereo de forma cortante.

Kosme los observó desconcertado. Era la segunda vez que escuchaba a Nereo responder de esa forma, había algo acerca de él que no le estaban diciendo.

-Bien, bien. Será mejor que se retiren. Nerik necesita descansar y yo tengo que tomar algo de jugo.

Nereo sonrió y le dijo:

-No te preocupes, justamente haríamos eso. Además hay que mostrarle a Kosme el lugar en el que se quedará. Mañana vendré a ver como está Nerik.

-Adiós, Aixa -dijo Garaadria mientras salía de la habitación.

Kosme llegó a quedarse boquiabierto de la sorpresa. Ella era a quien buscaba, la mujer que cuidaba a Nerik.
El muchacho se acercó a ella, sorprendido, feliz, no sabía que decir, este era el lugar en que se quedaría, como lo había deseado.

-Se que me buscas, pero hablaremos después. Por ahora relájate -le dijo Aixa sonriendo.

Kosme asintió como si nada. Ya no importaba si platicaban ese mismo día u otro, lo bueno era que ella estaba ahí.
Caminaron por el mismo pasillo hasta llegar a la sala principal del templo, donde habían varias puertas que llevaban a todos lados.

-Nos veremos Kosme -se despidió Garaadria.

Entró en una de las puertas del muro frente a la entrada del edificio y desapareció.

-Te mostraré el lugar en el que dormirás, Kosme -dijo Nereo mientras le indicaba la salida.

Estaban en el patio nuevamente, se dirigieron hacia la abertura del lado Este. Parecía que conducía a otro lugar, como una especie de pasillo que conectaba el patio del templo con algún otro edificio.
Había un poco de oscuridad, parecía que los árboles se venían sobre ellos, los rayos del sol apenas iluminaban. Caminaron a través de el por unos momentos, hasta que llegaron a un lugar donde la claridad aumentaba. Esta vez la vegetación extrañamente formaba una especie de techo circular sobre un enorme claro en el que habían dos edificios, como enormes casas, construidos con la madera del mismo bosque. Cada uno tenía dos pisos, con varias ventanas en sus paredes.

-Aquí están los dormitorios. El de lado derecho es el de las mujeres y el del lado izquierdo es el de los hombres -dijo Nereo cuando se detuvieron frente a las grandes moradas-. Entra con toda confianza, se supone que no debería haber nadie y hay muchos cuartos sin ocupar, sobre todo los del segundo piso, intenta encontrar algún compañero de habitación si quieres, ya que hay tres camas por cada uno. Yo debo partir ahora, hay asuntos que debo discutir con otros miembros importantes de la tribu.

Hicieron una reverencia y Nereo se marchó, dejando a Kosme en el solitario lugar. El silencio era un poco aterrador, ni siquiera el cantar de ave se escuchaba o el rugir de algún animal, nada de nada.
Abrió la puerta de la casa despacio, no quería hacer mucho ruido si es que había alguien ahí y Nereo se hubiese equivocado. Deseo que no.
El piso crujió cuando entró. Había un largo y ancho pasillo, varias puertas en los dos lados que seguramente daban a los cuartos de otros. Avanzó hasta el final y ahí se encontraba la escalera que lo llevaría al segundo piso.
Subió con cuidado, sin hacer ruido, aunque el crujir de las tablas no le favorecían mucho en su intento. Parecía una copia del primer piso, un pasillo largo que esta vez llevaba hasta una ventana en el fondo y varias puertas en los muros. Entro en el primero, a un lado de la escalera. Vio algunas cajas y otras cosas sobre una de las camas y supuso que ya estaba ocupado. Salió y esta vez se dirigió hasta la última entrada, cerca de la ventana.
Abrió sólo un poco y miró dentro, no había nada. Entró con confianza y observó el lugar. Habían tres camas, una antorcha a cada lado de la puerta, una ventana y un viejo armario. Todo estaba cubierto de polvo, tendría que limpiar bien antes de pensar en dormir ahí.

Las horas pasaron, le tomó casi toda la tarde sacudir las mantas de las camas, quitar el polvo que había en el armario y barrer un poco el piso con una antigua escoba que encontró en uno de los cuartos vacíos del mismo piso.

-Creo que ahora está un poco mejor -murmuró mientras se sentaba en la cama suspirando.

De pronto sintió voces, venía de afuera. Se puso de pie y salió del cuarto para mirar por la ventana del pasillo. Unos veinte muchachos entraban en el edificio.
No le importó demasiado, en algún momento se darían cuenta de que el estaba ahí.
Se recostó sobre la cama, estaba cansado de limpiar. Escuchaba que hablaban amenamente en la planta baja. En ese momento la escoba, apoyada en la pared junto a la ventana de la habitación cayó al suelo. Todo quedó en silencio, las voces ya no se oyeron más. Kosme se levantó sobresaltado.
Alguien subía la escalera sin prisa. Kosme se acercó a la puerta, la abrió y miró hacia el otro extremo del pasillo. Estaba un muchacho de rostro pálido observándolo, con ojos pequeños y cabello muy corto de color castaño.

-¿Hola? -dijo el desconocido.

Kosme respondió al saludo, pero el chico bajó las escaleras rápidamente y enseguida más subieron las escaleras a toda prisa; ahora una multitud estaba ahí, mirándolo como si fuera lo más extraño del mundo. De repente uno de ellos, corrió hacia el cuarto de Kosme y lanzó una bola de fuego que casi le voló la cabeza si no cerraba la puerta de golpe. El ataque rompió la ventana y desapareció afuera.

Se arrinconó cerca de la ventana, le habían atacado, tal vez era un trampa, no lo sabía, pero si se quedaba lo matarían con seguridad.
La puerta se abrió de golpe y el mismo que había lanzando la bola de fuego esta vez extendió su brazo y una llamarada se dirigió hacia Kosme. El muchacho hizo lo mismo, tenía que defenderse, no se quedaría así como así. Las dos olas de fuego chocaron y produjeron un no muy grande estallido que mandó a volar al extraño que intentaba matarlo de vuelta al pasillo.

-¡¿Qué sucede aquí?! -gritó Garaadria que aparecía de entre la multitud.

-¡Es un enemigo...! -respondió el muchacho mientras se colocaba de pie.

La mujer vio a Kosme desconcertado por la situación en la habitación y después dijo:

-Señor Kai-Wén, que sea un desconocido para usted no significa que sea un enemigo. Ahora levántese y vaya a su cuarto. Todos los otros también, bajen inmediatamente.

El chico se puso de pie, miró al supuesto "enemigo" con desprecio y luego se marchó.
Garaadria entró e hizo que Kosme se sentara en la cama.

-Verás muchacho, no es normal que a estas alturas del año un extraño haga presencia en este lugar, debido a eso los otros se alteraron. Últimamente hemos recibido amenazas de una tribu que causa problemas al reino entero, pueden haber creído que formabas parte de ellos -dijo la mujer amablemente mientras acariciaba su cabeza.

-Si, claro -respondió Kosme con molestia.

-Bien. Ahora me acompañaras, te presentaré a tus nuevos compañeros de dormitorio.

El muchacho asintió y le siguió hasta el primer piso donde estaban todos reunidos como si hubiesen sabido que bajarían.

-¡Atención! -llamó Garaadria-. Este chico nuevo, es Kosme. Se quedará aquí desde ahora en adelante, y espero que todos ustedes lo acojan como un igual. Especialmente usted señor Kai-Wén.

Quien lo había atacado sonreía maliciosamente junto a varios otros. De pronto levantó su mano para pedir la palabra.

-¿Si?

-¿Es un domador de fuego también? -preguntó Kai-Wén sonriendo.

-Soy mitad Tsathi, mitad humano... -respondió Kosme antes de que la mujer pensara en cualquier otra respuesta.

Garaadria sonrió y luego dijo algunas cosas que Kosme no escuchó, no porque no quisiera oír, sino que debido a la despectiva mirada de varios de los que estaban ahí.

-Tal vez le haga compañía al bobo de Nerik -se burló uno de ellos.

Varios rieron, pero algunos ni siquiera se inmutaron frente a la broma.

-Guarde sus idiotas bromas señor Trakay -dijo Garaadria con molestia-. Creí que usted era mejor en ese aspecto que sus predecesores.

El chico miró con desafío a la mujer, aquello realmente le había molestado. Después de dar algunas instrucciones para el siguiente día Garaadria se despidió de todos para luego marcharse.
Todos entraron en sus alcobas, dejando a Kosme sólo en el pasillo de la primera planta pensando en que si era buena idea quedarse con ellos.

-Que felicidad... -murmuró y luego subió las escaleras.

Una vez en su cuarto volvió a recostarse en la cama. Pensó en su padre, y en su difunta madre, a quien nunca había conocido. El asesino Satsujin pasó por su mente, al igual que todas las muertes que presenció mientras los Awaku le ayudaban a escapar del lugar en que vivía por anterior petición de su padre. Pero también recordó a Aixa, la mujer que buscaba, y si no lograba hacer algún amigo tal vez ella sería una.
Al poco rato se quedó dormido, intentando olvidar los malos momentos, la tristeza y todo lo que en secreto sentía.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Capítulo 5: "Hogar Entre los Árboles"

Kosme siguió a Nereo y a los otros dos sujetos, no sabía sus nombres, ni siquiera hablaban con él o entre ellos, lo único que se podía oír eran los sonidos del bosque.
La vegetación era muy espesa en un principio, pero a medida que caminaban se encontraban con más y más espacio para avanzar hasta que llegaron a una montaña.

-Esa es la montaña Kai-Wén. Lleva el nombre del primer domador de fuego -dijo Nereo de repente.

-Sería más fácil cruzar por ahí. Llegaríamos más rápido -dijo el hombre de cabello gris.

-No La-Meng. Es peligroso ir por ahí si Kosme nos acompaña -respondió Nereo.

Siguieron caminando, rodearon completamente la montaña, lo cual les tomo poco más de una hora y media. Ahora el bosque se había convertido en un lugar espacioso para avanzar, los árboles estaban más separados y habían algunos caminos entre ellos hechos por las constantes caminatas de todas las generaciones pasadas de la tribu Kaji.

-Falta muy poco ahora -le informó Nereo sonriendo.

Luego de un rato llegaron hasta una gran puerta de madera, parecía ser muy antigua, plantas trepadoras cubrían sus esquinas y en el centro se encontraba tallado un gran triángulo. Era el símbolo que distinguía a la tribu Kaji de las otras.
Habían dos guardias a cada lado de la entrada, vestidos con túnicas negras y llevaban puestos unos peculiares sombreros, parecían conos, pero más anchos y no tan altos, cubrían gran parte de sus rostros, sólo dejaban ver sus bocas.

Hicieron una reverencia frente a Nereo y sus acompañantes, caminaron a las esquinas de la puerta y uno de ellos golpeó tres veces la puerta. Segundos después se abrió lentamente. Pero sólo un poco, no por completo. Avanzaron y se encontraron con otros dos individuos que igualmente hicieron reverencias.
Siguieron por un camino de piedras hasta adentrarse en lo que parecía un túnel hecho por árboles, ya que estos tenían dobladas las copas, proporcionando un cierre que bloqueaba la mayoría de los rayos del sol. En todas sus ramas habían hermosas flores de color rosa que se movían con la ligera brisa, otorgando tranquilidad a quien pasaba por ahí y las miraba con detenimiento.

-Espero que te guste nuestro hogar Kosme -dijo de repente Nereo señalando hacia donde terminaba el camino-. Adelante, nosotros te alcanzaremos en unos segundos.

Kosme asintió sonriendo y prosiguió sin ellos. Tras abandonar el cierre de los árboles la intensa luz natural le produjo un poco de ceguera, se cubrió los ojos con una mano y después de unos segundos, cuando ya se hubo acostumbrado pudo observar mejor.

Era un espacio amplió, sin muchos árboles, aunque si rodeado de estos en su totalidad. Había un gran edificio en forma de triángulo en el medio, con pequeñas ventanas en casi toda su estructura, el lugar lo adornaban unas pequeñas torres en las cuales se prendía fue durante la noche para iluminar.

Kosme observó los alrededores, parecía el gigantesco patio de una enorme casa, que perfectamente podía ser el edificio triangular. En el lado sur divisó una puerta de madera gastada y antigua, mientras que en el Este había una abertura pequeña, tal vez de unos dos metros, en comparación con las otras, y la del Oeste parecía que simplemente llevaba hacia el bosque.

El lugar era enorme, y se moría de ganas por saber a donde lo conduciría cada entrada o que tipo de habitaciones se encontraban en el edificio, o que tipo de personas y criaturas conocería.

-¿Te gusta? -le preguntó Nereo cuando llegaba a su lado.

-Es asombroso. Nunca había visto nada igual, ni siquiera en Terraconce -respondió Kosme.

Nereo sonrió y luego le invitó a seguir caminando hasta el edificio.
En el trayecto varias personas y criaturas que pasaban se detenían a saludarlo con gran respeto.

-¿Eres alguien importante aquí? -preguntó Kosme.

-Soy el líder de la tribu Kaji -contestó Nereo.

Kosme sorprendido se detuvo, Nereo miró hacia atrás confundido por la repentina reacción del muchacho.

-Líder... pero si eres muy joven -dijo Kosme con desconfianza.

Nereo soltó una carcajada, se le acercó y dijo:

-No dejes que mi juventud te engañe. Además ya soy adulto, tengo veintiún años.

Aun más sorprendido estuvo el muchacho al oír su edad. En su tribu nadie menor de sesenta podía llegar a ser un líder, ni aun por más fuerte que fuera y tuviera espíritu para guiarlos.

-Sígueme. Entraremos en el templo a ver como está Nerik.

-¿Templo?

-Es un templo de entrenamiento en su mayoría, aunque también consta de cientos de dormitorios en la parte más alta, un amplio comedor en el segundo piso, arenas para combate, salones para meditación, dos bibliotecas, etc.

Kosme le siguió y apenas entraron en el edificio se encontraron con Garaadria, la mujer que se había llevado a Nerik.

Había una espaciosa sala, con puertas en cada pared, cada una daba a un pasillo que conducía a un lugar específico del edificio o en su defecto a otros pasillos. Con antorchas en algunos puntos, que sólo encendía por la noche, ya que las ventanas proporcionaban la suficiente luz en el salón durante el día.

-Está muy herido. Por suerte Aixa conoce los antídotos para sus heridas. Dijo que no era un ataque que se recibía de cualquier sujeto -informó Garaadria un poco preocupada.

-Lo sé, lo sé. Ahora...

-Era un Anxelin -interrumpió Kosme-. El que nos atacó era un Anxelin.

Los dos se le quedaron viendo por unos momentos, al parecer no creían en sus palabras. Los Anxelin formaban parte de un mito popular, así era en todos los reinos.

-Eso creí... -dijo Nereo mientras rascaba su mentón.

-Entonces tú...

Garaadria no terminó su frase.

-Es él. No hay que hablar más del asunto -interrumpió Nereo de forma cortante.

La mujer asintió y luego entraron en la primera puerta que estaba al lado derecho en el muro derecho del salón. Caminaron por un pasillo iluminado por la luz de las antorchas, las que eran adornos únicos en las paredes. Avanzaron hasta el final, habían tres puertas, una en el frente, otra a la izquierda y otra a la derecha. Garaadria abrió esta última y la luz del sol los encandiló por algunos segundos.

Era una habitación espaciosa, con cuatro camas a cada lado, una puerta que daba a un cuarto en lado izquierdo y tres ventanas que daban hacia el exterior del templo.
En una de las camas se encontraba Nerik, parecía estar inconsciente aun. No llevaba puesta la camisa roja con mangas negras, sino que tenía varias vendas que cubrían las quemaduras provocadas por el ataque de Satsujin. Estaban manchadas con un poco de sangre.

Se acercaron si hacer mucho ruido, parecía dormir placenteramente. De pronto la puerta que llevaba a otro cuarto y salió una mujer de unos sesenta años o un poco más. Tenía el cabello muy blanco, como si ese fuera su color natural, sus ojos eran de color verde pálido, pequeños al igual que su nariz, las pocas arrugas que poseía a su edad demostraban que no era una vieja común y corriente.

Aun no encontraba a Aixa, eso le mantenía en constante preocupación. Con ella estaría realmente a salvo, y deseó con fuerza que se encontrara en aquel maravilloso lugar. Estaba seguro de que su vida cambiaría desde ese momento en adelante. Así sería, pero no de la forma que él esperaba y añoraba.