Ya era de noche, las nubes cubrían el cielo, llegando a impedir que la luz de la luna iluminara aunque fuera un poco de su camino.
Kayla se sentía agotada, había volado durante todo el día, pero aun no encontraba nada, ni siquiera una isla en la que descansar, nada. No quería pensar en la equivocación de su marido, aunque así lo hizo. Tensai. Ese nombre producía un dolor tan grande en su alma, un dolor desgarrador que apenas soportaba junto al agotamiento, que ya llegaba a ser extremo en esos momentos.
Lentamente comenzó a notar que descendía, pero ya no tenía fuerzas. Justo en ese instante un pequeño destello a lo lejos llamó su atención, al parecer era fuego.
Cerró los ojos y se dejó caer hacia el mar precipitadamente, como si ella hubiese sido una piedra que lanzaran al mar, mar que entre sueños jamás llegó a sentir.
Le pareció sólo un segundo. Abrió los ojos lentamente y volvió a ver aquel destello antes, el fuego, pero esta vez estaba mucho más cerca. Sintió que alguien la cargaba, pero extrañamente el miedo fue algo que se ausentó por completo en ese momento.
Poco a poco las nubes se comenzaron a disipar dando paso a la luz de la hermosa luna que reinaba desde ese momento en adelante, junto a las estrellas, el cielo.
Kayla levantó el rostro un poco, deseaba ver a aquel que se tomaba la molestia de llevarla en sus brazos, y grande fue su sorpresa. Su corazón latió con fuerza, una gigantesca alegría inundó todo su cuerpo, alegría que debido al extremo cansancio no pudo demostrar muy bien.
-Tensai... -murmuró la muchacha con una pequeña sonrisa en el rostro.
El Anxelin también sonrió, pero luego puso uno de sus dedos sobre los labios de ella, indicándole que guardara silencio. Kayla colocó su cabeza sobre el pecho de su amado, se sentía segura, se sentía feliz, ahora los dos podría ir juntos hasta Terraconce. Luego se durmió profundamente.
De repente despertó, estaba en un bosque. Tal vez Tensai le había dejado ahí por seguridad. Se levantó del suelo y comenzó a caminar entre los matorrales hasta que encontró un camino de tierra. En ese instante cayó con fuerza de rodillas al suelo, como si alguien la hubiese empujado. Extrañamente su corazón se agitó, sintió miedo, el mismo miedo que sintió cuando aquellos Anxelin intentaron matarla. Intentó levantarse, pero no pudo, algo la retenía ahí, entonces se dio la vuelta y vio con sorpresa al individuo que la había perseguido con tanto ahinco en Hiver. Batsu era su nombre, si mal no recordaba.
El Anxelin movía su boca, como si estuviese diciendo algo, pero ella no escuchaba nada. Observó hacia un lado, ahí estaba un muchacho de tez pálida, cabello negro, ojos negros y mirada penetrante.
El chico la miraba con tristeza y movía la cabeza como si estuviese negando aquella situación. Volvió a mirar a Batsu, totalmente confundida, quien ahora le apuntaba con el brazo y con la palma de su mano abierta, de repente un rayo de luz cegador salió de esta impactándole directamente en el pecho.
martes, 15 de mayo de 2007
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1 comentario:
weno,weno,weno....
....hacíatiempo que no leía tus capítulos pero alegra ver que se ponen mas wenos al avanzar la historia....
....quedé re metía con este capitulo, ahora empezaré el otro.
;)
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