sábado, 12 de abril de 2008

Capítulo 6: El Regreso de Nerik

Nerik y Natsuko se miraron de reojo. De repente la chica asintió con un ligero movimiento de cabeza y se lanzó sobre Eizan, decidida a propinarle con el puño envuelto en llamas. Trakey intentó detenerle, pero el poder de Nerik le hizo quedar paralizado, al igual que Isei.
Eizan intentó evadir el golpe, pero la agilidad de Natsuko era superior. Eizan salto hacia un lado y Natsuko frenó en seco ayudándose con su brazo derecho y fuertemente golpeó a Eizan con la rodilla en el rostro.

-¡No quiero luchar contigo! -chilló Eizan mientras caía al suelo.

-No te reprimas -pidió Natsuko-, no soy cualquier chica.

Eizan sonrió y se levantó de un salto, como si no hubiese sufrido ningún golpe. Natsuko retrocedió, esta vez todo iría en serio.

-¡Esquiva esto! -gritó Eizan, abriendo la boca tan grande como pudo para dejar escapar una gran bola de fuego.

El fuego se dirigió a Natsuko con gran velocidad; pero ella conocía ese tipo de ataque, para desgracia de Eizan. Natsuko movió su mano con ligereza, como si estuviese haciendo un paso de baile, y el fuego que debía herirle la rodeó y desapareció como si nada.

-¡No puede ser!

-¡Sensei Eizan, no pierda el tiempo, debe liberarnos para terminar con esto de una vez por todas! -gritó Isei.

Eizan se alejó de Natsuko corriendo tan rápido como pudo hacia Nerik, y se lanzó sobre él, logrando derribarle fácilmente, ya que su poder estaba concentrado totalmente en la paralización de Isei y Trakey, quienes se liberaron de inmediato.

-Acabamos con esto... -musitó Isei con furia.

Trakey bloqueo el camino de Natsuko, cuando esta vio que Isei y Eizan acorralaban a Nerik.

-¡Hazlo ahora! -ordenó Eizan.

Isei junto rápidamente las palmas de sus manos, para luego comenzar a decir unas palabras entre dientes, palabras en un idioma bastante extraño y desconocido para Nerik. Pronto sus manos brillaron y parecieron arder en fuego. Nerik retrocedió, pero Eizan lo detuvo por la espalda con fuerza.

-Lo siento... hijo... -lamentó Eizan cerrando los ojos.

Nerik intentó voltear al escucharle, pues el atisbo de una imagen, desconocida al pasado que había vivido, pasó fugazmente por su cabeza al oír las palabras del sujeto que le sujetaba.
Isei aprovechó el momento y golpeó con fuerza el pecho de Nerik con las palmas de sus manos envueltas en fuego, que al momento de tocar el cuerpo de Nerik se esfumó, como si se hubiese alojado en él.

Una corriente de energía recorría todo su cuerpo, no quedo ni un sólo dedo sin ser tocado desde dentro. Entonces sintió como su poder se desvaneció. Nerik intentó mandar a volar a Isei, pero no resultó. Algo se había alojado en su pecho, algo que aun le hacía sentir incomodidad. En cuento intentó de nuevo utilizar sus habilidades, un fuerte dolor en el pecho, justo en el lugar donde las palmas de Isei le habían tocado, le hizo vacilar y caer de rodillas al suelo.

-¡Nerik! -chilló Natsuko desde lejos al verle caer.

Trakey intentó derribarla, pero ella le esquivó y corrió hasta donde yacía Nerik.

-Es nuestra oportunidad... -dijo Isei, mientras saboreaba la muerte de Nerik antes de tiempo- al fin vas a morir...

Por alguna razón ya no podía moverse muy bien, su cuerpo le temblaba; era el efecto del ataque de Isei. Entonces le preguntó:

-¿Por qué me odias tanto?

Isei empuñó las manos, no dejaría que la mirada inocente de Nerik le engañara, su viejo amigo debía pagar por los crímenes que había cometido, y según él, también por los que podía llegar a cometer.

-¡Nerik, huye! -gritó Natsuko mientras corría a toda velocidad hacia sus atacantes.

Isei lanzó un grito de furia y a continuación lanzó una potente descarga de energía directo en el pecho del desprotegido Nerik. Natsuko se detuvo en seco, sabía que ya no había tiempo, que había tardado demasiado. Sus ojos de llenaron de lágrimas y su corazón de odio.

-Hemos cumplido con la misión... -dijo por fin Isei suspirando de alivio, como si hubiesen matado a un insignificante insecto.

-No había otra forma... -musitó Eizan con algo de tristeza en su rostro.

El cuerpo de Nerik yacía frente a ellos, con los ojos cerrados y el pecho quemado. De su boca brotaban algunos hilos de sangre, todo indicaba que estaba muerto. De pronto, no muy lejos de ellos, un resplandor les hizo voltear. Natsuko les observaba de pie envuelta en fuego. Una llamarada enorme la cubría y le hacía resplandecer como a un ser divino.

-¿Qué le sucede a esa chica? -preguntó Isei, sabiendo que ninguno de sus compañeros podría responderle.

Nerik sintió un dolor terrible, pero tan sólo por unos segundos. Sus ojos se cerraron de inmediato, lanzando una última mirada a quien le asesinaba a sangre fría. La oscuridad le rodeo, y entonces se vio a si mismo de pie en la desolación, un lugar en el que tiempo no existía, un lugar donde nada existía. De pronto vio que dos siluetas se acercaban a él en silencio, pero no sintió miedo, no sintió na más que un poco de nostalgia. Una era una mujer y la otra sombra un hombre, mas o menos de su edad y con cierto parecido.

-Todo el mundo merece una segunda oportunidad, Nerik -dijo la mujer, una mujer hermosa, de cabellera negra y ojos azules que parecían brillar.

-Yo... yo te recuerdo, de alguna forma te recuerdo... -dijo Nerik al mirarla fijamente.

-Debes enmendar tu pasado, hijo, este es el momento de hacer las cosas bien... -dijo el hombre, de cabello plateado y ojos azules.

-Ahora recuerdo todo... -musitó Nerik con aflicción.

Las imagenes de varias personas llegaron a su mente, las imagenes de cientos de lugares, las imagenes de una terrible batalla. Sus amigos, su mentor, y todos aquellos que le estimaban en algún tiempo, todos estaban ahí en su memoria.

-Es difícil recordar tales cosas... -dijo Nerik a los dos que no le quitaban la mirada de encima.

-Lo sabemos, es difícil, pero no todo es malo en tu pasado -alentó la mujer.

-Debes aferrarte a los buenos recuerdos. Tus amigos, los momentos que viviste con ellos, lo que sentiste por ellos y lo que sientes aun, ahora que los recuerdas -dijo el hombre de cabello plateado sonriendo con cariño.

-Es verdad, esos recuerdos los tengo, esos recuerdos me hacen sentir felicidad.

-No vivas de los recuerdos que te hacen daño. Sigue adelante y nunca te rindas, sigue y no voltees. Si haces lo contrario, terminarás por destruirte a ti mismo -aconsejó la mujer, ahora acercándose un poco más hacia él.

-Debo enmendar mis errores, debo hacerlo, pero... ellos no me creeran -dijo Nerik, refiriéndose a Eizan y los otros.

-No en este momento, pero lo harán cuando transcurra el tiempo -respondió el hombre.

-Creo que debes irte, hijo -sugirió la mujer-, este no es lugar para ti.

Nerik asintió con el pecho inflado de felicidad. Sus mejores sentimientos afloraban y fluían por todo su cuerpo. Era el momento de hacer lo que hacía mucho tiempo atrás debío haber hecho, destruir al enemigo del hombre, destruir a LuxFero.

-Nos veremos pronto -dijo el hombre haciendo una seña de despedida a Nerik.

Nerik hizo una reverencia y respondió:

-Ansío el momento de volver a verlos, al final de todo, estaré con ustedes... adiós mamá, adiós papá.

Nerik se alejó caminando por el oscuro lugar, con un sólo objetivo en su mente. El objetivo que le haría cumplir con el destino que tanto deseó evadir en el pasado.

viernes, 4 de abril de 2008

Capítulo 5: Reencuentro

-Nerik, estoy cansada...

-Luces enferma -dijo Nerik al mirar su rostro.

-Pronto se quitará, sólo quiero descansar unos momentos.

Natsuko se recostó agotada sobre la hierba, mientras Nerik le observaba extrañado, nunca le había visto enferma, ella nunca se había enfermado. Eso le preocupaba demasiado.

-Te buscaré un curandero en cuanto lleguemos al puerto, Natsuko -le informó Nerik aun sabiendo que a ella no le gustaban para nada ese tipo de personas.

-¡Claro que no! -refutó ella- ¡no necesito que me lleves con uno de esos charlatanes!

-No todos lo son, además nos dirán que es lo que te sucede, pues no es normal que te enfermes -le dijo Nerik-. Si no me equivoco, esta misma tarde llegaremos.

-Que bien, ya no aguantaba seguir caminando, lo único que deseo es estar recostada.

-Ayer tuve un sueño, un extraño sueño -dijo de pronto Nerik, cambiando radicalmente de tema-. Estaba de pie frente a un enorme palacio, muchos dragones de extraña forma revoloteaban y luchaban en el aire, a mi alrededor habían algunas personas que me observaban con aflicción y otras con odio. De repente aparecían cuatro sujetos, uno de ellos me atravesaba el pecho con un sable, pero al hacerlo lloraba; otro sólo observaba, mientras que los dos restantes se apiadaban de mi.

-Me suena a sueña profético, ¿no crees? -preguntó Natsuko.

-Podría ser... pero también puede ser sólo un sueño.

Isei, Eizan y Trakey, bajaron del barco en el que habían viajado por varios días, desde el continente Oeste. Estaban agotados por completo y no comenzarían la busqueda de Nerik hasta el siguiente día.

-Encontremos una posada... y esperemos que no esté repleta -dijo Eizan.

-Aquí la gente actua como si nada -comentó Trakey, al ver a toda la gente despreocupada, comprando en los distintos puestos de la feria en el mismo lugar del puerto.

-No los envidies, no deben saber lo que sucede al otro lado del mundo -explicó Eizan.

-No los envidio... -refutó Trakey- es sólo que... es un poco extraño ver a la gente sin miedo en sus rostros.

-Si nos concentramos en nuestra misión, pronto nuestro hogar será como este lugar -agregó Isei.

-Creo que por allá hay una posada -dijo Eizan, apuntando hacia una enorme casa con un gran letrero encima.

Los tres caminaron rápidamente hasta el lugar, evadiendo a la gente y a las cientos de criaturas, extrañas para ellos, que se les cruzaban por el camino. La posada no era muy lujosa, pero no importaba, sólo dormirían ahí por una noche.

-¡Extranjeros! -exclamó con alegría una anciana que salía de una sala contigua.

-Buenas tardes -saludó Eizan-. Quisieramos saber, si tiene cuartos libres.

La vieja sonrió y caminó hasta ellos.

-Claro, nos queda el último, y que suerte, consta de tres camas.

-¿Cuánto cuesta la noche? -preguntó Trakey.

-Cincuenta monedas de cobre... por cada uno.

-¡Por cada uno! -chilló Eizan.

-Bueno, es temporada alta, no podemos rebajar nuestros precios -informó la anciana con un poco de molestía por la reacción de Eizan.

-No se preocupe -le dijo Isei sonriendo-, nos quedamos por esta noche.

Eizan se quedó boquiabierto y la vieja sonrió con ambición.

-Enviaré a los empleados a preparar la habitación de inmediato.

Los tres hicieron una reverencia antes de que la mujer se marchase.

-Claro... como no es tu dinero... -musitó Eizan mirando a Isei de reojo.

-Sensei, no se enfade, hay que gastar el dinero, en nuestro Continente ya casi no sirve de nada, ya parece uno de esos viejos que guardan con recelo el dinero.

Trakey soltó una carcajada, pero se cayó de inmediato al ver que Eizan le miraba sin mucho entusiasmo.

-Iré a caminar unos momentos -les informó Isei y las miradas reprobadoras de Eizan y Trakey se quedaron fijas en él-, claro que es para reconocer el lugar.

-Sí, claro, reconocer el lugar -dijo Trakey con ironía-. No te tardes demasiado, o comenzaremos a cenar sin ti.

-Si es que nos alcanza el dinero...

-No sea pesimista, Sensei -pidió Trakey al afligido Eizan, que miraba una bolsa de cuerto, en la que llevaba el dinero, con aflicción.

-Busquemos un lugar para domir, por favor -pidió Natsuko mientras caminaban entre la multitud del puerto.

-Este lugar está repleto, no pensé que habría tanta gente -dijo Nerik, al mismo tiempo que un sujeto de gran tamaño le apartaba con fuerza hacia un lado-. No tenemos mucho dinero, asi que buscaremos un lugar barato.

-Claro, eso sería... ¡sí, ya sé, la calle!

-No te pongas así, debe haber un lugar que no cobre demasiado... espero.

Caminaron un rato, preguntando en cada posada, pero todas cobraban el doble de lo que llevaban en sus bolsillos. Ya estaban agotados y faltaba poco para que cayera la noche.

-Creo que deberíamos volver al bosque y dormir ahí -sugirió Nerik.

-Es la única opción que tenemos -agregó Natsuko-, entonces, volvamos.

-Si mañana nos levantamos temprano, alcanzaremos algún barco.

-¡Es verdad! ¡Ni siquiera hemos preguntado por alguno que zarpe hacia el Continente Oeste!

-Yo pienso que muchos lo hacen, mañana muy temprano vendremos a preguntar -dijo Nerik, como si todo ya estuviese solucionado.

-Tomas las cosas con tanta simplicidad, no piensas seriamente -musitó Natsuko-, pero está bien, así te conocí y así te convertiste en mi mejor amigo.

Nerik sonrió y agradeció en secreto haber encontrado a la muchacha. Era como una especie de hermana menor para él.

-Por cierto, hace un rato que he visto a un hombre que nos sigue -informó Natsuko con preocupación.

Nerik observó a su alrededor, y cerca a un puesto, en el que venían pescado, un hombre, tal vez de su edad.

-¿El que está ahí? -señaló Nerik hacia donde estaba el sujeto mirandole.

-Si, ese mismo... ¡No apuntes!

La expresión seria y fría del extraño cambió de forma radical a una de sorpresa y horror.

-Al parecer se asustó... -dijo Natsuko al verle de nuevo.

-No lo creo, puesto que viene corriendo a gran velocidad hacia acá... -le informó Nerik extrañado.

-¡Apartate! -chilló Natsuko.

La chica empujó a Nerik hacia un lado cuando vio un destello azul acercándose hacia ellos a gran velocidad. Nerik cayó al suelo sin entender lo que sucedía, Natsuko yacía a unos metros de él mirándo al sujeto, que se acercaba cada vez más rápido, horrorizada.

-Natsuko... -murmuró y se levantó con firmeza nuevamente, para enfrentar al individuo.

-¡Nerik! -gritó el sujeto al detenerse a unos cuantos metros frente a él.

La multitud detuvo su andar y se apartó del lugar, sabían que algo sucedería, y lo hacían para ponerse a salvo, pues las peleas entre ebrios eran muy comunes en el lugar; les gustaba observar aquellos espectaculos.

-¿Me conoces? -preguntó Nerik confundido.

-Al fin te encuentro, después de todo estos años, después de tanto sufrimiento, al fin... al fina, te encuentro. Es hora de que mueras y pagues por tus crímenes.

-Perdón, pero no tengo idea de que...

No alcanzó a terminar, una fuerza invisible le lanzó hacia atrás bruscamente. Su atacante le señalaba con la mano empuñada, no había duda, él era el culpable. Natsuko se levantó con rápidez y lanzó una gran bola de fuego, la cual el sujeto bloqueó tan sólo con su brazo, era evidente que conocía de ese tipo de ataques. La multitud observadora se amedrentó al ver aquellos poderes, no muy comunes para esa parte del mundo, y huyó despavorida, dejando el lugar libre para pelear.

-Si quieres luchar...

Nerik avanzó caminando lentamente, pero el individuo se abalanzó sobre él y le golpeó duramente en el rostro, haciendo que cayera nuevamente. Natsuko intentó detenerle, pero el sujeto la empujó hacia un lado, como si no sirviera para nada.

-Vas a ver de lo que soy capaz... -musitó Natsuko, entonces sus ojos resplandecieron como los de Nerik, pero de color rojo.

-Cualquiera que esté con él, es mi enemigo -dijo el sujeto sonriendo.

Natsuko saltó y dio unas volteretas en el aire, su agilidad era impresionante. Própino varias patadas, las que el extraño bloqueó con un poco de dificultad. El extraño intentó golpearla también, pero ella evadió el ataque con facilidad, pues sus movimientos eran mucho más rápidos.

-Maldita... -dijo a regañadientes el sujeto que les había atacado tan repentinamente.

Natsuko volvió a dar unas vueltas y le propinó una fuerte patada, que le mando a volar a varios metros de ella. En ese instante, Nerik, se colocó de pie nuevamente, acariciando su mejilla y dolorido por el golpe. Sus ojos brillaron azules y el cuerpo del extraño se detuvo en el aire como un simple muñeco.

-¡¿Quién eres?! -preguntó Erik con enfado.

-Deberías saberlo... es una pena que no me reconozcas -contestó el sujeto soltando una risa.

-No te hagas el interesante... ¡contesta de una vez!

-Hazlo... -ordenó Natsuko, quien le amenazaba con una bola de fuego que ya comenzaba a cubrir todo el brazo de la muchacha, lista para ser disparada.

-Soy yo... Isei, tu viejo amigo... -respondió el individuo.

Nerik se quedó perplejo, no recordaba tener un amigo. Entonces, la conversación con Asnaq vino a su mente. Según él, Nerik, había perdido la memoria, o alguien se la había modificado para un fin desconocido.

-¿Tu eres amigo de Asnaq? -preguntó con un poco más de calma.

-No te atrevas a relacionarme con ese sujeto, Asnaq es fiel a un ser que ansio destruir -respondió Isei.

-Yo... estoy muy confundido, realmente no recuerdo que hayas sido mi amigo -agregó Nerik, guardandose aquello de su perdida de memoria, no deseaba que todos se enterarán.

-No esperes salvarte con esto, sé quien eres realmente y nunca te perdonaré por lo que hiciste.

Natsuko miró de reojo a Nerik, ahora comenzaba a creer que su fiel amigo sí pudo haber cometido algo bastante malo en el pasado, y que le habían hecho olvidar aquello por precaución, tal vez.

-No me mires así... -pidió Nerik con tristeza a su amiga.

Natsuko guardó silencio, desvió su mirada hacia Isei y no la despegó de él.

-Vete de aquí, no vuelvas a molestarnos -dijo la muchacha de repente-. Si regresas, yo me encargaré de ti, personalmente.

-¿Acaso tu eres su nueva amiga asesina? -preguntó con sacarsmo y luego soltó una carcajada.

-¡Isei!

Otros dos sujetos corrían rápidamente hacia ellos, uno parecía ser de mayor edad que el otro.

-Sensei Eizan, Trakey... al fin he encontrado a Nerik -dijo Isei con expresión de felicidad en su rostro, aun cuando se encontraba suspendido en el aire por la habilidad de Nerik.

-¡Nerik, sueltale! -ordenó el que parecía de mayor edad, al aque Isei había llamado Sensei Eizan.

-No se moleste en darle ordenes, ni siquiera recuerda quién soy -informó Isei.

-¿Qué? -preguntó Trakey.

Natsuko observó a Nerik de reojo nuevamente, pero esta vez de otra manera. Sabía que las cosas se estaban complicando, que tendrían que luchar, era inevitable si querían continuar con su viaje.

-Nerik, ¿no me recuerdas? -preguntó Eizan.

-No tengo la menor idea de quién es usted -respondió Nerik con firmeza-. Simplemente quiero viajar con mi amiga, ustedes no tienen derecho a retenerme aquí.

Eizan y Trakey observaron a la muchacha que le acompañaba, y que aun mantenía el brazo en alto, en vuelto en fuego, amenazando con lanza un poderoso ataque.

-Tal vez, perdió la memoria... -dijo Trakey.

-¡No seas idiota! ¡está claro que nos está engañando! -exclamó Isei con rabia, luchando inutilmente contra las invisibles ataduras que lo mantenían a unos cuantos centimetros del suelo.

-¡Isei, se razonable! -ordenó Eizan- ¡no estamos aquí para que cumplas con tu ridícula venganza personal!

-Sensei Eizan, me ha defraudado... no pensé que sus sentimientos de padre aflorarían en la batalla -respondió Eizan mirándole con desprecio.

-No seas irracional... el objetivo es claro, y no veo que Nerik esté asesianando a todo el que está frente a él.

-¡Esperen un momento! -chilló Nerik- ¡yo no soy ningún asesino!

-Eso es verdad -le apoyó Natsuko-, Nerik jamás ha asesinado a alguien.

-Realmente ha perdido la memoria -murmuró Eizan-, esto nos ayudará bastante.

-¡Nerik! -llamó Trakey- debes venir con nosotros, debes cumplir con tu destino.

-¿Con mi destino? -preguntó Nerik.

-Debes viajar con nosotros hacia el Continente Oeste -dijo Eizan con amabilidad.

-A ese lugar es al que vamos, Natsuko y yo -respondió Nerik-, para luego dirigirnos hacia Hiver.

Eizan y los otros se quedaron pasmados, era imposible que Nerik, habiendo perdido la memoria, hablara sobre ir a Hiver, el hogar de los Anxelin. Trakey observó a Isei y este le sonrió, pues se dio cuenta de que estaban aceptando la idea de que Nerik inventaba la perdida de memoria para escapar.

-¿Que pretendes llendo a ese lugar? -preguntó Eizan.

-Pues un sujeto llamado Asnaq...

-¡¿Asnaq?! -dijo Trakey con sorpresa.

-Sí, Asnaq. El me dijo que debía ir a Hiver.

-Todo está planeado, ¿no lo ven? -preguntó Isei- Asnaq pretende llevarlo a Hiver, con el objeto de hacer lo mismo con la tribu Kaji hace años atrás. Quiere que les destruya.

-Así hará, si llega a enterarse de que ellos asesinaron a su madre... -musitó Eizan con preocupación.

-Sensei Eizan, no permita que lo que siente por su hijo se interponga en nuestro objetivo; debemos acabar con él, hay demasiado en juego. Si los Anxelin caen, jamás tendremos una oportunidad de derrotar a LuxFero, sin necesidad de encontrar a los Cuatro Guerreros -intentó convencer Isei.

Eizan se quedó en silencio, lamentando todas las cosas que habían sucedido. Sentía que mucho de aquello era su culpa, por haberle dejado solo tantos años y por no poder detenerle cuando se reveló en contra de la tribu que lo había criado y educado.

-Tienes razón, muchacho -respondió Eizan mientras alejaba todos esos pensamientos a un lado-. Debemos cumplir con nuestro objetivo.

Trakey asintió, uniendose al pensamiento de Isei. No había nada más que hacer que destruir a Nerik. Les sería difícil, pero estaban dispuestos a dar su vida por ello.

jueves, 3 de abril de 2008

Capítulo 4: Búsqueda

El viaje hacia la ciudad-puerto Astro era largo. Caminando se tardarían más de una semana. Desde ahí partirían hasta el Continente Oeste, específicamente a una de las cuatro islas más importantes, Haî.


-Hemos caminado durante toda la noche anterior... ¿no podemos descansar un momento? -preguntó Natsuko agotada.


-El viaje es demasiado largo, debemos darnos prisa -respondió Nerik-, durante el viaje podrás dormir todo lo que quieras.


-¡No estaré despierta más de una semana! -exclamó Natsuko, lanzando el bolso de cuero que cargaba en su espalda.


Natsuko se sentó rápidamente, como si algo le adoleciera. Nerik se percató de aquello y se acercó un poco preocupado.


-Algo te duele -le dijo-, deberías habermelo dicho antes, podríamos haber descansado en...


-No es nada, sólo un poco de dolor de estómago -interrumpió Natsuko, sin darle mucha importancia.


-Creo que debes dormir unos momentos -aconsejó Nerik dejando su mochila en el suelo-, mientras nos quedemos en este bosque está bien.


-Preferiría una posada, pero supongo que esto está bien -murmuró Natsuko sonriendo.


-Chistosa...


Nerik se alejó unos momentos del lugar, para buscar algunas ramas y hacer una fogata. Natsuko se recostó dolorida, el malestar en su vientre se hacía cada vez más grande, aunque desde hacía varias semanas le pasaba lo mismo y no le tomaba importancia, después de unos minutos el dolor cesaba.


-No encontre mucho -dijo Nerik al volver con unas cuantas ramitas secas-, y no me gusta cortar los árboles, tendrás que abrigarte más. Las tardes se hacen cada vez más frías.


-No importa -respondió Natsuko acomodandose y sintiendo los últimos vestigios del dolor-. Veo que no llevas la cinta roja en tu brazo; hace unos días quería preguntarte, pero no me atreví.


-Se supone que esa cinta la llevaba mi abuelo en su frente cada vez que luchaba con las criaturas que amenazaban el pueblo donde vivíamos, cuando yo era niño. Era muy importante para mi, como un símbolo o algo así; pero Asnaq la rasgó mientras luchabamos con el hace unos días...


Natsuko cerró los ojos y Nerik guardó silencio. Segundos después la muchacha estaba completamente dormida.


-No pensé que estuviese tan agotada... -musitó Nerik.


-Señor, le he encontrado... -dijo Asnaq sonriendo frente a un alto sujeto sentado en un trono detrás de un velo, a través del cual poco se podía ver.


Otros tres individuos se encontraban arodillados a un lado del trono, al otro lado del velo.


-¡Excelente! -celebró el individuo- ¿Le has matado?


-No, mi señor -respondió Asnaq y el malestar de su amo se dejó sentir en toda la gran sala.


-Y eso se debió a... -comenzó a decir esperando que su fiel siervo le diera un buen argumento.


-... a que ha perdido la memoria, mi Rey -se apresuró a contestar Asnaq.


Después de un incomodo momento de silencio, un momento en que el sujeto sentado en aquel trono, rodeado de sus siervos más fieles, sopesaba la situación comentada por Asnaq.


-Tal vez, Nerik, no suponga un peligro. Todo esto cambia las cosas de manera radical. Por ahora no nos preocuparemos de él. Por otro lado, he oído que Eizan se ha reunido con viejos amigos para buscar a los Cuatro Guerreros.


-Mi señor LuxFero, ese no será un problema -dijo con voz grave uno de los que rodeaba el trono-. Uno de los Cuatro Guerreros está con nosotros, jamás podrán tener éxito en la búsqueda.


-Eso es cierto -dijo LuxFero sin moverse ni siquiera un poco en el trono, como si estuviese paralizado y habilitado sólo para hablar-. Además, podemos usarle para destruir todo este intento de golpe que intentan dar esos miserables... después de tantos años de guerra y la muerte de la mayoría de sus amigos, aun intentan derrotarme.


-Nerik, Nerik, despierta...


Nerik se levantó de un sobresalto. Era de noche, tal vez de madrugada, pero no lo sabía, ni siquiera recordaba cuándo se había quedado dormido.


-Gritabas dormido... -dijo Natsuko mientras se colocaba de pie y se alejaba para avivar el fuego que hacía un rato atrás había encendido.


-¿Gritaba? ¿qué gritaba? -preguntó algo confuso mientras se restregaba los ojos.


-Bueno, mas bien balbuceabas, porque no entendí mucho. Creo que era algo sobre la muerte de alguien... parecías sufrir mucho.


-No recuerdo haber soñado nada...


-Mejor te vuelves a dormir -aconsejó Natsuko mientras se sentaba frente al fuego.


-No, no... será mejor partir, así podremos llegar al puerto en menos de una semana.


-Si tu lo dices...


Ambos recogieron sus cosas, Natsuko apagó el fuego y partieron a paso veloz a través del tétrico bosque.


-¿Ansioso?


Isei se giró y vio a Trakey acercándose. Era un muchacho pálido, de cabello rubio y verdes ojos. Su mirada parecía despreciativa y arrogante, pero su actitud frente a los demás era completamente diferente.


-Recuerdo a Nerik -dijo de repente-. No podía hacer fuego y era un poco tonto, era divertido insultarle, algunas veces... supongo. Creo que no debería decir esas cosas.


-Nerik no es ningún tonto, eso debe quedarte claro -contradijo Isei-. No lo digo por tu comentario, lo digo porque es importante darse cuenta de que no es el mismo que conocimos hace varios años atrás. Debes estar dispuesto a matarlo, él no dudará en hacerlo.


-A mi parecer, es tu rabia la que te hace ver a Nerik de esa forma. No estás siendo muy racional en todo esto, pues por alguna razón que desconozco, le quieres matar cueste lo que cueste.


Isei se quedó en silencio, ya que Trakey decía la verdad. Trakey se marchó momentos después, volviendo a dejarle solo. Isei reflexionó lo dicho por su compañero de equipo, pero era imposible ganarle a su propio orgullo. Matar a Nerik no era sólo para salvar al mundo, sino que también porque su mujer y su hijo compartían una especie de lazo con él; Isei estaba dispuesto a destruir aquel lazo.


-Tal vez, hice algo muy malo en el pasado... -comentó Nerik mientras caminaban a través de una pequeña aldea.


-No lo creo, no eres una mala persona -le dijo Natsuko.

-Espero que sea así, no me gustaría enterarme de que fui un asesino o algo parecido. Estoy ansioso de llegar al puerto.

-En cuatro días llegaremos.

Isei se giró y vio a Eizan, el padre de Nerik, mirandole sonriente.

-Si, así me lo dijo el capitán hace un rato -respondió Isei, sin darle demasiada importancia a Eizan; quería que le dejaran solo por un rato.

-Isei, iré directo al grano -dijo de repente Eizan cambiando su expresión de aparente alegría a una seria-. El objetivo es claro: encontrar a Nerik, hablar con él, convencerlo de que vuelva y si se niega, intentar atacarle. Todos sabemos que si LuxFero le convence de unírsele, nuestra causa estará perdida.

-No entiendo por qué me dice esto -respondió Isei mirándole fijamente-. Sé cual es objetivo, pero tengo mis razones para pensar de mala forma acerca de Nerik, sin ofender. Él se encargó de eliminar a Sensei Kyosho, él hizo el trabajo de LuxFero. Sin nuestro Sensei, sin él quedamos indefenso. Usted no estuvo el día del ataque, la tribu desapareció en tan sólo media hora.

-Lo siento... no era mi intención hacer que recordarás aquel día.

Los ojos de Isei se llenaron de lágrimas, pero ninguna alcanzó a caer, su rabia, su odio y su tristeza se lo impidieron. Nerik había sido buen amigo, pero le era imposible olvidar la traición cometida por éste a sus amigos, incluso, les había matado a sangre fría.

-Tal vez, Nerik camibió -alentó Eizan.

-¡¿Cambiar, acaso no recuerda su mirada llena de odio?! -le preguntó Isei con enfado

-En parte fue mi culpa -respondió Eizan afligido-. Yo le prometí a su madre cuidar de él, pero fue lo que menos hice. Dejarlo al cuidado de la tribu Kaji no fue una buena desición.

sábado, 29 de marzo de 2008

Capitulo 3: Pasado Olvidado

Asnaq se acercó a Nerik caminando con algo de precaución, pero manteniendo intacta una pequeña sonrisa que resultaba perturbante para sus dos atacantes.

-Dices conocerme, pero yo no te recuerdo -dijo Nerik devolviendole una mirada fija y golpeadora.

-Ya veo... parece que esto será un verdadero problema. Noto verdadero desconcierto en tus palabras -respondió Asnaq deteniendose a unos cuantos metros de Nerik-. Entonces tendré que refrescar tu memoria, pues estoy seguro de que no me he equivocado.

Asnaq extendió su brazo derecho hacia un lado y una espada, envuelta en una especie de energía oscura, apareció en su mano como si nada.

-¡Ten cuidado, Natsuko! -advirtió Nerik a su compañera.

Asnaq le apuntó con la espada y disparó varios relámpagos a Nerik, quien los esquivó de un salto. Natsuko lanzó dos bolas de fuego, pero Asnaq las bloqueó con su arma sin dificultad.

-No puede ser... nadie había hecho algo así antes -murmuró Natsuko mientras escapaba de unos cuantos relampagos lanzados a través de la espada de Asnaq.

-Me sorprende la agilidad con la que se manejan... creo que es hora de pelear en serio -dijo Asnaq sonriendo y comenzando a correr hacia Natsuko.

Natsuko se alejó un poco y esta vez atacó con una llamarada, pero no parecía afectarle a Asnaq, quien con sólo colocar la espada por delante dividía el fuego hacia los lados. Natsuko esquivó los ataques con el arma, sin duda era muy agil, pero no aguantaría mucho tiempo. Pronto Nerik se unió al combate, entre los dos intentaban golpear a Asnaq, pero este con suma pericia movía su espada bloqueando cualquier golpe e intentando también herir a sus atacantes al mismo tiempo. Era una pelea en las que no se veían envueltos a diario, puesto que Asnaq era un guerrero poderoso. De pronto un descuido de Nerik causó que la espada casi cortara parte de su brazo, sólo alcanzando a rasgar la cinta roja que llevaba atada.

-¡La cinta! -gritó Nerik cuando la vio caer al suelo, preocupándose más por ella que por su propia vida.

Asnaq aprovechó la oportunidad y golpeó a Nerik, con el mango de la espada, en el rostro. En ese momento Natsuko dio un salto y propinó una patada a Asnaq en el pecho, logrando hacerle retroceder un poco y acabando con su silenciosa celebración por haber golpeado a Nerik.

-Acabamos con esto de una vez -propuso Nerik a Natsuko, quien asintió y se preparó para el ataque final.

Natsuko abrió su boca tan grande como pudo y lanzó una enorme bola de fuego. Asnaq sonrió y colocó su espada por delante, haría lo mismo que antes para evadir el ataque. Los ojos de Nerik brillaron con intensidad y la bola de fuego se desvió hacia el cielo para caerle por arriba.

-¡Maldición! -chilló Asnaq un poco antes de que el fuego le abrazara por completo.

-¡Lo logramos! -celebró Natsuko con entusiasmo.

La chica corrió hacia Nerik sonriendo, pero al ver la expresión de preocupación en su rostro se quedó inmovil y observó hacia el fuego que ya se disipaba.

-No puede ser que...

-Es más difícil de lo que pensé -interrumpió Nerik.

Sólo la ropa de Asnaq parecían haber sido quemadas, pero su cuerpo estaba intacto. Nerik y Natsuko retrocedieron unos pasos, ya casi no les quedaban trucos bajo la manga para asestarle un golpe fuerte a su contrincante.

-Está bien... está bien, me rindo -dijo Asnaq sonriendo y dejandose caer de rodillas para demostrar que lo que decía era cierto.

-¿Quién eres? -preguntó Nerik con intriga.

-Ya te lo dije antes -respondió Asnaq-. Mi nombre es Asnaq y he sido enviado por mi señor para encontrarte... y destruirte.

Nerik empuñó las manos y se preparó para seguir luchando. Pero Asnaq se quedó en su lugar sin mover ni siquiera un dedo.

-Entonces, ¿por qué te rindes? -preguntó Natsuko.

-Verás, niña, ha pasado algo inesperado con respecto a Nerik. Es evidente que ha perdido su memoria -respondió Asnaq.

-¡¿He perdido la memoria?! -musitó Nerik con asombro- No puede ser posible, tengo los recuerdos de toda mi vida.

-Lo sabía, entonces no fue por algo accidental que la perdieras. Ha sido el trabajo de alguien que domina muy bien aquel tipo de habilidad. Tal vez un Anxelin.

-No entiendo lo que hablas. Será mejor que te largues de éste lugar y dejes a la gente en paz.

-Sólo llegue hasta aquí y causé todo esto para encontrarte. No es lo mío matar por diversión o algo así; soy mas civilizado que los otros tres.

-¿Los otros tres? -preguntó Natsuko.

-Por esta vez me iré, sería penoso tener que eliminarte en este estado. Mi señor se enterará de esto, por supuesto, ya que no puedo mentirle. Pero se alegrará al saber que no eres la amenaza que esperabamos. Por un lado se alegrará, de eso estoy seguro, pero por otro lado, sentirá tristeza pues ya no habrá nadie lo suficientemente fuerte como para enfrentarle. Te sugiero afanarte en la búsqueda de tu pasado, pues para la próxima no tendrás tanta suerte.

Asnaq se levantó y les dio la espalda para marcharse. Natsuko se dispuso a ir trás él para detenerle y obligarle a explicar lo que sucedía, pero Nerik se interpuso en su camino.

-Él tiene razón, no hay nada que pueda hacer yo ahora... -dijo Nerik resignado.

-De todas formas -agregó Asnaq-, no tendrías el valor suficiente para enfrentarte a él, no después de haber hecho aquello por lo que huiste de tu hogar. Viaja a Hiver, tal vez ahí encuentres todas las respuestas.

Asnaq desapareció en un parpadeo. Nerik intentó mirar en su interior, recordar algo que había hecho, pero su vida pasada era perfecta. Había vivido con su abuelo cuando era un niño y luego de su muerte viajó por el continente ayudando a pequeñas aldeas con las criaturas que las atacaban y así fue hasta que conoció a Natsuko.

-Todo esto es demasiado extraño -comentó Natsuko mientras se aferraba al brazo de Nerik.

-No mucho, antes de salir a este lugar me dijiste que habías soñando con un lugar llamado Hiver, el mismo lugar que Asnaq mencionó.

-¡Tienes razón! -exclamó Natsuko.

-Creo que tendremos que viajar a ese lugar... -musitó Nerik sonriendo como si todo fuera normal.

-Has tomado muy en serio lo que te ha dicho aquel hombre, Nerik -agregó Natsuko un poco preocupada.

-De alguna forma siento que es verdad...

Ambos salieron de la villa de inmediato. La gente del lugar les obsequió unas pocas verduras y frutas en agradecimiento, ya que Nerik rechazó cualquier animal que intentaron darle. De camino al pueblo todo estuvo en silencio, ninguno de los dos habló. Los dicho por Asnaq había hundido a Nerik profundamente en sus pensamientos, eso Natsuko lo podía notar muy bien con sólo mirar la expresión pensativa de su amigo.

-¿Cuándo saldremos hacia Hiver? -preguntó Natsuko una vez que entraron en la casa, la última casa en la colina más alta del pueblo.

-Cuando sepamos dónde se encuentra y cómo se llega -respondió Nerik sonriendole a la chica, como si se tratara de una pequeña niña preguntona.

-Podría haber algo de información en los mapas y libros que tenemos, ¿no crees?

-¿Podrías buscarlos por mi? -preguntó Nerik con amabilidad a lo que Natsuko asintió sonriente.

Cuando se quedó sólo su expresión cambió por una de preocupación. Lo dicho por Asnaq perforaba su mente y su pecho, una sensación extraña invadía su cuerpo con sólo intentar esclarecer el misterio que envolvía su supuesto pasado oculto.

-Hay algo que me hace sentir incomodida... -murmuró al acercarse a mirar por una de las ventanas del frente de la casa.

El cielo se nublaba poco a poco y pequeños relámpagos se podían observar a los lejos. De pronto una imagen desconocida apareció en su cabeza, la imagen de una hermosa muchacha de cabellera blanca y mirada triste le hizo sobresaltar. Su esfuerzo por recordar algo desconocido, por recordar un pasado que aparentemente no existía, daba frutos después de poco tiempo.

-¡Encontré...!

Natsuko se calló al ver a Nerik mirando atentamente hacia afuera, con la mirada perdida en las grises nubes cargadas de agua. Sus intentos ojos azules parecían brillar, al igual que cuando luchaba con alguien.

-Disculpame -pidió Nerik a la chica una vez que volvió en sí.

-No importa -respondió ella-, sólo quería decirte que hallé unos cuantos mapas del mundo y otros libros sobre leyendas.

-¿Libros sobre leyendas? -replicó Nerik extrañado.

-Sí, ese hombre, Asnaq, también nombró a los Anxelin -contestó Natsuko-, y los Anxelin son seres que aparecen en leyendas y cuentos infantiles.

-Ya veo...

-Según lo que oí, cuando era pequeña, estos seres son una especie de raza divina, los primeros que habitaron el mundo. En los cuentos se les describe como seres hermosos de piel blanca, cabellos plateados y ojos azules penetrantes; generalmente suelen salvar a los humanos y todos viven felices para siempre.

-¿Qué hay de Hiver? -preguntó Nerik con interés.

-Hiver, es la tierra que habitan los Anxelin -respondió Natsuko mientras abría un viejo libro, de hojas amarillas casi a punto de romperse-. Es un lugar donde el invierno es eterno y donde el frío puede matar a un ser humano cualquiera, pero que a ellos les afecta muy poco. Según este libro, Hiver, se encontraría ubicado al Sur del Continente Oeste, pero nadie ha descubierto nada ahí, pues el mar es tempestuoso y ningun barco es capaz de ir más lejos.

-¡Ahí tiene que estar! -exclamó Nerik.

-¿Estás seguro de querer ir? -preguntó Natsuko, aun cuando sabía la respuesta.

-Esto de un pasado olvidado es bastante descabellado, pero siento que es así, que mi historia es otra, y que de alguna forma lo único que recuerdo es algo que tal vez mi mente o alguien más haya inventado para mi, algo para...

-... olvidar un hecho muy triste o muy malo... -continuó Natsuko.

Nerik asintió no muy feliz, pero era cierto, era lógico creer que su propia mente hubiese podido inventar una historia alterna de su vida para olvidar algo muy doloroso y desgarrador.

-Según Asnaq, viajando a Hiver podré encontrar las respuestas que necesito... puedes quedarte si es lo que...

-¡De ningún modo! -chilló Natsuko.

Nerik sonrió y se alegró de que ella fuese con él, así no tendría el problema de extrañarla. Desde que estaban juntos le había querido como una hermana pequeña, nada les había separado ni nadie les había ganado cuando luchando uno al lado del otro. Era un alivio para él tenerla a su lado.

-Empaca todo lo necesario -ordenó Nerik-, partiremos al amanecer.

viernes, 28 de marzo de 2008

Capítulo 2: La Criatura del Río

-¡Te buscan! -avisó la muchacha de cabello negro y mechón rojo en la parte de adelante. Sus ojos eran pequeños y azules, su delicada piel de adolescente era blanca, casi tanto como la de un Anxelin. Parecía bailar mientras avanzaba por el pasillo hacia una sala seguida por un hombre anciano y de ropas andrajosas.

-¿Es confiable? -preguntó el viejo con timidez quitándose el sombre de paja.

-¿Qué ha oído de él? -musitó la muchacha mientras tarareaba una melodía.

-Bueno... bueno yo... he oído que nunca fracasa y que nunca cobra dinero alguno.

La muchacha paró en seco y el viejo sujetó el sombrero con fuerza, deseando que aquello fuera cierto, pues no llevaba nada de dinero; unos ladrones le había robado en el camino del bosque cercano a la aldea. La expresión de la chica en un principio fue fría y seria, como si le fuese a golpear con ella; pero de un momento a otro cambió como si nada y dijo:

-Exacto, tal y como ha escuchado.

El anciano se relajó un poco y sonrió a medias mientras la muchacha se daba la vuelta para continuar hasta la habitación del fondo. La casa era grande, pero nada lujosa. Los pocos muebles que había eran antiguos y estaban cubiertos de polvo; el corredor por el que avanzaban el camino principal para llegar a las otras tres habitaciones pequeñas que tenía el hogar.

-Nerik -dijo la muchacha al llegar al umbral de la sala-, este señor desea hablar contigo.

Un joven, de unos veinte y tantos años, que miraba por la ventana se giró de inmediato para ver a la chica. Su cabello era corto y negro, sus ojos azules y de constitución delgada; vestía completamente de negro y llevaba una cinta roja atada en el brazo izquierdo.

-Claro -contestó él con amabilidad-, acérquese por favor.

El anciano entró cuando la chica se hizo a un lado, caminó hasta él y con mucha vergüenza le dijo:

-Es un honor estar aquí y aunque deseaba conocerle, no quería que fuese en esta situación. Hace unas semanas una extraña criatura apareció en el río cercano a nuestra villa. Desde el primer comenzó a cazar a quienes se acercaban al lugar. Los más jóvenes intentaron matarle, pero sólo unos cuantos lograron sobrevivir...

-Iré de inmediato... -interrumpió Nerik con firmeza.

El rostro del anciano se llenó de felicidad al momento de escucharlo decir aquello.

-Sólo espere un momento, saldremos enseguida hacia la villa en la que vive.

-¿Es muy lejos? -preguntó de repente la muchacha.

-No, claro que no -se apresuró a responder el viejo-, pasando el bosque llegaremos enseguida. Pero debo advertirles que cuando venía hacia aquí unos ladrones me quitaron el poco dinero que traía para casos de emergencia.

-Los ladrones no será problema, no se preocupe -le tranquilizó Nerik cuando salía de la habitación.

-Acabaremos con la criatura en poco tiempo -informó la muchacha sonriente-, pero primero debemos arreglar unas cuantas cosas para el camino.

La chica salió dejando al anciano solo en la sala y siguió a Nerik hasta una de las habitaciones cercanas.

-Te apresuras demasiado, ¿sucede algo esta vez? -preguntó la muchacha mientras Nerik se colocaba una capa negra con capucha.

-Es extraño -comentó en voz baja-, generalmente saquean las aldeas o atemorizan a los lugareños, pero esta vez ha comenzado a cazarles. No podemos perder tiempo. Natsuko, debes estar preparada para cualquier cosa.

-Lo sé, lo sé -contestó la chica haciendo una mueca-. Parece que esta vez de verdad estás preocupado.

Nerik asintió y luego observó fijamente la cinta roja atada en su brazo izquierdo por unos segundos, como si estuviese pidiéndole que le protegiera en aquella misión o algo parecido. Parecía un monje orándole a dios.

-La noche anterior tuve un sueño sobre una tierra llamada "Hiver" -comentó Natsuko sin darle mucha importancia-. Había un sujeto extraño de piel muy pálida que...

-Creo haber escuchado esa palabra antes. Pero hablaremos de eso al regreso.

Nerik salió y llamó al anciano, minutos después ya estaban listos para marcharse. El pueblo era un poco pobre, sus habitantes vivían de sus cosechas y animales que criaban para alimentarse o para utilizar en los trabajos de la tierra. Nerik y Natsuko habían llegado hacía tres años mientras perseguían al líder de un peligroso y poderoso clan. Al terminar con la misión decidieron quedarse y ayudar a la gente que sufría constantes ataques por parte de humanos y criaturas, quienes les arrebataban la comida y se llevaban a las mujeres más jóvenes. Desde la llegada de Nerik y Natsuko todo aquello terminó.

-El bosque parece tranquilo... -dijo Natsuko mientras miraba a todos lados.

-Así es, pero no podemos confiarnos -recomendó el anciano con temor.

-Silencio... -ordenó Nerik parando en seco, segundos después tres sujetos cayeron desde los árboles cercanos. Vestían con ropajes mal cuidados y sucios, cubrían sus rostros con una especie de marcara hecha por ramas y hojas y sujetaban filosas dagas que asustarían a cualquiera.

-Este es nuestro bosque -dijo uno de ellos-, es necesario que nos entreguen sus pertenencias si desean continuar.

Dos de ellos sonrieron con malicia, mientras que el tercero se acercaba lentamente a Natsuko y la sujetaba del brazo derecho. La chica hizo un rápido movimiento y de una patada se lo quitó de encima.

-¡Maldita! -gritó otro al ver que su compañero caía sin conocimiento, o tal vez muerto, al suelo.

Nerik le sujetó con fuerza por el brazo y dijo:

-Un centímetro más y estás muerto...

La amenaza de Nerik, sus penetrantes ojos azules que evidenciaban el profundo disgusto daban a entender que no bromeaba y no dudaría en matarles si fuese necesario. Sin decir nada los dos ladrones que quedaban en pie cogieron al que yacía en el suelo y desaparecieron en los matorrales. El anciano asombrado les siguió por el camino del bosque y después de una hora llegaron a la entrada de la villa en la que él vivía.

-¡Aquí es, aquí es! -dijo con entusiasmo al mismo tiempo que varias personas salían de sus casas.

Algunas mujeres se acercaron al anciano y se arrodillaron frente a ellos dando las gracias.

-Que... vergüenza -murmuró Natsuko sonrojada.

Nerik sonrió y les pidió que se levantaran con gentileza. Las mujeres se colocaron de pie sollozando; eran las viudas de aquellos que habían muerto por obra de la extraña criatura que se había adueñado del río.

-Dígame, señor, ¿donde está el río? -preguntó Nerik con curiosidad.

-Siguiendo por el camino central de la villa, al final se encontrará con el río -explicó el anciano señalando hacia adelante-. Por favor, tenga cuidado.

-Gracias, lo tendré -respondió Nerik.

Nerik hizo una seña a Natsuko y ambos comenzaron a caminar hacia donde el viejo había indicado. Los pocos habitantes del lugar les observaban con curiosidad y asombro, otros pensaban que no serían capaces de ayudarles, pues a simple vista eran sólo un joven y una muchacha adolescente que caminaban como si nada hacia el lugar que tanto temían, hacia el lugar donde muchos habían muerto con tan sólo acercarse un poco.

-Puedo verlo -dijo Natsuko-, está un poco más adelante.

-Prepárate... -exigió Nerik mientras apartaba un poco la capa con su mano derecha.

El agua se levantó repentinamente, con la forma de un brazo, deseoso de capturar a quien estuviese en frente, se abalanzó sobre los dos. Nerik dio un salto y Natsuko con gran agilidad esquivó el ataque.

-¡Debemos sacarle del agua, así podremos enfrentarle! -informó Nerik a Natsuko.

La chica asintió y se acercó corriendo hasta el río. Nuevamente el agua se levantó, pero esta vez en forma de dos grandes tentáculos que atraparon sin mucho esfuerzo a Natsuko.

-Eso es... -murmuró Nerik con cierta satisfacción.

El cuerpo de Natsuko comenzó a arder y el agua se evaporó tan rápido como salía de su fuente que era el río, en ese instante los ojos de Nerik brillaron de un color azul intenso y una gran porción de agua se levantó en forma de burbuja.

-Está dentro, puedo sentirlo -dijo Nerik mientras la gran burbuja se movía hacia él- ¡Hazlo ahora!

Natsuko extendió su brazo hacia la burbuja y desde la palma de su mano se escapó una llamarada que cubrió a la criatura evaporando el agua que la rodeaba. Los ojos de Nerik dejaron de brillar. Ambos se alejaron un poco, ahora podrían ver realmente al ser que atormentaba a los habitantes de la pequeña villa.

-Al fin... -dijo el individuo que salía entre el vapor. Era alto y vestía ropa blanca, su piel era pálida, tanto como la de un muerto; cubría su rostro con una capucha- sabía que haciendo algo como esto llamaría la atención de alguien.

-¿Quién eres? -preguntó Nerik.

-¿Pero qué dices? -musitó el extraño confundido- nos conocemos desde hace varios años. Déjame refrescar tu memoria.

El extraño se quitó la capucha y su rostro fue visible para ambos. Tenía el cabello plateado y sus ojos eran de un rojo intenso.

-Mi nombre es Asnaq y fui enviado por mi señor para encontrarte. Aun eres una amenaza para sus planes. Tu mera existencia es molesta para él y para nosotros, sus fieles.

Nerik le observaba asombrado al igual que Natsuko. Quien se presentaba ante ellos no era una persona normal.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Capítulo 1: "Comienza la Búsqueda"

Llovía con fuerza aquel día, no había nadie fuera de sus casas; todos se encontraban seguros y abrigados en sus hogares. Sólo un grupo de seis sujetos envueltos en capas con capucha caminaban por el lodoso camino que separaba las casuchas de madera. No se inmutaban por la lluvia, lo único que les interesaba era llegar a su destino y rápido. Los tiempos no eran buenos, con LuxFero conquistando todos los reinos cercanos a Hóng-Lían y enviando mercenarios a cada rincón del continente todos los que le declaraban la guerra o entorpecían su camino terminaban muertos; lo mismo había sucedido con varias tribus que intentaron derrocarle, entre ellas la tribu Kaji, una de las primeras en desaparecer después de la caída del Enviado.
Los seis individuos se detuvieron frente a la puerta de la última casa de la calle y golpearon dos veces, despues esperaron unos segundos e hicieron lo mismo. Una mujer de unos veinte y tantos años, de cabello plateado muy hermosa les abrió con una pequeña sonrisa dibujada en el rostro.

-Adelante... -dijo la mujer.

Entraron sin vacilar, como si hubiesen estado esperando con ansias aquello. La mujer del cabello plateado cerró la puerta sin antes de mirar a todos lados; debía asegurarse de que nadie les estuviese vigilando.

-June... -dijo uno de los que recien habían entrado mientras se quitaba la capucha- es bueno volver a verte.

Era un muchacho algunos años menor que ella, de cabello negro y rizado. June se quedó pazmada con los ojos bien abiertos mirándole fijamente como si no pudiese creer lo que veía. Después se lanzó a sus brazos sollozando.

-!Isei¡ -gritó con felicidad mientras se refugiaba bajo los brazos del muchacho.

Los otros se quitaron las capas empapadas y las dejaron cerca de la puerta. Todos eran viejos conocidos a los que no veía desde hacía más de siete años.

-Ha pasado demasiado tiempo... -dijo otro de cabello negro y gris que se sentaba en una de las esquinas de la habitación en la que se encontraban.

-Sensei... Eizan -dijo June con algo de sorpresa-, pensé que había muerto en el ataque al templo de la tribu hace años.

-Bueno, eso pensaron muchos; pero en realidad permanecí un tiempo escondido para reencontrarme con Isei hace un par de meses. Estuve con los Tsathis, debía advertirles del peligro.

Una mujer de cabello rubio y largo se acercó a June y le saludó con un beso en la mejilla. June la observó con algo de confusión, parecía no recordarla.

-Soy Malena... -dijo ella con desagrado por no haberla reconocido.

-Malena... también pensé que estabas muerta. Oí que tu hermana...

-Sí... -interrumpió Malena- la muy idiota intentó matar a LuxFero en el palacio... era obvio que terminaría asesinada por ese monstruo.

Todos guardaron silencio. Cada uno de los que estaba ahí había perdido a un ser querido por culpa de las intensas guerras que se libraban en todo el continente debido a la presencia y el afán de conquista de LuxFero.

-Sensei Garaadria... Trakay y Sensei Isao... -murmuró June al ver a los otros que le sonreían.

Después de quitarse las capas mojadas todos se sentaron frente al fuego encendido en un recuadro en medio de la casa. Se miraban unos a otros, nadie deseaba comenzar ha hablar, aunque era importante que lo hicieran. June tomó una tetera y sirvió un poco de te en unos vasos de arcilla que parecían muy viejos.

-Pensé que irían hasta la capital de Terraconce en busca de nuevos aliados -comentó June mientras se sentaba al lado derecho derecho de Isei.

-Eso haríamos -respondió Isao de inmediato-; pero todo salió mal luego de la batalla en las montañas. La mayoría de los refugiados murieron ahí, sólo unos pudimos salir con vida. Fue imposible, después de eso, viajar por los caminos, estaban todos custodiados por soldados de Luxfero. Con un poco de suerte logramos llegar hasta este lugar.

-LuxFero anda en busca de todos nosotros -agregó Trakay-. No es seguro quedarse en un sólo lugar por varios días, además sus siervos registran cada aldea. Lo mejor sería que todos nos marcharamos a las ruinas del antiguo templo de los Kaji.

Los demás se sorprendieron de escuchar aquello, ninguno había pensado nunca en volver; pero ahora que Trakay lo mencionaba no era una mala idea, pues era el lugar más seguro en esos momentos.

-Éstaríamos más cerca de la capital del reino y lo mas importante, mucho más cerca de Luxfero -dijo Garaadria entusiasmada con la idea.

-Todo eso esta bien; pero hay que recordar que hay algo pendiente, algo que es muy importante... -dijo Isei haciendo que todos bajaran la mirada, menos June.

-¿Qué cosa? -preguntó June al ver que todos los demás deseaban obviar el tema.

-Debemos encontrar a Nerik... -contestó Eizan- es prioridad hacerlo.

June sintió como algo surgía desde lo más profundo de su corazón al oír el nombre del antiguo Enviado, el nombre de aquel que los había traicionado.

-Nerik... -murmuró ella e Isei la miró de reojo notando algo extraño.

-Pero es poco probable encontrarle después de tantos años, tal vez haya muerto por ahí luchando -dijo Isei con un poco de malicia en su voz.

-No lo creo -refutó June dejando a Isei sorprendido por el tono de voz en que lo decía, un tono de voz firme y decidido-. Nerik no era de aquellos que se rendían fácilmente, estoy segura de que ha pasado todos estos años entrenando, mejorando e intentando salir adelante... solo.

-Tienes razón -agregó Eizan-. Nerik se parecía mucho a su madre en eso.

-Hay que comenzar a buscarle, él es el único capaz de vencer a LuxFero y después de todo este tiempo debe haber cambiado -dijo Garaadria.

-Nerik no es él único -contradijo Isei a la mujer con enfado-. Aixa dijo que otro Enviado nacería cuando él nos traicionó. Si hay que buscar a Nerik es para destruirle, él no puede seguir con vida; en cualquier momento se unirá a LuxFero y entonces todo terminará. Sensei Kyosho tuvo razón al intentar matarle hace siete años.

-¡Tú no estabas ahí! -gritó June con furia a Isei.

Isei se quedó boquiabierto por la actitud de June, ni siquiera pudo articular palabra para contestarle algo. Los otros la miraron confundidos. June se dirigió a la puerta rápidamente y salió a la calle empapándose por completo en unos segundos.

-¡June! -llamó Isei e intentó seguirla, pero su padre, Isao, lo detuvo.

-Déjala unos momentos, necesita estar sola... -dijo el hombre cabello gris y rizado mientras le sujetaba por el brazo.

-¿Qué haremos con respecto al asunto de Nerik? -preguntó Malena mientras cruzaba los brazos como si no hubiese otra solución que de encontrarlo.

-Nos dividiremos en dos grupos de tres personas -propuso Eizan-. Un de los grupos buscará a Nerik dentro de este continente, el otro deberá viajar al continente Este.

Todos asintieron; aunque Isei lo hizo sin mucho agrado ni convencimiento ya que aun pensaba que era inútil ir en busca de Nerik.

-Isao, Garaadria y Malena, ustedes buscarán aquí -dijo Eizan-. Trakey, Isei y yo buscaremos en el otro continente.

La lluvia caía con fuerza, pero a June no le importaba. Sus azules y hermosos ojos estaban puestos en el gris cielo mientras recordaba la última vez que había visto a Nerik. Entonces algo que no había sentido desde aquellos tiempos surgió desde su interior, algo que había ocultado de todos, incluso de su marido, Isei.

-¿Qué es esto que siento...? -se preguntó a sí misma en voz baja.

Le dolía el pecho, y sentía enormes ganas de llorar y gritar con fuerza; pero había una razón para no hacer nada de aquello, una razón muy poderosa. Su hijo. Un muchacho de cinco años de cabello plateado y ojos tan azules como los de ella.

-No pueso dejar de pensar... ¿por qué tenían que decir su nombre?

Se calmó un poco; aun cuando el fantasma de Nerik rondaba sus pensamientos. Entró nuevamente en la casa, nadie hablaba, Isei la observaba y no había enfado en su mirada, eso le aliviaba un poco más.

-Saldremos durante la madrugada, así la noche cubrirá nuestros pasos -avisó Eizan.

-¿Se... irán? -preguntó June desconcertada.

-Iremos en busca de Nerik -contestó Malena.

-Yo quiero ir también... por favor -pidió June.

-No, no puedes -respondió Eizan-. Tienes un hijo que cuidar, nadie más aparte de ti se puede hacer cargo de él en estos momentos. Aixa está en Hiver y nosotros tenemos una misión que cumplir.

June se quedó en silencio y en ese momento un niño de unos cinco años apareció desde otra habitación cubriendose los ojos por la luz de la fogata.

-Mamá... -dijo el pequeño caminando hacia June quien lo levantó en brazos.

-Ierik -le llamó June-, tu padre ha regresado.

El niño intentó resistir el encandilamiento para ver a su padre.

-Ierik... -se acercó Isei con una feliz sonrisa en el rostro- han pasado tres años desde que no te veía.

El niño no lo recordaba mucho, pero le reconocía con facilidad, era como algún tipo de conexión que les unía con fuerza. Ierik le abrazó con fuerza sonriendo.

-Tu abuelo también está aquí, hijo -dijo June caminando hasta Isao.

Ierik se le quedó observando un poco confundido, jamás había visto al padre de su padre.

-Es mejor que descansemos todo lo posible -aconsejó Eizan-. El viaje será muy largo.

-Isei -llamó June a su marido en voz baja-, puedes hacer que duerma, estará más feliz contigo ahora.

Isei asintió y lo llevó a la otra habitación en la que había sólo una cama grande, en la que dormía June y él. Le recostó con delicadeza sobre la cama y le dijo:

-Cada que he pasado fuera tu recuerdo ha sido lo que me ha dado fuerza para seguir adelante.

Ierik no entendía muy bien lo que su padre le decía; pero de todas formas le sonrió.

-Papá -dijo de repente Ierik cambiando la expresión de su rostro a una confusa-, he tenido un sueño extraño.

-¿De qué trataba? -preguntó Isei.

-Un hombre vestido de negro, que parecía estar muy triste, me hablaba desde otra tierra, una tierra muy verde y llena de árboles.

-¿Qué te decía?

-Que tenía que estar listo... -respondió Ierik- que pronto sería mi turno...

-¿Tuviste miedo? -preguntó Isei un poco sorprendido por el sueño de su hijo.

-No, no le tuve miedo; en realidad sentí que él era muy cerano a mi.

Isei besó a su hijo en la frente y lo arropó, luego se dio la vuelta y caminó hasta la entrada de la habitación.

-Tienes que irte de nuevo... ¿no es así? -preguntó Ierik antes de que Isei saliera.

-Lo siento hijo; pero volveré lo más pronto posible y haré que aquel hombre de tu sueño desaparezca.

Isei salió de la casa con enfado, no podía sorportar lo que sucedía; tal vez no era tan así como el pensaba, pero de alguna forma Nerik entraba en su familia. Entonces estuvo decidido a acabar con su existencia, pues era peligroso dejarlo con vida tal y como lo había dicho Kyosho varios años atrás. Empuñó la manó y golpeó un árbol cercano a la pequeña casa; se dio cuenta entonces que en aquel árbol y justo en el lugar donde había caído su puño estaba grabado el nombre de su hijo.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Libro III: Los Cuatro Guerreros

La Caída del Enviado marcó el principio de una época, el principio de la época en que LuxFero reinaría con mano de hierro. Los reinos cayeron uno a uno bajo su poder y bajo su enorme ejército de humanos corrompidos por su poder. Sólo Terraconce quedó en pie y los pocos sobrevivientes a las masacres comentidas por sus siervos se ocultaron en aquel reino desesperados.

Al igual que Terraconce, las islas del norte luchaban por que las fuerzas del tirano no les invadieran. Los Guerreros de muchas tribus clandestinas se unieron y pelearon contra las fuerzas de LuxFero, pero todos cayeron sin piedad alguna.

Los años pasaron y sólo muy pocos se oponían a LuxFero, los demás habían declinado por el miedo. Las tribus desaparecieron, a excepción de los Tsathi que se lograron ocultar a tiempo. LuxFero dominaba casi todo, las islas del norte ya habían quedado bajo su poder y los rebeldes de una pequeña fortaleza al sur de la capital de Terraconce, construida sobre las ruinas de Jumú, eran los únicos oponentes a su reinado.

Hacía siglos atrás los sabios habían predecido aquello, pues si el Enviado se volvía en contra de lo que tenía que salvar todo estaría perdido, y así sucedió. Con la caída del Enviado y su posterior desaparición LuxFero tomó el control de todo lo que había su alrededor, ya nadie le podía hacer frente. Pero no todos perdieron la fé, existía otra posibilidad.

En los escritos antiguos se hablaba de cuatro seres que estarían para proteger al mundo cuando éste se colmara de maldad. Pero nadie sabía quienes eran ni donde se encontraban. Era el momento de iniciar la búsqueda de los cuatro guerreros que salvarían de una vez al mundo.