sábado, 12 de abril de 2008

Capítulo 6: El Regreso de Nerik

Nerik y Natsuko se miraron de reojo. De repente la chica asintió con un ligero movimiento de cabeza y se lanzó sobre Eizan, decidida a propinarle con el puño envuelto en llamas. Trakey intentó detenerle, pero el poder de Nerik le hizo quedar paralizado, al igual que Isei.
Eizan intentó evadir el golpe, pero la agilidad de Natsuko era superior. Eizan salto hacia un lado y Natsuko frenó en seco ayudándose con su brazo derecho y fuertemente golpeó a Eizan con la rodilla en el rostro.

-¡No quiero luchar contigo! -chilló Eizan mientras caía al suelo.

-No te reprimas -pidió Natsuko-, no soy cualquier chica.

Eizan sonrió y se levantó de un salto, como si no hubiese sufrido ningún golpe. Natsuko retrocedió, esta vez todo iría en serio.

-¡Esquiva esto! -gritó Eizan, abriendo la boca tan grande como pudo para dejar escapar una gran bola de fuego.

El fuego se dirigió a Natsuko con gran velocidad; pero ella conocía ese tipo de ataque, para desgracia de Eizan. Natsuko movió su mano con ligereza, como si estuviese haciendo un paso de baile, y el fuego que debía herirle la rodeó y desapareció como si nada.

-¡No puede ser!

-¡Sensei Eizan, no pierda el tiempo, debe liberarnos para terminar con esto de una vez por todas! -gritó Isei.

Eizan se alejó de Natsuko corriendo tan rápido como pudo hacia Nerik, y se lanzó sobre él, logrando derribarle fácilmente, ya que su poder estaba concentrado totalmente en la paralización de Isei y Trakey, quienes se liberaron de inmediato.

-Acabamos con esto... -musitó Isei con furia.

Trakey bloqueo el camino de Natsuko, cuando esta vio que Isei y Eizan acorralaban a Nerik.

-¡Hazlo ahora! -ordenó Eizan.

Isei junto rápidamente las palmas de sus manos, para luego comenzar a decir unas palabras entre dientes, palabras en un idioma bastante extraño y desconocido para Nerik. Pronto sus manos brillaron y parecieron arder en fuego. Nerik retrocedió, pero Eizan lo detuvo por la espalda con fuerza.

-Lo siento... hijo... -lamentó Eizan cerrando los ojos.

Nerik intentó voltear al escucharle, pues el atisbo de una imagen, desconocida al pasado que había vivido, pasó fugazmente por su cabeza al oír las palabras del sujeto que le sujetaba.
Isei aprovechó el momento y golpeó con fuerza el pecho de Nerik con las palmas de sus manos envueltas en fuego, que al momento de tocar el cuerpo de Nerik se esfumó, como si se hubiese alojado en él.

Una corriente de energía recorría todo su cuerpo, no quedo ni un sólo dedo sin ser tocado desde dentro. Entonces sintió como su poder se desvaneció. Nerik intentó mandar a volar a Isei, pero no resultó. Algo se había alojado en su pecho, algo que aun le hacía sentir incomodidad. En cuento intentó de nuevo utilizar sus habilidades, un fuerte dolor en el pecho, justo en el lugar donde las palmas de Isei le habían tocado, le hizo vacilar y caer de rodillas al suelo.

-¡Nerik! -chilló Natsuko desde lejos al verle caer.

Trakey intentó derribarla, pero ella le esquivó y corrió hasta donde yacía Nerik.

-Es nuestra oportunidad... -dijo Isei, mientras saboreaba la muerte de Nerik antes de tiempo- al fin vas a morir...

Por alguna razón ya no podía moverse muy bien, su cuerpo le temblaba; era el efecto del ataque de Isei. Entonces le preguntó:

-¿Por qué me odias tanto?

Isei empuñó las manos, no dejaría que la mirada inocente de Nerik le engañara, su viejo amigo debía pagar por los crímenes que había cometido, y según él, también por los que podía llegar a cometer.

-¡Nerik, huye! -gritó Natsuko mientras corría a toda velocidad hacia sus atacantes.

Isei lanzó un grito de furia y a continuación lanzó una potente descarga de energía directo en el pecho del desprotegido Nerik. Natsuko se detuvo en seco, sabía que ya no había tiempo, que había tardado demasiado. Sus ojos de llenaron de lágrimas y su corazón de odio.

-Hemos cumplido con la misión... -dijo por fin Isei suspirando de alivio, como si hubiesen matado a un insignificante insecto.

-No había otra forma... -musitó Eizan con algo de tristeza en su rostro.

El cuerpo de Nerik yacía frente a ellos, con los ojos cerrados y el pecho quemado. De su boca brotaban algunos hilos de sangre, todo indicaba que estaba muerto. De pronto, no muy lejos de ellos, un resplandor les hizo voltear. Natsuko les observaba de pie envuelta en fuego. Una llamarada enorme la cubría y le hacía resplandecer como a un ser divino.

-¿Qué le sucede a esa chica? -preguntó Isei, sabiendo que ninguno de sus compañeros podría responderle.

Nerik sintió un dolor terrible, pero tan sólo por unos segundos. Sus ojos se cerraron de inmediato, lanzando una última mirada a quien le asesinaba a sangre fría. La oscuridad le rodeo, y entonces se vio a si mismo de pie en la desolación, un lugar en el que tiempo no existía, un lugar donde nada existía. De pronto vio que dos siluetas se acercaban a él en silencio, pero no sintió miedo, no sintió na más que un poco de nostalgia. Una era una mujer y la otra sombra un hombre, mas o menos de su edad y con cierto parecido.

-Todo el mundo merece una segunda oportunidad, Nerik -dijo la mujer, una mujer hermosa, de cabellera negra y ojos azules que parecían brillar.

-Yo... yo te recuerdo, de alguna forma te recuerdo... -dijo Nerik al mirarla fijamente.

-Debes enmendar tu pasado, hijo, este es el momento de hacer las cosas bien... -dijo el hombre, de cabello plateado y ojos azules.

-Ahora recuerdo todo... -musitó Nerik con aflicción.

Las imagenes de varias personas llegaron a su mente, las imagenes de cientos de lugares, las imagenes de una terrible batalla. Sus amigos, su mentor, y todos aquellos que le estimaban en algún tiempo, todos estaban ahí en su memoria.

-Es difícil recordar tales cosas... -dijo Nerik a los dos que no le quitaban la mirada de encima.

-Lo sabemos, es difícil, pero no todo es malo en tu pasado -alentó la mujer.

-Debes aferrarte a los buenos recuerdos. Tus amigos, los momentos que viviste con ellos, lo que sentiste por ellos y lo que sientes aun, ahora que los recuerdas -dijo el hombre de cabello plateado sonriendo con cariño.

-Es verdad, esos recuerdos los tengo, esos recuerdos me hacen sentir felicidad.

-No vivas de los recuerdos que te hacen daño. Sigue adelante y nunca te rindas, sigue y no voltees. Si haces lo contrario, terminarás por destruirte a ti mismo -aconsejó la mujer, ahora acercándose un poco más hacia él.

-Debo enmendar mis errores, debo hacerlo, pero... ellos no me creeran -dijo Nerik, refiriéndose a Eizan y los otros.

-No en este momento, pero lo harán cuando transcurra el tiempo -respondió el hombre.

-Creo que debes irte, hijo -sugirió la mujer-, este no es lugar para ti.

Nerik asintió con el pecho inflado de felicidad. Sus mejores sentimientos afloraban y fluían por todo su cuerpo. Era el momento de hacer lo que hacía mucho tiempo atrás debío haber hecho, destruir al enemigo del hombre, destruir a LuxFero.

-Nos veremos pronto -dijo el hombre haciendo una seña de despedida a Nerik.

Nerik hizo una reverencia y respondió:

-Ansío el momento de volver a verlos, al final de todo, estaré con ustedes... adiós mamá, adiós papá.

Nerik se alejó caminando por el oscuro lugar, con un sólo objetivo en su mente. El objetivo que le haría cumplir con el destino que tanto deseó evadir en el pasado.

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