viernes, 28 de marzo de 2008

Capítulo 2: La Criatura del Río

-¡Te buscan! -avisó la muchacha de cabello negro y mechón rojo en la parte de adelante. Sus ojos eran pequeños y azules, su delicada piel de adolescente era blanca, casi tanto como la de un Anxelin. Parecía bailar mientras avanzaba por el pasillo hacia una sala seguida por un hombre anciano y de ropas andrajosas.

-¿Es confiable? -preguntó el viejo con timidez quitándose el sombre de paja.

-¿Qué ha oído de él? -musitó la muchacha mientras tarareaba una melodía.

-Bueno... bueno yo... he oído que nunca fracasa y que nunca cobra dinero alguno.

La muchacha paró en seco y el viejo sujetó el sombrero con fuerza, deseando que aquello fuera cierto, pues no llevaba nada de dinero; unos ladrones le había robado en el camino del bosque cercano a la aldea. La expresión de la chica en un principio fue fría y seria, como si le fuese a golpear con ella; pero de un momento a otro cambió como si nada y dijo:

-Exacto, tal y como ha escuchado.

El anciano se relajó un poco y sonrió a medias mientras la muchacha se daba la vuelta para continuar hasta la habitación del fondo. La casa era grande, pero nada lujosa. Los pocos muebles que había eran antiguos y estaban cubiertos de polvo; el corredor por el que avanzaban el camino principal para llegar a las otras tres habitaciones pequeñas que tenía el hogar.

-Nerik -dijo la muchacha al llegar al umbral de la sala-, este señor desea hablar contigo.

Un joven, de unos veinte y tantos años, que miraba por la ventana se giró de inmediato para ver a la chica. Su cabello era corto y negro, sus ojos azules y de constitución delgada; vestía completamente de negro y llevaba una cinta roja atada en el brazo izquierdo.

-Claro -contestó él con amabilidad-, acérquese por favor.

El anciano entró cuando la chica se hizo a un lado, caminó hasta él y con mucha vergüenza le dijo:

-Es un honor estar aquí y aunque deseaba conocerle, no quería que fuese en esta situación. Hace unas semanas una extraña criatura apareció en el río cercano a nuestra villa. Desde el primer comenzó a cazar a quienes se acercaban al lugar. Los más jóvenes intentaron matarle, pero sólo unos cuantos lograron sobrevivir...

-Iré de inmediato... -interrumpió Nerik con firmeza.

El rostro del anciano se llenó de felicidad al momento de escucharlo decir aquello.

-Sólo espere un momento, saldremos enseguida hacia la villa en la que vive.

-¿Es muy lejos? -preguntó de repente la muchacha.

-No, claro que no -se apresuró a responder el viejo-, pasando el bosque llegaremos enseguida. Pero debo advertirles que cuando venía hacia aquí unos ladrones me quitaron el poco dinero que traía para casos de emergencia.

-Los ladrones no será problema, no se preocupe -le tranquilizó Nerik cuando salía de la habitación.

-Acabaremos con la criatura en poco tiempo -informó la muchacha sonriente-, pero primero debemos arreglar unas cuantas cosas para el camino.

La chica salió dejando al anciano solo en la sala y siguió a Nerik hasta una de las habitaciones cercanas.

-Te apresuras demasiado, ¿sucede algo esta vez? -preguntó la muchacha mientras Nerik se colocaba una capa negra con capucha.

-Es extraño -comentó en voz baja-, generalmente saquean las aldeas o atemorizan a los lugareños, pero esta vez ha comenzado a cazarles. No podemos perder tiempo. Natsuko, debes estar preparada para cualquier cosa.

-Lo sé, lo sé -contestó la chica haciendo una mueca-. Parece que esta vez de verdad estás preocupado.

Nerik asintió y luego observó fijamente la cinta roja atada en su brazo izquierdo por unos segundos, como si estuviese pidiéndole que le protegiera en aquella misión o algo parecido. Parecía un monje orándole a dios.

-La noche anterior tuve un sueño sobre una tierra llamada "Hiver" -comentó Natsuko sin darle mucha importancia-. Había un sujeto extraño de piel muy pálida que...

-Creo haber escuchado esa palabra antes. Pero hablaremos de eso al regreso.

Nerik salió y llamó al anciano, minutos después ya estaban listos para marcharse. El pueblo era un poco pobre, sus habitantes vivían de sus cosechas y animales que criaban para alimentarse o para utilizar en los trabajos de la tierra. Nerik y Natsuko habían llegado hacía tres años mientras perseguían al líder de un peligroso y poderoso clan. Al terminar con la misión decidieron quedarse y ayudar a la gente que sufría constantes ataques por parte de humanos y criaturas, quienes les arrebataban la comida y se llevaban a las mujeres más jóvenes. Desde la llegada de Nerik y Natsuko todo aquello terminó.

-El bosque parece tranquilo... -dijo Natsuko mientras miraba a todos lados.

-Así es, pero no podemos confiarnos -recomendó el anciano con temor.

-Silencio... -ordenó Nerik parando en seco, segundos después tres sujetos cayeron desde los árboles cercanos. Vestían con ropajes mal cuidados y sucios, cubrían sus rostros con una especie de marcara hecha por ramas y hojas y sujetaban filosas dagas que asustarían a cualquiera.

-Este es nuestro bosque -dijo uno de ellos-, es necesario que nos entreguen sus pertenencias si desean continuar.

Dos de ellos sonrieron con malicia, mientras que el tercero se acercaba lentamente a Natsuko y la sujetaba del brazo derecho. La chica hizo un rápido movimiento y de una patada se lo quitó de encima.

-¡Maldita! -gritó otro al ver que su compañero caía sin conocimiento, o tal vez muerto, al suelo.

Nerik le sujetó con fuerza por el brazo y dijo:

-Un centímetro más y estás muerto...

La amenaza de Nerik, sus penetrantes ojos azules que evidenciaban el profundo disgusto daban a entender que no bromeaba y no dudaría en matarles si fuese necesario. Sin decir nada los dos ladrones que quedaban en pie cogieron al que yacía en el suelo y desaparecieron en los matorrales. El anciano asombrado les siguió por el camino del bosque y después de una hora llegaron a la entrada de la villa en la que él vivía.

-¡Aquí es, aquí es! -dijo con entusiasmo al mismo tiempo que varias personas salían de sus casas.

Algunas mujeres se acercaron al anciano y se arrodillaron frente a ellos dando las gracias.

-Que... vergüenza -murmuró Natsuko sonrojada.

Nerik sonrió y les pidió que se levantaran con gentileza. Las mujeres se colocaron de pie sollozando; eran las viudas de aquellos que habían muerto por obra de la extraña criatura que se había adueñado del río.

-Dígame, señor, ¿donde está el río? -preguntó Nerik con curiosidad.

-Siguiendo por el camino central de la villa, al final se encontrará con el río -explicó el anciano señalando hacia adelante-. Por favor, tenga cuidado.

-Gracias, lo tendré -respondió Nerik.

Nerik hizo una seña a Natsuko y ambos comenzaron a caminar hacia donde el viejo había indicado. Los pocos habitantes del lugar les observaban con curiosidad y asombro, otros pensaban que no serían capaces de ayudarles, pues a simple vista eran sólo un joven y una muchacha adolescente que caminaban como si nada hacia el lugar que tanto temían, hacia el lugar donde muchos habían muerto con tan sólo acercarse un poco.

-Puedo verlo -dijo Natsuko-, está un poco más adelante.

-Prepárate... -exigió Nerik mientras apartaba un poco la capa con su mano derecha.

El agua se levantó repentinamente, con la forma de un brazo, deseoso de capturar a quien estuviese en frente, se abalanzó sobre los dos. Nerik dio un salto y Natsuko con gran agilidad esquivó el ataque.

-¡Debemos sacarle del agua, así podremos enfrentarle! -informó Nerik a Natsuko.

La chica asintió y se acercó corriendo hasta el río. Nuevamente el agua se levantó, pero esta vez en forma de dos grandes tentáculos que atraparon sin mucho esfuerzo a Natsuko.

-Eso es... -murmuró Nerik con cierta satisfacción.

El cuerpo de Natsuko comenzó a arder y el agua se evaporó tan rápido como salía de su fuente que era el río, en ese instante los ojos de Nerik brillaron de un color azul intenso y una gran porción de agua se levantó en forma de burbuja.

-Está dentro, puedo sentirlo -dijo Nerik mientras la gran burbuja se movía hacia él- ¡Hazlo ahora!

Natsuko extendió su brazo hacia la burbuja y desde la palma de su mano se escapó una llamarada que cubrió a la criatura evaporando el agua que la rodeaba. Los ojos de Nerik dejaron de brillar. Ambos se alejaron un poco, ahora podrían ver realmente al ser que atormentaba a los habitantes de la pequeña villa.

-Al fin... -dijo el individuo que salía entre el vapor. Era alto y vestía ropa blanca, su piel era pálida, tanto como la de un muerto; cubría su rostro con una capucha- sabía que haciendo algo como esto llamaría la atención de alguien.

-¿Quién eres? -preguntó Nerik.

-¿Pero qué dices? -musitó el extraño confundido- nos conocemos desde hace varios años. Déjame refrescar tu memoria.

El extraño se quitó la capucha y su rostro fue visible para ambos. Tenía el cabello plateado y sus ojos eran de un rojo intenso.

-Mi nombre es Asnaq y fui enviado por mi señor para encontrarte. Aun eres una amenaza para sus planes. Tu mera existencia es molesta para él y para nosotros, sus fieles.

Nerik le observaba asombrado al igual que Natsuko. Quien se presentaba ante ellos no era una persona normal.

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