Asnaq se acercó a Nerik caminando con algo de precaución, pero manteniendo intacta una pequeña sonrisa que resultaba perturbante para sus dos atacantes.
-Dices conocerme, pero yo no te recuerdo -dijo Nerik devolviendole una mirada fija y golpeadora.
-Ya veo... parece que esto será un verdadero problema. Noto verdadero desconcierto en tus palabras -respondió Asnaq deteniendose a unos cuantos metros de Nerik-. Entonces tendré que refrescar tu memoria, pues estoy seguro de que no me he equivocado.
Asnaq extendió su brazo derecho hacia un lado y una espada, envuelta en una especie de energía oscura, apareció en su mano como si nada.
-¡Ten cuidado, Natsuko! -advirtió Nerik a su compañera.
Asnaq le apuntó con la espada y disparó varios relámpagos a Nerik, quien los esquivó de un salto. Natsuko lanzó dos bolas de fuego, pero Asnaq las bloqueó con su arma sin dificultad.
-No puede ser... nadie había hecho algo así antes -murmuró Natsuko mientras escapaba de unos cuantos relampagos lanzados a través de la espada de Asnaq.
-Me sorprende la agilidad con la que se manejan... creo que es hora de pelear en serio -dijo Asnaq sonriendo y comenzando a correr hacia Natsuko.
Natsuko se alejó un poco y esta vez atacó con una llamarada, pero no parecía afectarle a Asnaq, quien con sólo colocar la espada por delante dividía el fuego hacia los lados. Natsuko esquivó los ataques con el arma, sin duda era muy agil, pero no aguantaría mucho tiempo. Pronto Nerik se unió al combate, entre los dos intentaban golpear a Asnaq, pero este con suma pericia movía su espada bloqueando cualquier golpe e intentando también herir a sus atacantes al mismo tiempo. Era una pelea en las que no se veían envueltos a diario, puesto que Asnaq era un guerrero poderoso. De pronto un descuido de Nerik causó que la espada casi cortara parte de su brazo, sólo alcanzando a rasgar la cinta roja que llevaba atada.
-¡La cinta! -gritó Nerik cuando la vio caer al suelo, preocupándose más por ella que por su propia vida.
Asnaq aprovechó la oportunidad y golpeó a Nerik, con el mango de la espada, en el rostro. En ese momento Natsuko dio un salto y propinó una patada a Asnaq en el pecho, logrando hacerle retroceder un poco y acabando con su silenciosa celebración por haber golpeado a Nerik.
-Acabamos con esto de una vez -propuso Nerik a Natsuko, quien asintió y se preparó para el ataque final.
Natsuko abrió su boca tan grande como pudo y lanzó una enorme bola de fuego. Asnaq sonrió y colocó su espada por delante, haría lo mismo que antes para evadir el ataque. Los ojos de Nerik brillaron con intensidad y la bola de fuego se desvió hacia el cielo para caerle por arriba.
-¡Maldición! -chilló Asnaq un poco antes de que el fuego le abrazara por completo.
-¡Lo logramos! -celebró Natsuko con entusiasmo.
La chica corrió hacia Nerik sonriendo, pero al ver la expresión de preocupación en su rostro se quedó inmovil y observó hacia el fuego que ya se disipaba.
-No puede ser que...
-Es más difícil de lo que pensé -interrumpió Nerik.
Sólo la ropa de Asnaq parecían haber sido quemadas, pero su cuerpo estaba intacto. Nerik y Natsuko retrocedieron unos pasos, ya casi no les quedaban trucos bajo la manga para asestarle un golpe fuerte a su contrincante.
-Está bien... está bien, me rindo -dijo Asnaq sonriendo y dejandose caer de rodillas para demostrar que lo que decía era cierto.
-¿Quién eres? -preguntó Nerik con intriga.
-Ya te lo dije antes -respondió Asnaq-. Mi nombre es Asnaq y he sido enviado por mi señor para encontrarte... y destruirte.
Nerik empuñó las manos y se preparó para seguir luchando. Pero Asnaq se quedó en su lugar sin mover ni siquiera un dedo.
-Entonces, ¿por qué te rindes? -preguntó Natsuko.
-Verás, niña, ha pasado algo inesperado con respecto a Nerik. Es evidente que ha perdido su memoria -respondió Asnaq.
-¡¿He perdido la memoria?! -musitó Nerik con asombro- No puede ser posible, tengo los recuerdos de toda mi vida.
-Lo sabía, entonces no fue por algo accidental que la perdieras. Ha sido el trabajo de alguien que domina muy bien aquel tipo de habilidad. Tal vez un Anxelin.
-No entiendo lo que hablas. Será mejor que te largues de éste lugar y dejes a la gente en paz.
-Sólo llegue hasta aquí y causé todo esto para encontrarte. No es lo mío matar por diversión o algo así; soy mas civilizado que los otros tres.
-¿Los otros tres? -preguntó Natsuko.
-Por esta vez me iré, sería penoso tener que eliminarte en este estado. Mi señor se enterará de esto, por supuesto, ya que no puedo mentirle. Pero se alegrará al saber que no eres la amenaza que esperabamos. Por un lado se alegrará, de eso estoy seguro, pero por otro lado, sentirá tristeza pues ya no habrá nadie lo suficientemente fuerte como para enfrentarle. Te sugiero afanarte en la búsqueda de tu pasado, pues para la próxima no tendrás tanta suerte.
Asnaq se levantó y les dio la espalda para marcharse. Natsuko se dispuso a ir trás él para detenerle y obligarle a explicar lo que sucedía, pero Nerik se interpuso en su camino.
-Él tiene razón, no hay nada que pueda hacer yo ahora... -dijo Nerik resignado.
-De todas formas -agregó Asnaq-, no tendrías el valor suficiente para enfrentarte a él, no después de haber hecho aquello por lo que huiste de tu hogar. Viaja a Hiver, tal vez ahí encuentres todas las respuestas.
Asnaq desapareció en un parpadeo. Nerik intentó mirar en su interior, recordar algo que había hecho, pero su vida pasada era perfecta. Había vivido con su abuelo cuando era un niño y luego de su muerte viajó por el continente ayudando a pequeñas aldeas con las criaturas que las atacaban y así fue hasta que conoció a Natsuko.
-Todo esto es demasiado extraño -comentó Natsuko mientras se aferraba al brazo de Nerik.
-No mucho, antes de salir a este lugar me dijiste que habías soñando con un lugar llamado Hiver, el mismo lugar que Asnaq mencionó.
-¡Tienes razón! -exclamó Natsuko.
-Creo que tendremos que viajar a ese lugar... -musitó Nerik sonriendo como si todo fuera normal.
-Has tomado muy en serio lo que te ha dicho aquel hombre, Nerik -agregó Natsuko un poco preocupada.
-De alguna forma siento que es verdad...
Ambos salieron de la villa de inmediato. La gente del lugar les obsequió unas pocas verduras y frutas en agradecimiento, ya que Nerik rechazó cualquier animal que intentaron darle. De camino al pueblo todo estuvo en silencio, ninguno de los dos habló. Los dicho por Asnaq había hundido a Nerik profundamente en sus pensamientos, eso Natsuko lo podía notar muy bien con sólo mirar la expresión pensativa de su amigo.
-¿Cuándo saldremos hacia Hiver? -preguntó Natsuko una vez que entraron en la casa, la última casa en la colina más alta del pueblo.
-Cuando sepamos dónde se encuentra y cómo se llega -respondió Nerik sonriendole a la chica, como si se tratara de una pequeña niña preguntona.
-Podría haber algo de información en los mapas y libros que tenemos, ¿no crees?
-¿Podrías buscarlos por mi? -preguntó Nerik con amabilidad a lo que Natsuko asintió sonriente.
Cuando se quedó sólo su expresión cambió por una de preocupación. Lo dicho por Asnaq perforaba su mente y su pecho, una sensación extraña invadía su cuerpo con sólo intentar esclarecer el misterio que envolvía su supuesto pasado oculto.
-Hay algo que me hace sentir incomodida... -murmuró al acercarse a mirar por una de las ventanas del frente de la casa.
El cielo se nublaba poco a poco y pequeños relámpagos se podían observar a los lejos. De pronto una imagen desconocida apareció en su cabeza, la imagen de una hermosa muchacha de cabellera blanca y mirada triste le hizo sobresaltar. Su esfuerzo por recordar algo desconocido, por recordar un pasado que aparentemente no existía, daba frutos después de poco tiempo.
-¡Encontré...!
Natsuko se calló al ver a Nerik mirando atentamente hacia afuera, con la mirada perdida en las grises nubes cargadas de agua. Sus intentos ojos azules parecían brillar, al igual que cuando luchaba con alguien.
-Disculpame -pidió Nerik a la chica una vez que volvió en sí.
-No importa -respondió ella-, sólo quería decirte que hallé unos cuantos mapas del mundo y otros libros sobre leyendas.
-¿Libros sobre leyendas? -replicó Nerik extrañado.
-Sí, ese hombre, Asnaq, también nombró a los Anxelin -contestó Natsuko-, y los Anxelin son seres que aparecen en leyendas y cuentos infantiles.
-Ya veo...
-Según lo que oí, cuando era pequeña, estos seres son una especie de raza divina, los primeros que habitaron el mundo. En los cuentos se les describe como seres hermosos de piel blanca, cabellos plateados y ojos azules penetrantes; generalmente suelen salvar a los humanos y todos viven felices para siempre.
-¿Qué hay de Hiver? -preguntó Nerik con interés.
-Hiver, es la tierra que habitan los Anxelin -respondió Natsuko mientras abría un viejo libro, de hojas amarillas casi a punto de romperse-. Es un lugar donde el invierno es eterno y donde el frío puede matar a un ser humano cualquiera, pero que a ellos les afecta muy poco. Según este libro, Hiver, se encontraría ubicado al Sur del Continente Oeste, pero nadie ha descubierto nada ahí, pues el mar es tempestuoso y ningun barco es capaz de ir más lejos.
-¡Ahí tiene que estar! -exclamó Nerik.
-¿Estás seguro de querer ir? -preguntó Natsuko, aun cuando sabía la respuesta.
-Esto de un pasado olvidado es bastante descabellado, pero siento que es así, que mi historia es otra, y que de alguna forma lo único que recuerdo es algo que tal vez mi mente o alguien más haya inventado para mi, algo para...
-... olvidar un hecho muy triste o muy malo... -continuó Natsuko.
Nerik asintió no muy feliz, pero era cierto, era lógico creer que su propia mente hubiese podido inventar una historia alterna de su vida para olvidar algo muy doloroso y desgarrador.
-Según Asnaq, viajando a Hiver podré encontrar las respuestas que necesito... puedes quedarte si es lo que...
-¡De ningún modo! -chilló Natsuko.
Nerik sonrió y se alegró de que ella fuese con él, así no tendría el problema de extrañarla. Desde que estaban juntos le había querido como una hermana pequeña, nada les había separado ni nadie les había ganado cuando luchando uno al lado del otro. Era un alivio para él tenerla a su lado.
-Empaca todo lo necesario -ordenó Nerik-, partiremos al amanecer.
sábado, 29 de marzo de 2008
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