Asnaq se acercó a Nerik caminando con algo de precaución, pero manteniendo intacta una pequeña sonrisa que resultaba perturbante para sus dos atacantes.
-Dices conocerme, pero yo no te recuerdo -dijo Nerik devolviendole una mirada fija y golpeadora.
-Ya veo... parece que esto será un verdadero problema. Noto verdadero desconcierto en tus palabras -respondió Asnaq deteniendose a unos cuantos metros de Nerik-. Entonces tendré que refrescar tu memoria, pues estoy seguro de que no me he equivocado.
Asnaq extendió su brazo derecho hacia un lado y una espada, envuelta en una especie de energía oscura, apareció en su mano como si nada.
-¡Ten cuidado, Natsuko! -advirtió Nerik a su compañera.
Asnaq le apuntó con la espada y disparó varios relámpagos a Nerik, quien los esquivó de un salto. Natsuko lanzó dos bolas de fuego, pero Asnaq las bloqueó con su arma sin dificultad.
-No puede ser... nadie había hecho algo así antes -murmuró Natsuko mientras escapaba de unos cuantos relampagos lanzados a través de la espada de Asnaq.
-Me sorprende la agilidad con la que se manejan... creo que es hora de pelear en serio -dijo Asnaq sonriendo y comenzando a correr hacia Natsuko.
Natsuko se alejó un poco y esta vez atacó con una llamarada, pero no parecía afectarle a Asnaq, quien con sólo colocar la espada por delante dividía el fuego hacia los lados. Natsuko esquivó los ataques con el arma, sin duda era muy agil, pero no aguantaría mucho tiempo. Pronto Nerik se unió al combate, entre los dos intentaban golpear a Asnaq, pero este con suma pericia movía su espada bloqueando cualquier golpe e intentando también herir a sus atacantes al mismo tiempo. Era una pelea en las que no se veían envueltos a diario, puesto que Asnaq era un guerrero poderoso. De pronto un descuido de Nerik causó que la espada casi cortara parte de su brazo, sólo alcanzando a rasgar la cinta roja que llevaba atada.
-¡La cinta! -gritó Nerik cuando la vio caer al suelo, preocupándose más por ella que por su propia vida.
Asnaq aprovechó la oportunidad y golpeó a Nerik, con el mango de la espada, en el rostro. En ese momento Natsuko dio un salto y propinó una patada a Asnaq en el pecho, logrando hacerle retroceder un poco y acabando con su silenciosa celebración por haber golpeado a Nerik.
-Acabamos con esto de una vez -propuso Nerik a Natsuko, quien asintió y se preparó para el ataque final.
Natsuko abrió su boca tan grande como pudo y lanzó una enorme bola de fuego. Asnaq sonrió y colocó su espada por delante, haría lo mismo que antes para evadir el ataque. Los ojos de Nerik brillaron con intensidad y la bola de fuego se desvió hacia el cielo para caerle por arriba.
-¡Maldición! -chilló Asnaq un poco antes de que el fuego le abrazara por completo.
-¡Lo logramos! -celebró Natsuko con entusiasmo.
La chica corrió hacia Nerik sonriendo, pero al ver la expresión de preocupación en su rostro se quedó inmovil y observó hacia el fuego que ya se disipaba.
-No puede ser que...
-Es más difícil de lo que pensé -interrumpió Nerik.
Sólo la ropa de Asnaq parecían haber sido quemadas, pero su cuerpo estaba intacto. Nerik y Natsuko retrocedieron unos pasos, ya casi no les quedaban trucos bajo la manga para asestarle un golpe fuerte a su contrincante.
-Está bien... está bien, me rindo -dijo Asnaq sonriendo y dejandose caer de rodillas para demostrar que lo que decía era cierto.
-¿Quién eres? -preguntó Nerik con intriga.
-Ya te lo dije antes -respondió Asnaq-. Mi nombre es Asnaq y he sido enviado por mi señor para encontrarte... y destruirte.
Nerik empuñó las manos y se preparó para seguir luchando. Pero Asnaq se quedó en su lugar sin mover ni siquiera un dedo.
-Entonces, ¿por qué te rindes? -preguntó Natsuko.
-Verás, niña, ha pasado algo inesperado con respecto a Nerik. Es evidente que ha perdido su memoria -respondió Asnaq.
-¡¿He perdido la memoria?! -musitó Nerik con asombro- No puede ser posible, tengo los recuerdos de toda mi vida.
-Lo sabía, entonces no fue por algo accidental que la perdieras. Ha sido el trabajo de alguien que domina muy bien aquel tipo de habilidad. Tal vez un Anxelin.
-No entiendo lo que hablas. Será mejor que te largues de éste lugar y dejes a la gente en paz.
-Sólo llegue hasta aquí y causé todo esto para encontrarte. No es lo mío matar por diversión o algo así; soy mas civilizado que los otros tres.
-¿Los otros tres? -preguntó Natsuko.
-Por esta vez me iré, sería penoso tener que eliminarte en este estado. Mi señor se enterará de esto, por supuesto, ya que no puedo mentirle. Pero se alegrará al saber que no eres la amenaza que esperabamos. Por un lado se alegrará, de eso estoy seguro, pero por otro lado, sentirá tristeza pues ya no habrá nadie lo suficientemente fuerte como para enfrentarle. Te sugiero afanarte en la búsqueda de tu pasado, pues para la próxima no tendrás tanta suerte.
Asnaq se levantó y les dio la espalda para marcharse. Natsuko se dispuso a ir trás él para detenerle y obligarle a explicar lo que sucedía, pero Nerik se interpuso en su camino.
-Él tiene razón, no hay nada que pueda hacer yo ahora... -dijo Nerik resignado.
-De todas formas -agregó Asnaq-, no tendrías el valor suficiente para enfrentarte a él, no después de haber hecho aquello por lo que huiste de tu hogar. Viaja a Hiver, tal vez ahí encuentres todas las respuestas.
Asnaq desapareció en un parpadeo. Nerik intentó mirar en su interior, recordar algo que había hecho, pero su vida pasada era perfecta. Había vivido con su abuelo cuando era un niño y luego de su muerte viajó por el continente ayudando a pequeñas aldeas con las criaturas que las atacaban y así fue hasta que conoció a Natsuko.
-Todo esto es demasiado extraño -comentó Natsuko mientras se aferraba al brazo de Nerik.
-No mucho, antes de salir a este lugar me dijiste que habías soñando con un lugar llamado Hiver, el mismo lugar que Asnaq mencionó.
-¡Tienes razón! -exclamó Natsuko.
-Creo que tendremos que viajar a ese lugar... -musitó Nerik sonriendo como si todo fuera normal.
-Has tomado muy en serio lo que te ha dicho aquel hombre, Nerik -agregó Natsuko un poco preocupada.
-De alguna forma siento que es verdad...
Ambos salieron de la villa de inmediato. La gente del lugar les obsequió unas pocas verduras y frutas en agradecimiento, ya que Nerik rechazó cualquier animal que intentaron darle. De camino al pueblo todo estuvo en silencio, ninguno de los dos habló. Los dicho por Asnaq había hundido a Nerik profundamente en sus pensamientos, eso Natsuko lo podía notar muy bien con sólo mirar la expresión pensativa de su amigo.
-¿Cuándo saldremos hacia Hiver? -preguntó Natsuko una vez que entraron en la casa, la última casa en la colina más alta del pueblo.
-Cuando sepamos dónde se encuentra y cómo se llega -respondió Nerik sonriendole a la chica, como si se tratara de una pequeña niña preguntona.
-Podría haber algo de información en los mapas y libros que tenemos, ¿no crees?
-¿Podrías buscarlos por mi? -preguntó Nerik con amabilidad a lo que Natsuko asintió sonriente.
Cuando se quedó sólo su expresión cambió por una de preocupación. Lo dicho por Asnaq perforaba su mente y su pecho, una sensación extraña invadía su cuerpo con sólo intentar esclarecer el misterio que envolvía su supuesto pasado oculto.
-Hay algo que me hace sentir incomodida... -murmuró al acercarse a mirar por una de las ventanas del frente de la casa.
El cielo se nublaba poco a poco y pequeños relámpagos se podían observar a los lejos. De pronto una imagen desconocida apareció en su cabeza, la imagen de una hermosa muchacha de cabellera blanca y mirada triste le hizo sobresaltar. Su esfuerzo por recordar algo desconocido, por recordar un pasado que aparentemente no existía, daba frutos después de poco tiempo.
-¡Encontré...!
Natsuko se calló al ver a Nerik mirando atentamente hacia afuera, con la mirada perdida en las grises nubes cargadas de agua. Sus intentos ojos azules parecían brillar, al igual que cuando luchaba con alguien.
-Disculpame -pidió Nerik a la chica una vez que volvió en sí.
-No importa -respondió ella-, sólo quería decirte que hallé unos cuantos mapas del mundo y otros libros sobre leyendas.
-¿Libros sobre leyendas? -replicó Nerik extrañado.
-Sí, ese hombre, Asnaq, también nombró a los Anxelin -contestó Natsuko-, y los Anxelin son seres que aparecen en leyendas y cuentos infantiles.
-Ya veo...
-Según lo que oí, cuando era pequeña, estos seres son una especie de raza divina, los primeros que habitaron el mundo. En los cuentos se les describe como seres hermosos de piel blanca, cabellos plateados y ojos azules penetrantes; generalmente suelen salvar a los humanos y todos viven felices para siempre.
-¿Qué hay de Hiver? -preguntó Nerik con interés.
-Hiver, es la tierra que habitan los Anxelin -respondió Natsuko mientras abría un viejo libro, de hojas amarillas casi a punto de romperse-. Es un lugar donde el invierno es eterno y donde el frío puede matar a un ser humano cualquiera, pero que a ellos les afecta muy poco. Según este libro, Hiver, se encontraría ubicado al Sur del Continente Oeste, pero nadie ha descubierto nada ahí, pues el mar es tempestuoso y ningun barco es capaz de ir más lejos.
-¡Ahí tiene que estar! -exclamó Nerik.
-¿Estás seguro de querer ir? -preguntó Natsuko, aun cuando sabía la respuesta.
-Esto de un pasado olvidado es bastante descabellado, pero siento que es así, que mi historia es otra, y que de alguna forma lo único que recuerdo es algo que tal vez mi mente o alguien más haya inventado para mi, algo para...
-... olvidar un hecho muy triste o muy malo... -continuó Natsuko.
Nerik asintió no muy feliz, pero era cierto, era lógico creer que su propia mente hubiese podido inventar una historia alterna de su vida para olvidar algo muy doloroso y desgarrador.
-Según Asnaq, viajando a Hiver podré encontrar las respuestas que necesito... puedes quedarte si es lo que...
-¡De ningún modo! -chilló Natsuko.
Nerik sonrió y se alegró de que ella fuese con él, así no tendría el problema de extrañarla. Desde que estaban juntos le había querido como una hermana pequeña, nada les había separado ni nadie les había ganado cuando luchando uno al lado del otro. Era un alivio para él tenerla a su lado.
-Empaca todo lo necesario -ordenó Nerik-, partiremos al amanecer.
sábado, 29 de marzo de 2008
viernes, 28 de marzo de 2008
Capítulo 2: La Criatura del Río
-¡Te buscan! -avisó la muchacha de cabello negro y mechón rojo en la parte de adelante. Sus ojos eran pequeños y azules, su delicada piel de adolescente era blanca, casi tanto como la de un Anxelin. Parecía bailar mientras avanzaba por el pasillo hacia una sala seguida por un hombre anciano y de ropas andrajosas.
-¿Es confiable? -preguntó el viejo con timidez quitándose el sombre de paja.
-¿Qué ha oído de él? -musitó la muchacha mientras tarareaba una melodía.
-Bueno... bueno yo... he oído que nunca fracasa y que nunca cobra dinero alguno.
La muchacha paró en seco y el viejo sujetó el sombrero con fuerza, deseando que aquello fuera cierto, pues no llevaba nada de dinero; unos ladrones le había robado en el camino del bosque cercano a la aldea. La expresión de la chica en un principio fue fría y seria, como si le fuese a golpear con ella; pero de un momento a otro cambió como si nada y dijo:
-Exacto, tal y como ha escuchado.
El anciano se relajó un poco y sonrió a medias mientras la muchacha se daba la vuelta para continuar hasta la habitación del fondo. La casa era grande, pero nada lujosa. Los pocos muebles que había eran antiguos y estaban cubiertos de polvo; el corredor por el que avanzaban el camino principal para llegar a las otras tres habitaciones pequeñas que tenía el hogar.
-Nerik -dijo la muchacha al llegar al umbral de la sala-, este señor desea hablar contigo.
Un joven, de unos veinte y tantos años, que miraba por la ventana se giró de inmediato para ver a la chica. Su cabello era corto y negro, sus ojos azules y de constitución delgada; vestía completamente de negro y llevaba una cinta roja atada en el brazo izquierdo.
-Claro -contestó él con amabilidad-, acérquese por favor.
El anciano entró cuando la chica se hizo a un lado, caminó hasta él y con mucha vergüenza le dijo:
-Es un honor estar aquí y aunque deseaba conocerle, no quería que fuese en esta situación. Hace unas semanas una extraña criatura apareció en el río cercano a nuestra villa. Desde el primer comenzó a cazar a quienes se acercaban al lugar. Los más jóvenes intentaron matarle, pero sólo unos cuantos lograron sobrevivir...
-Iré de inmediato... -interrumpió Nerik con firmeza.
El rostro del anciano se llenó de felicidad al momento de escucharlo decir aquello.
-Sólo espere un momento, saldremos enseguida hacia la villa en la que vive.
-¿Es muy lejos? -preguntó de repente la muchacha.
-No, claro que no -se apresuró a responder el viejo-, pasando el bosque llegaremos enseguida. Pero debo advertirles que cuando venía hacia aquí unos ladrones me quitaron el poco dinero que traía para casos de emergencia.
-Los ladrones no será problema, no se preocupe -le tranquilizó Nerik cuando salía de la habitación.
-Acabaremos con la criatura en poco tiempo -informó la muchacha sonriente-, pero primero debemos arreglar unas cuantas cosas para el camino.
La chica salió dejando al anciano solo en la sala y siguió a Nerik hasta una de las habitaciones cercanas.
-Te apresuras demasiado, ¿sucede algo esta vez? -preguntó la muchacha mientras Nerik se colocaba una capa negra con capucha.
-Es extraño -comentó en voz baja-, generalmente saquean las aldeas o atemorizan a los lugareños, pero esta vez ha comenzado a cazarles. No podemos perder tiempo. Natsuko, debes estar preparada para cualquier cosa.
-Lo sé, lo sé -contestó la chica haciendo una mueca-. Parece que esta vez de verdad estás preocupado.
Nerik asintió y luego observó fijamente la cinta roja atada en su brazo izquierdo por unos segundos, como si estuviese pidiéndole que le protegiera en aquella misión o algo parecido. Parecía un monje orándole a dios.
-La noche anterior tuve un sueño sobre una tierra llamada "Hiver" -comentó Natsuko sin darle mucha importancia-. Había un sujeto extraño de piel muy pálida que...
-Creo haber escuchado esa palabra antes. Pero hablaremos de eso al regreso.
Nerik salió y llamó al anciano, minutos después ya estaban listos para marcharse. El pueblo era un poco pobre, sus habitantes vivían de sus cosechas y animales que criaban para alimentarse o para utilizar en los trabajos de la tierra. Nerik y Natsuko habían llegado hacía tres años mientras perseguían al líder de un peligroso y poderoso clan. Al terminar con la misión decidieron quedarse y ayudar a la gente que sufría constantes ataques por parte de humanos y criaturas, quienes les arrebataban la comida y se llevaban a las mujeres más jóvenes. Desde la llegada de Nerik y Natsuko todo aquello terminó.
-El bosque parece tranquilo... -dijo Natsuko mientras miraba a todos lados.
-Así es, pero no podemos confiarnos -recomendó el anciano con temor.
-Silencio... -ordenó Nerik parando en seco, segundos después tres sujetos cayeron desde los árboles cercanos. Vestían con ropajes mal cuidados y sucios, cubrían sus rostros con una especie de marcara hecha por ramas y hojas y sujetaban filosas dagas que asustarían a cualquiera.
-Este es nuestro bosque -dijo uno de ellos-, es necesario que nos entreguen sus pertenencias si desean continuar.
Dos de ellos sonrieron con malicia, mientras que el tercero se acercaba lentamente a Natsuko y la sujetaba del brazo derecho. La chica hizo un rápido movimiento y de una patada se lo quitó de encima.
-¡Maldita! -gritó otro al ver que su compañero caía sin conocimiento, o tal vez muerto, al suelo.
Nerik le sujetó con fuerza por el brazo y dijo:
-Un centímetro más y estás muerto...
La amenaza de Nerik, sus penetrantes ojos azules que evidenciaban el profundo disgusto daban a entender que no bromeaba y no dudaría en matarles si fuese necesario. Sin decir nada los dos ladrones que quedaban en pie cogieron al que yacía en el suelo y desaparecieron en los matorrales. El anciano asombrado les siguió por el camino del bosque y después de una hora llegaron a la entrada de la villa en la que él vivía.
-¡Aquí es, aquí es! -dijo con entusiasmo al mismo tiempo que varias personas salían de sus casas.
Algunas mujeres se acercaron al anciano y se arrodillaron frente a ellos dando las gracias.
-Que... vergüenza -murmuró Natsuko sonrojada.
Nerik sonrió y les pidió que se levantaran con gentileza. Las mujeres se colocaron de pie sollozando; eran las viudas de aquellos que habían muerto por obra de la extraña criatura que se había adueñado del río.
-Dígame, señor, ¿donde está el río? -preguntó Nerik con curiosidad.
-Siguiendo por el camino central de la villa, al final se encontrará con el río -explicó el anciano señalando hacia adelante-. Por favor, tenga cuidado.
-Gracias, lo tendré -respondió Nerik.
Nerik hizo una seña a Natsuko y ambos comenzaron a caminar hacia donde el viejo había indicado. Los pocos habitantes del lugar les observaban con curiosidad y asombro, otros pensaban que no serían capaces de ayudarles, pues a simple vista eran sólo un joven y una muchacha adolescente que caminaban como si nada hacia el lugar que tanto temían, hacia el lugar donde muchos habían muerto con tan sólo acercarse un poco.
-Puedo verlo -dijo Natsuko-, está un poco más adelante.
-Prepárate... -exigió Nerik mientras apartaba un poco la capa con su mano derecha.
El agua se levantó repentinamente, con la forma de un brazo, deseoso de capturar a quien estuviese en frente, se abalanzó sobre los dos. Nerik dio un salto y Natsuko con gran agilidad esquivó el ataque.
-¡Debemos sacarle del agua, así podremos enfrentarle! -informó Nerik a Natsuko.
La chica asintió y se acercó corriendo hasta el río. Nuevamente el agua se levantó, pero esta vez en forma de dos grandes tentáculos que atraparon sin mucho esfuerzo a Natsuko.
-Eso es... -murmuró Nerik con cierta satisfacción.
El cuerpo de Natsuko comenzó a arder y el agua se evaporó tan rápido como salía de su fuente que era el río, en ese instante los ojos de Nerik brillaron de un color azul intenso y una gran porción de agua se levantó en forma de burbuja.
-Está dentro, puedo sentirlo -dijo Nerik mientras la gran burbuja se movía hacia él- ¡Hazlo ahora!
Natsuko extendió su brazo hacia la burbuja y desde la palma de su mano se escapó una llamarada que cubrió a la criatura evaporando el agua que la rodeaba. Los ojos de Nerik dejaron de brillar. Ambos se alejaron un poco, ahora podrían ver realmente al ser que atormentaba a los habitantes de la pequeña villa.
-Al fin... -dijo el individuo que salía entre el vapor. Era alto y vestía ropa blanca, su piel era pálida, tanto como la de un muerto; cubría su rostro con una capucha- sabía que haciendo algo como esto llamaría la atención de alguien.
-¿Quién eres? -preguntó Nerik.
-¿Pero qué dices? -musitó el extraño confundido- nos conocemos desde hace varios años. Déjame refrescar tu memoria.
El extraño se quitó la capucha y su rostro fue visible para ambos. Tenía el cabello plateado y sus ojos eran de un rojo intenso.
-Mi nombre es Asnaq y fui enviado por mi señor para encontrarte. Aun eres una amenaza para sus planes. Tu mera existencia es molesta para él y para nosotros, sus fieles.
Nerik le observaba asombrado al igual que Natsuko. Quien se presentaba ante ellos no era una persona normal.
-¿Es confiable? -preguntó el viejo con timidez quitándose el sombre de paja.
-¿Qué ha oído de él? -musitó la muchacha mientras tarareaba una melodía.
-Bueno... bueno yo... he oído que nunca fracasa y que nunca cobra dinero alguno.
La muchacha paró en seco y el viejo sujetó el sombrero con fuerza, deseando que aquello fuera cierto, pues no llevaba nada de dinero; unos ladrones le había robado en el camino del bosque cercano a la aldea. La expresión de la chica en un principio fue fría y seria, como si le fuese a golpear con ella; pero de un momento a otro cambió como si nada y dijo:
-Exacto, tal y como ha escuchado.
El anciano se relajó un poco y sonrió a medias mientras la muchacha se daba la vuelta para continuar hasta la habitación del fondo. La casa era grande, pero nada lujosa. Los pocos muebles que había eran antiguos y estaban cubiertos de polvo; el corredor por el que avanzaban el camino principal para llegar a las otras tres habitaciones pequeñas que tenía el hogar.
-Nerik -dijo la muchacha al llegar al umbral de la sala-, este señor desea hablar contigo.
Un joven, de unos veinte y tantos años, que miraba por la ventana se giró de inmediato para ver a la chica. Su cabello era corto y negro, sus ojos azules y de constitución delgada; vestía completamente de negro y llevaba una cinta roja atada en el brazo izquierdo.
-Claro -contestó él con amabilidad-, acérquese por favor.
El anciano entró cuando la chica se hizo a un lado, caminó hasta él y con mucha vergüenza le dijo:
-Es un honor estar aquí y aunque deseaba conocerle, no quería que fuese en esta situación. Hace unas semanas una extraña criatura apareció en el río cercano a nuestra villa. Desde el primer comenzó a cazar a quienes se acercaban al lugar. Los más jóvenes intentaron matarle, pero sólo unos cuantos lograron sobrevivir...
-Iré de inmediato... -interrumpió Nerik con firmeza.
El rostro del anciano se llenó de felicidad al momento de escucharlo decir aquello.
-Sólo espere un momento, saldremos enseguida hacia la villa en la que vive.
-¿Es muy lejos? -preguntó de repente la muchacha.
-No, claro que no -se apresuró a responder el viejo-, pasando el bosque llegaremos enseguida. Pero debo advertirles que cuando venía hacia aquí unos ladrones me quitaron el poco dinero que traía para casos de emergencia.
-Los ladrones no será problema, no se preocupe -le tranquilizó Nerik cuando salía de la habitación.
-Acabaremos con la criatura en poco tiempo -informó la muchacha sonriente-, pero primero debemos arreglar unas cuantas cosas para el camino.
La chica salió dejando al anciano solo en la sala y siguió a Nerik hasta una de las habitaciones cercanas.
-Te apresuras demasiado, ¿sucede algo esta vez? -preguntó la muchacha mientras Nerik se colocaba una capa negra con capucha.
-Es extraño -comentó en voz baja-, generalmente saquean las aldeas o atemorizan a los lugareños, pero esta vez ha comenzado a cazarles. No podemos perder tiempo. Natsuko, debes estar preparada para cualquier cosa.
-Lo sé, lo sé -contestó la chica haciendo una mueca-. Parece que esta vez de verdad estás preocupado.
Nerik asintió y luego observó fijamente la cinta roja atada en su brazo izquierdo por unos segundos, como si estuviese pidiéndole que le protegiera en aquella misión o algo parecido. Parecía un monje orándole a dios.
-La noche anterior tuve un sueño sobre una tierra llamada "Hiver" -comentó Natsuko sin darle mucha importancia-. Había un sujeto extraño de piel muy pálida que...
-Creo haber escuchado esa palabra antes. Pero hablaremos de eso al regreso.
Nerik salió y llamó al anciano, minutos después ya estaban listos para marcharse. El pueblo era un poco pobre, sus habitantes vivían de sus cosechas y animales que criaban para alimentarse o para utilizar en los trabajos de la tierra. Nerik y Natsuko habían llegado hacía tres años mientras perseguían al líder de un peligroso y poderoso clan. Al terminar con la misión decidieron quedarse y ayudar a la gente que sufría constantes ataques por parte de humanos y criaturas, quienes les arrebataban la comida y se llevaban a las mujeres más jóvenes. Desde la llegada de Nerik y Natsuko todo aquello terminó.
-El bosque parece tranquilo... -dijo Natsuko mientras miraba a todos lados.
-Así es, pero no podemos confiarnos -recomendó el anciano con temor.
-Silencio... -ordenó Nerik parando en seco, segundos después tres sujetos cayeron desde los árboles cercanos. Vestían con ropajes mal cuidados y sucios, cubrían sus rostros con una especie de marcara hecha por ramas y hojas y sujetaban filosas dagas que asustarían a cualquiera.
-Este es nuestro bosque -dijo uno de ellos-, es necesario que nos entreguen sus pertenencias si desean continuar.
Dos de ellos sonrieron con malicia, mientras que el tercero se acercaba lentamente a Natsuko y la sujetaba del brazo derecho. La chica hizo un rápido movimiento y de una patada se lo quitó de encima.
-¡Maldita! -gritó otro al ver que su compañero caía sin conocimiento, o tal vez muerto, al suelo.
Nerik le sujetó con fuerza por el brazo y dijo:
-Un centímetro más y estás muerto...
La amenaza de Nerik, sus penetrantes ojos azules que evidenciaban el profundo disgusto daban a entender que no bromeaba y no dudaría en matarles si fuese necesario. Sin decir nada los dos ladrones que quedaban en pie cogieron al que yacía en el suelo y desaparecieron en los matorrales. El anciano asombrado les siguió por el camino del bosque y después de una hora llegaron a la entrada de la villa en la que él vivía.
-¡Aquí es, aquí es! -dijo con entusiasmo al mismo tiempo que varias personas salían de sus casas.
Algunas mujeres se acercaron al anciano y se arrodillaron frente a ellos dando las gracias.
-Que... vergüenza -murmuró Natsuko sonrojada.
Nerik sonrió y les pidió que se levantaran con gentileza. Las mujeres se colocaron de pie sollozando; eran las viudas de aquellos que habían muerto por obra de la extraña criatura que se había adueñado del río.
-Dígame, señor, ¿donde está el río? -preguntó Nerik con curiosidad.
-Siguiendo por el camino central de la villa, al final se encontrará con el río -explicó el anciano señalando hacia adelante-. Por favor, tenga cuidado.
-Gracias, lo tendré -respondió Nerik.
Nerik hizo una seña a Natsuko y ambos comenzaron a caminar hacia donde el viejo había indicado. Los pocos habitantes del lugar les observaban con curiosidad y asombro, otros pensaban que no serían capaces de ayudarles, pues a simple vista eran sólo un joven y una muchacha adolescente que caminaban como si nada hacia el lugar que tanto temían, hacia el lugar donde muchos habían muerto con tan sólo acercarse un poco.
-Puedo verlo -dijo Natsuko-, está un poco más adelante.
-Prepárate... -exigió Nerik mientras apartaba un poco la capa con su mano derecha.
El agua se levantó repentinamente, con la forma de un brazo, deseoso de capturar a quien estuviese en frente, se abalanzó sobre los dos. Nerik dio un salto y Natsuko con gran agilidad esquivó el ataque.
-¡Debemos sacarle del agua, así podremos enfrentarle! -informó Nerik a Natsuko.
La chica asintió y se acercó corriendo hasta el río. Nuevamente el agua se levantó, pero esta vez en forma de dos grandes tentáculos que atraparon sin mucho esfuerzo a Natsuko.
-Eso es... -murmuró Nerik con cierta satisfacción.
El cuerpo de Natsuko comenzó a arder y el agua se evaporó tan rápido como salía de su fuente que era el río, en ese instante los ojos de Nerik brillaron de un color azul intenso y una gran porción de agua se levantó en forma de burbuja.
-Está dentro, puedo sentirlo -dijo Nerik mientras la gran burbuja se movía hacia él- ¡Hazlo ahora!
Natsuko extendió su brazo hacia la burbuja y desde la palma de su mano se escapó una llamarada que cubrió a la criatura evaporando el agua que la rodeaba. Los ojos de Nerik dejaron de brillar. Ambos se alejaron un poco, ahora podrían ver realmente al ser que atormentaba a los habitantes de la pequeña villa.
-Al fin... -dijo el individuo que salía entre el vapor. Era alto y vestía ropa blanca, su piel era pálida, tanto como la de un muerto; cubría su rostro con una capucha- sabía que haciendo algo como esto llamaría la atención de alguien.
-¿Quién eres? -preguntó Nerik.
-¿Pero qué dices? -musitó el extraño confundido- nos conocemos desde hace varios años. Déjame refrescar tu memoria.
El extraño se quitó la capucha y su rostro fue visible para ambos. Tenía el cabello plateado y sus ojos eran de un rojo intenso.
-Mi nombre es Asnaq y fui enviado por mi señor para encontrarte. Aun eres una amenaza para sus planes. Tu mera existencia es molesta para él y para nosotros, sus fieles.
Nerik le observaba asombrado al igual que Natsuko. Quien se presentaba ante ellos no era una persona normal.
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