La Caída del Enviado marcó el principio de una época, el principio de la época en que LuxFero reinaría con mano de hierro. Los reinos cayeron uno a uno bajo su poder y bajo su enorme ejército de humanos corrompidos por su poder. Sólo Terraconce quedó en pie y los pocos sobrevivientes a las masacres comentidas por sus siervos se ocultaron en aquel reino desesperados.
Al igual que Terraconce, las islas del norte luchaban por que las fuerzas del tirano no les invadieran. Los Guerreros de muchas tribus clandestinas se unieron y pelearon contra las fuerzas de LuxFero, pero todos cayeron sin piedad alguna.
Los años pasaron y sólo muy pocos se oponían a LuxFero, los demás habían declinado por el miedo. Las tribus desaparecieron, a excepción de los Tsathi que se lograron ocultar a tiempo. LuxFero dominaba casi todo, las islas del norte ya habían quedado bajo su poder y los rebeldes de una pequeña fortaleza al sur de la capital de Terraconce, construida sobre las ruinas de Jumú, eran los únicos oponentes a su reinado.
Hacía siglos atrás los sabios habían predecido aquello, pues si el Enviado se volvía en contra de lo que tenía que salvar todo estaría perdido, y así sucedió. Con la caída del Enviado y su posterior desaparición LuxFero tomó el control de todo lo que había su alrededor, ya nadie le podía hacer frente. Pero no todos perdieron la fé, existía otra posibilidad.
En los escritos antiguos se hablaba de cuatro seres que estarían para proteger al mundo cuando éste se colmara de maldad. Pero nadie sabía quienes eran ni donde se encontraban. Era el momento de iniciar la búsqueda de los cuatro guerreros que salvarían de una vez al mundo.
viernes, 14 de diciembre de 2007
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1 comentario:
esta muy buena la historia!!!! te felicito tenés una imaginación muy grande y eso te puede llevar muy lejos!!
bye bye!!! me encantó la historia!!!
jess, Uruguay.
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